El Mar de los Viernes - Taller de Fotografía y Creatividad

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EL MAR DE LOS VIERNES

ENCONTRADO EN LAS ORILLAS

Fragmentos de un relato colectivo

Esto ha sido

Días de andar. Recorrer lugares conocidos con ojos nuevos. Buscar las palabras que traigan lo que se cae al fondo del estanque.

Armar la ronda. Pasarnos de mano en mano el fueguito que ilumina y da calor. Encontrarnos.Aprender a encontrarnos.

Amorosamente, armar barquitos de papel para los charcos y darle envión a todas las hamacas. Esperar la lluvia, tragarnos bocanadas de aire fresco, descubrir la luna entre las nubes. Y preguntarnos… “¿Ves? ¿Estás viendo?”

Ahí está, como centinela esperando ansiosamente que lleguen las palabras, que se hagan presentes para darle sentido y forma a eso que lo conmueve. No hace más que esperar y llamarlas A veces a los gritos, a veces en silencio.

Los objetos que esperan o ya no

“Con ese aire de doblemente quietas que tienen las cosas movibles cuando no se mueven”

Julio Cortazar

Tiesa y relajada enmarcada en un pedazo de luz apoyada en una pared lisa descansa sus años la escoba hasta retomar un nuevo viaje

Locomotora de fantasías

Rumbo a un no-lugar Acaso más real que la realidad

Sin horario de partida

Aguarda a que los transeúntes

Se decidan a subir

El barrilete

Un día celeste paseabas barrilete con colores brillantes de seda liviana y resistente subiste lejos girabas y bajabas flotabas entre nubes jugabas con el viento.

Ahora estás perdido, tan pequeño, tan duro en tus decisiones. Nos engañás haciendo creer que alguien elige.

Como un molino abandonado desplegás tus aspas oxidadas, intentando llamar la atención de quienes caminan y te ignoran.

Tu maquillaje descascarado fue reemplazado por los trazos apurados de algún travieso artista que desconoce tu oficio.

¿Acaso reivindicas tus orígenes, cruz de San Andrés, padeciendo el martirio y la agonía prolongada?

Sobre una pared, ahora vacía, se dibujaba con un trazo oxidado.

El viento entraba por las ventanitas triangulares y el aire, ahí dentro, se respiraba casi azul.

Adelante una rueda que faltaba, como la de un avión que levanta vuelo y repliega primero sus ruedas delanteras.

La presión sobre el ventanal, la botella que cae del techo curvo, la tierra que va quedando lejana.

Una bolita que se convierte en nube para seguir flotando. Ahora la pared ya se encuentra vacía.

Sería natural, casi necesario, decir adiós al viejo carromato vencido por el tiempo y los malos tratos de actores desconocidos.

Pero la tragedia, casi nunca es lógica y definitivamente no respeta tus deseos ni los míos.

Vaciados de agua vaciados de gas colgados de las narices en fila y prolijos los envases aguardan sus reemplazos prontos a acompañar los almuerzos y las cenas pacientes y ordenados

Quién sabe qué pensarán de espalda a la ventana

LO QUE OLVIDAMOS LO QUE DESCUBRIMOS LO QUE OCULTAMOS
SOBRE

Siempre olvido barrer debajo de la heladera.

Meto la escoba, una, dos, tres veces.

Entre las pelusas, un anillo sin piedra.

Me acuerdo de ese anillo. Tenía una piedrita azul.

Me lo trajo Malena, de su primer viaje al mar.

“Tienen el mismo color”, me dijo.

Esa mañana descubrí quién era el ratón Pérez.

Por cierto, no dejó tantas monedas.

Tomé otras más del monedero de mamá, de arriba de la mesa.

Mamá preguntó quién sacó las monedas.

Le respondí: el ratón Pérez.

Debo confesar que estabas en lo cierto Tu plato tenía menos que el mío Eso de que La disposición de la comida Lo hacía ver más vacío Era una vil mentira

Como también

Lo de que los ajos asados Estaban repartidos por igual Lo sabías Y sólo me sonreíste Porque sabés cuánto me gusta Tu comida casera.

Olvidadas en las sombras, se asoman lentamente cuando nadie las ve.

