Juntas - Producción colectiva del Taller de Fotografía y Creatividad - 2022

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JUNTAS

Anduvimos el tiempo, los meses, los días.

En un espacio que tiene la forma de lo que se teje y conversa.

Nos escribimos. Nos dijimos. Nos encontramos.

Miramos con ojos nuestros y con ojos prestados.

De la Palabra a la Imagen, de la Imagen a la Palabra

Ellas también van juntas. Se iluminan y acompañan.

En la sombra de las palabras, la imagen descansa.

En la penumbra de la imagen, las palabras cantan.

COTIDIANO

Si acaso pudiera nadar serenamente en el tiempo. Dar ese salto desde la realidad y dejarme caer, suspendida en el vaivén de los instantes que transforman cada vez en agua el aire, en arena el mar.

Recuerdo los veranos tibios de la infancia, apenas definidos por el día y la noche, cuando buscaba el cielo recortado en los charcos después de la lluvia. Mi cara asomaba en ese espejo de cielo y agua y me preguntaba “¿de qué lado estoy?”, luego atravesaba la membrana húmeda como un pez alado, un pájaro que nada entre la sombra y la luz.

Si acaso pudiera hundirme otra vez en ese universo estrellado, sin urgencias, sin temor; con el alivio de quien se entrega al futuro como a las vueltas de un espiral, con la calma de creer que no soy yo quien decide el plan, y deslizarme suave con ojos de pez pájaro en el remolino del tiempo.

Al entrar

A punto de limpiarme Los pies Casi te piso ¿De dónde venís?

Tan esponjadita y blanca.

En medio de la tormenta, un relámpago estalló en el piso de baldosas. Se rasgó como un lienzo de arena. De repente, de la grieta asomaron piedritas, hojas secas, plumas, agua de lluvia, tierra escondida. Murmuraban sorprendidas por verse de pronto descubiertas.

Un viento rasante las despabiló con frescura y entonces recordaron de qué estaban hechas: las hojas eran cartas escritas y no enviadas; las plumas eran sueños a punto de volar; las piedritas, susurros contra el olvido; el agua de lluvia , música de canciones regaladas y la tierra eran restos de promesas no cumplidas.

De a poco, suavemente, se animaron a salir y seguir cada una su aventura, corriendo tras los pasos de los transeúntes, hasta pegarse de algún modo a sus zapatos.

Un cuerpo desnudo, indefenso, recibe los embates del paso del tiempo. Huele a otoño.

Percibo su corazón de hojas. Un cuerpo nutrido de caminos. De caminos recorridos. De caminos aún sin recorrer.

De caminos que se cruzan. De caminos que no llevan a ninguna parte. De travesías por múltiples senderos enmarañados. De aventuras.

De encrucijadas y disyuntivas.

Un cuerpo desnudo en quietud y movimiento. En escasez y abundancia. En crecimiento.

La infancia guarda el sonido de veranos eternos y de inviernos en la cara. Una brisa de voces y de risas rueda en bicicleta Y en las calles de arena quedan imborrables las huellas del paso del tiempo.

Sobre una manta ocre y crujiente

Que el otoño tendió en la plaza cayeron los pétalos violeta de una mujer que no quiso envejecer.

Me comí la manzana por la mitad no sabe arenosa la fruta venenosa. Las luces, el sonido, ya me hacen nido, La suave brisa se hace cenizas.

Una mesa, una silla, una taza de café, un silencio, un rumor de cucharitas, una espera, un suspiro interrumpido, un relámpago antes de tropezar en la puerta con tus ojos pardos.

Era la última hora de la tarde cuando cerramos la casa. Eso es todo, dijiste.

El aire estaba tan frío como el olvido, tan solitario y lejano.

VEO VEO

Un mar tumultuoso de luz y negrura.

Una chispa de vida entre dos inmensas oscuridades.

Nado entre la profunda oscuridad y la límpida blancura.

