El rol de la vanguardia y la figura del traidor en la concepción marxista

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El rol de la vanguardia y la figura del traidor en la concepción marxista: la contribución del testigo, el testimonio y la ficción para la historia »

Palabras claves: vanguardia – marxismo-leninismo - figura del traidor – testigo – testimonio – traidor –ficción

› Resumen El concepto de Aufhebung en Marx encierra los siguientes aspectos: el de la abolicioó n, el de la superacioó n, el de la transfiguracioó n y el de la conservacioó n. ¿Coó mo podríóa leerse la Aufhebung seguó n la interpretacioó n marxista del partido de vanguardia? Para poder transfigurar y superar el modo capitalista, es necesario, previo al comunismo, conservar la divisioó n de clases, creando una vanguardia que se impone como clase dirigente. Se conserva la autoridad, la disciplina, se conserva la negacioó n de la libertad porque la direccioó n es la que porta la conciencia, la lectura correcta del socialismo cientíófico. Para abolir el modo de produccioó n capitalista, es necesario abolir cualquier elemento que resulte hostil, cualquier elemento que presente ideas diferentes de las emanadas de la direccioó n. En este trabajo se analiza como operoó la figura del traidor en la Rusia leninista, en la Espanñ a del 36, en la Checoslovaquia comunista de los anñ os sesenta a la luz del testimonio de escritores que fueron partíócipes y testigos de estos hechos para luego revisar coó mo operoó la figura del traidor en la Argentina de los anñ os setenta.

› Presentación En esta monografíóa me interesa partir de la contribucioó n de Marx al estudio de la historia para luego analizar de queó manera interpretaron a Marx, queó hermeneó utica desarrollaron las direcciones de diferentes partidos marxistas en diversos procesos revolucionarios del siglo XX. Para ello intentareó encontrar puntos en comuó n en la críótica que presentan los testimonios de diferentes testigos ya sea en formato de biografíóa o de ficcioó n literaria. En este marco se evaluaraó el rol de la vanguardia y la figura del traidor en la Rusia leninista, en la Espanñ a del 36, en la Checoslovaquia comunista de los anñ os sesenta y en la Argentina de los setenta. Creo que una buena manera de introducir el desarrollo de esta monografíóa es con una frase de Michael Loö wy 1: “En realidad, ahora que el marxismo dejó de ser usado como una ideología de Estado oficial por parte de regímenes burocráticos y parasitarios, hay una oportunidad histórica para redescubrir el mensaje marxiano original y desarrollarlo de una manera creativa. Por mi parte, todavía creo, así como en 1970, que la teoría de la revolución del joven Marx –la filosofía de la praxis y, dialécticamente ligada con ella, la idea de la autoemancipación de los trabajadores– sigue siendo la mejor brújula para conocer el propio camino en el actual y confuso panorama histórico.”

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Löwy, M., La teoría de la revolución en el joven Marx, Herramienta, 2010.


