Caja de Memoria

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CAJA DE MEMORIA Maritza Macaya Barrera


Taller de Producciรณn I Secciรณn I Profesora Leslie Fernรกndez Abril 2017


Indice Mi familia Mis abuelos Mis hermanos Mi mamá Las cartas Los libros

Los lugares donde habité Tomé El fuego Dichato

Los objetos Intereses y conclusiones


Memorias deterioradas La mayor dificultad al enfrentarse a este ejercicio fue la falta de registros fotográficos. Gran parte de las fotografías de mi infancia no se conservaron adecuadamente, encontrando muchas de ellas en mal estado, deterioradas por la humedad y el paso del tiempo, debido a un padre que no tenía cuidado con los recuerdos y objetos de valor sentimental, rescatando muchos de estos de la basura e incluso del fuego. Por el contrario, mis abuelos conservaban mis fotografías celosamente, las cuales debían enseñarme en mis constantes “crisis de identidad” producidas por la angustia de no encontrar registros de mi infancia más temprana en mi propia casa.


“La familia”


ENTORNO FAMILIAR Mi familia más próxima se compone de mis abuelos maternos, mi mamá y mis dos hermanos. Por parte de mi padre, tengo una familia muy numerosa, con la cual mantuve una relación cercana hasta que mis padres se separaron. Viví junto a mi papá hasta los siete años; tras la separación, transcurrieron dos años de visitas de fines de semana y vacaciones en casa de mis abuelos, quienes vivían en Dichato, hasta que decidió irse a vivir a Calama. Desde entonces mantenemos una relación comunicacional algo distante.


MIS ABUELOS

Mis abuelos constituían mi refugio, el lugar al cual acudía cuando me encontraba enferma o tenía problemas. Al vivir cerca de mi casa, pasaba gran parte de mi tiempo con ellos. Los visitaba tras salir de clases. Me gustaba ver a mi abuelo trabajar y escuchar canciones antiguas con mi abuela, canciones que al volver a escucharlas aún recuerdo sus letras.


Desde mi nacimiento, tuve una relación muy especial con mi abuelo, quien fue y es mi figura paterna más importante. Él trabajó desde muy joven como mecánico de maquinaria pesada, en el Ministerio de obras públicas. De niña lo vi trabajar sin descanso no sólo reparando máquinas, sino que dedicándose a distintos oficios, desde las instalaciones eléctricas a la fabricación de objetos tallados en madera. Su taller me causaba fascinación; la diversidad de máquinas que poseía, la forma en la que estaban dispuestos los objetos, el olor del aceite de los motores que reparaba.


MIS HERMANOS Felipe, mi hermano mayor, fue la primera persona a quien admiré. Él fue siempre muy inquieto y curioso; de pequeño tuvo una inclinación hacia la electrónica, de modo que construía objetos con motores, hacía pequeñas instalaciones eléctricas y le realizaba adaptaciones a mis juguetes (no exitosas). Él me ayudaba con mis tareas en las que tenía que construir cosas y yo le hacía las tareas que involucraban hacer dibujos, de esta forma nos complementábamos. Con mi hermano menor, Benjamín, tengo un cariño especial debido a las circunstancias en las que llegó a este mundo, aunque él no lo sabe. Si bien nos pasamos todo el tiempo discutiendo por tonterías, él siempre fue una de las razones por las cuales continuaba aún en mis momentos más difíciles. Además, con Benjamín compartimos la fascinación por los videojuegos, por lo que cuando se trata de hablar y compartir sobre los juegos ninguno discute.


MI MAMÁ Y LAS CARTAS

Cuando yo tenía ocho a nueve años, mi mamá pasó por un delicado estado de salud. Al verla sufrir por esta enfermedad, comencé a escribirle cartas para alegrarla e insistir en su importancia y valor como persona. Fue una sorpresa saber que aún las conserva y las guarda con mucho cariño y recelo, ya que sabe que yo no conservo las cosas que hago.


Estas cartas se las escribĂ­ mientras se encontraba hospitalizada. A travĂŠs de ellas intentaba reconfortarla para que no se sintiera triste.


