Somos el Litoral Mariano Frigini
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Color Jet, 2017 1ª edición ISBN: Impreso en Argentina / Printed in Argentine Editado por Filial José Luis “Puma” Rodríguez Asociación Civil
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Dedicatoria Al Tate, que me enseñó el verdadero
significado de la frase que siempre dice:
“Vamos Central carajo que lo demás no
importa nada”
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Índice un Rosario de oportunidades. Puteando desde el minuto uno. Profeta en su tierra. Canaya Paranoico. ¡un Round más Vicente! ¡Me cagaste el momento ocio pelotudo! Para un Canaya no hay nada mejor que otro Canaya. Ser de Central es ser de la filial. Te tenían contra las cuerdas. Rosario Central conoció a Ali BBabá y no a sus 40 ladrones. El mejor jugador del Club Atlético Rosario Central. Vuela Marco Vuela
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Un Rosario de oportunidades
No había mucho que decidir. El helicóptero del presidente despegó desde ese techo rosado y se llevó mi negocio con él. Luego de quebrar y bajar las persianas del gimnasio me puse la auriazul, agarré la moto y dejé un Rosario de oportunidades esquivas para volver a mi Corrientes. La bajada del puente Gral. Belgrano me permitió tomar velocidad, como así de rápido pasaban los recuerdos y la promesa de nostalgia,
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me encontré con una avenida 3 de abril que guardaba lo mejor y lo peor en cada cruce de esquina, pero esta vez no me importó si era cara o cruz, nunca supe si fue suerte o destino y si ya estaba escrito o si escribiríamos de más, igual hubiera frenado la moto de todas formas… Haciendo movimientos verticales en el pecho, como diseñando bastones con el pulgar y el índice hasta detenerse abruptamente con dos golpes a palma abierta en el corazón, bastó para que sea la señal que marcaría esa camaradería que sólo pueden dar los canayas cuando fraternizan sedientos de hermandad por su lejanía del Gigante y por ese porrón blanco como tibia de albañil que aplacaba un viaje largo. Juampi y Pablito habían llegado hace un par de años, enseguida la amistad surgió para quedarse y poco a poco comencé a ver cómo el Paraná siguió su camino y en su parte más ancha nos trajo unos cantitos de hinchada, un par de goles y
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papelitos que se le cayeron a alguien alentando en la platea alta. Creo que ahí nos infectamos con el virus Canaya. Y se luchó para tener ésta enfermedad que enorgullece. Porque bien sabés que no hace falta ser portador, tenés que contagiar. Implica plantarse en un bar a ver un partido siendo 3 contra 50 del equipo porteño de turno, es ser ese hincha militante que te para en la calle desesperado como si se te hubiera perdido tu hijo para preguntarte si sos de Central o te prestaron esa camiseta pero también tenías ese momento glorioso donde a los gritos se escuchaba: -¿¡Vos de que cuadro sos!? – ¡Y del mismo que vos! Eso era suficiente para sellar con un abrazo la bienvenida. Hasta que llegó el día en que desapareció el puente y Resistencia quedó cerquita. Lo contactaron por correo a Pablito y como esas pelotas que se meten en la ratonera en tiempo de descuento, ya contábamos con Leo y Santi que se cruzaban en una Trafic destartalada para verlo al Más Grande
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por la tele, para organizarnos y buscar hermanos, para soñar con construir nuestra propia casa, nuestra Filial. Todo pasó muy rápido. El puerto de Corrientes se encanayó y fue el faro para que muchos nos encontraran. La llamábamos La Pocilga, se asociaba con lo que representa a ese animal de futbol tan unido a la civilización y su evolución cultural, donde Miguel con los choris comunitarios y una tv de 14”, albergaba ese reducto con todo nuestro folclore centralista, rebalsando ese pequeño y estrecho kiosquito portuario. Después de tantos años tampoco hay mucho por
decidir. Termino de trabajar en mi nuevo gimnasio,
me pongo la auriazul, encaro la 3 de abril pero
ahora para subir el puente, ya no con la moto sino en auto, hoy se reúne mi Filial Chacho-Corrientes
para comer un asado y recordarme que acá también encontré un Rosario y es de Central.
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Puteando desde el minuto uno
El día 11 de junio ya habían pasado 20 días que
me había trasladado la empresa a Corrientes y el silencio del centro en ese hotel donde estaba parando tenía que acallarlo yendo
a algún lado, a
ver si transmitían el partido Central. ¡Hoy moja el Rafa, estoy seguro! Cuando al
término del primer tiempo ya no daba más de putear, como si estuviera en mi casa. Se me
terminó el platito de papa fritas que acompaña la bebida y cuando se largó el segundo, no pasaron 5 minutos para que me encuentre otra vez como loco diciendo:
_ ¡Así no Colorado! ¡Es la pelota o el hombre! ¡O pasa uno o pasa el otro!
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_ ¿María Marta me haces traer otro fernet por
favor? La encargada le respondió que ya me lo
hacía llevar a la mesa, y al mismo tiempo le pedía al mozo, un morocho grandote, que disimule porque
éste se burlaba por lo bajo cómo el rosarino recién llegado a Corrientes emulaba su frustración de forastero sin desperdiciar su tonada aporteñada. _Tatiiiii, Buuljuuuu!! Y bue… ¡Pero la put...Tecla
la conch e´tu hermana! Estudiantes nos ajustició 1 a 0 en nuestra cancha en ese Apertura del 2000 y la confitería del hotel Orly en pleno centro de la ciudad no me contuvo la bronca. _ ¿Anda mal el Canalla eh…? se cagaban de
risa dos pelotudos que pedían soda, la cual no se cobraba, de paso ligaban unos manises y pasaban
la tarde hablando al pedo. Y el fernet sabe que sos toro es tu rodeo y a veces ser toro en rodeo ajeno
no vale pena por un partido de mierda, así que las trompadas las tire puteando y me fui gritando que no sabían nada de futbol. La
cana
ya
había
habilitado
la
calle
Junín,
pasaban las 16hs. y se hacía peatonal. La bronca la mastique como un chicle sin sabor hasta la plaza
Cabral, sin saber que un año después le iba a gritar en la cara 7 goles a un grupito de bosteros
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en un barcito de la muerte. Ya no era extraño en la
ciudad, cambié el fernet por la cerveza, la confitería por el bar y seguía puteando desde el minuto uno, más Canaya que nunca.
