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ODS 8: Los desafíos de Paraguay para el trabajo decente y el crecimiento económico
Por Ivonne Aristizábal
En cuanto al crecimiento del PIB, los periodos de bajas económicas desde el 2019 afectaron al poder adquisitivo de nuestros habitantes. Por otro lado, no se observan grandes mejoras en cuanto a las tasas de informalidad a nivel país y por rango de edad.
Hubo una mejora importante en los ingresos medios por hora en las mujeres y sigue siendo una tarea pendiente el porcentaje de mujeres que no trabajan, no estudian ni reciben algún tipo de capacitación desde los 15 hasta los 24 años de edad.
La pérdida del poder adquisitivo de los habitantes, el aumento del empleo por factores productivos, así como las tasas de informalidad, el ingreso medio por hora de los habitantes y la cantidad de jóvenes que no estudian ni trabajan, y tampoco reciben capacitación, son algunos de los indicadores que evaluaremos para conocer cómo se encuentra Paraguay de acuerdo con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 8, de Trabajo Decente y Crecimiento Económico.
Hoy conoceremos el ODS 8, que pretende impulsar el crecimiento económico y el trabajo decente de los países por medio de la promoción del crecimiento económico inclusivo y sostenible, y el empleo y trabajo decente para todos. Para eso, observaremos una serie de indicadores a tener en cuenta al evaluar un país según los parámetros de este objetivo de desarrollo sostenible.
La primera que vamos a evaluar es la meta 8.1, que dice lo siguiente:
“Mantener el crecimiento económico per cápita de conformidad con las circunstancias nacionales y, en particular, un crecimiento del producto interno bruto de al menos el 7% anual en los países menos adelantados”.
Para evaluar esta meta, contamos con el indicador 8.1.1, la tasa de crecimiento anual del Producto Interno Bruto (PIB) per cápita. Este se calcula dividiendo el PIB a precios constantes entre la población de un país, con lo que se obtiene un indicador indirecto sobre el nivel de vida de los residentes de un país o área geográfica. El crecimiento de este significa el aumento en el promedio de ingreso de un país en función a sus habitantes.
La caída del PIB per cápita observada en el gráfico 1 coincide con los años en los que se presentan caídas en el PIB. Como ejemplo, el sector agro impactó en el 2019 a la producción total del país; en el año 2020, fue la pandemia la causante de la baja económica, mientras que en el 2021 presenta una recuperación por encima del 2%, volviendo a caer en el 2022 a causa del escenario inflacionario, el conflicto bélico Rusia-Ucrania que impactó en nuestra economía y la baja del sector primario.
La siguiente meta analizada es la 8.2:
“Lograr niveles más elevados de productividad económica mediante la diversificación, la modernización tecnológica y la innovación, entre otras cosas, centrándose en los sectores con gran valor añadido y un uso intensivo de la mano de obra.”
Para analizar esta meta, contamos con el Indicador 8.2.1 GLO. “Tasa de crecimiento anual del PIB real por persona ocupada”, el cual representa una medida de crecimiento sobre la productividad laboral, sobre la participación y evolución del capital humano en el proceso de producción, según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
Esta productividad laboral representa el volumen total de producción por una unidad laboral. En este caso, volvemos a observar en el gráfico 1 una caída pronunciada tanto en el 2019 como en el 2020. La caída en el primer año mencionado puede ser atribuida a la alta dependencia del sector primario en el total de la producción, mismo sector que fue afectado en ese periodo.
Gráfico 1: PIB per cápita y tasa de PIB real por persona ocupada
Tasa PIB real por persona ocupada
La meta 8.3 nos habla sobre lo siguiente:
“Promover políticas orientadas al desarrollo que apoyen las actividades productivas, la creación de puestos de trabajo decentes, el emprendimiento, la creatividad y la innovación, y fomentar la formalización y el crecimiento de las microempresas y las pequeñas y medianas empresas, incluso mediante el acceso a servicios financieros”.
Para eso, contamos con el indicador 8.3.1 GLO. “Proporción de población de 15 y más años, ocupada en la ocupación principal y secundaria, en el empleo informal no agrícola”.
Desde el año 2015, la tasa de informalidad total se mantuvo sin variaciones, en 67%. Si bien la tasa es más alta en las mujeres que en los hombres, en las mujeres presentó una caída del 0,9%; mientras que en los hombres hubo un aumento del 0,5%.
En cuanto a la distribución por edades, el mayor porcentaje se encuentra en el grupo de 15 a 19 años, sin embargo, destacamos que las altas tasas se encuentran en todas las edades, debido a que ninguna presenta menos del 60% de trabajadores informales.
Uno de los datos llamativos es que, en la edad de 20 a 24 años, la tasa de informalidad alcanza hasta el 75%.
Gráfico 2: Tasa de empleo informal
Tasa de Empleo Informal por Sexo En
PIB Per Cápita
En USD constantes de 2014 y variaciones
Tasa de Empleo Informal por Edad
Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y Banco Central del Paraguay (BCP)
Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas (INE)
En la meta 8.5:
“De aquí a 2030, lograr el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todas las mujeres y los hombres, incluidos los jóvenes y las personas con discapacidad, así como la igualdad de remuneración por trabajo de igual valor”.
Tenemos el Indicador 8.5.1 GLO. ”Ingreso medio por hora (habituales trabajadas) en la ocupación principal de la población de 15 y más años”.
En el gráfico 3, podemos observar que el ingreso medio por hora de la zona urbana es mayor en un porcentaje importante que en la zona rural; mientras que en el caso del desglose por sexo, desde el 2016 se puede observar una diferencia importante en la reducción de la brecha salarial entre ambos sexos. Sin embargo, cuando medimos el crecimiento del ingreso promedio por sexo, los gs de las mujeres crecen en mayor porcentaje desde el 2017 hasta el 2021.
Gráfico 3: Ingreso medio por hora
Ingreso medio por hora por zona
En Gs. corrientes
La siguiente Meta 8.6:
“De aquí a 2020, reducir considerablemente la proporción de jóvenes que no están empleados y no cursan estudios ni reciben capacitación”.
Para este objetivo, contamos con el Indicador 8.6.1 GLO. “Proporción de jóvenes (de 15 a 24 años) que no estudian, no tienen empleo ni reciben capacitación”.
En el caso de nuestro país, la tasa de jóvenes que no estudiaban, no trabajaban ni recibían capacitación era del 10,8% en el 2015; mientras que al cierre del 2021, la tasa es del 9,2%, con una caída del 14,8%. Recordemos que son jóvenes de entre 15 y 24 años de edad.
Si observamos los datos por sexo, el porcentaje sigue siendo mayor para las mujeres (14% mujeres frente al 4% de los hombres en el 2021), pero, llamativamente, desde el año 2015 el mayor crecimiento se da en los hombres, con un aumento del 7,3%; mientras que en las mujeres existe una caída del 19,6% en adolescentes y adultas que no estudian ni trabajan en ese rango de edad.
Gráfico 4: Porcentaje de jóvenes que no estudian, no trabajan ni reciben capacitación
Jóvenes entre 15 a 24 años que no estudian, no trabajan y no reciben capacitación
En %
Ingreso medio por hora por sexo
En %
Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas (INE)
Jóvenes entre 15 a 24 años que no estudian, no trabajan y no reciben capacitación por sexo
En Gs. corrientes
Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas (INE)