Por un lado, encontramos el teó rmino ideología de Estado oficial y el teó rmino regímenes burocráticos. La concepcioó n de una ideologíóa oficial, de un Estado burocraó tico, se enlaza con el anaó lisis que intentareó exponer respecto de la importancia determinante que han tenido histoó ricamente los conceptos de vanguardia, de direccioó n y del traidor, el contrarrevolucionario en la lectura que los partidos marxistas han hecho de Marx. Por otro, el llamado a redescubrir el mensaje marxiano original y la mencioó n a la idea de la autoemancipación de los trabajadores resulta un buen punto de base para volver a explorar cuaó l es este mensaje marxiano original, cuaó l es esa contribucioó n fundamental de Marx y cotejar si efectivamente se puede trazar una exeó gesis muy otra respecto de esta hermeneó utica que llevaron a cabo los partidos marxistas de vanguardia. Pasemos revista, entonces, a algunos de los aportes maó s importantes de Marx a la filosofíóa de la historia 2 en lo que tiene que ver con el desarrollo de esta monografíóa. Podemos encontrar varios pensadores que influencian el pensamiento de Marx (pensadores con las cuales a la vez discute). Entre ellos se cuentan Feuerbach 3 y Hegel en lo que hace a Filosofíóa, Smith, Sismondi y Ricardo en materia de Economíóa Políótica, y por uó ltimo el Socialismo Utoó pico de Proudhon 4 y ciertas ideas del romanticismo (Carlyle, Balzac) 5 en lo que refiere a la negatividad asociada a las críóticas a la modernidad, a la cuantificacioó n de la vida en la sociedad burguesa y al capitalismo en general. Incluso se puede observar en Marx cierta simpatíóa por algunas formaciones sociales precapitalistas, una “nostalgia del paraíóso comunitario perdido” 6. Ocurre que Marx incorpora muchas de estas ideas pero a la vez las acomoda de manera de enfatizar la críótica –e incluso impugnar- buena parte del pensamiento original del cuaó l provienen dichas ideas. Claramente Marx no es un romaó ntico, Marx defiende un rol positivo para al progreso e incluso para el capitalismo a lo largo de la historia. A su vez Marx criticaraó a Hegel por idealista; a Feuerbach por no incorporar la dialeó ctica en su visioó n materialista; a los claó sicos de la economíóa políótica por no reconocer la tensioó n entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales de produccioó n que conducen inevitablemente a la crisis del capitalismo y a su reemplazo necesario por un un modo de produccioó n superior; a Proudhon como el ideoó logo del socialismo pequenñ o-burgueó s. No es el espíóritu de la presente monografíóa realizar un anaó lisis exhaustivo de las similitudes y diferencias de Marx con estas corrientes de pensamiento ni mucho menos reponer el detalle de la contribucioó n de Marx a la filosofíóa de la historia. Sin embargo me interesa presentar algunos elementos del aporte de Marx que resultan caros para el desarrollo de este trabajo. Uno de los conceptos centrales de la contribucioó n de Marx en los que hareó eó nfasis en este trabajo es el de Aufhebung. Se puede decir que Marx aplica este concepto virtualmente a todo su trabajo. Este teó rmino encierra baó sicamente los siguientes aspectos o dimensiones: el de la abolicioó n, el de la superacioó n, el de la transfiguracioó n y el de la conservacioó n. Al cambiar el modo de produccioó n, por ejemplo del capitalismo al socialismo, esperamos que se conserven las fuerzas productivas, la potencia del modo anterior, pero que a la vez ocurra una abolicioó n de los aspectos negativos con la concomitante transfiguracioó n y superacioó n de las tensiones. En esta dialeó ctica, la historia resultaraó un proceso de contradicciones en esa tensioó n entre fuerzas productivas y relaciones sociales de produccioó n. En el modo de produccioó n capitalista, el mercado mundial hace que el rango de afectacioó n de estas tensiones resulte total. Se exacerban las fuerzas productivas y se llega al grado maó ximo de desigualdad en la apropiacioó n del producto del trabajo. Marx encuentra la potencia de la miseria. El proletariado naciente es a su vez el sepulturero del modo de produccioó n que lo ha hecho nacer. El capitalismo multiplica el ejeó rcito de reserva, el asalariado soó lo dispone de su fuerza de trabajo, esto lo hace tomar conciencia, y esto permite que avance, que progrese la historia hacia un nuevo modo de produccioó n en donde el hombre deje de ser homo faber y pueda desarrollar sus diversas potencialidades. 2

Lavagnino, N., “La filosofía de la historia de Karl Marx”, en Brauer (comp.) La historia desde la teoría, Volumen 1, Prometeo, 2009. 3

Marx, K., La Ideología Alemana, Pueblos Unidos, 1968, Prólogo y Parte I, pp.11-90.

4

Marx, K., Miseria de la Filosofía, Siglo XXI, 1987,Cap. 2, "El método", pp. 83-110.

5

Löwy, M. y Sayre, R., El Romanticismo como contracorriente de la modernidad, Nueva Visión, 2008, Cap III, Excursis: Marxismo y Romanticismo, pp.103-114. 6

Ibíd., p. 110.


