Al contemplar las pinturas de César López, no puedo dejar de pensar en la primera fase de la poética inglesa de lo sublime (1750 al 1850) y la afín poética alemana del Sturm und Drang; período donde se afirman los conceptos del paisaje, no sólo como un nuevo género jerárquico de las artes visuales, ni como encuentro con la belleza superficial y meramente pintoresca de las formas, sino como lugar psicológico de encuentro con el ser mas interior. “Somos naturaleza” afirma contundentemente César López en el título de esta muestra. Sus intereses creativos se zambullen en el rescate de la naturaleza natural como lugar de refugio del ser humano contemporáneo enajenado, posiblemente por su inserción en un ámbito tecnológico e hiperconectado. El paisaje es tal vez para César López el lugar de las preguntas eternas sobre el lugar del hombre en el cosmos. A la manera de la filosofía Zen necesita estar con todos los sentidos concentrados en el momento de intentar abordar lo que el lugar elegido le impone. Intuye que lo profundo solo lo puede captar aquél que sabe que hay mucho más que las apariencias. La existencia no se justifica como un fin mas allá del mundo, sino que busca encontrar todo su significado en este mundo. La impresión que el artista recibe no puede separarse de su reacción afectiva, que al ser también naturaleza, reconoce en ese espacio su propio espacio. El proceso creativo del artista empieza en la sensación visual que ha captado en sus múltiples recorridos ante los distintos espectáculos naturales vividos para, luego, transformarlos en estímulos visuales ya instalados en sus sentimientos. Este proceso se ve perfectamente en las pinturas presentadas en esta exposición. César López no recoge los colores externos del paisaje: el color surge en función de sus estados anímicos. Su mirada nunca es naturalista, es una mirada realista en el sentido que el paisaje esta visto desde su propia psicología. Por ello en las obras se percibe una síntesis poderosa entre lo real y lo abstracto. Es así que podemos leer cada pintura desde una figuración sugerida o desde la abstracción: cada forma generada en la tela es la condensación de un universo que responde a su vez a energías tanto espirituales como puramente pictóricas. Juan Doffo artista visual
Lo primero que quiero decir sobre las pinturas de César López es que me gustan y mucho. Creo que es hora de volver a la pregunta primogénita, ¿Qué nos pasa cuando contemplamos algo? Nos hemos convertido en expertos explicadores de las esencias artísticas y no podemos o no queremos contar que nos acontece con eso. En segundo término me resulta importante resaltar, por interesante, la operación artística que realiza. Él ve un lugar, deja testimonio de ese momento a través de la fotografía y luego la utiliza como base para su pintura. ¿Para qué lo pinta si ya lo fotografió? Esta molestia que se toma de volver a hacer algo que ya está hecho, esta cuasi repetición, esta reinterpretación metódica que procura no tiene como objetivo un ejercicio plástico sino el planteo de un sistema: cambiar la descripción de un territorio e intentar mapear lo que él percibió o percibe en ese lugar, porque no todo es como se ve ¿no? Aquí necesito recordar que López es arquitecto. Esto a priori no quiere decir nada. Pero si tomo, sin ánimos cientificistas, lo que podría constituir un patrón entre aquellos que tienen estas dos condiciones, es esa imperiosa necesidad de descontracturar, de liberarse de la creatividad controlada y de modificar algo sin un objetivo formal ni funcional. En él es otra forma de construir, de jugar a la creación o de asociarse en la creación, desde un planteo serio y comprometido, poniendo en primer plano sus impresiones, eso que parece tan básico pero que en realidad es tan difícil como decir lo que uno piensa frente al trabajo de un artista.
Elio Kapszuk
“Somos naturaleza” Mi tema recurrente es la naturaleza, la cual tiene múltiples variaciones para un mismo punto, dependiendo de mis distintos momentos internos y externos. Mi lugar de partida es la fotografía de espacios vivenciados. Allí comienza la obra. Una labor creativa que no surge del boceto, sino del recuerdo de aquellos espacios registrados por mi cámara fotográfica. Entonces creo mi propia paleta de colores, donde las gamas tonales nunca son naturalistas, sino que están en función de mis estados de ánimo. Es la búsqueda de lo oculto lo que me atrae. Siento empatía por los paisajes vastos y las fuerzas de la naturaleza. Disfruto en la búsqueda de lo inesperado. Busco en el paisaje lo que no se ve a simple vista, que es lo que pasa por el costado, lo que sucede en otro espacio o en otro tiempo. Intento representar el mundo fenoménico desde un lugar intimista, buscando una síntesis entre lo real y lo abstracto. Necesito sentir lo que ocurre allí, no importa en qué lugar o momento este viviendo. Me resisto a que la vida pase sin sentido, siempre encuentro algo más, que solo percibe el que se detiene, el que sabe que hay más para ver y sentir. César López
Testimonios, 2011 Óleo sobre tela 150 x 100 cm
Extrañas presencias, 2010 Óleo sobre tela 150 x 100 cm
Sinapsis vegetal I, 2011 Ă“leo sobre tela 90 x 120 cm
Sinapsis vegetal III, 2012 Ă“leo sobre tela 100 x 150 cm
Alma del bosque, 2012 Ă“leo sobre tela 100 x 150 cm
Espíritu tenaz, 2013 Óleo sobre tela 100 x 120 cm
Sinapsis vegetal II, 2012 Ă“leo sobre tela 100 x 150 cm
Un espacio, dos mundos, 2012 Óleo sobre tela 120 x 80 cm
Serenidad que fluye, 2011 Óleo sobre tela 120 x 80 cm
Reflejos, 2013. AcrĂlico sobre tela. 100 x 200 cm
La espera, 2013 AcrĂlico sobre tela 150 x 150 cm
RĂo de nieve, 2014 AcrĂlico sobre tela 150 x 100 cm
Decisiones de vida, 2014. AcrĂlico sobre tela 150 x 200 cm