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DIÁLOGOS PORTEÑOS (O) La destitución de Abdala Bucaram

dijo Viteri.

La alcaldesa agregó que de las 8 peticiones de los transportistas, 2 le conciernen al Municipio y las otras 6 son competencia del gobierno central.

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En cuanto a lo que concierne al Municipio, “no voy a subir el pasaje porque no mejoraron el servicio en todos estos años. Y cada 10 centavos que se le sube al transporte público, utilizado por el 70 % de la población de Guayaquil, son USD 40 millones al año que se le quita a los guayaquileños más pobres”, enfatizó la burgomaestre.

También, “quieren que les quitemos los GPS que tienen los buses, para que nosotros podamos controlar las rutas y la velocidad de cada vehículo”, comentó. METRO

Los revisionistas y deformadores de la historia reviven interpretaciones torcidas, con evidente ignorancia y mala fe. A propósito o no se embarcan en la camioneta del bucaramato, que siempre intentó plantar la idea de que su destitución fue ilegal.

Algunos son leguleyos pomposos y otros de la hojarasca, repetidores de frases hechas en micrófonos, como esa de que los 44 diputados que votamos por la moción nos declaramos psiquiatras por proclamar la incapacidad mental de Bucaram. Pongamos los hechos y las normas constitucionales en orden. Un artículo de la Carta Magna enumeraba las causales por las que el presidente de la república cesaba en sus funciones: 1) Por muerte, lo que es una obviedad; 2) Por renuncia; si no quería seguir, dejaba de ser jefe de estado; y, 3) Por incapacidad física o mental legalmente declarada. Así decía la norma jurídica. Hoy la constitución dispone para el caso, exámenes y estudios médicos especializados. En 1.997 la exigencia es que fuera “legalmente declarada” y el único órgano autorizado para ello era el congreso. El cuento bucaramista de los “44 Psiquiatras” era un casete repetido por los loros en algunas radioemiso- ras e incluso en algún canal de TV, sin sustento jurídico. Algunos confundían la incapacidad mental con estado de locura que requería camisa de fuerza y hospital psiquiátrico. Ignaros irresponsables que desconocen que los desequilibrios mentales tienen grados y se estiman peligrosos cuando afectan o pueden hacer daño a una o muchas personas. Y entonces preguntamos: ¿era normal que el presidente danzara con una bailarina en un escenario lleno, haciendo el ridículo o que comiera con las manos chupándose los dedos en otro país en presencia de su par y de la prensa mundial, o condecorara públicamente en el palacio presidencial a Lorena Bobbitt, ecuatoriana residente en EE.UU. por la hazaña de cortarle el pene a su marido mientras dormía, y tantas otras semejantes, además de los atracos hechos en pocos meses con descaro denunciados incluso por el embajador norteamericano?

“Finalmente, el gobierno interino que lo sucedió convocó a una consulta popular 9 meses después para que el soberano se pronuncie sobre el tema y dos tercios de los votantes manifestaron su acuerdo con la destitución”.

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