Principales Ciudades que conocer y visitar en Sicilia 1.- Palermo: Palermo, capital de Sicilia, conserva y refleja los estilos de todas las culturas que la han conquistado a lo largo de la historia: cartagineses, romanos, bizantinos, árabes, normandos, españoles, austríacos. Caminar por sus calles, visitar sus museos e iglesias, es revivir la historia e admirar el estilo único palermitano. Entre los lugares turísticos que pueden visitar en Palermo están: las Catacumbas de los Capuchinos; la catedral de estilo árabenormando; el Palazzo dei Normanni; las iglesias Martorana, San Cataldo, San Juan de los Eremitas, Iglesia de San Ignacio, de San Francisco de Asís, de San Giuseppe dei Teatini y Casa Professa; los Quattro Canti; la fontana Pretoria; los teatros Politeama y Massimo. Entre los museos más importantes de Palermo: el Museo Arqueológico, la Galería Regional de Sicilia, y el Museo Internacional de Marionetas. En las cercanias de Palermo, también pueden visitar: la ciudad de Monreale y su bella catedral. 2.- Taormina: Taormina es una de las ciudades turísticas más bellas de Sicilia. Combina lo mejor de la naturaleza con las actividades nocturnas. Excelente meta para disfrutar de bellas playas, largas caminatas por senderos que bordean la costa, y vida nocturna. En verano organizan variados eventos, conciertos, obras teatrales, excursiones, mercadillos típicos, y muchos otros. 3.- Catania: Catania es una hermosa ciudad ubicada en la costa este de la Sicilia, segunda ciudad más grande de toda la isla, ubicada a los pies del volcán más grande de Europa: el Etna. Además de ser una ciudad muy hermosa y llena de atracciones turísticas que os dejarán encantados, Catania es también una ciudad muy importante y completa: centro universitario, principal centro económico de la región, contiene uno de los puertos más activos de Italia, lleno de vida sea de día que de noche. Es la ciudad perfecta para disfrutar un poco de la vida y sazón de los Italianos. 4.- Siracusa: Siracusa fue la ciudad griega más importante de Sicilia, en la costa oriental de la isla entre Catania y el cabo Pachynus. Por Su belleza e historia, Siracusa y la necrópolis rocosa de Pantalica fueron declaradas patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2005. De estos dos elementos, la parte que corresponde a Siracusa se concentra en la ciudad antigua. Es especial también por su buena comida y la coordialidad de sus habitantes. 5.- El Valle de los Templos en Agrigento: Es uno de los sitios arqueológicos más importantes y el más grande del mundo (1300 hectáreas) que desde el 1977 se cuenta entre los monumentos Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Los Templos se encuentran en las cercanías de la ciudad de Agrigento. En las cercanias también pueden conocer la Scala dei Turchi, playa de los acantilados blancos. 6.- Cefalú: Cefalú está ubicada muy cerca de la ciudad de Palermo, su hermosura la ha hecho ser parte de la lista de “los Burgos más bellos de Italia”. 7.- Lampedusa: La isla de Lampedusa es una pequeña isla, perteneciente al archipielago de las Islas Pelagias, ubicada en el corazón del Mar Mediterraneo. Lampedusa está bajo la provincia de Agrigento, en la Región Sicilia; es el punto y el centro poblado más meridional de Italia. Una de las curiosidades geográficas de Lampedusa es que aún siendo italiana, geologicamente la isla pertenece al Africa y está más cerca a las costas de Tunisia (113 km) que a las de Italia (205 km de Porto Empedocle ,en Sicilia).
