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El Salvador
DIRECTORA FUNDACIÓ JOAN MIRÓ BARCELONA
Joan Miró, nacido en Barcelona en 1893, inició su etapa de formación como artista hacia 1907, en que comenzó a asistir a las clases de la Escuela de Bellas Artes de la Llotja, de Barcelona. A pesar del grato recuerdo que Miró guardó durante toda su vida, según se desprende de sus cartas y anotaciones, de los años de estudio, éstos no fueron fáciles para él.
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En aquella época, las posibilidades de formación y de proyección que un artista podía encontrar en Barcelona eran muy pocas. Por ello, pronto decidió desplazarse a París, convertida, desde el entonces recién acabado siglo XIX, en la capital del vanguardismo artístico.
Sin embargo, Miró nunca olvidó sus raíces, la tradición cultural que se encuentra en la base de su formación, tanto en el sentido más enciclopédico como en el más popular. Este aspecto resulta especialmente evidente en la escultura mironiana, puesto que es a partir del ensamblaje de objeto de uso cotidiano, como Miró daba vida a los nuevos seres en volumen que él creaba.
En esta ocasión, la obra de Joan Miró que se presenta, Galería de Antirretratos, permite valorar aspectos que el artista consideraba fundamentales en su creación: el color y la textura. Nada descubrimos cuando citamos el color como una característica fundamental en la obra de Miró. Lo que sí resulta notable es la cualidad vital, vibrante, sobria que tienen los colores básicos de los grabados de Miró, en contraste con el negro. Éste, abundante, protagonista, nunca adquiere un carácter triste o negativo. Su presencia es tan importante como la del resto de colores de la composición.
Las texturas, ya sea el relieve del carborúndum o del aguafuerte, ya sea la pátina de las esculturas, ponen de relieve la importancia que el artista concedía al sentido táctil en su obra. El recuerdo de los dibujos que el maestro Francesc Galí hacía hacer al joven alumno Joan Miró, después de tocar un objeto o la cabeza de un condiscípulo, con los ojos vendados, dejaron una huella perdurable. Ella es la que da carácter a las obras que integran la exposición Galería de Antirretratos, clara muestra de la maestría de Joan Miró cuando se expresaba a través de otras técnicas que no fueran