Entrevista | Marta Miret “La pandemia dejará una huella sobre la que los arquitectos..."

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Entrevista | Marta Miret: “La pandemia dejará una huella sobre la que los arquitectos tendremos que trabajar” 7 octubre, 2020

Hablamos con Marta Miret, que acaba de presentar su libro ‘Pandemia y confinamiento mirado por los ojos de una arquitecta’. Con más de cincuenta proyectos de éxito sobre las espaldas y varios reconocimientos en su haber, esta arquitecta zaragozana sintió muy pronto la llamada de la arquitectura. Y no es de extrañar porque de casta le viene al galgo. Su padre, Carlos Miret, es el prestigioso arquitecto y urbanista creador de la Expo 2008 de Zaragoza. Marta nos da su visión del presente y futuro de la arquitectura y de cómo acontecimientos históricos como una pandemia o el reciente confinamiento pueden influir en ella. Pregunta. La literatura, otra de sus pasiones, es, como la arquitectura, reflejo del estado de ánimo de cada tiempo. ¿Qué lleva a una arquitecta a escribir un libro en pleno confinamiento? Respuesta. En este libro hago un recorrido personal por mi confinamiento y cómo he vivido la pandemia de la Covid-19. Pasé parte del confinamiento sola y la decisión de escribir este libro me sostuvo y empujó en estos tiempos convulsos en los que vivimos.


Fue un tránsito, una búsqueda para entender el presente y conseguir respuestas para afrontar el futuro y aportar mi granito de arena desde mi profesión como arquitecta. P. En su libro, hace una reflexión filosófica acerca de la arquitectura. ¿Qué es para usted la arquitectura? R. Para mí tiene un gran significado. A los 6 años fui a mi primera visita de obra de la mano de mi padre, y desde entonces fui a muchas. Es un diálogo especial con él y con el mundo. En general, hay muchas definiciones. En el libro apunto que la esencia es que la arquitectura crea espacios, y para crear arquitectura deberemos comprender, qué es espacio -en el libro desarrollo su definición-. Una vez entendido qué es, es más fácil entender la globalidad de la palabra. Si queremos resumirlo mucho, arquitectura es lo que ocurre, o se hace entre la mente, el territorio y la sociedad. O como la definió Heidegger en 1951, tras un punto de inflexión de otra índole como fue la segunda guerra mundial: construir, pensar y habitar. Arquitectura es crear el lugar en el que se habita, con la técnica disponible, contextualizándolo en un entorno histórico y social y con la poética de quien lo piensa. No debemos olvidar que siempre debe responder al contexto y se construye para el otro. La arquitectura ha de ser amable, ágil y responder a las necesidades sociales; está muy lejos de ser solo técnica, aunque sea lo más fácil de cuantificar. P. A lo largo de la Historia, distintos acontecimientos han dado lugar a cambios en la arquitectura. ¿Hasta qué punto el contexto social e histórico influye en la arquitectura? R. Influye desde el momento en que es el ser humano es el que la proyecta; además, la proyecta para el otro. La arquitectura es un reflejo general de la sociedad y es posible leer en la arquitectura de cada época la relación que tiene el hombre con el mundo y consigo mismo.


«La arquitectura es un reflejo general de la sociedad y es posible leer en la arquitectura de cada época la relación que tiene el hombre con el mundo y consigo mismo». P. Parece que en el pasado podemos encontrar las claves para el futuro. Desde el punto de vista arquitectónico, ¿qué enseñanzas podemos extraer de pasadas pandemias? R. Sin lugar a duda, todas las pandemias conllevaron un cambio profundo en la arquitectura, pero no solo en ella; también en la ciencia, la filosofía, las leyes, los derechos… En el caso concreto de la arquitectura, por ejemplo, con la tuberculosis, vimos la importancia de la calidad del aire y las condiciones del espacio interior que habitamos, se construyeron lugares específicos con condiciones de ventilación y luz natural mínimas para no enfermar, sanatorios, espacios amplios bien ventilados para los hospitales, y las escuelas se modificaron también. Las pandemias del medievo trajeron el Renacimiento; las del siglo XIX, el Racionalismo. El cólera hizo que avanzáramos drásticamente y se introdujeron nuevos términos de salubridad en las viviendas y ciudades. En la mal llamada Gripe Española, la gente huía de la ciudad al campo para evitar aglomeraciones y espacios cerrados y detener el contagio… ¿Qué cambio puede traer la Covid-19? En este momento, la humanidad está prisionera de esta pandemia, vemos el valor que se le ha dado al habitáculo. No puede ser que en pleno siglo XXI aún vivamos encerrados. Hemos visto la insalubridad que supone encerrar a diez personas en un habitáculo mínimo. Esto ya lo habíamos aprendido. Cada uno tenemos que aportar nuestros conocimientos y los políticos tienen que saber recogerlo para que todo esto repercuta en la sociedad del bienestar y contribuya a mejorar la calidad de vida del ser humano. Fundamentalmente, encuentro 3 claves: agilidad en el cambio, encuentro multidisciplinar de la arquitectura y profundo análisis para construir el futuro.


