PURIFICACIÓN DEL OCTAVO CHACRA También llamado Tekla. “¡Uno nunca se levanta antes que el sol! dijo en tono de broma mientras nos estirábamos refunfuñando un poco. ¡Uno nunca se levantará antes que él… simplemente porque éste no se acuesta! Del mismo modo, sabedlo, el espíritu que vive en nosotros ignora el sueño. Su resplandor se hace siempre sentir en perpetua acción en el cenit de nuestra conciencia. Aunque penséis haber llegado a lo más alto de vuestra propia alma, está ahí para disuadiros de ello e incitaros a escalar todavía un poco más… Es exactamente lo que os enseña vuestra octava rueda de fuego, aquella que se encuentra como un disco resplandeciente, medio oro medio plata, justo por encima de vuestra cabeza. Este disco es blanco como el lis cuyo pistilo es de oro y al que los Maestros de Tiempos pasados han dado por nombre Tekla. Así, sabedlo amigos míos, su altar es el de vuestro templo del porvenir, el que empezará a erigirse al alba de la próxima época de vuestra humanidad”. Extracto del libro “El Método del Maestro”
1. Con la paz en el corazón y el espíritu vacío, posamos nuestras manos sobre nuestras rodillas, con las palmas hacia arriba. Disfrutamos ahora de un prolongado silencio. Se trata de centrarnos en este silencio y de entrar en lo más profundo de él, para percibir en él, aquello que se llama el canto del prana. Este se manifestará bajo la forma de una especie de silbido continuo en el centro de nuestro cráneo. 2. Ahora de lo que se trata es de que tratemos de percibirnos a nosotros mismos, desde el exterior y en altura, exactamente como si estuviésemos suspendidos en el aire, integrados en nuestro octavo chacra. Nuestra conciencia se coloca entonces, de algún modo, en el lugar de un pomo de ducha observando nuestra bóveda craneal. 3. A partir del momento en que esta imagen es creada en nuestro espacio interior y donde se ha estabilizado hasta el punto en que conseguimos realmente “vernos desde arriba”, empezamos a dejar caer –a partir del centro de nuestra conciencia– gotitas de oro sobre la cima de nuestro cráneo. No vamos a contar estas gotitas. No importa el número. Sin embargo, se aconseja no prolongar este estado de exteriorización de la conciencia más allá de dos o tres minutos. 4. Por último, nos centramos en hacer volver a descender nuestra conciencia a nuestro cuerpo, si es posible al nivel de nuestro corazón, y cruzamos nuestros brazos en horizontal sobre nuestro pecho sin olvidar que el derecho debe reposar sobre el izquierdo. Permanecemos así en un largo silencio, saboreando los beneficios de la ducha de luz que nos hemos otorgado…
Meditación guiada por Laura Robledo según “El Método del Maestro” de Daniel Meurois_Editorial Isthar Luna Sol www.viajehaciasimismo.wordpress.com www.terapiasegipcioesenias.wordpress.com