Agrigento Es uno de los sitios arqueológicos más importantes y el más grande del mundo (1300 hectáreas) que desde el 1977 se cuenta entre los monumentos Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Los Templos se encuentran en las cercanías de la ciudad de Agrigento en la parte sur de la Sicilia. El Valle de los Templos se caracteriza por contener restos de más de 10 templos de estilo dórico, 3 santuarios, varias necrópolis, Obras hidráulicas (antiguos jardines y fuentes) y fortines: una entera ciudad en ruinas. Entre las principales ruinas que encontramos están: TEMPLO DE LA CONCORDIA: De todos los templos que se encuentran en el valle éste es el único que aún permanece casi totalmente en pié, considerado como uno de los edificios dóricos mejor conservados en el mundo. La razón por la que se conserva con tanto esplendor es porque en el siglo VI después de Cristo este templo fue convertido en templo cristiano. Se estima que fue construído apróximadamente en el 430 A.C. pero no se sabe con exactitud a cuál deidad era dedicada. Se le llama “De la Concordia” por una de las inscripciones en latín que se lee en una de las rocas cercanas al templo. TEMPLO DE LOS CASTÓRES (Hijos de Zeus): También conocido como Templo de los Dióscuros. Fue construido en el siglo V, dedicado a las deidades gemelas hijos de Zeus. De las 34 columnas que formaban parte del complejo solo 4 permanecen en pie. Y son justamente las 4 columnas más fotografiadas de todo el valle, convirtiendose en el ícono representativo de Agrigento. TEMPLO DE ZEUS: Su construcción, en honor a Zeus, pretendía que fuese el templo más grande de todo el mundo greco y romano, pero lamentablemente nunca fue terminado debido a la invasión de los cartagos en el año 406 A.C. Una de las características de este templo eran los “Telamones” que son enormes figuras humanas gigantes ubicadas entre cada columna para soportar el edificio. No queda mucho de este templo, pues sus bloques fueron utilizados para construir otros edificios en la zona. TEMPLO DE HERA: Fue construído apróximadamente en el siglo V A.C. dedicado a la diosa del matrimonio y de los niños. Se encuentra ubicado en el punto más alto de todo el valle, en la parte más a sureste del complejo. Inicialmente contenía 34 columnas de las cuales 30 permanecen aún en pie. TEMPLO DE HERCULES: Es el templo más viejo de todo el valle de los Templos, se piensa que su construcción terminó a finales del siglo VI A.C. dedicado a Hércules el famoso héroe mitológico. Hoy solo 8 de las originales 38 columnas permanecen en pie. Los precios de entrada al Valle de los templos es de 10,00€ (5,00€ niños) y permite la visita sea al valle que al museo. y se encuentra abierto desde las 8:30 am hasta las 19:00 (aunque algunas zonas como la del Templo de Zeus cierra alrededor de las 17:00). Es también posible visitar la Valle de los Templos en horario nocturno durante el período de verano: desde las 19:45 hasta las 23:00. El Ingreso es gratuito para todos los ciudadanos pertenecientes a la comunidad europea de edad inferir a 18 o superior a 65 años. El Ingreso es también gratuito para todos los visitantes desde el 16 al 25 de Abril 2010, por motivo de la SEMANA DE LA CULTURA.
Catania Son visitas inexcusables la Plaza de la Catedral donde se ubica el Comune y La catedral de Catania, el Duomo, en torno a la Fuente del Elefante de Vacarini; el mercado de la Pescheria, y el mercado de la Fiera, el teatro y el anfiteatro romano, el odeón, Via Crociferi con su hilera eterna de iglesias, los Jardines Bellini, el Teatro Massimo Vincenzo Bellini que debe su nombre al ilustre compositor local, Via Etnea con sus comercios y heladerias, San Nicolo y el convento de de los Benedictinos (sede de la Universidad di Lettere de Catania), sin olvidar el castillo
Ursino y la multitud de palacios barrocos que proliferan en Catania. Conviene aprovechar la estancia en Catania para deleitarse de la típica pasta alla norma con berenjena y ricotta, y que debe su nombre al hijo predilecto de la ciudad, el compositor Vincenzo Bellini, autor de la ópera Norma. Si tenemos la suerte de visitar Catania entre el 3 y el 5 de Febrero podremos participar en la multitudinaria fiesta en honor de la patrona de la ciudad, Santa Ágata, cuya fervorosa devoción no tiene parangón. En las afueras de Catania, hacia Mesina, encontramos la Ribera de los Ciclopes, con los pueblos de Aci Castello y su castillo normando sobre un promontorio de piedra lávica, y Aci Trezza, con sus farallones lanzados por Polifemo contra Ulises según la mitología. Y un poco más al norte Acireale, fantástica villa que deslumbra con sus carnavales internacionales.
