Las sanadoras (Marisa Negri)

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Ediciones en Danza, 2012 Ilustraci贸n de tapa: Ana Adjiman ISBN: 978-987-1869-09-1 CDD A861

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Las sanadoras Marisa Negri

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Las sanadoras

Debo a mi madre y a mi abuela ese primer contacto con las sanadoras. Nadie se cura solo. Berta Recibe el don de Luisa, atiende en su casa custodiada de teros y perros. El pago a sus servicios es a criterio del paciente; huevos frescos, una gallina, una prenda de vestir. Paulina Hermana de Berta Consolaci贸n Hija adolescente de Berta Ana Amiga de Consolaci贸n El Barquero

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Primera visita de Ana

Tengo sed. No tenés.

Una verja oxidada entre los yuyos advierte la mano jardinera el retazo de un género sostiene la ruda en una caña y sus flores tejen con el rojo del malvón y el rosa de la azalea.

Se hace invisible la tierra. Se lava un gato.

Nos toca el número veintitrés.

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El bicho

El hijo del panadero mira por el rabillo del ojo le zumba un bicho en la cocina el Capitรกn debajo de la mesa el hueso del puchero entre los dientes la mosca sobre el hueso El chico se ladea una vez otra vez

Las rodajas de jengibre sobre la tabla Berta sobre el cuchillo zumba el bicho zumba zumba zumba todos tenemos un bicho dentro de la cabeza

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Quiero los duraznos de la frutera todos El licor de las hermanas ¿Es la voz de la mosca? El día que subimos al techo no fui yo fue el bicho

Los bichos tienen mil ojos con cerrar la mitad les basta para dormir

Inventos Ningún bicho puede hacer casa en el cuerpo

Me darán un trompo si les llevo el bicho envuelto en alcohol.

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Oración por las que salen en las revistas Oh pecadoras advierto Los ángeles también leen la revista Femirama.

Vendrán por agua flotando en la ciénaga

Un desfile de sábanas sin mácula cubrirá las carnes suntuosas

Oh pecadoras arrepiéntanse han desatado la furia de las órdenes celestes

Yo Paulina humilde secretaria del Padre nado por vosotras

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La barca de la fiebre

En la pieza una bujía ensancha las sombras. Arde el brasero, arde la frente de la hija. La huesera escurre los trapos en la palangana fría. El agua mece en la frente de Consolación

Tengo sed, cúreme, dice por lo bajo

La vieja toma en brazos la barca de la fiebre y canta: Murió el Capitán y lloré hasta caer dormida. Recé para que volviera. La luz de la vela oscilaba sobre su manto negro. Pero ningún Barquero vino a visitarme.

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Lo que vuela

Lo que vuela se sacrifica en el relumbre de la lámpara ¿y esos brillos?

Estoy cansada hoy atiendo hasta el cien

El querosén consume en la pieza de la huesera.

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Los límites

El chicotazo de una rama en las rodillas marca el límite de los jardines el comienzo de esa extensión salvaje que llamamos cuerpo

Madre nunca está cerca su fusta de sauce representa los pilares del reino: justicia, castidad, orden, limpieza.

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Martes de guardar

Cruzan el pueblo vestidas con colores discretos Berta lleva flores y yuyos del jardín salvia para alejar el dolor hortensias al calor de la mano

Consolación distraída con la hilera de tumbas sobre el pasto cae el sol sobre su sombrero de paja

La chica besa a los ángeles en la boca Berta frunce el gesto esquiva la mirada bajo el pañuelo no saludan a los vivos ese día

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Las hermanas

En el principio hubo un toro y la prohibición de salir en horas de la siesta. Pero la muda perfección de las naranjas, la pulpa azucarada, la promesa.

El animal rojo, la cornamenta, la furia. Paulina trepó al árbol muerta de fe. La otra buscó un palo fuerte y alzó el brazo que dividió las aguas.

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Oración de la máscara de barro Aquí está tu sierva No puedo decir que nada falta María la de los gansos no viene más a la limpieza le vi un número en su bolso Etelvina se niega a recibirme

Aquí está tu sierva Tu vara y tu cayado me inspiran confianza en los bronces, al alba, vi tu dedo atroz sobre el mundo Sé que se acerca la hora y seré juzgada por mis picardías Señor nunca he faltado a una novena dame más días hasta la primavera para terminar mis tratamientos con máscara de barro No son fáciles mis días entre tanta envidia tanta maledicencia de las criadas que roban de la cara de vaca de Beatriz Aquí está tu sierva No puedo decir que nada falta Pero no me lleves hasta la primavera

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La que ve

el grito de los teros hiela la sangre de Luisa la taza resbala de sus manos mal augurio la vieja ve los maizales en la hoja del cuchillo el camino se abre como un cuero de vĂ­bora mal augurio la luna se hace roja en la punta del cielo

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Segunda visita de Ana

Manojos de yuyo en un fuent贸n colorado, los ojos de vidrio de la santa parecen verdad. La huesera trabaja. Tengo sed Diecis茅is No se puede dejar de mirar

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Niño con estómago caído

Tres cucharadas de leche de perra para que se le forme el estómago envolvió a la criatura en una manta de lana

No recibo más

Un hilo de luz toca el ala del Amado en la cabecera de la cama.

