Trabajos de redacción 3

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TRABAJOS DE ESCRITURA 1º EVALUACIÓN

Trabajos de Andrea y Noemí


Una vez, rebuscando entre los mil objetos inservibles del desván de mi casa, me encontré un catalejo. Debía tener muchos años porque el latón de que estaba hecho se había vuelto mate y sin brillo. Pero al desplegarlo y mirar por sus lentes, podía hacerme la ilusión de que era un corsario o un pirata de los que aparecían en las películas. De repente, una luz muy intensa se acercaba cada vez más a mis ojos, no tenía ni idea de lo que era, pero no me paré a pensar, quité el catalejo de mis ojos y lo volví a dejar encima de una vieja mesita de noche que tenía en el desván. Al día siguiente, por la mañana, me desperté muy temprano. Tenía esa curiosidad por saber qué era esa luz tan extraña. Decidí ir hasta el desván a por el catalejo. Lo cogí y, por un segundo, dudé en acercarlo a mis ojos, pero es que era tan grande la curiosidad por saber qué secreto se escondía en ese extraño catalejo. .. Lo acerqué a mi cara, volví a sentirme como un pirata en su barco, con toda su tripulación. ¡Era una sensación maravillosa! De pronto volví a ver esa luz tan brillante, esta vez, estaba decidida a no quitar los ojos del catalejo. Cada vez se acercaba más y más, tenía un poco de miedo, pero quería saber qué pasaría si me llegara a alcanzar la luz blanca.


En unos segundos se había acercado lo suficiente como para que la pudiera tocar, cada vez se volvía más intensa. De repente, sentí que el mundo se volvía al revés, cerré los ojos y cuandon los abrí, estaba en el barco, con mi tripulación y un barco con noventa y cinco metros de eslora. Era increíble, era un cuento convertido en un sueño. Llevaba mi pata de palo, mi parche, mi sombrero tenía todo lo que tiene un pirata. Treinta piratas en mi tripulación estaban a mis órdenes. No podía creérmelo, ¡era un pirata! Mandé a mis hombres izar las velas para poner en marcha el barco. Llevábamos ya tiempo navegando y empezamos a divisar una enorme isla, palmeras con cocos, árboles frutales y muchas cosas más. En la cima del árbol más grande, estaba levantada una casa de madera. Se podía ver perfectamente en el balcón, una silla mecedora, una mesita con un coco partido a la mitad y una manta hecha con harapos viejos. Nos acercamos a la isla, porque posiblemente había gente y yo tenía curiosidad por saber en dónde estaba y en qué año nos encontrábamos. Al bajar del barco, grité con entusiasmo mi nombre y quien era, por si había alguien. Detrás de unos arbustos, vimos que se movía algo. Era un niño pequeño, debía tener seis o siete años. Le pregunté quién era y por qué se encontraba en esta isla desierta. No hablaba nuestro idioma, hablaba una lengua extraña, como una mezcla de Inglés y Francés, pero, por señas, supimos que nos quería


llevar a su casa. Mi tripulación y yo le seguimos hasta aquella extraña casa. Allí se encontraban su madre, alta, morena, de ojos verdes, muy guapa, y su padre, alto, muy delgado, de pelo castaño, con mucha barba y con una cara muy graciosa. Los padres sí sabían hablar castellano, ya que eran procedentes de España. Me dijeron que estábamos en una isla muy pequeña comparada con las islas de los alrededores. Esa isla era una conquista de España, pero por accidente, les dejaron allí, y no tenían forma de volver. El padre estaba en el ejército español, era coronel, el coronel García. Era muy respetado por sus compañeros. Él había conquistado la mayoría de todas las islas que se encontraban a los alrededores, pero por accidente, él y su mujer no pudieron embarcar a tiempo y los dejaron allí abandonados. Nos contaron que habían visto cosas increíbles en esa isla desde que llegaron. Vieron serpientes enormes, como una ballena de largo, pájaros con el pico tan fino como un hilo de un pajar y hasta peces que podían salir fuera del agua. Todas esas historias a mí me fascinaban, así que nos quedamos un tiempo allí solamente para poder escuchar más historias, ya que a mí y a mi tripulación nos encantaban.