Profeta en su tierra
En el Nuevo Testamento, cuando Jesús dijo que
"el profeta no tiene honra en su propia tierra",
desconocía claramente lo que podía generar un hincha de Central que veía en persona a su jugador favorito. _ ¡Che cámbiame el turno que éste fin de
semana voy a ver al amor de mi vida después de tanto tiempo! Ese sábado te juro que hasta me
perfumé, no sé para qué pero estaba nervioso como
cuando toqué mi primera teta. Alisté a mi pibe, con
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tres años y al fin le quedaba a su medida la
camiseta que le regaló su tío cuando nació. Agarré su
pequeña
mochila
con
lo
indispensable,
la
mamadera, un paquete de Chocolinas y nos fuimos en bondi al centro. Esperamos una hora fuera del hotel Amerian de
Resistencia hasta que bajen al lobby los jugadores
y pasamos el rato charlando con un fotógrafo del diario La Capital, me dijo que ya tendrían que estar abajo porque iban a ir hasta la plaza 25 de mayo
para un trote liviano. Me pareció extraño ya que el sábado a la tardecita era un loquero de gente y se iban a llevar a todos por delante. Él me hizo una seña para mostrarme que ahí
estaba el Chucky Medina, no le digas así que no le gusta. Y para tener su atención entre el grupo de
periodistas, lo llamé como le decían en el barrio que lo vio crecer. _ ¡Pelado! ¡Pela! Se dio vuelta y ya lo tenía a sus pies a mi hijo que le pedía upa. _ ¡Hola Pelado yo soy cuñado de los hermanos Cabral de Villa Don Enrique, te mandan saludos!
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uuh! Jajaja, se reía recordando con picardía. Mandale un abrazo. ¿Dos bosteros y uno del rojo te conseguiste de cuñados?
_Y bueno. La familia no se elige pero se ponen
juntos con su sobrino a verte jugar en la tele. Él es Tate y fana tuyo. Mañana no me lo dejan llevar a la cancha pero te va a seguir seguro desde casa. Alzalo que te saco una foto. _ ¡Sí, dale! Que remerita Tate!
Todos alrededor
se emocionaban por la simpatía del momento. Al otro día estaba en plena convulsión, saltando
en las gradas de la cancha de Huracán Corrientes, cuando recibo una llama al celular de mi viejo que
vive en Rosario, diciéndome que su nieto estaba en
la portada del diario Ovación y se leía “Profeta en su tierra. Medina abraza a un chiquito con la camiseta canalla”. El gol del Chalo Castillejos completó un domingo
perfecto, sin embargo me pesaba la distancia y la incertidumbre de volver a ver a mi equipo jugar
pero me quedaba el consuelo que quizás ese abrazo provocó la pasión con la que grita cada gol
mi hijo y eso Jesús… eso, solo lo pueden hacer los profetas.
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Canaya Paranoico
Me fui hasta Resistencia y estaba más paranoico
que los ratones. Llegué al recital con la Canaya
puesta y ella hacía rock sin que me moviera, las
luces del escenario la hacían brillar, realmente se
destacaba. Hubo alguien que lo notó y se acercó,
tenía un yeso en el brazo y me mostró el escudo de Central dibujado él, no lo dude y nos abrazamos.
Era Santiago, chaqueño y la primera generación
de su familia en tener sangre auriazul en la zona. Yo le conté que por laburo me vine a Corrientes
hace 4 años y otras cosas, uno se siente especial
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viste, cuando encontrás a un hermano de pasiones por más que no lo conozcas. Luego de charlar
mucho nos despedimos y no nos volvimos a ver.
Podes creer que el tipo fue averiguando y como
le había dicho que vendía productos de limpieza al por mayor, preguntó un día en el supermercado Zorzon, clientes de su padre que les proveía
aceites, quién les traía la lavandina. Le respondieron que se llama Ariel y es Canaya como él.
A los pocos días Santi me llamó para ir a
Paraguay a ver a Central por la Libertadores. Y a partir de ahí comenzó un viaje paranoico que
todavía no termina y quisiera que esto dure para siempre... Pero eso ya es otro cuento...
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¡Un Round más Vicente!
Me llaman el “Tano” y nací en Rosario allá por
el 22´. En mi familia eran todos laburantes y mi barrio Pichincha no daba muchas oportunidades
pero yo sabía bien lo que me gustaba, el futbol y
el boxeo. Desde pibe iba al Rosarino Boxing Club,
donde me enseño mucho José Martínez y usaba el apodo de Kid Velero al subir a los rings, Ja ja ja. ¡Que época de oro! En la que uno aprendía a los
golpes. Cómo me gustaba, abracé este deporte que nunca fue bien visto… Hasta mi padre un día me
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dijo ‘así que vos sos boxeador de la categoría
pluma, ahora vas a pelear conmigo’, y empezó a cruzar unos golpes, me hacía pluma el viejo… Todo era muy exigente en la educación, si
regresaba a mi casa fuera del horario establecido mi madre me esperaba en la puerta y me hacía
sentir el rigor por mi incumplimiento”, ay pobre mi
viejita… Como todo joven de esos años marginados la pasión pasaba por el boxeo, la barra de
muchachos y el fútbol de mi querido Rosario
Central, donde jugué en la séptima y llegué hasta la primera división, pero después todo lo centrábamos en la milonga. Hacíamos deporte primero y nos
preparábamos para cada velada de una manera
especial, a la que asistíamos muy bien presentados cuando tocaba por ejemplo la orquesta de José y Domingo Sala, o íbamos a verlo bailar a Alberto Donaire “El Cachafaz Rosarino”.
A los 20 pirulos me mandaron hacer el servicio
militar al Chaco, eso fue en el 43´ y no me fui más. En el Ejército, me fue bien, llegué a subteniente de Reserva y en los actos era el abanderado. ¡No
sabés que bien me quedaba la ropa de fajina!… Siempre impecablemente presentada.