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Berta y el amanecido

Amanece en el hombre que la guía entre los pastizales Presagios en el vuelo bajo de la calandria. La vaca, echada en un establo limpio y en penumbras.

Estamos solos, voy a necesitar su ayuda

El amanecido se arremanga la camisa que no permitía que lavaran las criadas la luz de lo nacido vibra en los regadíos

Cuídese Berta de la resolana El hombre en la rienda del zaino, firme.

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La promesa

La llave de la puerta trasera cantando en el bolsillo el maizal es una llamarada el camino es conocido e incierto va hacia el cuerpo como si fuera al rĂ­o hĂşmedas las manos y la boca cruza Berta la laguna sin ayuda de baqueano

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Oración de Paulina la bajita

Te invoca tu sierva Paulina la bajita No te quedes callado mientras ponen clavos en mis zapatos No te quedes callado encontré tierra con sal en las macetas La modista me dijo que había engordado desde la última visita Si no me respondes Te pondré boca abajo en un vaso con agua Oye la voz de mi plegaria No me arrastres con las malvadas Ni con las que fuman conforme a su maldad A su mala conducta Que se les descosa el vestido en el baile y quede al descubierto el engaño Ellas no valoran tu obra Ni el valor de tu espada Ni el poder de esta plegaria

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El nacimiento

Ladraron perros de noche. Un ladrido plañidero, de ánimas sueltas confundido con el viento.

Las sombras amenazan la esquina del rancho. ¿Dónde puse el cuchillo?

Un relámpago en la mesa junto el pan recién cortado. el eje mal untado del sulky trajo a Berta encinta y moribunda, el peón la levanta en andas como quien carga una desgracia. Nos dejan solas. Los hombres en la pieza contigua no ven bañar el cuerpo En la tormenta se aleja el sulky El amanecido no ve a la criatura nacida del día de san juan.

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El galpón de los tesoros

Una pierna, una contorsión del cuerpo y la otra evitando las púas, los abrojos el escondite detrás de los galpones guarda sus tesoros. Consolación me habla: ¿Eso fue un trueno?

Dentro de la cueva se hace llamar Estrella. Tres velas y nos soltamos el pelo hasta quedar desnudas.

La pasta verde recorre los muslos, las caderas. Estrella frota como se maquilla a un muerto un beso en la boca y me viste en silencio.

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Las sucesoras

¿ves el árbol de nieve? arde la claridad y nada guarece

¿tenés frío? tengo sed ¿bajo las persianas?

¿quién será la nombrada para suceder a Berta?

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Tercera visita de Ana

Catorce Tengo la pata de cabra o anemia como el nombre de la flor. La pieza en donde Berta cura estĂĄ en el fondo, cerca del cementerio de perros. Es sĂłlo para tus ojos lo que aquĂ­ ves, en birome cuelga bajo la jaula del canario.

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Oración por los deshonestos comerciantes

Señor, te recuerdo que soy jubilada todo cuesta un ojo del agua

encontré dos manzanas muertas en la bolsa la verdulera mueve la balanza con saña para fingir el peso y el vuelto redondea a su favor

hubo un tiempo donde la fruta era buena lo que se pudre contamina a todos nos devorarán los gusanos

La verdulera es flaca, magra de carnes tiene la frivolidad de la centella asiática

El reino de las frutas no se ha hecho para sus pasos

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La fiebre

Trajeron al chico envuelto en fiebres altas una lĂ­nea de veneno toca el pecho ya perdido la mordedura blanda abandona esa orilla

El muertito mira lejos La barca dispuesta bajo la sombra del tejo

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Ni単os de la fiebre

Son un incordio los ni単os de la fiebre cantan mientras van hacia la muerte

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María de los gansos

María la de los gansos preñada por quinta vez Crece en el murmullo de las cocinas Se espesa como la harina de maíz que toma cuerpo en la olla Del padre no se sabrá nunca

¿Quién elige los gansos María? tuve un maizal ardiente bajo el vestido la misma llave ¿Uno elige el vientre? ¿Uno elige los hijos?