El final, el sentido, el telos de la historia que en su desarrollo, en su proceso de formacioó n, en su bildung se dirige de manera inexorable hacia el comunismo. Con el materialismo dialeó ctico como filosofíóa, con el socialismo cientíófico como meó todo verdadero encontramos la dialeó ctica entre darstellung y vorstellung, entre presentacioó n y representacioó n. La conciencia es un producto, una metalepsis del siglo XIX. No es la causa sino el resultado, el efecto de los objetos. La ideologíóa, queda del lado de las representaciones y lo real es lo material. Marx desarrolla el concepto de dictadura del proletariado para referirse a la etapa de transicioó n entre el capitalismo y el comunismo. Antes del advenimiento de la sociedad sin clases, de la sociedad si explotadores ni explotados, del modo de produccioó n en el cual cada cual da seguó n sus capacidades y cada cual recibe de acuerdo a sus necesidades es necesario pasar por este períóodo en el cual se invierte la ecuacioó n y la clase trabajadora pasa a gobernar. Marx no da grandes precisiones al respecto y buena parte del marxismo del siglo XX transfiere la carga de esta direccioó n al partido, a la vanguardia, depositaria de esa conciencia que haraó avanzar la historia. En la direccioó n –siempre en la interpretacioó n que de Marx hace el partido de vanguardiainhiere todo el sentido, el telos, el motor del proletariado devenido en conciencia que haraó estallar el modo de produccioó n capitalista. ¿Coó mo podríóa leerse la Aufhebung seguó n la interpretacioó n marxista del partido de vanguardia? En la relacioó n entre la conciencia con aquello que es objetivado, para poder transfigurar y superar el modo capitalista, es necesario, previo al comunismo, conservar la divisioó n de clases, creando una vanguardia que se impone como clase dirigente. La dictadura del proletariado es sinoó nimo de la dictadura del partido. La dictadura del partido es, en los hechos, la dictadura de su dirigencia. Esto implica obviamente un otro que es dirigido. Se conserva la autoridad, la disciplina, se conserva la negacioó n de la libertad porque la direccioó n es la que porta la conciencia, la lectura correcta del socialismo cientíófico. Para abolir el modo de produccioó n capitalista, es necesario abolir cualquier elemento que resulte hostil, cualquier elemento que presente ideas diferentes de las emanadas de la direccioó n. La disidencia es traicioó n y debe ser abolida. El pensamiento diferente es contrarrevolucionario. O se estaó con nosotros o se estaó con el enemigo. Con la existencia de una vanguardia que detenta la verdad y la moral revolucionaria, aparece como antíótesis la figura del traidor. Una de las formas maó s efectivas de negar e invisibilizar las corrientes ideoloó gicas revolucionarias diferentes a la de la direccioó n seraó la de caracterizarlas como contrarrevolucionarias acusando a aquellos que sostengan tales ideas de traidores. La virulencia que la pluma de Marx proyecta para destruir, para negar a sus enemigos teoó ricos, seraó trasladaraó a lo largo del siglo XX del papel a la realidad. Es a partir de esta tesis que quisiera adentrarme en lo que ha dado en llamarse el giro testimonial para presentar una serie de testimonios que muestran una continuidad en el uso por parte de las direcciones de la figura del traidor como elemento negativo que resulta uó til para el fortalecimiento del pensamiento uó nico emanado por dicha direccioó n. El uso de los testimonios para la historia es controversial y ha sido desacreditado entre otros por Collingwood. Sin embargo, seguireó aquíó la líónea presentada por Coady para polemizar con Collingwood y mostrar que no se puede prescindir de los datos testimoniales en historia 7. Respecto del componente subjetivo o incluso ideoloó gico del relato testimonial resulta interesante lo que senñ ala Hayden White 8: “En la medida en que el discurso histoó rico estaó condenado sin quererlo a la narrativizacioó n, estaó por esta sola circunstancia comprometido con las praó cticas ideologizantes, por medio de las cuales me refiero a la dotacioó n de los acontecimientos pasados con los significados y valores relevantes a la promocioó n de programas políóticos y sociales en el presente para el cual el historiador escribe.”

7

Coady, C. A. J., Testimony. A Philosophical Study, Oxford, Oxford University Press, 2002.

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White, H., Discurso histórico y escritura literaria, 2011.