Después de un gran cambio histórico (pandemias, guerras…), la población trata de adaptarse y se genera un importante caldo de cultivo de disconformidad, en el que cada colectivo se une para pensar, se genera una búsqueda intelectual hacia lo que debería ser el futuro, véase el nacimiento del Racionalismo, de la Bauhaus tras la gran pandemia de cólera o la búsqueda filosófica del habitar por parte de Heidegger tras la segunda guerra mundial. En el libro comienzo un análisis, pero queda mucho en lo que pensar. P. Dicen que la arquitectura tiene la capacidad de sanar. Tras la llegada de la Covid-19, ¿las nuevas propuestas arquitectónicas tendrán en cuenta elementos como la distancia interpersonal o la utilización de materiales de construcción fáciles de limpiar? R. No sé si de sanar. Son palabras mayores. Ojalá. La arquitectura debe responder a las nuevas necesidades. Hoy es momento de reflexión antes de abordar todos los cambios. Esto requiere un profundo análisis. P. Durante el confinamiento, hubo quien se dio cuenta de que vivía en un lugar que no le gustaba. Algunos añoraban una terraza, un jardín, espacios más luminosos… Además, no han sido pocos los que han tenido que convertir su casa en oficina, colegio e, incluso, gimnasio. ¿Cómo cree que influirá el confinamiento en la arquitectura de los próximos años? R. Espero que nos haga ser más críticos como usuarios y no conformarnos con habitáculos insalubres, ni ciudades sin espacios públicos. Debemos informarnos y solicitar lo que necesitamos. Y, del mismo modo, los arquitectos tenemos que ser conscientes del impacto de lo que hacemos, ser más amables y humildes en todo lo que hagamos. También hemos de esforzarnos en informar y formar, para que las personas sean conscientes de lo que eligen. P. El confinamiento hizo que gran parte de la población pasase meses teletrabajando. Si el teletrabajo ha venido para quedarse, es posible que parte de los habitantes de las grandes urbes busquen una vida más tranquila en ciudades más pequeñas o en zonas rurales, que habían quedado bastante despobladas, y que las empresas necesiten


menos superficie de oficinas. ¿Cree que el modelo de las grandes ciudades está en crisis? R. Siempre está en crisis, pero cuesta mucho forjar un cambio. La mente humana necesita un tiempo de adaptación. Evidentemente, la pandemia dejará una huella sobre la que los arquitectos tendremos que trabajar. Sí que es importante haber vivido la realidad de la deslocalización de la nueva era digital, y el haberlo vivido, nos va a facilitar y acelerar el cambio. Ya en mi proyecto final de carrera, hace más de diez años, -“Proyecto de análisis de la forma y proyecto de rehabilitación en el pueblo de Albinyana, estableciendo continuidad entre territorio forma urbana y proyecto arquitectónico”-, como base de la repoblación y regeneración económica del pueblo, apuntaba la importancia de la nueva era que alumbraba Internet. Hoy en día, ya no solo es importante que un determinado lugar sea accesible geográficamente, sino que también ha de contar con otras infraestructuras como centros logísticos y una potente conexión de banda ancha. Y, actualmente, podemos encontrar una conexión similar en un piso o lugar de trabajo en el centro de una gran urbe y en un pueblecito de interior. Ello cambia la jerarquía de las ciudades. Con esto quiero decir que llevamos más de una década visualizando la deslocalización que provocan las nuevas tecnologías y, en estos últimos meses de confinamiento y teletrabajo, lo hemos comprobado y el proceso se está acelerando. En España, el teletrabajo no era una práctica común, pero hay muchas ciudades que ya lo tenían instaurado; en grandes urbes como Copenhague, Estocolmo o Londres, el teletrabajo varios días a la semana es un hecho. Resulta una solución económica, ocupando oficinas más pequeñas, y favorece la productividad y la conciliación.

«Llevamos más de una década visualizando la deslocalización que provocan las nuevas tecnologías y, en estos últimos meses de confinamiento y teletrabajo, lo hemos comprobado y el proceso se está acelerando». P. ¿Qué oportunidades puede traer para la arquitectura esta reorganización de las áreas urbanas y rurales?


R. La oportunidad más destacable es la de planificar con sentido común, aprovechar estos momentos de reflexión para volver a poner en el centro al habitante, a las personas, para planificar los crecimientos. P. Concluye su libro con una reflexión acerca del lugar hacia el que debe dirigirse la arquitectura. ¿Qué destacaría de ese lugar? R. Teniendo en cuenta el sentido común y el contexto actual de hacia dónde va la humanidad en el planeta, vamos hacia un mundo más sostenible, ecológico, social. La arquitectura no está fuera; todo lo contrario, tenemos mucho que decir y no nos podemos poner de perfil por intereses especulativos y epicúreos. Entrevista realizada por Clara Estrada


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