Nadie elige la tormenta María El polvo oscuro que nos dará un nombre nadie elige hemos escuchado la voz equivocada soy dueño de tu cuerpo es un cumplido que el patrón elija no serás nadie sin estos favores

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Desde la barca

en las noches el rĂ­o es un espejo que lleva peces dormidos el silencio vela el peso de la barca

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La tormenta

El viento movi贸 de lugar los perros sigue de luto la barca cruces de palo Berta sali贸 con cuchillo a cortar tormenta tante贸 con una rama a su debido tiempo todo volver谩 a su cauce

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DespuĂŠs de la tormenta

Ha llovido En el lĂ­mite de la huerta los teros toman agua del cielo Es mĂĄs verde la sombra de los aloes las calas se queman en su blanco cegador

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Cuarta visita: El cementerio de perros

Salí a buscar la tumba del Capitán entre las hileras de tomates. Detrás de las quintas cruces de palo. Cada perro tiene su lápida;

Llegó con la inundación del 58 ¡Tito! nunca te olvidaremos.

Duerme bajo la tierra Thelma, la fiel.

¡Adorabas el dulce de membrillo querido Firulai!

Aquí descansa el Capitán que los ángeles lo guíen en su último viaje

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Oración por las embaucadoras de inocentes

Aquí estoy Señor alerta en tus habitaciones hazme fuerte En el principio fue Luisa la advertida ella descarrió a tus ovejas les dio otra palabra Señor, hazme fuerte Yo vigilaré tus reses seré silenciosa como el musgo Berta sucumbió la primera se dejó tentar por la advertida fue después de la tormenta que habló en lenguas Señor, tengo miedo Otras seguirán sus pasos Ana la viva Consolación la loca Señor, hazme fuerte Porque tuyo es el reino de las embaucadoras

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La espera El olor a leche hervida humea en la cocina Las persianas de la pieza del fondo aún no se abren al sol Berta dolida. Desde la cinco los murmullos del gentío, el rechinar de los fierros del portón. Los teros vigilan con una pata en el aire. Envuelta en el poncho de su madre, Consolación reparte los números y alguna rama de incienso a los presentes. Vuelvan más tarde dice a dos o tres que vienen con niños

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La que perdió el alma

una hebra de sol es el ojo cuando Berta las recibe en la pieza la ausente no mira su madre no escucha ¿cuánto hace que sufre? ya no habla ¿sangra todos los meses? no deja que la toque

dar vuelta la pisada sobre el camposanto lee Berta el cuchillo en la huella de la joven lo que viene en camino se tarda pero llega

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Oración para la que habla con el pecado mortal

Padre Nuestro que estás y aquí abajo también te pido por Clotilde jamás va a encontrar marido que dure y mi amiga Martita en desgracia por prestar plata al jornalero Santo también te pido por Etelvina la encontré en la feria con tapado nuevo

quiénes somos nosotros para rechazar los dolores que nos envías. Y por Berta, mi hermana, que está loca y jura que habla con el pecado mortal. No es verdad que cura con agua del que no se nombra Ella no es mala Señor, bastante tiene con su hija tontita, y ese rancho en el que vive y deja vivir a tanta haragana todas con sed

quiénes somos nosotros para rechazar los dolores que nos envías.

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La despedida

lava los pies de la muerte, hermana besa su sombra limpia en el clarear de la ma単ana

estoy recostada en la furia de mis huesos que ya no responden

ya no hay lumbre no necesito de esta luz

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El baño de Consolación

Los teros refugiados bajo la parra. Todo es humedad. Las ayudantas duermen en un solo jergón de lana limpia respira el aire el perfume de los maquillajes. La voz desnuda de Consolación hereda los dones ay mi dulce amor esa barca que ves, tan bella. Sahúma romero la hija repetida en el agua Signos en el vidrio empañado al vapor de las ollas ¿Hija está es tu fe?

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Oficio

Soy el Barquero vivo de llevar y traer sobre las aguas. Los dĂ­as se repiten desde que tengo memoria en esta barca que fue de mi padre y del padre de su padre

vivo de llevar

Al alba limpio la canoa ordeno sus aparejos los embarcados ya no pagan la travesĂ­a con monedas dejan un sobretodo descosido un diente de oro

Mi reino es el agua y el oficio inhumano toda orilla me estĂĄ vedada

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Índice Las sanadoras Las sanadoras-reparto Primera visita de Ana El bicho Oración por las que salen en las revistas La barca de la fiebre Lo que vuela Los límites Martes de guardar Las hermanas Oración de la máscara de barro La que ve Segunda visita de Ana Niño con estómago caído Berta y el amanecido La promesa Oración de Paulina la bajita El nacimiento El galpón de los tesoros Las herederas Tercera visita de Ana Oración por los deshonestos comerciantes La fiebre Niños de la fiebre 40


María de los gansos Desde la barca La tormenta Después de la tormenta Cuarta visita: el cementerio de perros La que perdió el alma La espera Oración por la que habla con el pecado mortal La despedida El baño de Consolación Oficio

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collage original de Ana Adjiman

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