Resistencia ya era mi hogar y creo que fui el
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primer Canaya que hubo en la ciudad, eso siempre
lo hice notar… Me gane la vida de bancario, fui por muchos años cajero del Banco Español. Ahí conocí a mucha gente e hice grandes amistades, fue otra de las etapas lindas de mi vida en la que me
brindé incondicionalmente. También así como no
podía quitarme de la cabeza a mi Central, cuando el cuerpo me lo permitía, me ponía los guantes y descargaba
golpes en la bolsa para despuntar el
vicio y no perder la costumbre. Tanto quise al
boxeo que a mediados de los 50 fui entrenador del
Equipo Chaqueño de Boxeo y volqué mis humildes conocimientos en la Comisión Municipal de
Resistencia, además de ser árbitro en noches memorables.
Pero no me olvidé de mi otro amor, como hincha incondicional de Rosario Central, la vez que me
tocó festejar un título nunca falté a la cita y no solo me ponía la camiseta, además portaba bastón y galera. Y el tiempo se venía con todo y orgullosamente
pedía un round más. Nunca bajé la guardia y el de “arriba” me regaló un hijo y el cariño incondicional de mi compañera Bilkis, que me sostuvo
siempre. Había que ponerle un poquito color a esto
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y puse un almacén de ramos generales en el centro, lo tuve por más de 40 años. Eso sí, todo auriazul, desde las paredes, los toneles, el mostrador, la
fachada con sus rayas verticales que continuaban
en la vereda con baldosas pintadas. ¡No sabés lo lindo que era, parecía que entrabas a Arroyito
cuando visitaban mi boliche! Pero un día recibí el peor nocaut. Me estaba volviendo para la casa
cuando en la vereda del Club Social se distrajo un chofer de colectivo y me arrastró por la calle. Se
terminó la pelea Vicente.... Un mes estuve internado en terapia intensiva y lentamente recuperé los
movimientos del cuerpo con el correr de los meses. En junio del 2000 se cerró el negocio y poco a
poco se fueron destiñendo los colores, tanto de las paredes como del cuerpo. Ya ni siquiera hablaba,
tal vez era el precio que tenía que pagar por tanta felicidad que dieron los años, pero preferí
guardarme la bronca y callarme hasta una nueva alegría. Y llegó, de manera escandalosa. Eran como 100
y coparon la vereda, pusieron banderas y hacían mucho ruido. Realmente no sabía que querían
hacer. Yo en la silla de ruedas les asentí con la
cabeza diciéndoles que sí. Me dijeron que son de la
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Filial de Central Puma Rodríguez, me querían
conocer y homenajearme por ser el primer Canaya del Chaco. Viste que tenía razón pensé…. Ya con 92 peleas encima estas cosas o te matan o te emocionan. Esos pibes estuvieron todo el día
restaurándome la fachada de casa. ¡Volvieron los colores carajo! Me pintaron un gran escudo de
Central en una de las paredes sobre el monumento a la bandera descascarado y el Hincha de Central que hizo el negro Fontanarrosa en la otra. Se me piantaron unas lágrimas, me dejé llevar
por ellas, no solo volví hablar, les conté un poco de mí y me permití ser feliz antes de que toque la campana y me vaya… Hoy tengo la satisfacción de que el almacén es
uno de los lugares históricos de la ciudad, porque
los jóvenes que estudian en el colegio su historia, siempre asisten al lugar para lograr fotografías y algunos datos que vuelcan a sus trabajos
presentados. Si sos de Central no podés pasar por
acá y no llevarte también una foto de esa hermosa pintada tan lejos del Gigante. En el 2015 me tiraron la toalla, y estoy orgulloso
de cómo luché. Por las noches por ahí me escapo
y me sumerjo en algún cuadrilátero y los domingos
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con azul y amarillo, desde la tercer bandeja me pinto el corazón…
¡Me cagaste el momento ocio pelotudo!
La verdad que era para recontra cagarlo a
trompadas a ese pelotudo, y Ariel se le acercó, le
habló al oído y lo calmó. Igual si le embocaba una trompada al pelotudo ese, también era para
felicitarlo. Cuando se acercó al vago pensé que él lo
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cruzaba... Pablito desde afuera miraba quien iba a
saltar, no sé qué hubiera hecho si estaba lesionado pero parecía que se armaba el despelote en cualquier momento... ¿Cómo salimos? Menos siete, si nos hubieran
hecho menos 10, parecía que jugaban al chinchón con nosotros... ¿Lo importante es competir? ¡Las
pelotas! ¿El resultado es lo de menos? ¡Y sí! pero
lo veníamos aguantando bien contra un equipo con
varios jugadores de liga, íbamos dos a cero a bajo pero podés bajar un cambio, nos ordenamos un
poco, nos paramos mejor en la cancha y trabajando a consciencia se puede remontar el resultado... Hasta que un pelotudo del otro equipo calentó el
partido. Te cuento. Pasaron como veinticinco
minutos sin un solo faul, ni una jugada dudosa o peligrosa, cuando éste salame le cobró mano a
nuestro arquero fuera del área. No la vio nadie, solo él. Está bien... si la querés cobrar estás en tu
derecho pero pará... lo charlamos loco... Y de repente te encontrás con la prepotencia del
Pelotudo. Lo suficientemente irracional para llamarlo
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soberbio. Ese tipo que te deja el gusto a vino
berreta en las encías y no sabés si sentir piedad porque no se le debe parar la chota o quizás
lástima porque que no le debe ganar “una” a la vida y se desespera por cualquier oportunidad.
Parece que tiene tanto dolor que te pone a pensar
si no querrá que le castiguen ya que no sabe cómo reclamar justicia con un poco de tacto o con gracia por lo menos. Además tratando de demostrar su
impericia con un ejemplo tan inexperto y desubicado como para llamarle a eso "viveza criolla". Y ya que
estamos, si te esforzaste tanto para ser el recuerdo de la noche, no te vas a sentir bien si no lo
contagiás a tu equipo viste... Ahí fue que por
omisión o por inseguridad, sus compañeros lo
apañaban. ¡Encima el conchudo del nueve te grita
el gol en la cara! Pará campeón... que esto no es
por los puntos, ni siquiera es por la cerveza... sólo te convertís en el boludo que lo justifica al otro. ¡Sos un gil! Le dijo Cuqui. Sonó seco y preciso.
