AJUSTANDO RELOJES Ya están los acuerdos de paz en nuestras manos, un texto de 297 páginas que ningún colombiano puede dejar pasar, siendo el 2 de octubre la fecha elegida para el plebiscito. Al igual que el reloj, las negociaciones nunca se detuvieron, empezaron en el año 2012 y culminaron en agosto del 2016, años de incertidumbre, tensiones y de especulaciones fueron el tic tac del gobierno, donde la oposición buscaba desquebrajar está línea tan delgada que es la paz. Ahora bien, prima el escepticismo y es normal, mantener más de 50 años de guerra no es fácil, escuchar las palabras muerte, genocidio, secuestros, etc., eran el pan de cada día, el tiempo en Colombia se habría detenido, el dolor de las víctimas se sumaban cada hora, pesadillas constantes del cual no se iba a despertar nunca. El cambio llegó al igual que la transformación de nuestro lenguaje. Es mejor decir paz por aquí, paz por allá, que mostrar el odio hacia los demás. Pero el trabajo no está completo si no lo aplicamos en conjunto, sobra decir que estos
acuerdos no acaban la guerra, pero si facilitan que la paz sea más duradera. Suenan las campanas para invitar a la gente a leer, en informarse, exponiendo sus ideas de forma crítica y argumentativa, donde el voto es el derecho fundamental que define el futuro del país y de paso a una nueva generación. Y ¿Será que las FARC tendrán participación política? Contundentemente sí, aunque solo podrán hasta el 2018, tendrán el reto de convencer al pueblo colombiano de sus ideologías, remplazando las balas por la retórica y el rifle por la constitución, además su seguridad estará por cuenta del gobierno, con el fin de no repetir la barbarie del ya extinto partido Unidad Patriótica. Sin este engranaje el reloj de la firma de la paz no funcionaría. Seamos conscientes que los acuerdos van mucho más allá que un Santos-Uribe, son pensados para las víctimas, es la base para nuevas estrategias de negociación, corresponden la lucha de los guerrilleros a la vida civil y de paso a la política, aquí no se entregará al país ni mucho menos se acabará la guerra, solamente se cambia el concepto del conflicto por justicia transicional.
Martín Andrés Sánchez Acevedo