ENSALADA DE PALABRAS

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ENSALADA DE PALABRAS


Era un caluroso día de verano, me encontraba en cubierta paseando, cuando me tuve que agarrar a una de las colgaduras. Hacía demasiada calor y me encontraba algo difuso de tanto navegar por el río Jordán. De repente se escuchó un grito desde el interior. Me acerqué y entre la multitud vi a una mujer tirada en el suelo, junto a un vaso que probablemente era quina, un veneno peor aún que el de una víbora. ELENA BRIZ RODRÍGUEZ. Desde mi cocina , vi a lo lejos una colgadura que salía del jardín, aunque un poco difuso. En ese momento lo iba a averiguar, pero me llamó mi tío Jordán que me preguntó si le ayudaba a matar a los ratones de la cochera con un veneno especial llamado quina, yo le contesté que no.Corriendo fui hacia el jardín y ví que no era una colgadura sino una víbora ,al segundo llamé a mi tío y le dije que trajera el veneno para matarla. CAROLINA FERNÁNDEZ CARO.

Cuando nos fuimos al campo, nada más llegar, mi prima se fue corriendo a su sitio favorito: la colgadura del columpio. Fui detrás para sujetarla, no quería que se cayera, pero en ese momento me empecé a marear y a ver todo difuso. Mi amigo Jordán fue corriendo a cogerme porque casi me caigo. Me sentó en un banco y me empezó a abanicar. Él era especialistas en síntomas raros y empezó a sospechar de mis dolores de cabeza repentinos. Me dijo que podía ser de un veneno llamado “quina”y que no me quedaba mucho tiempo de vida. Empecé a recordar quién me pudo haber dado una bebida rara y en ese momento me vino la imagen la mi peor amiga: Noelia, una auténtica víbora. Menos mal que todo quedó en un simple susto. ELENA BARRERA Cuenta el periódico que la semana pasada una mujer mayor se encontraba tendiendo la ropa en la colgadura. Tenía una visión difusa ,es decir, no veía bien. Tenía un vecino al que consideraba su mejor amigo Jordán. Un día su amigo, que estaba un poco loco, olvidó tomar su medicación. En su casa tenía quina, un veneno que en cualquier dosis al igual que el de la vívora mata. Le hizo un pastel con una dosis de quina su vecina inocente se lo comió y al dia siguiente apareció muerta. JOSÉ ÁLVAREZ DOMÍNGUEZ Juan estaba colocando un cuadro en la colgadura de la pared, cuando de repente comenzó a ver todo muy muy difuso. Se estaba mareando, cuando recordó que hacía un rato, cuando estuvo tomándose unas cañas con su amigo Jordán, en el


bar “La esquina”fue al servicio y vio acercarse a un hombre a su vaso con un pequeño frasquito, quizás podía ser quina,y por eso se estaba mareando. Lo último que recordaba era la víbora que tenía aquel hombre en la camiseta. ANTONIO BENITO MERCHÁN. Un hombre llevaba una maleta de colgadura, lleno de papeles muy importantes de su empresa. Cuando llegó a casa empezó a trabajar con sus papeles; abrió su maletín , tenía un papel difuso porque se había llenado del corrector. Se acordó de que era de una factura del hotel Jordán, de cuando pasó las vacaciones de Navidad; también recordó la tragedia que pasó: un cliente trajo consigo una botella de quina y una víbora, se escapó de la habitación y mordió a otro cliente al que llevó a la muerte debido al veneno que contenía. AMAL FAIDA. María estaba en su casa y llegó su marido, enfadado la ató a una silla con una colgadura. El hombre estaba bebido y borracho, por tanto veía difuso. Aquel hombre se llamaba Jordán, se acercó a su mujer y le dio un vaso de quina, cogió del coche una víbora para que matara a su mujer, Jordán estaba totalmente loco. ISABEL ESPERILLA. Subí rápidamente las escaleras. Busqué mi abrigo en las colgaduras de mi armario.Comencé a correr rápidamente por la calle, pero ya empezaba a ver todo un poco difuso. Sin duda Jordán se había pasado intentando matarme con quina que es mucho peor que el veneno de una víbora. LUCÍA GALÁN TRINIDAD. Logré llegar a aquella casa abandonada. Al abrir la puerta me encontré una colgadura, me quedé difuso al ver a Jordán, colgado de ahí, atado, muerto. Tenía quina en los alrededores de su boca, esa sustancia tambien estaba tirada por el suelo junto con un frasco. Quizás el asesino lo habría envenenado y para acabar totalmente con su vida le ató allí, al final lo habría logrado. Al salir de allí con el susto en el cuerpo, tuve que correr mucho porque una vívora me intentaba atacar. Al final llegué a la comisaría, conté todo lo visto y me fui a mi casa a descansar. MANUEL PAREDES FLORES. “Viaje en el caballo” Juan, un niño atrevido y muy travieso, cogió de la colgadura la silla de montar y se subió al caballo. Cuando iba cabalgando se fue para el lado, pero no se cayó porque el zapato se le quedó enganchado en la silla de montar. Juan estaba muy nervioso porque veía todo difuso, cuando empezó a ver mejor, observó que quedaba poco para llegar al río Jordán. Entonces hizo un movimiento brusco para que el caballo cambiara de dirección y se cayó. Al levantarse vio que al caballo le había mordido algo porque tenía veneno de quina, cuando fue a levantarse para ayudarlo, le mordió una víbora. Horas después los encontraron y los llevaron para que los curaran. Desde aquel día