Mejor que haberlo puteado. ¿Te das cuenta que la mayoría estuvo laburando unas ocho o diez horas
para ponerse los botines, hacer un fulbito y clavarse un asado a mitad de semana? ¡¿No te das cuenta
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que me cagaste el momento de ocio la puta que te
pario?! ¿A caso no entendés que acabas de colgarte un cartel que dice "quebrame la pierna cuando
entre al área", y ahí sí que vas a gritarme para cobrar el penal y para llamar una ambulancia pedazo de puto...? El tema es que querés seguir jugando y vas
masticando la bronca como esa coca amarga que se machaca adormeciendo el costado de la boca hasta que te cansas y tenés ganas de escupirla, junto con las amígdalas, toda esa furia de la impotencia deportiva. ¿Había que matarlo o por lo menos ajusticiarle
sin querer un planchazo en el pecho? No creo, está
mal la violencia y recordás que venías a disfrutar un buen momento con los pibes nada más. Ahora…
¿Es digno de sacarse por esto? ¿Se merecía una buena mano en el tabique? Tal vez sí. Pero ya
está. Me duele lo de Eloy, nuestro arquero, que es
más bueno que el Quaquer, verlo loco y tensionado como nunca lo vi. A Cuqui un escalón más abajo,
el aplicarle ese "Gil" bien puesto, no lo liberó como
lo podría haber hecho un buen sopapo en la jeta, y al pelado que hoy no puede caminar después del
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esfuerzo descomunal, sabiendo que se tuvo que ir a laburar casi sin poder pisar. No te puedo negar, salvando la escena de ese
payaso bárbaro, a nuestro equipo le falta una
pretemporada de catorce meses por lo menos.
Nuestro enganche le quedó debiendo a uno de los wines como treinta pesos del asado y otros treinta pases, mientras que el delantero se comió veinte
goles sin contar los últimos veinte minutos para que termine el partido. Para nosotros que no somos
futbolistas profesionales, este partido no nos da, ni quita laureles, cada uno tendrá o buscará sus
propios éxitos personales que son muy pero muy
superiores al " éxito deportivo", no es que no quiera ganar pero tampoco ganar me hubiera dado nada
que necesite más que unas horas con los amigos
riendo distendidos por el baile que nos comimos tal vez y hubiera estado bien, quizás. Sé que muchos querían la revancha antes de
haber salido de la cancha esa noche pero me
quedo con la arenga de Fernando cuando los juntó
en el vestuario de la privacidad y a cada uno como un Chacho Coudet enternecido por la paternidad
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reciente les habló con la sabiduría del jugador que
tenía unas cuantas finales perdidas sobre el lomo... << ¡Ninguna revancha carajo! Hay que estar bien
lejos de los boludos muchachos... que son como las hormigas, que abundan, pido disculpas a las
hormigas que son muy laburantes, y alejarse no
solo en el rato de ocio, en la vida! ¡Lo más lejos posible! ¿Y qué piensan que va a suceder si te
juntas con boludos? ¡Es difícil que las pases bien!
Disfruten, estén contentos, sean felices, no busquen revancha, busquen alegría y paz. Debemos tener
como consigna de vida, cambiar el ganar o perder por ganar y aprender. Muchachos no se caguen
otro rato de ocio, nosotros somos buena gente, nos gusta disfrutar, nos gusta la amistad, nos gusta
hacer el bien, dejen que los boludos vayan por otro camino>> y fue contundente como esclarecedor
cuando estás segado por la calentura del momento. Y esto no terminó acá. Si hubiese quedado todo
en el quilombito de la cancha, vaya y pase. Pero lo que pasó en la parrilla fue un asco. El tercer tiempo es sagrado, es el templo de la reconciliación y festejo por amar este hermoso deporte que
nombramos Futbol. Seguramente Eloy, estando en su casa tranquilo, se habrá dicho << yo me 27
calenté al pedo...el vago me hizo calentar con su
actitud tan competitiva y a la vez patotera... lo más sabio hubiese sido ignorarlo >> Y no lo hizo... se tenía que sacar la duda y comprobar si este tipo realmente era tan tarado o solamente estaba actuando. Entonces, a manera de diálogo le
mencionó al pelotudo, amablemente, que esa falta
no tenía que haberla cobrado. Podes creer que este hijo de una remil y una puta se hizo el kapanga y empezó a despotricar sobre que éramos unas lloronas, que no nos bancamos el hacer sido
aplastados futbolísticamente y prácticamente no sólo rompió códigos de camaradería sino también estuvo a punto cortar esa fina cuerda que sostiene la
semblanza del guerrero que acepta su derrota y el jugador de potrero que si te vas de boca te revienta la cabeza. En ese instante el tiempo no sólo pasó
lentamente sino que algo le pasó al tiempo. Los
ojos de Eloy se abalanzaron sobre la yugular de
este pibe cual puma que está a punto de inmovilizar a su presa. Y no se le ocurrió la mejor idea de
empeorarla al decirle de manera burlesca << ay, me está mirando mal... >>. Se había comprado todos
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los número y se estaba por ganar una paliza....