No conté los días ni las noches, pero supongo que nos quedaríamos allí alrededor de 32 noches y 33 días. Cuando estábamos dispuestos a embarcar y a salir a la mar otra vez, un trueno cayó sobre la isla. Así sin más, cerré los ojos con tanto miedo que me desperté. Estaba sentada en una silla en el desván con el catalejo en las manos, claro que todo lo que os acabo de contarera un sueño. Noemí P.L. (3ºC)

"Una vez, rebuscando entre los mil objetos inservibles del desván de mi casa, me encontré un catalejo. Debía de tener muchos años porque el latón de que estaba hecho se había vuelto mate y sin brillo. Pero al desplegarlo y mirar por sus lentes, podía hacerme la ilusión de que era un corsario o un pirata de los que aparecían en las películas." Cada día, después de clase, al llegar a casa, me metía rápidamente en el desván para sumergirme en mi mundo de fantasía. Lo pasaba genial, pero me sentía solo. Tenía amigos, pero no sabía si entenderían mi forma de jugar, si me juzgarían por inventarme un lugar donde era feliz. A la vez pensaba que era mejor así, porque nadie me diría lo que hacer.


Mi madre no entendía por qué no invitaba a mis compañeros a venir a casa. Me inventé la excusa de que tenían actividades extraescolares y que llegaban tarde . Unos iban a fútbol, otros a baloncesto... La verdad, no acababa de encajar porque todos estaban en un grupo: los gamberros, los listos, los "frikis", los "guays"... y luego algunas personas como yo, que nosabían a dónde ir. Al final decidimos que, ya que nadie nos quería en su pandilla, todos los desplazados haríamos una. De ahí viene lo de imaginar ese sitio en donde yo sería el capitán y los demás unos simples marineros que acatarían todas las normas que impusiese. Un día llegué a casa y, como siempre , fui a jugar. Pero, de repente, entraron en mi cuarto mis amigos y todos se empezaron a reír. No sabía dónde meterme de la vergüenza; me enfadé y los eché a todos. Pero al ir a cerrar la puerta, el catalejo se cayó y se rompió en pedazos. Empecé a llorar de la tristeza que me producía saber que los que creía que realmente eran mis amigos, no lo eran. Quise echarle la culpa a mi madre , pero no pude, porque ella solo pretendía lo mejor. Al día siguiente me dirigía a la escuela con muchatimidez por el qué dirán. Entré en clase y me


esperaba lopeor, se acercaron todos a mí y me dieron un regalo. ¡Eraun catalejo nuevo ! Les di las gracias y les pregunté por quéhacían esto. Me contestaron que se habían dado cuenta deque nunca se es mayor para jugar con cosas que en sí nosparecen infantiles; me confesaron también que alguno deellos jugaba con barquitos en la bañera y que otro aúnjuega con muñecas. Decidimos que todos los días por la tarde, vinieran a micasa, con su muñeco preferido, para imaginarnos, todos juntos, un mundo lleno de aventuras. Andrea R. N. (3ºA)


LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA

INTRUCCIONES PARA LA ESCRITURA DE UN TEXTO NARRATIVO (3º E.S.O.) •

Elige unos de estos principios y escribe un texto que lo continúe:

TEXTO A “Habíamos salido a ganar, podíamos hacerlo. La, valga la inmodestia, táctica por mí concebida, el duro entrenamiento a que había sometido a los muchachos, la ilusión que con amenazas les había inculcado eran otros elementos a nuestro favor. Todo iba bien; estábamos a punto de marcar; el enemigo se derrumbaba.” Eduardo MENDOZA, El misterio de la cripta embrujada. TEXTO B “Alexander Cold despertó al amanecer sobresaltado por una pesadilla. Soñaba que un enorme pájaro negro se estrellaba contra la ventana con un fragor de vidrios destrozados, se introducía a la casa y se llevaba a su madre. En el sueño él observaba impotente cómo el gigantesco buitre cogía a Lisa Cold por la ropa con sus garras amarillas, salía por la misma ventana rota y se perdía en un cielo cargado de densos nubarrones.” Isabel ALLENDE, La Ciudad de las Bestias. TEXTO C “Pierre Anthon dejó la escuela el día que descubrió que no merecía la pena hacer nada puesto que nada tenía sentido. Los demás nos quedamos. Y a pesar de que el profesor se apresuró a borrar toda huella de él, tanto en clase como en nuestras mentes, algo suyo permaneció en nosotros. Quizá por eso pasó lo que pasó.” Janne TELLER, Nada. TEXTO D “Un día lluvioso de invierno, un hombre envuelto en una gabardina me siguió desde el despacho hasta mi casa: Desde la ventana del comedor, pude ver que el extraño seguía abajo, vigilándome.” Carlos RUIZ ZAFÓN, El príncipe de la niebla.

TEXTO E “Una vez, rebuscando entre los mil objetos inservibles del desván de mi casa, me encontré un catalejo. Debía de tener muchos años porque el latón d eque estaba hecho se había vuelto mate y sin brillo. Pero al desplegarlo y mirar por sus lentes, podía hacerme la ilusión de que era un corsario o un pirata de los que aparecían en las películas”. Javier ALFAYA, Una luz en la marisma.


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