Primero lo memoricé de uno en uno, doblé el papel con el número de teléfono prolijamente, en cinco partecitas, y lo puse en la botellita, la tapé con su corcho y la dejé en la arena

A los días, confiada, levanté el teléfono la única imagen que acudía a mi era una foto carnet de mi infancia

SOBRE

LO QUE QUE QUEREMOS RECORDAR

Si pudiera nombrar el tiempo

Si fuera mío

Lo adornaría con luces de colores

Tal vez verdes, rojas y amarillas

Le colgaría guirnaldas, para que con su danza se desparramaran brillos azules.

Lo regalaría a quien ame.

Lo guardaría celosamente y lo haría infinito, pero, quizás, no.

ENCASTRES

MIRAR EN LOS OTROS

Tan sola

Como dejándose estar sola. Alejada de las miradas que miran De las voces que hablan De las mentes que piensan De los corazones que juzgan Ella.

En su soledad, descansa, sintiéndose a salvo en ese, su desierto en el que habita serena, tan sola y en paz.

Una mano que sostiene una carta una mirada que sostiene una pregunta un anteojo que sostiene un ojo y un anillo que sostiene una uña una rueda que sostiene una cabeza una palabra que sostiene la incertidumbre un numero que sostiene un dibujo una bufanda que sostiene el cuello una luz que sostiene el fondo el azar que interrumpe una respuesta

Mirada que mira, que trata de ver como cualquier otra mirada, como algunas pocas miradas, como ella.

Se pregunta y se pierde en la pregunta y se vuelve a preguntar.

Se embrolla y se diluye junto a otros que también miran.

La mirada como una estampida de animales antiguos huyen velozmente dejando intacto el rastro sobre el suelo árido apretado contra el rostro.

Intensa la mirada te lastima desde el fondo del olvido. Permanece perdido, inmóvil en ese espacio frío y húmedo desgarrado por el tiempo.

Sin palabras Sin reproches

Sin castigos

A pesar de todo, intensa la mirada te lastima.

Mirar, ver, observar, imaginar dejar que los ojos recorran el espacio adonde un punto de fuga tironea las vidas superpuestas

Le gustaba imaginarse entre ellos, mezclado, perdido en esa pequeña multitud anónima.

Se sentía ahí como si algún designio desconocido lo obligara a flotar en esa marea multicolor

Se pensaba entre ellos luciendo esos posibles disfraces que todos lucían con tanto desparpajo.

Oliendo sus olores, respirando sus alientos, escuchando sus voces incomprensibles, imaginando sus secretos y sus deseos de ser otros, llevando en sus mochilas los más tristes recuerdos de todo lo que pudo ser y no fue.

Se sentía parte de todo aquello y todo al mismo tiempo. Y de pronto, otra vez la soledad.

SOBRE LAS FORMAS LAS LUCES LAS SOMBRAS

Farol alumbrando un atardecer que se desvanece en el reflejo de aguas rosadas empapadas de la noche que llega.

SOBRE LO SENTIDO

Ha habido días en que el silencio caminaba desnudo en la orilla de los mares Ha habido días en que una fruta se desparramaba sobre esa misma arena, dulce Ha habido días en que las manos se anudaban eternas dentro del océano tibio Ha habido días en que el viento sacudía las banderas del hastío Ha habido días en que el alma se colaba en el vuelo de los pájaros

Ha habido días en que nuestras huellas se deshacían en el horizonte y danzaban Ha habido días en que la tormenta azotaba sin piedad la espera Ha habido días en que tus ojos se llenaban de nostalgias y caminabas apresurada hasta el muell Ha habido días en que tu pelo olía a sal como cuando las palabras te muerden la piel Ha habido días sin noche

Crepitar del tiempo que te retuerce.

Crujir del tiempo que te endurece.

Sonido seco del tiempo que te astilla.

Textos y Fotografías

Daniela Calvo Carla Cesere Candela García Natalia Ramos Cecilia Roiz Sofía Paglia Livio Turazza

El Mar de Los Viernes

Una producción colectiva del Taller de Fotografía y Creatividad Coordinado por Marisa Strelczenia 2022

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