Taormina Taormina es sin lugar a dudas una de las joyas sicilianas. Bien es cierto que la sobreexplotación turística ha derivado en una aglomeración de curiosos extranjeros que agitan la vida de los 10.000 habitantes de la ciudad. Emplazada a doscientos metros de altura, sobre el Monte Tauros, una expléndida terraza natural, Taormina, la antigua colonia Tauromerion, fundada por colonos huidos de la saqueda Naxos en el 403 a. C, fue, arrasada por Siracusa, enaltecida por los romanos, y capital de la isla por un periodo breve de la Sicilia bizantina. Desde su toma por los normandos en 1078 hasta el siglo XVIII, no pasó de ser un apacible pueblo de costa. A partir del 1700, escritores alemanes e ingleses como Bartlett y Goethe que empredían circuitos de inspiración por Europa, pararon por Taormina. Aún así, no sería hasta 1866 cuando el ferrocarril una la ciudad con Mesina, facilitando el acceso de turistas del Norte de Europa, algunos tan ilustres como el emperador ale mán Guillermo II. Cuna de los descansos de algunos de los escritores más importantes del siglo XX como Truman Capote, Tenessee Williams, Thomas Mann o Cocteau entre otros, y de artistas como Greta Garbo, Cary Grant, Dalí, Orson Welles o rita Hayworth, Taormina ha dejado de ser un lugar de reflexión para formar parte de uno de los ejes de exaltación turística de Sicilia. Sin embargo, tales son los placeres visuales que nos puede ofrecer la ciudad que es imprescindible visitarla. Cabe destacar sobre manera el Teatro griego cuya importancia se evidencia en el posterior uso que continuaron los romanos. Pero no es la única joya, Taormina no sería nada sin los adornos naturales que engrandecen el teatro; la panorámica de la bahía de Naxos y el Etna al fondo hacen del Teatro de Taormina una de las postales más recurrentes de nuestra visita a Sicilia. Paseando por las calles de Taormina, repletas de recuerdos típicos sicilianos, encontraremos reminiscencias de la ocupación de la corona de Aragón, como los detalles del palacio Corvaja o el Ciampoli de estilo gótico catalán, o calles floridas de corte medieval, sin obviar la catedral de Taormina, Il Duomo de San Nicolo, la villa comunale con sus jardines, o el palacio de los Duques de San Stefano, uno de los mejores ejemplos de arquitectura normanda de la isla. Es recomendable acudir en transportes públicos, ya que el centro de Taormina es peatonal y aparcar el coche es hartamente complicado. Aún así, para los valientes, la zona de Mazzaro, la playa a los pies de la ciudad, es el lugar idoneo para dejar el coche. Desde aqui bien el autobús o el funicular nos llevarán al final de Via Luigi Pirandello, la carretera que sube del mar al centro de Taormina. Allí, la porta Messina, marca la entrada a la calle principal, el Corso Umberto I, repleto de tiendas de ropa y de recuerdos, tiendas de antiguedades, y balcones vestidos de flores. Siguiendo Umberto I llegamos a la Plaza Vittorio Emanuelle II, construida