Dominick LaCapra9 propone que el trauma y sus consecuencias sintomaó ticas presentan graves problemas en la representacioó n y la comprensioó n histoó ricas, por lo que desarrolla una teoríóa literaria sobre el trauma, especialmente con respecto a los sucesos histoó ricos. LaCapra plantea que las personas traumatizadas por eventos líómites pueden resistirse al proceso de evolucioó n del trauma por una especie de sentimiento de “fidelidad” a ese evento que quizaó provenga de una sensacioó n de que, para poder sobrevivir y participar nuevamente en la vida, uno “traiciona” a los que quedaron aniquilados o destruidos por ese pasado traumaó tico: “El lazo que nos une a los muertos, especialmente a los muertos entranñ ables, puede conferirle valor al trauma y hacer que el volver a vivirlo sea una conmemoracioó n dolorosa pero necesaria, a la cual nos consagramos o al menos quedamos apegados”. De manera que la evocacioó n reiterativa del pasado podríóa ser vista como un recurso discursivo que revela la forma en que un trauma histoó rico adquiere caraó cter de presente permanente, como forma de impedir la aceptacioó n que aconteceríóa con el duelo. Como ejemplo, podemos citar el relato del militante bolchevique Víóctor Serge 10, al respecto de la temprana muerte de su hermano Rauó l: “Detesteó el hambre lenta de los ninñ os pobres. En los ojos de los que encontraba creíóa reconocer las expresiones de Rauó l. (…) ¿Por queó sobrevivir si no es para aquellos que no sobreviven? Esta idea confusa justificoó a mis ojos mi suerte y mi tenacidad daó ndoles un sentido, y por muchas otras razones, todavíóa hoy, me siento unido a muchos hombres a los que sobrevivo, y justificado por ellos.” Al generar procesos demandantes de lectura e interpretacioó n, la novela moderna deja de ser, como dice LaCapra, un: “proveedor relativamente estable de informacioó n y fundamento contextual para la interpretacioó n [histoó rica]”, y obliga al lector a convertirse en “protagonista” y a apropiarse y enfrentarse a aquellos procesos y dificultades textuales que hacen que tanto su lectura como su interpretacioó n le den sentido a la obra. Quisiera en las siguientes líóneas mostrar que la figura del traidor trabajada en el proceso revolucionario de los setenta en la Argentina tiene toda una serie de precedentes histoó ricos con notables puntos en comuó n y que reflejan, en definitiva, el desarrollo burocraó tico de la concepcioó n vanguardista que Lenin hace de Marx. Veamos la descripcioó n que hace Ana Longoni del formato que adquiere la organizacioó n del partido revolucionario (Montoneros, ERP) en la Argentina en los anñ os setenta 11: “(…) El organizativismo (es decir, la resolucioó n de las crisis políóticas internas con reorganizaciones meramente administrativas) y la falta de participacioó n de los militantes en las instancias de decisioó n con una conduccioó n verticalista, que se presenta como infalible, cada vez maó s despoó tica e incuestionable, no dejaron margen alguno para la críótica y el disenso. Los que se atrevieron a desafiar ese poder, fueron expulsados, castigados o recibieron incluso orden de fusilamiento. (…) la teoríóa leninista del partido (Queó hacer, 1902) recupera explíócitamente la tradicioó n jacobina, definiendo al militante como un conspirador profesional, y al partido como un destacamento de vanguardia, un Estado Mayor de la revolucioó n, un nuó cleo duro que permanece intacto, preservado maó s allaó de flujos y reflujos de las masas. Un partido que es el portador de la conciencia del proletariado: la tesis de la externalidad de la conciencia de clase implica que eó sta seríóa elaborada no por el proletariado, sino por los intelectuales del partido (provenientes de la pequenñ o– burguesíóa), a partir de las herramientas del marxismo cientíófico.” Comparemos este anaó lisis con el que traza Victor Serge para describir el proceso revolucionario de la Rusia leninista12. Serge, de extraccioó n anarquista y formado en las ideas de Bakunin y Kropotkin llega a Rusia luego de participar de la insurreccioó n en Catalunñ a del anñ o 1917, buscando el aire fresco de la revolucioó n rusa y se 9

LaCapra, D., Escribir la historia, escribir el trauma, trad. de Elena Marengo, Nueva Visión, 2005, capítulos 1 a 4.