INFANCIA SOLITARIA

Debido a mi dificultad para relacionarme con otros niños, y para que no me aburriera en casa, mi mamá comenzó a enseñarme a leer, lo cual logré a la edad de cuatro años. A partir de entonces, comencé a leer libros muy diversos, siendo mis preferidos los de ciencias, particularmente los de biología, además de los libros que debía leer mi hermano para la escuela. Mi interés pronto se dirigió a la ficción, al leer un cuento de Cortázar en un libro de la escuela. Mi mamá se dedicó a comprarme todos los libros del autor que encontraba, los cuales me regalaba en las navidades. De este modo fui formando una pequeña biblioteca.


“Los lugares donde habité”


TOMÉ “La Galaxia de Tomé”, de esta forma se refería el escritor Alfonso Alcalde al pueblo de Tomé, donde decidió vivir sus últimos años, y donde también se quitó la vida. Desde pequeña mi abuela me decía que era “un pueblo de artistas” por lo que siempre me sentí parte de algo muy grande y especial. Vivir entre los cerros y el mar siempre ejerció una fascinación sobre mí, particularmente hacia el mar, ya que la vista hacia la bahía estuvo presente durante toda mi vida, observándola desde la casa de mis abuelos y pasando todos los días por ahí al ir y regresar de clases.


TOMÉ Durante mi adolescencia, con mis amigos comenzamos a tomar fotografías en distintos lugares de Tomé. Todo el tiempo salíamos a explorar; caminábamos mucho, a través de bosques y bajando por los cerros hacia playas escondidas, sin temor de perdernos o ensuciarnos. Cada uno poseía una cámara, de distintos tipos y tamaños, hacíamos lo posible por obtener buenas fotografías. De ahí nació mi interés por esta área. Fue un momento muy especial en mi vida, ya que en él comenzaron a asentarse los primeros cimientos de mi vocación artística, no sólo por la fotografía sino por todo lo que implicaba vivir en un lugar donde residía tanta poética.


TOMÉ: EL FUEGO Para año nuevo, la tradición consiste en hacer grandes fogatas y por lo general se quema un muñeco que representa el año que se va. Existía una especie de competencia entre los distintos sectores sobre quién hacía la fogata más grande. Por esta razón, cuando yo era niña todos trabajábamos para llevar a cabo esta tarea. Mi población pertenecía a la empresa pesquera Camanchaca, por lo que teníamos la ventaja de contar con la ayuda de nuestros padres quienes traían pales. Empezábamos con la construcción a comienzos de diciembre, y solía ser tan grande que podíamos jugar dentro de ella, a modo de casa del árbol. El día del año nuevo, vestíamos un muñeco con el uniforme de la empresa. Realizamos esta tradición hasta que la población se amplió y los nuevos vecinos no aceptaron que se volviera a hacer.


DICHATO En Dichato vivían mis abuelos paternos. Ahí pasábamos todas las navidades junto a la familia; la tradición consistía en que cada familia entregaba regalos y tomábamos chocolate caliente a pesar del calor. Cuando mis padres se separaron, mi papá vivió durante un tiempo en esta casa, donde pasamos algunos veranos ya que tenía un negocio cerca de la playa. De niña era una de mis casas favoritas, debido a la cantidad de objetos que se encontraban dentro. Mi abuela coleccionaba tazas y teteras de porcelana, y también tenía juegos en miniatura, además de otras decoraciones interesantes como elefantes de lapislázuli. Para el terremoto y posterior tsunami del 2010, la casa se destruyó por completo y mis abuelos se salvaron por muy poco. Al volver unos días después, me dediqué a recuperar objetos del barro, entre ellos los elefantes.


“Los objetos”


Desde los seis años comencé a escribir diarios, los que en un comienzo eran agendas a modo de bitácoras donde escribía lo que hacía durante el día, pero a partir de cierta edad empecé a escribir sobre temas personales ya que sentía que no se los podía a confiar a nadie y si hablaba con mi mamá le daría más problemas de los que ya tenía. De esta forma escribí mucho durante toda mi vida y sigo haciéndolo. El diario más antiguo que conservo es del 2009, ya que al terminar de escribirlos los quemaba; lo mantengo sólo porque en él también hay relatos ficticios y micro-cuentos.