¿Viste como en las películas yanquis donde está
ese tipo que se mandó una cagada y se siente tan culpable consigo mismo que entra a un bar, se
emborracha y la piropea a la mina de un grandote
para provocar que lo caguen bien a trompadas y lo dejen tirado en el callejón, solo para sentirse más miserable? Bueno, tal cual. Inmediatamente se le plantó el Pelado entre la francotiradora mirada
asesina de Eloy y el blanco fijo de la trompa del infeliz, para desafiarlo con << ¿Qué querés? ¡¿Querés pelear?! >> Antes de que le den la oportunidad de cometer
el error de responderle, apareció la intervención de
Ariel. Siempre fue recordado como un primer central aguerrido, brusco al tacto y sensible a los
habilidosos que si lo pasaban, estos tenían que volverse hacía él para pedirle por favor que les devuelva, en el mejor de los casos, un tobillo,
rodilla, etc. Esos capitanes que con un sólo grito le decía a su defensa << ¡Salimos! >> Y hasta el
arquero salía... En fin, emocionalmente no se jodía
con él. Sin embargo, hay veces que a uno le pesa la experiencia y puede dilucidar el bien común de
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las partes y se auto controló con facilidad para
evitar la hecatombe, se pintó los labios dulcemente y al que había que pegarle lo tranquilizó arrimando
un cerveza pacificadora. Realmente me sorprendió,
hasta parecía que le quería vender un auto a cada uno. Roberto murmuró <<está recuperado, es un mostro...>> Sinceramente, analizo a la distancia los hechos y
me reconforta saber que Ariel evitara lo inevitable,
creo que la mayoría dieron mucho al aminorar sus temperamentos, sobre todo en la cancha, para no
lamentar víctimas. Vuelvo a repetir que nunca es un buen negocio la violencia. Y bendigo a los que se superan y puede enamorar con el don de la palabra. Yo por mi parte agradezco a Dios estar lesionado
y no haber podido ir al encuentro. Si hubiera ido,
seguramente me tocaba hacer el asado y ante esta situación, más sabiendo que "la parrilla no se
mancha", y en eso estamos de acuerdo..... Te puedo confesar, entre nosotros, que le hubiera
ensartado una costilla de novillo bien caliente en el ojo izquierdo para luego degollarlo lentamente con
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una espada que tengo para los broshette, gritando despacito... muy despacito
<<¡No fue mano la puta
que te pario!>> Pero bueno, capaz la semana que viene no
invitamos al pelotudo y lo enfrentamos a esos de
vuelta, uno nunca sabe, tal vez nosotros no, pero el futbol siempre da revancha...
Para un Canaya no hay nada mejor que otro Canaya
Ya era hora de largarme sólo. Después de
diecisiete años de trabajar en el rubro quería
formar mi propia empresa. Pero como decía el
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Negro Olmedo, si lo vamo hacer lo vamo hacer bien. El lugar elegido era Resistencia y Corrientes,
conozco la zona y a su gente, además desde hace tres años ya venía construyendo con unos amigos
un pequeño sueño, una Filial de Central que reúnan a todos los centralistas de éstas ciudades. Cómo no me voy a enamorar si sólo miraba esta parte del litoral en dos colores, los mejores... Era la cuarta fiesta anual que realizamos por el
aniversario de su fundación. Si bien la oratoria se me da muy bien, siempre gana mi actitud de
payaso para agarrar el micrófono y animar cualquier situación. Pero ésta no era cualquiera porque cada
año se reivindica la pertenencia de una pasión, una fábrica de emociones que no para de trabajar, que
puede unir a personas que por cualquier otro motivo no se hubieran juntado jamás. Eso me complica
mucho, ya que después tengo que volver a Rosario y vivir unos días a Central en el noreste me
perdura como una contradicción, la cual tira por la
borda el slogan “Somos la Ciudad” ¡Ya que también somos un país carajo! ¡Vení al Litoral que te lo vamos a demostrar! Te lo canto si querés… El
terruño de éste amor es muy importante ya que le
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aporta ese valor cultural característico y único como si fuera un gran vino. La distancia también es una ausencia, como lo
es la soledad. Tenía que buscar la forma de volver más seguido y me entrené para eso por un año, aproveché la oportunidad para comenzar mi
aventura con una gran empresa de la zona que la
quería como cliente. No iba a ser fácil y como dijo Guardiola < perder es una posibilidad en el juego, jugar bien es lo único que asegura una modesta
satisfacción incluso en la desgracia > Así que hice lobby, arme presentaciones, memoricé mi carta de venta, hasta un puntero láser me conseguí… Pero faltando pocos minutos antes que empiece el
partido, me entero que entró un nuevo jugador, y
no cualquiera, era el que iba a tomar la decisión de mi éxito. Tenía un nombre poco común, no sabía
nada de él y la incertidumbre jugaba conmigo como
esa mujer que tiene la fantasía del hombre como su mejor arma, la cual puede manipularte para bien o para mal. Ya en la sala de reuniones, me sentía como
Carbonari que después de remontar un cuatro a
cero, me pedían que tenga piernas para patear un penal en la final. Lo tenía todo cocinado, estaban
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en la palma de mi mano pero la copa la iba a
ganar si podía pegarle fuerte a la pelota y meterla como el Petaco, eso iba a suceder con la
aprobación de éste nuevo personaje sombrío a mi
conocimiento, que representaba la variable que no pude prever. Apareció como una grata sorpresa,
como esa novia reciente que te llama diciendo <
quedate tranquilo que ya me vino >. Apenas entró
me grita ¡Hola canallón! y me da un abrazo. No lo
podía creer... mientras él me recordaba que estuvo en la última fiesta que organizamos con la Filial y
lo feliz que le hizo sentir todo el cariño auriazul en estas tierras. A partir de ahí todo sucedió como menos lo
esperaba. Porque uno siempre espera lo mejor pero
se prepara para lo peor, en cambio lo que pasó fue extraordinario, él simplemente le dijo a mi público previamente convencido, que firmen mi propuesta
sin dar más vueltas. Ese día conseguí un contrato y un amigo. Me volví a Rosario con esa linda
sensación que “para un Canaya no hay nada mejor
otro Canaya” y que el material de presentación y el puntero láser me lo iba a meter gratamente por el culo…
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Ser de Central es ser de la filial.
Ser de Central es salir campeĂłn todos los dĂas cuando te levantas y miras los colores de tu pieza. Ser de Central es inventar algo para festejar, simplemente, por ser Canalla. Ser de Central no es querer los colores, ni
simpatizar, es amar con todo tu ser la camiseta de tu vida. Ser de Central es recibir un pequeĂąo regalo azul
y amarillo, y sentir que fue el mejor regalo de tu vida.
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Ser de Central es ver a tu hijo recién nacido con los colores y sentir que ya te podes morir tranquilo. Ser de Central es llorar de alegría simplemente con ver a la gente cantar. Ser de Central es vestirte con algo azul y
amarillo, y sentir como que sos más alto o creciste más. Ser de central es abrazar a tu papa como nunca antes lo hiciste para festejar un gol. Ser de Central es armar una súper fiesta con amigos solamente para ver un partido más. Ser de Central es ser uno mismo y no tener la
necesidad de hablar de los demás para tratar de ser alguien.