son los mejores amigos. INÉS MARÍA TRINIDAD ÁLVAREZ. Volví de mi casa y puse la chaqueta en la colgadura de la puerta. De pronto empecé a ver todas las cosas muy difusas, me senté y reflexioné. No sabía qué estaba pasando. Me acordé de que esa tarde, cuando nos estuvimos bañando en el Jordán, vimos una sombra en el agua. Yo, que era experto en venenos , supuse por los síntomas que me había mordido una taipa, una serpiente de agua. Estaba muy nervioso, su mordedura tenía los mismos efectos que un vaso de quina , hubiera preferido la mordedura de una víbora. JULIO PAIVA GALÁN Había una mochila en la colgadura. Tenía un nombre puesto, un poco difuso , tal vez por el polvo, soplé y ponía Jordán . Me entró la curiosidad y abrí la mochila , tenía dos botes de quina vacíos . Del susto me eché para atrás y tropecé con un cadáver al que por el ojo le salía una pequeña víbora marrón. PEDRO COLCHÓN RIVERA. “Un maniaco en el tren”

Subí al tren, dejé las maletas en el suelo y cogí el móvil para anunciar a mi madre que llegaría más tarde. Agarré la colgadura del tren para dejar caer mi cuerpo. El difuso cristal visualizaba las parpadeantes estrellas del cielo y al mismo tiempo reflejó el rostro de Jordán (fue el mejor amigo durante mi infancia y uno de los locos más buscados del país, pero nuestras relaciones se acabaron). Tenía un libro en la mano sobre la quina, en ese momento pensé en que nos envenenaría a todos, esto se veía a través de su pasta. Estaba asustado, creía que nadie saldría vivo de aquí, sin embargo su comportamiento fue tranquilo, aunque su sonrisa era maléfica, peor que la de una víbora. ANTONIO MANUEL FLORES ÁLVAREZ. Un hombre estaba agarrado a una colgadura en su casa. Veía muy difuso. Se llamaba Jordán. Tenía que ir al hospital, ya que estaba peor que si tuvieses quina porque una víbora había entrado en su casa y le había mordido. No se habría podido librar de ella si no hubiera sido porque era cazador y tenía escopetas. Fue un gran susto ya que fue un ataque brutal; la víbora se le lanzó al cuello, le mordió y luego él le disparó. Tenía que ir al hospital¡a prisa!, ya que estaba peor que si tuvieses quina... ¡Qué miedo! JESÚS GALVÁN PIÑERO Un hombre vio a un animal herido, casi muerto, con el cuello dañado como si se le hubiese puesto en una colgadura. El hombre no tenía claro qué tipo de animal era, se veía difuso. El animal estaba junto al río Jordán. El hombre corrió a ver el animal y


vio que le había mordido un tipo de víbora y si no le quitaba el veneno podía morir. El hombre le sacó el veneno y el animal se recuperó rápidamente días después. Mª CARMEN BARRERA BARRERA Unas cuantas colgaduras y en ellas varias fotografías, alguna de ellas difusa y difícil de ver el lugar que en ella ocupa Jordán. Aparece en un laboratorio situado en África, estudiando la quina y donde desgraciadamente perdió la ida después de la mordedura de una víbora. MARTA FERNÁNDEZ GARCÍA

Las colgaduras de lo arneses parecían resistentes, el monitor del recorrido de obstáculos a lo lejos, se veía difuso en el horizonte. Jordán venía detrás de mí y se encontraba mareado, sudoroso y un poco colorado. No sé, si sería el miedo o tal vez sería por el vaso que su exnovia le dio ( seguro que le echó quina) y este se lo bebió con gusto antes de empezar el recorrido. A lo lejos se podía escuchar una risa con maldad ya era seguro había sido ella. ¡MENUDA VÍBORA! SARA MARÍA TORRADO SÁNCHEZ.


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