Cuando se transforma la corriente un misterio en el río
lustrado por Samuel Mujica. Escrito por Sofía Castañeda y Alejandra Beltrán Diagramación por Martín Álvarez. Prológo y epílogo por Martín Álvarez, Alejandra Beltrán, Sofía Castañeda y Samuel Mujica. Realizado para la clase Producto 3, dictada por María de los Ángeles González. Facultad de Diseño, Universidad de los Andes.
Prólogo En 1920, Antioquia se conformó como uno de los departamentos clave para el desarrollo industrial en Colombia. El interés por parte de diferentes familias llevó a la creación de grandes cantidades de empleo, resultando en la aparición de fábricas textiles como Coltejer o la Fábrica de Tejidos Bello. Esta expansión industrial implicó que el sector de la construcción debería asumir nuevos retos, siendo uno de los más relevantes la creciente cantidad de desechos producidos por las fábricas. Asimismo, la conformación de núcleos urbanos para alojar a los trabajadores y a sus familias exigió pensar en cómo construir nuevas ciudades, lo cual implicó una planeación en torno a la basura producida. Así, nace el sistema unificado de acueducto y alcantarillado, el cual, en aras de la higiene y la sanidad pública, fue necesario construir espacios para ubicar estos desechos en los límites de las zonas urbanas. Los valles y los ríos próximos a Medellín fueron el punto clave para las construcciones del acueducto, haciendo que las zonas rurales se transformaran, convirtiéndose en zonas de industriales, cargadas de fábricas y construcciones cada vez más tecnificadas.
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Este cuento ubica a sus protagonistas en el valle de Aburrá, ubicado cerca a la quebrada Santa Elena, y se propone explorar este momento de transformación cultural. La industria textil y el gran desperdicio de agua llevaron a que fuera necesario tecnificar todo el sistema de alcantarillado existente para trabajar a partir de materiales con un mayor soporte para transportar los desechos de agua, y a su vez, alejarlos lo más posible de los núcleos urbanos. Esto llevó a que la quebrada se contaminase hasta el punto de desplazar a quienes vivían cerca, volviéndola otro punto más para botar desechos. Esta historia explora cómo dichas circunstancias obligaron a reestructurar parte de la vida rural en Antioquia.
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Medellín, 1932. Valle de Aburrá. La mañana es fresca y el viento corre entre las montañas. El sol se asoma y comienza a calentar la tierra; sus rayos se filtran por las cortinas de una casita afable que se encuentra en el valle, cerca al río. Francisca se levanta, y aún somnolienta, se prepara para comenzar el día.
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Cada día, tan pronto se oculta la noche y llega el alba, Francisca se va al río a recoger agua, acompañada de su perrito Paco. Uno pensaría que cargar agua es aburridor, pero Francisca ama el río, es su lugar feliz. Le divierte ver el reflejo de las hojas sobre el agua, escuchar las ranitas cuando croan, y ver a Paco jugando en la orilla.
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Francisca y Paco conocían la ruta de memoria ¡siempre pasaba lo mismo cuando iban al río! Hasta que un día, todo cambió. Cuando Francisca y Paco llegaron al río notaron que sucedía algo extraño, ¿por qué había tan poca agua? Ambos tenían muchas preguntas, pero decidieron volver a casa con el agua y resolver el misterio después.
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Mientras volvían a casa, Francisca recordó una historia que le contaba su abuela sobre un espíritu que habitaba cerca al Valle. Nana le había descrito que el espíritu adoptaba la forma de monstruo gigantesco y aterrador, que merodeaba por los ríos y hacía travesuras para atormentar a la gente. ¿Será que había un monstruo cerca al río?
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Francisca llegó a casa, completamente decidida a investigar más. Si había un monstruo en el río, ¡alguien debía detenerlo!
A la mañana siguiente, Francisca se armó de coraje y se sumergió en el río para ver si encontraba al monstruo, pero sólo vio pecesitos. ¿Dónde estaba? ¿Había sido su imaginación? 7
Un poco decepcionada, salió a la superficie y se sorprendió al ver que Paco la miraba muy confundido, como si no la reconociera. -¿Qué sucede, Paco? Paco se alejó un poquito. Francisca extendió sus brazos hacia él, y al hacerlo se dio cuenta de que ¡ahora era de otro color! Algo había sucedido en el río, su piel se veía de color verde - hasta su cabello estaba coloreado. ¿Será una trampa del monstruo?
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Francisca recordó que el monstruo era tan apestoso y tan malo, que dejaba por todos lados rastros de sí mismo. De pronto había decidido volver el río verde para ahuyentarla a ella y a Paco. No estaba segura de eso, pero algo era claro: ¡el monstruo había estado en el río antes que ella!
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Ya había sido suficiente. Era hora de enfrentarlo de una vez por todas. Francisca decidió que para hacerlo, necesitaba llegar aún más temprano que el monstruo al río. Así, podría sorprenderlo y decirle que se fuera. A la mañana siguiente, salió de su casa antes de que se asomara el sol. Llevaba una vela en la mano que iluminaba su camino.
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La llama era débil y apenas le permitía ver dónde ponía los pies. El sendero estaba tan oscuro que no podía ver nada a su alrededor, pero podía escuchar a lo lejos el murmullo del río, que cada vez se hacía más fuerte. Tras un viaje lleno de tropezones, Francisca y Paco llegaron al río. Escuchaban de cerca el rugir del agua, sentían las hojas que se agitaban y los árboles que crujían. Paco y ella sentían miedo, pero aún así, decidieron esperar en la orilla. De repente, ¡fruuuum!, un gran ventarrón apagó su vela, y les dejó completamente sumergidos en la oscuridad.
