Para mí, la construcción de una imagen es siempre un proceso permeable y mixto, cambiante. Un proceso SENSIBLE y VITAL. Las inspiraciones o disparadores de una obra son infinitas: una palabra, un cuento, UNA MIRADA, UNA imagen, UN PERFUME, un recuerdo, una voz, una fotografía antigua, UN FILM, un debate entre amigos, UNA discusión familiar, UN ABRAZO, un color, una poesía, las ropas de alguien más, una carta encontrada, un libro leído. Instantes que no pasan inadvertidos, que se imponen con fuerza en un latido constante, manifestándose vivos, presentes. Ese pálpito (instinto) es motor de mi producción, que impulsa los engranajes que asocian palabras, recortes, objetos encontrados, que se imprimen en un papel o penden de un hilo atado en el terreno de la memoria construida, de los recuerdos inventados; en el espacio en que conviven ficción y realidad. Desde siempre, mis trabajos tienen que ver conmigo: con mi historia, con mi vida, con mi percepción del mundo. Mis imágenes son mis relatos, mi manera de pararme frente a los otros y a mí misma. EL DOBLE apareció en un puente colgante entre rosario y sao paulo. Lo descubrí años atrás en una fotografía acromática de los años 60´s, y se instaló en mi vida como pregunta, hasta tornarse una OBSESIÓN. La presencia manifiesta del doble, fantasmagórica e irresuelta, es perturbadora. Esa incomodidad, es el impulso de esta producción, que se desarrolla como búsqueda laberíntica, cuya brújula es el instinto, el síntoma y cuya resolución es una serie de imágenes que organicé bajo el nombre
el doble/o duplo.