Ser de Central es vivir en un mundo donde todo
es alegría, fiesta, carnaval, donde no te importa nada, solo ser de central.
Ser de Central es saber que hay un amor en tu vida que nunca te va a engañar ni dejar. Ser de Central es entrar a la cancha y sentir lo
mismo que sentís cuando ves a la mujer u hombre que amas. Ser de Central es tener una familia más que no se represen tan físicamente. 36
Ser de Central es hablar de uno de tus mayores orgullos de tu vida. Ser de Central es querer que todo el mundo se entere que amas a Central. Ser de Central es ausentarte del país y que tu
única preocupación es cómo vas a seguir los pasos del Canalla. Ser de Central es conocer a un Canalla, y saber
que te vas a llevar bien por el solo hecho de compartir este don.
Ser de Central es no tener límites de amor hacia la camiseta. Ser de Central es tener una única preocupación
cuando te mueras... cómo vas a hacer para seguir al Canalla. Ser de Central es responder con una sonrisa todo lo que digan los demás. Ser de Central es sentir que si desapareciera el
futbol, nosotros seriamos la única hinchada que siga existiendo. Ser de Central va más allá de ser hincha de un
club, de un equipo, es la manera de vivir que elegí yo hasta más allá de la muerte.
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Ser de Central te produce decir estas cosas con el corazón SER DE CENTRAL VA MAS ALLA DE TODO
ESTO, ES AMAR LA CAMISETA Y ESTOS
COLORES CON EL CORAZON. CENTRAL TE AMO
Anónimo
Te tenían contra las cuerdas
Te estaban golpeando, maltratando, arruinando...
Te tiraron al piso de un golpe muy duro. Estabas moribundo, cansado, golpeado. Aun así, seguías
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peleando. Te tenían contra las cuerdas, pero no
cabía en tu cabeza rendirse, no conocías lo que era abandonar, y seguiste. Te bancabas golpes y
golpes, pero tenías algo que te hacía distinto. Un
coraje, un amor propio que no vi en otro lado, era increíble. No te rendías. Y de tanto luchar, comenzaste a levantarte. Te
empezabas a poner de pie, empezabas a dar pelea. Aunque los golpes seguían. No te importaba.
Seguiste peleando. Ganaste la primera pelea. Volviste, una vez más, estabas de pie. Te
preparaste para dar batalla y fuiste, con golpes y caídas, pero siempre luchando. Cada vez estabas más fuerte. La gente
empezaba a hablar de vos, de tu grandeza, te
habías recuperado. Volviste a ser el que todos conocían, el que estaba acostumbrado a ver.
Luchador, fuerte, resistente, yendo al frente siempre. Increíble, estabas de nuevo. Te preparaste sin
parar, a cargo de un entrenador diferente. Un tipo
que te ayudo mucho. Llegaste a finales importantes, las peleas de tu vida. Y otra vez... un golpe duro. Te la robaron. La
corrupción, los árbitros, quien fuese. Te golpeo duro, te dolió. Fiel a tu estilo, te levantaste y fuiste a
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luchar de nuevo, como siempre. No paraste. No
abandonaste. Tenías luchas importantes, no parabas de pelear. Hasta que caíste, nuevamente. Fuiste a Colombia a pelear, y toco perder. Que se le va a
hacer... a veces toca. Poco te importo, te levantaste rápidamente y seguiste. Como marca tú historia, peleando. Mucho trabajo
duro. Incansable. La gente seguía hablando de vos. Y otra vez, por tanto luchar, llegaste a otra final.
Muy preparado. Diste una pelea bárbara. Increíble. Golpe por golpe, y otra vez, tocó perder. Que
lastima. Nadie se merecía más ese trofeo que vos, enorme luchador. Pero la vida es así... ¡Que golpe duro! Costó levantarse, pero repito, no conoces lo que es abandonar... y ahí estabas. Nuevamente levantándote. Luchando acá y allá,
como tiene que ser. ¡Y acá estás... poniéndote de pie! ¡Pero que orgullo! Sos un luchador con unos
huevos enormes. Que orgullo me da acompañarte.
Seguí así, luchando. Que te aseguro que las cosas ya se te van a dar. Seguí peleando, que el que abandona no tiene premio... Te tenían contra las cuerdas... pero siempre
estuve ahí, para alentarte, sin abandonarte.
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¡Diciéndote arriba campeón, vamos, levántate, vos podes! Hasta que me muera... a tu lado en cada golpe. Matías Sartori
Rosario Central conoció a Ali Babá y no a sus 40 ladrones.
Dicen que la copa era de oro macizo con
incrustaciones de piedras preciosas, ese
cuadrangular en Yakarta, Indonesia es todavía un misterio para mí. En 1975, un equipo campeón
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argentino ganó también ese trofeo y camino a sus tierras pasaron por la capital de mi país, Teherán. Traían una camiseta de franjas verticales, en un
gris claro y oscuro. La televisión de la época no tenía color y si bien en el noticiero nos daría la
burda explicación de cuál era el azul y el amarillo que vestía Poy o Killer, con mis hermanos le
pusimos la imaginación y armamos las nuestras para el equipo del barrio con unas franjas más
finitas, allá en mi querida ciudad natal de Tabriz, Irán. Jamás supe cuál era el nombre de eso
campeones y seis años después los misterios se revelaban de a poco. La ciudad que en años de Carlo Magno fue parte
de la ruta de la seda, me obligó a salir de ella para viajar por caminos desconocidos del occidente. En su momento no lo supe pero como el tiempo
entendí que así como la religión que profeso, me
dice que ésta buscará siempre hacer posible nuestro destino común, me encontré un 24 de febrero del 81´ en Rosario, el lugar donde la vida me marcó
que tenía que estar. La primera señal me la dio a un pibe en la peatonal Córdoba con la camiseta
Central y me di cuenta que ya era hincha a 24 mil kilómetros de distancia, de que mi equipo estaba
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acá. La segunda señal llegó cuando me enteré el
apodo que tenían, no es casualidad que mi sangre viene de un pueblo de guerreros, jamás podría ser
fresco… La iluminación quizás apareció cuando fui a ver mi primer clásico, ganamos 1 a 0, y ese gol
que grité en la tribuna que da al Regatas entró en mi corazón como un susurro, como una revelación progresiva, esa que inconscientemente me guio a
formar una gran familia en estas tierras, que vengo cultivando en libertad hace más de 30 años. Mis amigos me llaman cariñosamente Babá por mi
acento. Y en lo que milenios atrás fue Persia, dejé
una raíz arrancada en nostalgia que vuelve siempre, hasta con un tango de Gardel pero en este país dejaré un potencial amigo en cada habitante,
muchos frutos canayas de descendencia iraní y un tatuaje en mi pierna con el escudo y bandera del glorioso club Rosario Central.