sobre el antiguo foro romano, y que ahora alberga el palacio Corvaja o Corvaia (s. XIV), sede del primer parlamento de Sicilia (1410), y que combina una torre árabe del siglo X, decorada con piedra lávica y piedra pomez blanca, además de toques de gótico catalán. Actualmente es la sede de la Oficina de Turismo de Taormina y del Museo Siciliano d’Arte e Tradizioni Popolari, con pupis, marionetas sicilianas, vestidos típicos, carrettos y gran variedad de piezas, entre ellas los ex-voti, ofrendas rústicas de pinturas vóticas en agradecimiento a la intervención divina en salvaciones “milagrosas” en multitud de variopintos sucesos accidentados. A la izquierda del palacio está la Iglesia de Santa Caterina, construida en el siglo XVII sobre restos aún visibles desde dentro del odeón romano, un mini-teatro que albergaba 200 plazas. En el otro extremo de la plaza, el desvió de la Via Teatro Greco nos lleva hasta el expléndido Teatro, que es el monumento más solicitado de Taormina. Cerca están las ruinas de las Naumachie, titánica obra de una pared sostenida con
contrafuertes, que permitía almacenar en una cisterna, las aguas provenientes de la montaña, para abastecer la ciudad e irrigar campos. De vuelta al corso alcanzamos la Piazza 9 Aprile, un mirador sobre el mar y el Etna. En ella la ex-Iglesia de San Agostino de 1486 hace las veces de Biblioteca, y sobre una escalinata, la barroca Iglesia de San Giussepe. Sobre la porta di Mezzo la torre dell’Orlogio despide la agitada plaza llena de turistas degustando los cafes más caros de Sicilia. De esta manera nos adentramos en el barrio más antiguo de Taormina, y en el que las influencias árabes se hacen más patentes, con callejuelas que desembocan primero en la Iglesia de San Giovanni de Malta de 1533, en el Palacio Ciampoli, un edificio gótico-catalán de 1412, con ventanas geminadas que hace de Hotel; y más adelante en la Plaza del Duomo, con el Comune (ayuntamiento), y la Catedral di San Nicolo, tan sobria como prescindible. Via Umbero acaba en Porta catania, donde un escudo aragones (1440) nos hace pensar que podriamos estar en cualquier zona del Levante Español. Antes de llegar, subiendo una serie de cuestas empinadas, arribaremos a la Badia Vecchia, (Aqui está el Museo Arqueológico) una torre normanda con almenas que se reformó en el siglo XIV. Otro ejemplo de arquitectura normanda es el palazzo dei duchi di San Stefano, en la Piazza San Antonio. Para descansar del ajetreo, la Villa Comunale, debajo del Teatro, jardines repletos de vegetación diversa, que a finales del XIX pertenecieron a la aristócrata escocesa Miss Florence Trevelyan (al parecer amante del futuro rey Eduardo VII), quién ideo unos edificios de ladrillo al estilo “lego”. Debajo de Taormina se halla la isola bella, un islote que en bajamar abre un camino de arena con la playa, y en los alrededores podremos visitar las Gargantas de Alcántara, inaudita formación basáltica en forma de desfiladero.