A pesar de los años, sigo teniendo estas “crisis de identidad” de las que hablé en un comienzo. Este libro me lo hizo mi pololo, Rodrigo, en un momento en el cual no estaba segura de estar estudiando la carrera correcta al sentir que realmente no tenía ningún talento. Se trata de una recopilación de poemas, microcuentos y relatos personales que comencé a guardar desde el 2008. Es muy importante para mí por el gesto de él de valorar lo que yo hacía (y que personalmente no valoraba) y darme a entender que en realidad sí puedo hacer y crear algo positivo a partir de experiencias negativas.


Esta fotografía es muy especial para mí ya que es el único registro de mi perro “Yako”, el pastor alemán que aparece en ella. Fue nuestra primera mascota y llegó a la casa en la navidad del 97, con apenas 40 días de edad, por esta razón crecimos prácticamente juntos, aunque él envejeció más rápido. Cuando niña me escondía en su casa y recorrimos muchos lugares juntos. Uno de los momentos más difíciles que vivimos como familia fue cuando, en el año 2008, debimos sacrificarlo ya que padecía de una enfermedad terminal.

Esa misma navidad, recibí como regalo por parte de mi abuela un oso de peluche al que llamé “Pascual”. No podía dormir si no dormía con mi peluche, de esta forma lo llevaba conmigo cada vez que salía de vacaciones y ha recorrido muchos lugares de Chile. Lo sigo conservando ya que es uno de mis objetos más preciados.


“Aquel primer entorno que rodea al niño es el conformado por la figura de su propia madre. Quebrado este estadio inicial, el niño comienza a independizarse y a desarrollar un estado de mayor autosuficiencia al sustituir aquella relación primaria por la de distintos objetos y fenómenos de transición con los que comienza a interactuar. De una forma ilusoria estos objetos ocupan efectivamente el lugar de la madre. Así, el juguete preferido del niño puede señalarse como una verdadera metáfora de aquel primer vínculo.” (Donald Winnicott, “Juego y realidad”, 1971).

Estos juguetes los conservo desde niña y otros fueron prestados como la figura de “Lucas”, protagonista de mi videojuego favorito “Mother 3”. Entre mi colección de objetos se encuentra una armónica de plástico que tengo desde chica, una caja pequeña de postones que saqué del taller de mi abuelo, una muñeca astronauta y miniaturas, las cuales siempre me gustaron mucho, en particular las de comidas, y que tuve en grandes cantidades cuando niña pero no logré conservarlas todas.


“Intereses y conclusiones”


“No ha quedado demostrado, ni mucho menos, que el lenguaje de las palabras sea el mejor posible” - Antonin Artaud

Búsqueda de lenguajes artísticos que hagan posible la comunicación Aún cuando mi interés principal se encuentra en la escritura, la razón por la cual entré a la carrera fue encontrar y desarrollar otros lenguajes que me facilitaran algo que particularmente me cuesta muchísimo: la comunicación. Debido a mi incapacidad para hablar, desarrollé la capacidad para escribir, la cual nunca me resultó suficiente para decir lo que realmente quería decir. Alejandra Pizarnik, en una carta que escribió a Silvina Ocampo, decía “Quien siente mucho, se jode y no encuentra palabras y entonces no habla y es ésa su condena”.

Debido a esta constante búsqueda, mis intereses son muy variados y no excluyentes. En la Universidad aprendí a pintar y me interesé en la pintura como lenguaje. Al tener un problema en mis manos (temblor involuntario) comencé a abordar la pintura desde un modo muy gestual. Mientras que en la gráfica, en donde me siento más cómoda es en el croquis, a causa de este mismo problema. Lo que quiero hacer es buscar una manera de integrar estos distintos lenguajes de interés.


CONCLUSIONES Conceptos Efímero

Registros destruidos El fuego La ciudad que crece El cuerpo que crece

Relato

Resiliencia

El registro escrito

Adaptación positiva en contextos de adversidad


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