Un orden incierto, con dirección y sin sentido.

Nado en la temporalidad de un presente impermanente.

Veo claramente las formas delineadas.

Un círculo incompleto y negro que intenta llamar la atención, pero se ve que el pequeño gris que le acompaña ha sabido pulirse para la competencia.

La luz entra curiosa por la ventana y, entre tanto ego circular, decide dibujar líneas rectas.

Entonces, pare un triángulo atrevido y brillante como el sol sobre el pequeño narcisista, dejando los vértices de sí misma perfectamente alineados.

Una imagen limpia, tan prolija que casi peca de fría.

Sin embargo, sus texturas se hacen suaves entre mis dedos, la luz les otorga la calidez que impregna la piel de la mano que pasea por estas claras formas delineadas.

Veo el cielo nocturno sin luz ni luna Veo el horizonte, un hilo que separa el cielo del mar Veo el celaje brumoso del mar como un presagio de deseo y espera.

Imagino allá, la arena que no aparece en el cuadro Huelo la noche fuera de estación Respiro el aire salado que viene del mar

Veo un caballo avanzar entre cielos tormentosos. Siento el olor antes de la lluvia; el viento, avisándoles a los distraídos.

Veo un corcel que batalla para lograr su cometido, sin que nada lo detenga. Un potrillo con fuerza inquebrantable.

Percibo como todo se oscurece, cuestionándome cuándo y dónde estoy. Veo pequeños rayos de luz que escapan de la tormenta.

Mi piel se estremece con cada trueno, como si fueran los tambores que dan inicio a las batallas.

He visto a los pura sangre seguir corriendo a pesar de haber llegado a la meta. Recuerdo caballos enfrentar alfiles.

Fui testigo de cavallinos rampantes que no se doblegaban ante nada ni nadie, conquistaban batallas, galopaban por praderas y montañas, bajo el sol o desafiando tormentas. Libres.

INTIMIDAD

En una habitación, una figura lejana se detiene frente a una mano abierta que brilla y se mueve.

Una mano frágil y suave en un brazo delgado.

Una mano-boca que pide con voz tenue.

Una mano-ojos que miran y preguntan.

Una mano-estrella de varita mágica en busca del hada que convierte en realidad las ilusiones.

Desperté

La ansiedad no me deja dormir Merodeo tu rostro Para verte dormir Eres hermoso Desperté

La ansiedad no me deja dormir Merodeo la casa Para llegar a la heladera Eres dulce de leche

Veo las formas delineadas en negro.

Veo los blancos que hacen hueco a las formas.

Veo un bello rostro y una imagen sin rostro.

Veo la forma plana y oscura de un perfil del que emerge un rostro de luz.

Sopla una brisa fresca que arremolina una hoja

Salgo de mí

Me distraigo un instante

El suficiente

Puedo ver brillar el sol y oler las estaciones

Me regocijo

Me sorprendo

Me dejo arremolinar por la brisa fresca de la vida

Ella, con la mirada perdida en sus pensamientos. La lapicera, retenida en sus manos. El perfume de almendras conquista el aire, la abstrae, la rescata del ruido de autos y camiones que irrumpen por la ventana.

Se le va la mitad del día sin darse cuenta

Su mirada alejada al fondo del espejo

El agua está muy fría y congela su rostro Todo se le escapa de las manos

Los recuerdos la traen al presente

Entre sus piernas con medias rojas se entrelaza la cola del gato

Duermo una vida con un sueño sin sueños.

¿Adónde está mi vida, mi cuerpo, mi espacio?

MIRAR EN TUS OJOS

En la mano lleva un pan y en la cabeza una gorra todo marrón y oscuro y rojo, verde, amarillo se para a vender con la mirada y otras manos abren ventanillas a la mitad del calor a la mitad del frío en esta esquina y en la otra

Un hombre sentado en un sillón desvencijado acaricia a un gato que reposa en su regazo. Las órbitas hundidas de los ojos, el rostro opaco, marcado por arrugas. La barba raleada del mentón. La ropa gastada cubre su cuerpo flaco y huesudo. Las manos rústicas apenas sienten la suavidad del gato, debajo de la piel curtida de los dedos.

