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NO TE AUTOMEDIQUES
NO TE AUTOMEDIQUE
Redacción Por Dra. Sara Cosgrove / Johns Hopkins Medicine
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El médico escocés, Alexander Fleming, descubrió la penicilina en 1928 y, desde entonces, los antibióticos han transformado la medicina moderna y han salvado la vida de millones de personas al erradicar o ralentizar el crecimiento de bacterias que producen enfermedades como la bronquitis y la neumonía. Sin embargo, poco después de ganar el premio Nobel en 1945, Fleming publica la siguiente advertencia en el New York Times: “El médico que irreflexivamente administra penicilina asume la responsabilidad moral de la muerte del paciente que sucumbe a una infección por la resistencia del organismo a la penicilina”. Tal como lo predijo hace casi 75 años, el mundo se enfrenta hoy a una crisis de salud pública por la resistencia bacteriana. La administración indiscriminada e indebida de estos fármacos esenciales, tanto en personas como en animales, da lugar a mutaciones que les permiten a las bacterias resistirse a los antibióticos que médicos y pacientes han empleado durante años para combatir infecciones bacterianas graves e incluso mortales. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la resistencia de las bacterias a los antibióticos perjudican al menos a dos millones de personas anualmente en Estados Unidos, de las que mueren 23 mil. Los efectos de esta amenaza son igualmente desoladores a nivel mundial: se prevé que, para el año 2050, las bacterias farmacorresistentes causarán más muertes que el cáncer. Los médicos, tanto de Johns Hopkins como alrededor del mundo, hacen un llamado para adoptar medidas destinadas a cambiar la forma en que se prescriben y administran los antibióticos. La mitad de la prescripción total de antibióticos ocurre en el ámbito de la medicina ambulatoria. Según los investigadores, se estima que los médicos prescriben antibióticos de manera innecesaria aproximadamente un 30% de las veces, a pacientes que no presentan indicios de una infección bacteriana. Los investigadores de Johns Hopkins concuerdan en que los médicos deben recetar tratamientos antibióticos más cortos, y que los pacientes deben abstenerse de solicitarlos cuando no sean necesarios; aunque estos dos comportamientos implican la adopción de medidas nuevas, tanto a nivel clínico como social. El consumo de antibióticos en el mundo aumentó más de un tercio entre 2000 y 2010, en gran parte por el acceso a antibióticos de países con economías emergentes, entre ellos, Brasil, China, India, Rusia y Sudáfrica. Asimismo, los países desarrollados han mantenido un consumo considerable: el consumo de antibióticos por persona en EUA es dos veces más alto que en India y tres veces más alto que en China. Es indispensable que retomemos la visión inicial que se tenía de los antibióticos: un recurso de inmenso valor que se debe conservar. Los médicos debemos comprometernos a preescribirlos en situaciones que persigan curar infecciones de origen bacteriano y mejorar los resultados clínicos. Los antibióticos deben complementar las iniciativas de salud pública en el mundo, no ser un sustitutivo para mejorar la salud y la atención médica. Por esto es indispensable un llamado a toda la comunidad a no automedicarse y no ofrecer ningún tipo de medicamento sin receta médica. Al unir la voluntad de todos para conservar la eficacia de los antibióticos se podrá salvar más vidas en el futuro. El contenido es cortesía de Sara Cosgrove, M.D., profesora de medicina y epidemiología de la Facultad de Medicina en la Universidad Johns Hopkins y directora del Programa de Gestión Antimicrobiana del Hospital Johns Hopkins. El contenido fue reproducido con el permiso de la Oficina de Mercadeo y Comunicaciones de Johns Hopkins Medicine International. No se permite reutilización ni reimpresión adicional. La información pretende educar al lector y no es sustituto de consultar con un médico.