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El mejor jugador del Club Atlético Rosario Central
A diferencia de los jugadores y dirigentes del
club. Tanto el CARC como sus filiales están
destinadas a prevalecer y perdurar en el tiempo. Y para conseguir esto plasmamos en un programa toda la pasión bien organizada, ya que será el
puntapié inicial de hacer historia junto a nuestro Club. La mejor forma de construir una Filial es de a
una persona por vez, ganando gradualmente
visibilidad. La autenticidad es lo que hace que una
filial perdure. Las filiales son reales y sustentables y tienen la fortaleza del espíritu humano. Si la gente cree que comparte los valores del Club, entonces será leal a la Filial. Además, los socios eligen a
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ésta por tres razones: nuestro Club, nuestra gente y la experiencia que vive en nuestra filial en un
entorno confortable y enriquecedor. En ese ambiente la gente puede sentir la verdadera unión y
camaradería. La Filial representa mucho más que
un grupo de hinchas reunidos a más de 50 km del estadio, ella provee una experiencia humana de
conexión y un enriquecimiento personal mediante
momentos que son como caricias al alma, en cada partido, un gol a la vez. En un mercado tan basto de pasiones, hoy el
CARC está ofreciendo una oferta tentadora que no se ve en décadas. Una oleada de ideas y proyectos que generan la
dulce sensación que cada día crecemos un poco
más como institución. Y siguiendo el paradigma del “mercado de pasiones”, nuestra filial tiene la obligación moral de generar la demanda. Siguiendo los valores del club y con el objetivo
de consolidar e incrementar la puesta en valor de los servicios de la institución, la Filial decide
organizar la puesta en marcha a partir de éste
sistema de gestión que basado en la figura de
“subcomisiones” asegure una dinámica de trabajo diferencial y participativa, que orgullosamente nos
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permita convertirnos en la mejor
Filial del CARC y
en una de las mejores de los clubes argentinos. Rosario Central es el medio y la gente es el fin.
Todos nuestros campeonatos ganados nos
suministrarán poco si no los empleamos para expandir las oportunidades de nuestra Filial. A partir de este momento, tenemos la opción de
elegir: seguir luchando como “Guerreros” por convertir nuestros actos en pos del
engrandecimiento del Club o quedarnos con sólo ver los partidos por la televisión o ir en grupo a la
cancha y nada más. Fuera de lo futbolístico, es un proyecto que abarca muchas cosas y que hay que madurarlo entre todos. Limpiar la cara del fútbol y trabajar en conjunto con la comunidad que nos contiene. Uno es Canaya en cualquier parte del mundo y
una filial es mucho más que viajar desde lejos para ir al Gigante…, es el “hincha militante” que entabla con el club un contrato pasional y prueban el
aguante “a pulmón” y en actitud festiva, en la
adversidad. Es la actitud solidaria que obliga a ir más allá que la rivalidad futbolística, es una actividad que tiene un fuerte componente
vocacional, sabemos que la igualdad nace de uno,
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como dijo en un momento la Madre Teresa de
Calcuta “La solidaridad tiene que doler”. Es un ministerio que sale a evangelizar con amor y
respeto, para ganarse cada día el título de Canaya! “Que es el atributo del alma, esencial, para
esclarecer cuestiones del corazón, que la razón, no entiende”, como decía nuestro Negro Fontanarrosa. Y para esto debemos tener una cualidad para
conseguir nuestros objetivos, y es determinación de propósito, el conocimiento de lo que uno quiere y un deseo ardiente de lograrlo. Seremos más
cuidadosos que los demás, pensaremos sabiamente. Arriesgaremos más que los demás, pensaremos
seguro. Soñaremos más que los demás, pensaremos en forma práctica. Esperaremos más que los demás, pensaremos en lo posible. ¡Seremos el mejor jugador de Club Atlético Rosario Central! No tenemos ser la Filial N°1, esa que más socios
filiales tenga…, porque eso es estar sostenidos
ilusoriamente en un número. En cambio, tenemos que buscar ser la mejor Filial del CARC. Eso
implica que no dejaríamos de lado nuestra cultura geográfica y los valores deben perdurar en el tiempo, en pos de un resultado.
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Al iniciar este camino no necesitamos hacer
hazañas para conseguir el éxito, ya que cuando
nuestra meta es sólo conseguirlo, se transforma en una mera obsesión vacía y sin valores. Entonces vamos a preguntarnos constantemente qué
queremos conseguir y para qué, como así también,
qué no estaríamos dispuestos a perder para lograrlo, peleando para ser la mejor Filial que podamos ser en cada oportunidad, un día a la vez. La chispa no nacerá de una utopía sino de un
sueño que será trascendente y permanecerá durante toda nuestra vida, alcanzando orgullosamente a
nuestros hijos para que continúen nuestro legado. Y para soñarlo, primero hay que sentirlo, desear
soñarlo y luego entregarse con pasión a él con
generosidad pero no con una solidaridad que limpie la consciencia social sino con una que duela. Una
generosidad que se impregne en la satisfacción del otro como si fuera nuestra. Es ahí donde se
vislumbrará la pertenencia, esa que no se puede imponer, la que te deja descubrir o mejor dicho, dejar de cubrir lo obvio al mirar a través de la
retina del camarada, a través de nuestra gloriosa
camiseta…, para finalmente entender que cuando nos dicen “Hay que amar estos colores”, te das
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cuenta que estás amando en realidad a tu gente con todas sus victorias y derrotas, con el
agradecimiento que nos generan sus fortalezas y con el amor generoso que imploran sus debilidades. Para ser una gran Filial, nuestra gente no será el
medio para conseguirlo, porque si perdemos a un solo integrante ya no será lo mismo. Todo lo contrario, nuestro éxito es lograr en formar a
nuestra gente con los valores de nuestra institución.
