Lejos y traĂdo de nuevo LEONARDO CIOCCHINI marzo / abril 2019
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El material se entiende cuando queda incorporado a la obra. No se trata de distinguir con qué se hizo lo que está colgado, sino la manera en que la pérdida de soberanía del material canta su dolor sin fin, porque de alguna manera vive abigarrado en lo que quedó: toda esta muestra, por ejemplo. Ese material es el cartón corrugado, con su predisposición ordinaria, liviana y barata.
DOS PESOS por Juan Laxagueborde
Así como los “pintores de casas” usan los rollos marrones para cuidar al piso de las gotas, el “pintor de esta casa” traída de lejos los usa de matriz para que colaboren con otros materiales, que no dejan de entonar el misterio. Es ahí cuando hablan. Porque los materiales narran, al frente o taimados. No narra nadie más que ellos. El artista hace lo que puede con el lenguaje de los materiales que lo sobreviven, no solo porque la obra queda sino porque pueden solos. Por ahora les artistas, por suerte, no han adquirido los nervios como para custodiar como serenos todo el tiempo a las obras. A veces las intenciones salen mal y de ahí sale lo mejor. Un texto es una capa del error destinado a la confusión general, como lo es también cualquier obra de arte verdadera. La pureza de un lenguaje “que no se entiende” se contamina del interés por el entendimiento de nosotros, los espectadores mortales. Hay entonces un diálogo descolocado entre los planos rígidos, llenos de grietas y marcas del taller, que nos hablan. En ellos hay un lenguaje estructurado que parece un desastre o un desperdicio del control que se salva por lo que lo contiene. En estas placas y en estas telas, espera un código de algo que no está para ser entendido sino para darle forma a la sensación, que es, en el rulo de su proceso, el antecedente al nuevo lenguaje, a la nueva imagen en la cabeza del que las ve.
Entre las grietas de los cuadros se deja ver la malla de hierro que sostiene el lenguaje y que, obviamente, participa de él. En el fondo de los oscuros azulinos o los verdes, amarillos y marrones terrosos está el fondo de un paisaje pero no la finalización de nada, porque todos los límites tienen límites atrás. No existe un último precipicio así como no existe un primer borde, salvo en la paradoja de la representación de lo no figurativo. El brutalismo es una manera de hacer las cosas desde la austeridad formal, sin ribetes ni manías, dejando que el estilo se note en la fuerza (en el peso) de la imagen. No hay alcurnia, ni mensaje cifrado ni legitimidad institucional, o todo eso pero en el habla del hormigón. Hagan la prueba sino de pararse en la intersección de Bartolomé Mitre y Reconquista para comparar el Banco Hipotecario, diseñado por Clorindo Testa, y el Banco Nación, proyectado por Alejandro Bustillo. Es en este momento donde me pregunto si existe la pintura brutalista. Leonardo tiene el empujón del expresionismo abstracto, pero al momento de ponerse con el yeso y los moldes de telgopor, o en las escenas donde pinta encorvado sobre mesas horizontales telas tirantes, discute lo que tiene que ser una expresión cuando desde la locura quiere volverse armónica. No está contando, está trayendo para que veamos de nuevo el rumor de un lenguaje no conocido, que no significa nuevo y que tal vez signifique lo más viejo que hay, el momento primero donde las cosas tratan de decir lo que son y las personas somos sometidas a la vibra de sus definiciones. Leonardo nos está invitando a permanecer en la percepción para que se vaya viendo algo, el tiempo que sale de la espera del espacio que estructuran las placas y las telas.
Sin título óleo sobre tela 150 x 100 cm 2019
Sin tĂtulo yeso pigmentado 70 x 50 x 3 cm 2019
Sin tĂtulo yeso pigmentado 130 x 100 x 5 cm 2019
Sin tĂtulo yeso pigmentado 130 x 100 x 5 cm 2019
Sin tĂtulo (azul) Ăłleo sobre tela 160 x 115 cm 2017
Sin tĂtulo yeso pigmentado 130 x 100 x 5 cm 2019
LEONARDO CIOCCHINI (La Plata, 1893)
Es Profesor y Licenciado en Artes Plásticas egresado de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata. Estudio en el taller de Guillermo Roux e hizo clínica de obra con Hernán Salamanco y Silvia Gurfein. En el 2011 realizó una residencia en el Frans Maserrel Centre, Bélgica; y en el 2014 participó del Programa de Artistas de la Universidad Torcuato Di Tella. En el 2015 recibió una Beca de Creación del Fondo Nacional de las Artes. En el 2018 participó en Pilotenkueche, International Art Program, Alemania; y en el 2019 fue seleccionado para asistir a la residencia Lademoen Kunstnerverksteder, Noruega. Vive y trabaja en Buenos Aires.
ALDO DE SOUSA