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Mientras Francisca abrazaba a Paco, escuchó unos sonidos aterradores: “”¡Cling, pranc, pum! ¡Cling, pranc, pum!” Tenía curiosidad, ¡pero también mucho miedo! Decidió irse corriendo a su casa, con Paco siguiéndola de cerquita. Ambos recorrieron el sendero de memoria, encontrando la casa cuando se asomaban los primeros rayos de la mañana.
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Había sido una aventura muy miedosa… y muy madrugadora. Francisca y Paco tomaron una siesta en casa, lejos y seguros del monstruo. Más tarde, ese mismo día, decidieron volver al río para ver si podían encontrar alguna pista.
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Mientras llegaban, se sorprenderon al ver unas pisadas inmensas e irregulares en el suelo. Este “monstruo tiene unas patas muy feas y grandes!” - pensó Francisca “¿Será que es aún más feo de lo que me contó Nana?”. Se imaginó una versión aún más asustadora del monstruo.
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Aún así, su curiosidad era más grande que su temor. Francisca y Paco comenzaron a acercarse al río, siguiendo el rastro y atravesando los arbustos - ¡pero no pudieron llegar muy lejos! Se encontraron con que había trabajadores y máquinas por todas partes. ¿Por qué estaban en su río? Reconoció que los uniformes y las cajas de materiales tenían una extraña inscripción sobre ellos “col-te-jer”.
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¿”Coltejer”? ….Ese nombre se le hacía conocido, pero no recordaba dónde lo había escuchado antes.... “¿Coltejas, coltejo, coltejidos?” ¡Eureka! Ese era el nombre que aparecía en las etiquetas de sus vestidos. Recordó haber escuchado en la radio que esa gran empresa iba a abrir una nueva fábrica - seguramente ellos necesitaban agua, como ella. ¡Francisca había resuelto el misterio! No era ningún monstruo…. ¿o si? ¿Por qué le hacían daño al río? Los trabajadores habían ensuciado su agua, desdibujado las orillas, cortado los árboles... Tenía muchas preguntas, pero sabía que tenía que irse. Debía buscar agua para llevarla a casa. (...)
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Su Nana siempre le había advertido que tuviera cuidado con los monstruos, pero nunca le había dicho que debía cuidarse de las textileras.
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Una textilera había logrado arrebatarle el río... ¿Qué vendría después?
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Epílogo Es evidente que la industria textil tuvo un efecto positivo en la economía del país, en gran parte por la gran cantidad de eslabonamientos que generó y la infraestructura que permitió desarrollar para los habitantes de la ciudad. No obstante, para lograr este beneficio económico, fue necesario adoptar actitudes nocivas para la vida rural tradicional. Consideramos que esta faceta de la industrialización no suele ser tan explorada como la faceta del crecimiento económico, por lo que quisimos cuestionar los comportamientos característicos de la fase 1 del capitalismo de consumo. Para mostrar una parte más humana en la historia de la industrialización, nos centramos especialmente en el impacto sobre la vida cotidiana que tuvo esta transformación histórica y lo que significó para las personas que vivían en las zonas rurales.
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El impacto cultural de dicha transformación fue enorme: los ríos cercanos a la ciudad actuaban como centros de encuentro social, causando una fragmentación inmensa en las maneras de vivir. En este sentido, ocurrió un gran cambio en el imaginario cultural con la llegada de la industrialización. Los encuentros con la naturaleza dejaron de ser un asunto primordial para la vida; de hecho, poco queda de muchas quebradas que hace 100 años eran las principales fuentes de agua para muchas familias rurales. Este cambio cultural y generacional se evidenció en el aumento de las migraciones de familias rurales hacia los centros urbanos, así como en la adopción de nuevos ideales relacionados al consumo y al progreso. Además, las implicaciones de vivir en la ciudad también cambiaron. Los trabajos y las actividades culturales ya no necesitaban de las quebradas u otras fuentes naturales para sostenerse. Igualmente, surgió una planeación intensiva alrededor de la tierra y de los cuerpos de agua, con el objetivo de explotar al máximo sus recursos para la producción industrial.
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Bibliografía Álvarez, C.A., Chicangana,Y.A. (2014). Inicios del alcantarillado en Medellín (Colombia), 1920-1955. Universidad Nacional. Recuperado de: https://revistas.unal.edu.co/index.php/historelo/article/download/47022/html_250 Camacho, M. (2010). AGUA, ENERGÍA Y TELÉFONO A COMIENZOS DEL SIGLO XX EN CALI. Cali. Osorio, J. (S.f.). CEMENTO EN COLOMBIA: HISTORIA DE CEMENTOS ARGOS. Obtenido de 360 en Concreto: https://bit.ly/3s52q1S Redacción El Tiempo. (2010). Redes de agua y alcantarillado en Colombia durante el siglo XX. El Tiempo. Recuperado de: https://www. eltiempo.com/archivo/documento/CMS-8440101 Taborda, A.E. (2013). Industrias, telas y modistas, 1900-1930 (tesis de pregrado). Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia. Urrutia, M. (2008). Los eslabonamientos y la historia económica de Colombia. Revista Desarrollo y Sociedad, No. 62, 67-85. https://doi. org/10.13043/dys.62.3
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Cuando se transforma la corriente Francisca y su perro Paco viven en el Valle de Aburrá, Medellín. Disfrutan de una vida feliz entre las montañas, y cada día visitan su lugar favorito: el río. Pero pronto ambos tendrán que enfrentarse a un misterioso monstruo que intenta poner patas arriba su querido río. ¿Podrán descubrir quién es y detenerlo?