Ser la mejor Filial engrandecerá más al club que ser la Filial N°1. La búsqueda colectiva trasciende al éxito porque
éste tiene como objetivo máximo formar un gran equipo que posea más riquezas que sus
individualidades y cuando éste sea más importante que ser “los N°1”, vamos a lograr el verdadero
éxito. Descubriendo así el por qué somos el mejor jugador del CARC, ese que tiene el hambre de
gloria pero no es el que sin embargo más gana partidos, sino el que nunca se le terminan las ganas. Somos la Filial José Luis “Puma” Rodríguez,
donde nuestros Guerreros, a más de 700 km. del castillo Gigante, conquistan y protegen Canayas, ampliando nuestro reinado de pasiones en un
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permanente bombeo de la sangre azul de los
prĂncipes y avivado fuego amarillo de nuestra llama sagrada.
Vuela Marco Vuela
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¿Vos sos cabalero? – Sólo creo en San Guchito y en el Técnico de Central, que pavada me decís…
-
Pero la semana previa al clásico te diste cuenta lo que pasó, porque algo pasó, no me lo podés negar… - Bueno, veníamos de perder 2 a 1 y jugamos bien, aunque nos quedamos con bronca. – No, olvídate. No es eso. Vos sabés bien que estábamos bien pilas, empezamos a programar una buena juntada como siempre, parrilla, bombo todo las cosas raras comenzaron a aparecer… - Y sí, tenés razón. Te reconozco que ya era viernes y estaba metido en un quilombo bárbaro. Yo la verdad no creo ni en el Destino, no soporto concebir una fuerza en este universo que pueda regir mi vida como si fuera una marioneta, pero tal vez es como dice mi jermu <
Si hay algo que tiene que pasar…
va a pasar, es al pedo…> - ¡Y claro! Escuchame una
cosita,
un
montón
de
pibes
andaban
con
historias complicadas, había uno que se estaba por divorciar a otro lo rajaron de la casa, el mismo Santi tenía que viajar a Paraguay ese fin de semana…, a Fabián le cambiaron la guardia para
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que la cubra en la hora del partido y para variar se anunciaba
tormenta
para
esa
fecha,
déjate
de
joder… - ¿Pero cómo salió todo tan bien? ¿Cábala? – No sé. Recordemos un poco. Hubo gente que el mismo sábado, solucionaron todos sus problemas o de repente ya no eran tan importantes. A Mariano le dijeron el viernes que no trabaje ese domingo, estaba a pata con toda la comida para el asado y le aparecieron tres autos para llevarlo. A Santi la aduana no lo dejó cruzar por que se olvidó el DNI de su pibe, al otro le ofrecieron una casa, al que se quedó sin guita salto uno que lo ayudo y llegó, salió el puto sol… ¿Te estás dando cuenta? – Tengamos en presente que todos sabíamos que la íbamos a pasar bien. – El tema que lo raro no termina ahí… A mí me dijeron que nunca perdimos un Clásico comiendo un asado en el quincho de Hierros Líder.
–Sin ir más lejos Ariel me contó que
siempre ganamos cuando él miró un partido al lado del Loro Gaitán y lo tenía que llevar sí o sí
a la
juntada. – Apa! Que detalle, fijate que el gol del Pachi si bien fue muy parecido al de Niell, donde el
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Lalo Delgado pasa entre dos y le da el pase, acá Camacho se la brinda con un taco entre dos jugadores, en definitiva lo termina haciendo un volante como era él. ¡¿Y Que me contás del gol de Marquito?! Casale”
- Dejando de lado la gran “Viejo
de la cábala de Ariel, debo reconocer que
Dani me mostró la foto de su tradicional gualicho que hizo antes de salir de su casa, donde arma esa cruz de sal con dos velas encendidas frente a la foto de la palomita de Poy. – ¡Esto asusta! ¡Todos
compararon
ese
gol
con
el
de
Aldo!
¡Pareciera que el mismo González se lo hubiera puesto en la cabeza!
– Sí, a lado mío estaba el
Loro que me decía <
Marco no podría ver la
pelota llegar, pero sabía que debía tirarse antes para poder interceptarla >
- No fue adivino, es
entrenamiento, jugada preparada con un toque de suerte,
pero
justo
ese
momento…
contra
los
Pechos… y con su abuelo recientemente en la tercer bandeja… - Jajaja, que loco esto y vos no sabías pero
al asador se le estaba dificultando por
todo lo que tenía que cocinar cuando apareció
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Fabián con la 9 original, cazó un delantal diciendo < Por suerte mi jefe me aviso que cubra la guardia de la noche recién, en qué te puedo ayudar Friyi > Entre los dos parecían El Chelito y Figueroa en sus buenos tiempos con la parrilla.
– Que te parece
con lo que morfamos antes del partido… encima terminó el segundo tiempo y trajeron a la mesa el postre: un lechoncito bien dorado… como si ya no hubiera llenado con verle la cara a tantos pingüinos Jajaja.
– Me parece algo místico lo que ocurrió ese
día porque si le tenemos que sumar el pase largo del Loncho al Chaco Herrera para el tercer gol, como si lo hubiera hecho Nery a Ruben, es idéntico a la última vez que le ganamos.
– Mirá, no sé si
tiene algo que ver con los gualichos o con la obra divina pero de lo que estoy seguro es que juntarnos con la Filial a comer un asado y ver a nuestro querido Central nos hace bien, nos da suerte si querés y me parece que hablo por todos al decirte que ese momento no se traiciona. Porque hacer lo posible para verlo feliz al tipo que tengo al lado mío, abrazado y cantando por esto colores no tiene
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precio.
– Pienso lo mismo, y creo que la cábala
somos nosotros…
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