Cefalú Cefalu es pese a su tamaño uno de los puntos más visitados por los turistas y viajeros que vienen de vacaciones a Sicilia. Su paisaje de pequeño puerto pesquero sobre el apacible tirreno es a menudo campamento para las rutas por la isla, y sus largas playas de arena dorada que se extienden hacia las bahías de Aranciotto y de Settefrati, con su siete farallones - que según la leyenda local son los cuerpos petrificados de siete hermanos que acudieron inútilmente para auxiliar a una bellisima mujer- son muy estimadas por nativos y foraneos. Al período helenístico-romano pertenecen las murallas aún visibles frente al mar. Los árabes conquistarón el asentamiento bizantino, que la gobernaron hasta el inicio del siglo XI, cuando los Normandos reconquistan Sicilia. Los signos de la dominación normanda son tan numerosos que no es casual que Cefalu sea llamada la “ciudadela normanda”. El edificio más importante es sin duda la catedral, del inicio del siglo XII; la tradición dice que su construcción haya sido decidida por Rogelio II, desembarcado milagrosamente en la costa luego de haberse salvado de una tempestad. Entre tantas especialidades de pescado que les puede ofrecer la cocina de Cefalu, cabo reseñar las “anchoas de la duquesa”, un guisado hecho con anchoas, pan de molde, ajo, cebolla, perejil, aceite y vinagre, que se despalma sobre una rebanada de pan, tal vez añadiendo un poco de mantequilla. El Corso Ruggero es la calle principal del casco viejo, marcaba los límites de la ciudad durante la Edad Media. Hoy se alinean iglesias barrocas y palacios nobles a ambos lados de la calle. Aquí se encuentran las tiendas más elegantes de Cefalu. En el puerto viejo se puede disfrutar de las mejores vistas del núcleo antiguo. Ahí también se halla la Porta de Pescara, una de las cuatro puertas de acceso a la ciudad en en el XVII. La catedral normanda es el centro neurálgico de Cefalu, bajo la sombra de la Rocca, gran roca de piedra, con forma de cabeza (Cephaloedium), que da nombre a la ciudad ,y sobre cuyas laderas se encuentra el Templo de Diana. En la piazza del Duomo se encuentran el antiguo Monasterio de Santa Caterina, actual ayuntamiento, y la fachada del Palacio Episcopal así como el palacio Piraino. Tampoco debemos dejar de ver en Cefalu el Museo Madralisca, el Bastión del cabo Marchiafava, el Lavadero público medieval, el Osterio Magno con su ventanal, las estrechas callejuelas medievales empedradas que nos harán perdernos hasta encontrarnos con el mar o la catedral.
Palermo , Capital de Sicilia Palermo, capital de Sicilia, es una joya cubierta del polvo de la historia, de las desgracias que han reportado los desastres naturales en forma de terremotos, y del lastre que han provocado la especulación inmobiliaria, la miseria y el paro o los crímenes de la mafia. Al final si obviamos estos apuntes que no explican la totalidad de la realidad palermitana, nos encontraremos con una asombrosa ciudad, repleta de piedras con historia, una amalgama de retales que forman el gran puzzle de estrellas que brillan en Palermo. Las dimensiones de la periferia de Palermo, hacen de esta metrópolis siciliana, la ciudad más grande de Sicilia (más de 800.000 h.), y unas de las más pobladas y ricas culturalmente del Mediterraneo Antiguo. Siendo una ciudad tan abigarrada, Palermo tiene un trazado poco regular, con calles estrechas, incluso las relativamente importantes, con distancias asumibles a menos que pretendamos cubrir en un día lo que bien necesita un mes. Si a esto unimos los asimétricos horarios de algunos de sus principales monumentos, cabe la advertencia de planear visitar Palermo zona a zona. Los itinerarios o rutas se pueden plantear por épocas, estilos, o simplemente por proximidad geográfica. Como casi siempre, lo más sugerente será callejear y descubrir Palermo a través de las sorpresas que depara cara esquina que se abre a tesoros me nospreciados en las guias. Lo cierto, es que los vestigios de los diferentes conquistadores de la ciudad son tan variados que permiten coexistir la Mezquita arabo-normanda de San Giovanni degli Eremiti, con la genial catedral, la capilla palatina del Palacio Normando, o la plaza de Quattro Canti donde convergen las dos vias