Los dos me miran con el ceño marcado. Uno me interroga molesto; me indica que interrumpo, que invado, que incomodo. El otro, imperturbable, me dice que es en vano, imposible, entrar en la intimidad de ese instante.

Hay restos de cigarrillos en un cenicero y un sobre de papel doblado.

En la mano del hombre brilla un reloj que acecha inmóvil en el hueco de la manga. Pero no hay ahora, ni antes, ni después en esa soledad tan compartida, en esa quietud que ni el olor a viejo parece conmover.

El tiempo es un sillón raído donde un hombre fuma y acaricia un gato.

He visto a un viejo que ofrecía pasteles sentado en un banco verde, balbuceaba con ojos casi ciegos.

He visto a un joven que miraba la hora y tropezaba con una baldosa.

He visto a un niño abrazado a su perro que le lamía la cara y luchaba por salirse.

He visto un hombre que pedía limosna y miraba a los ojos de los que pasaban.

He visto un pájaro que bajó a la fuente y a una joven que lo contemplaba.

He visto a un hombre solitario que cruzaba la calle y se alejaba.

He visto a una mujer que sonreía.

En el fondo de un rostro encapuchado una mirada brota desde los ojos oscuros.

Hay surcos en la piel, son huellas, senderos que se cruzan, se bifurcan, se separan. ¿Habrán sido el camino de las lágrimas o los hilos livianos de la risa?

Una luz de fogata se levanta como el humo de una plegaria, y detiene su ruego de bondad en la chispa nocturna de los ojos. Esos ojos como manos que se enlazan a otros ojos, a otras manos; son nidos donde duermen los pájaros confiados.

SENTIDOS

Desde adentro escribo, Sólo escribo sin pensar Nado a las profundidades

Me hundo Veo una tinta de color azul Que nace de un banco de hielo Que crece cual humo hacia la superficie del agua

Se tiñó de rojo y sal

Un rojo vivo lleno de luz nutre su cuerpo

El cuerpo se volvió un espejo detrás de un antifaz de carnaval

Voy por recovecos de la memoria

Algo oscuro con olor a sangre Hiere como una cuchilla afilada

El viento está de mi lado

Floto entre las nubes

Es hora de apaciguar las aguas

Una luna nueva alumbra mi oscuridad

María Virginia Carretero

Escribió los textos: “Si acaso pudiera nadar en el tiempo…”, “En medio de la tormenta…”; “La infancia guarda…”; “Sobre una manta crujiente…”; “Una mesa, una silla…”; “Era la última hora…”; “En una habitación, una figura se detiene…”; “En la mano lleva un pan…”; “Un hombre sentado en un sillón desvencijado…”; “He visto a un hombre que ofrecía pasteles…”; “En el fondo de un rostro…”.

Escribió los textos: “Al entrar…”; “Veo claramente formas delineadas…”“Desperté”; “Voy por recovecos de la memoria…”

Natalia Barkacs

Escribió los textos: “Un cuerpo desnudo…”; “Un mar tumultuoso…”; Veo el cielo nocturno, sin luz ni luna”; “Veo las formas delineadas en negro…”; “Sopla una brisa fresca…”; “Duermo una vida sin sueños…”; “Desde adentro, escribo…”; “Se tiñó de rojo y sal…”

Escribió los textos: “Veo un caballo…”; “Ella con la mirada perdida…”

María Josefina Uschvant

Poly Suares

Escribió los textos: “Me comí la manzana…”;“Se le va la mitad del día sin darse cuenta…”

JUNTAS

Una producción colectiva del Taller de Fotografía y Creatividad

Coordinado por Marisa Strelczenia

2022

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