LA RECONCILIACIÓN… MIS PECADOS SERÁN PERDONADOS EN EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN OBJECIONES: “YO ME CONFIESO DIRECTAMENTE CON DIOS” Mucho atrevimiento, imprudencia, desconfianza, debilidad e ignorancia e la fe.
Decide vivir al margen de la Palabra de Dios. Pone en riesgo la salvación del alma por despreciar la oportunidad y la gracia de este Sacramento. 2Cor 5,18-20: → El discípulo está dispuesto a renunciar a su manera Humana de ver las cosas para adquirir la manera de pensar de Dios.
LA RECONCILIACIÓN…
MUCHOS HERMANOS ESPERADOS TERGIVERSAN Jer 17,5: “Así habla Yahvé: ¡Maldito el hombre que confía en lo humano, que busca su apoyo en un mortal, y que aparta su corazón de Yahvé!” El texto refiere a la conducta cometida por los israelitas de considerar como dioses a los reyes de naciones vecinas o a aquellos elementos de la creación que estos reyes y emperadores convertían en dioses vía decreto real y bajo pena de muerte para quienes no los adoraran. No aplica ni se refiere a la Reconciliación, pues no es invención de hombres sino un Sacramento instituido por el mismo Jesucristo
LA RECONCILIACIÓN… El Discípulo de Jesucristo dice AMÉN a la Palabra de Dios. Lev 5, 25-26: “Si lo juzgas conveniente, traerá a Yahvé su sacrificio por el pecado: un carnero sin defecto, una res de ganado menor, y lo dará al sacerdote. El sacerdote hará la expiación por esta persona en presencia de Yahvé, y le será perdonado el pecado que haya cometido.”
Sal 32,3-5: “Guardaba silencio y se consumía mi cuerpo, cansado de gemir todo el día, pues descargabas día y noche tu mano sobre mí; mi corazón cambiaba como un campo que sufre los ardores del estío. Reconocí mi pecado y no te oculté mi culpa; me dije: "Confesaré a Yahvé mis rebeldías". Y tú absolviste mi culpa, perdonaste mi pecado”.
LA RECONCILIACIÓN… El Discípulo de Jesucristo dice AMÉN a la Palabra de Dios. Mt 16,19: Jesús le dice a Pedro: “Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo.”
Mc 1,5: Toda la provincia de Judea y el pueblo de Jerusalén acudían a Juan para CONFESAR sus pecados y ser bautizados por él en el río Jordán. Stgo 5,16: Confiésense, pues, mutuamente sus pecados y oren los unos por los otros, para que sean curados. La oración ferviente del justo tiene mucho poder.
LA RECONCILIACIÓN… El Discípulo de Jesucristo dice AMÉN a la Palabra de Dios. Jn 20,22-23: “Reciban el Espíritu Santo: a quienes descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos.”
Hch 19,18-19: “Muchos de los que habían aceptado la fe venían a confesar y exponer todo lo que antes habían hecho. No pocos de los que habían practicado la magia hicieron un montón con sus Libros y los quemaron delante de todos”.
LA RECONCILIACIÓN… De la CONFESIÓN PÚBLICA a la CONFESIÓN PRIVADA… La Iglesia Católica también hacía en sus primeros tiempos la confesión pública de la cual hace mención Stgo 5,16; pero, la prudencia ante excesos y el garantizarle el respeto a la dignidad de las personas recién reconciliadas llevó en la Edad Media a establecer el sacramento de manera privada y bajo secreto de confesión. Muchas personas no tienen la prudencia y el equilibrio ante los pecados confesados en público, y muchos, en lugar de conseguir una reconciliación, se encontraron con un conato de nuevas tensiones y señalamientos dentro de la comunidad.
LA RECONCILIACIÓN… El Sacerdote, aunque frágil y pecador, puede y debe administrar este Sacramento al pueblo de Dios. Hb 5,1-6: “Todo sumo sacerdote es tomado de entre los hombres, y los representa en las cosas de Dios; por eso ofrece dones y sacrificios por el pecado. Es capaz de comprender a los ignorantes y a los extraviados, pues también lleva el peso de su propia debilidad; por esta razón debe ofrecer sacrificios por sus propios pecados al igual que por los del pueblo”. Lc 15,20-24: El abrazo del padre a su hijo simboliza el trato de perdón que el sacerdote da a quien se confiesa y la absolución representa la decisión que toma Dios Padre de dejar atrás la página del error cometido y hacer todo nuevo; es por esto que la paz vuelve al corazón.