principales de la ciudad Vittorio Emmanuele y Via Maqueda. Bajando hacia el mar, bien sea desde Monreale, o desde la salida de la autopista, accedemos a Palermo a través de la Via Calatafami, eterna avenida que nos da una idea del tamaño de la ciudad. A los lados (y mal señalizados como es habitual en Sicilia), están dos visitas tan contrapuestas como atractivas. Por un lado las Catacumbas de los Capuchinos en el Monasterio homónimo, famosas por sus cuerpos embalsamados, que gracias a las rupestres pero eficaces técnicas de conservación muestran momias “disecadas” de difuntos. Por el otro la Zisa, palacio normando de arquitectura árabe recientemente restaurado que era residencia de los reyes normandos que gobernaban Sicilia desde Palermo. Siguiendo Corso Calatafami nos encontramos con la Porta Nuova, al lado del Palacio de los Normandos, alzada en 1460 para abrir la principal arteria de Palermo, la Via Vittorio Emanuele. Su techamen cubierto de azulejos es sin embargo una reforma de estilo manierista de 1535, promovida por el virrey Colonna para conmemorar la entrada triunfal del emperador Carlos V tras la victoria en Túnez. La restauración de 1696 para “parchear” los destrozos del terromoto añadió los 4 moros. Via abajo enocntraremos la villa Bonnano a la derecha con el Palazzo Sclafani de 1330 en uno de sus esquinas (hoy sede de la Comandancia Militar) y el Hospital y Cuartel de San Giacomo a la derecha. Seguidamente a la derecha encontramos la plaza de la Catedral. El edificio catedralicio, alterado continuamente no ha perdido sin embargo su majestidad. Fue basílica paleocristiana, mezquita árabe, y templo cristiano para los normandos. Unida por dos arcos a la torre del campanario, ofrece una preciosa foto panorámica. Sin perder el hilo de Ariadna de Vittorio Emanuelle, curioseando por los comercios, y haciendonos cargo del intenso tráfico de coches, motos, motocarros, peatones, carros, etc…, llegamos a Quattro Canti (Piazza Vigliena). Cortada por Via Maqueda, Emanuelle se abre a un armonioso espacio donde cuatro fachadas cóncavas de edificios del XVIII articulan en tres ordenes estatuas de los cuatro estaciones, los reyes españoles, y las cuatro santas palermitanas de cada distrito. Por la noche es imprescindible acercarse a la Plaza Pretoria, custodiada por el Palacio Senatorio, actual ayuntamiento y por la suntuosa Iglesia de Santa Caterina. En el centro de la plaza los jovenes de Palermo se congregan alrededor de la fuente Pretoria mientras los turistas se fotografian sin parar. A la salida de la plaza Pretoria llegamos a la Plaza Bellini circundada por el Antiguo Teatro y hoy pizzeria, y por la preciosa iglesia normanda La Martorana, además de la Iglesia de San Cataldo. Al otro lado de Vittorio Emanuelle, hallaremos entre callejuelas, el fascinante mercado de la Vucchiria. Su nombre deriva del francés, boucherie, es decir carnicería. Creció a partir de los siglos X-XII alrededor de la plaza Caracciolo y la vía Argenteria. Los puestos de fruta, pesacado, carne, quesos, especias, gangas, etc.. adquieren un halo mágico cuando cae la noche y los puestos encienden sus enormes focos y la luz se refleja en sus carpas rojas. La mezcla de olores y colores es tan indescriptible como inolvidable. Con tranquilidad también podremos curiosear en el Museo
internacional de Marionetas, con muestras de marionetas de todo el mundo, destacando los pupis sicilianos. La oferta cultural de la capital de Sicilia viene enriquecida con el Teatro Politeama ante la eterna remodelación del Teatro Massimo del siglo XIX. El Museo Arqueológico de Palermo recoge piezas de todo tipo, centrándose en los restos hallados en las excavaciones de toda la isla. Dominando desde la distancia se alza el Monte Pellegrino y a sus pies el parque afrancesado de la Favorita, pulmón del ajetreo y tráfico de Palermo. Si seguimos adelante hallaremos la ensenada y la playa de Mondello donde los palermitanos ahogan el calor de los veranos en baños diarios y en fiestas y copas por la noche. A 11 kilómetros de Palermo se encuentra Monreale, punto inexcusable de visita. Su monasterio benedictino, con su majestuosa catedral y su claustro suponen la culminación del arte arabo-normando en Sicilia.
MARWAN VIAJES