10

Serge, V., Memoria de mundos desaparecidos, Siglo XXI, 2003.

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Longoni, A., Traiciones, Norma, 2007.

12

Serge, V., Memoria de mundos desaparecidos, Siglo XXI, 2003.


incorpora al partido bolchevique. El de Serge es un testimonio valioso en tanto y en cuanto realiza la críótica desde el interior mismo del partido: “Mi decisioó n estaba tomada, no estaríóa contra los bolcheviques ni seríóa neutro. Estaríóa con ellos, pero libremente, sin abdicacioó n de pensamiento ni de sentido críótico. (…) Estaríóa con los bolcheviques porque cumplíóan tenazmente, sin desaliento, con un ardor magníófico (…) Se equivocaban sin duda en varios puntos esenciales: en su intolerancia, en su fe en la estatizacioó n, en su inclinacioó n hacia la centralizacioó n y las medidas administrativas. Pero si habíóa que combatirlos con libertad de espíóritu y espíóritu de libertad, era con ellos, entre ellos.” Volvamos entonces a la figura del traidor y veamos como operoó en la Rusia leninista, en la Espanñ a del 36 y en la Checoslovaquia comunista de los anñ os sesenta a la luz del testimonio de escritores que fueron partíócipes y testigos de estos hechos: Víóctor Serge, George Orwell en Homenaje a Cataluña13 (que luego seríóa llevado al cine de la mano de Ken Loach en Tierra y Libertad) y Milan Kundera en La Broma14. Cronoloó gicamente, el primer caso es el tratamiento que reciben los anarquistas y otros socialistas revolucionarios por parte del gobierno bolchevique en Rusia. Serge estaba excepcionalmente situado para seguir “los progresos del mal”; pertenecíóa a los medios dirigentes de Petrogrado y estaba en relaciones de confianza con diversos elementos de oposicioó n, anarquistas, socialistas revolucionarios de izquierda y comunistas de la “oposicioó n obrera”. En febrero de 1921 moríóa Kropotkin. Para sus exequias se dio un díóa de libertad a los anarquistas encarcelados. En las mismas, se escuchaban las denuncias al gobierno bolchevique por despotismo y por los detenimientos y fusilamientos de anarquistas. Solo dieciocho díóas despueó s, Serge recibe el anuncio de que Cronstadt estaó en poder de los Blancos. Se llamaba a las armas al proletariado contra el complot y la traicioó n. “Pero incluso antes de llegar al Comiteó del sector, encontreó a unos camaradas, que veníóan con sus maó users, y que me dijeron que era una abominable mentira, que los marinos se habíóan amotinado, que era una revuelta de la flota y dirigida por el soviet (…) la mentira oficial nos paralizaba. Que nuestro partido nos mintiese de esa manera, era algo que no habíóa sucedido nunca (…) Unos volantes distribuidos en los suburbios dieron a conocer las reivindicaciones del Soviet de Cronstadt. Era el programa de una renovacioó n de la revolucioó n. (…) La verdad se filtraba poco a poco, hora a hora, a traveó s de la cortina de humo de la prensa, literalmente desencadenada en la mentira (…) se creaba una leyenda de ejecuciones fallidas (…) los jefes bolcheviques no quisieron utilizar sino el estilo violento. Y supimos despueó s que toda la delegacioó n enviada por Cronstadt al soviet y a la poblacioó n de Petrogrado, para informarlos del desacuerdo, estaba en las caó rceles de la Cheka 15”. Incluso la mayoríóa de los mediadores rusos en el conflicto fue detenida. El ultimaó tum firmado por Lenin y Trotsky rezaba “Ríóndanse o seraó n ametrallados como conejos”. Los rebeldes eran fusilados al grito de “Viva la revolucioó n mundial”. El caso de Espanñ a es diferente ya que aquíó el Partido Comunista (Partido Socialista Unificado de Catalunñ a o PSUC) no era direccioó n, no era gobierno, incluso era un partido pequenñ o al comenzar la guerra civil. Sin embargo, en el relato de George Orwell encontramos los mismos elementos: la caracterizacioó n de traidores para las corrientes de pensamiento diferente a la políótica oficial del estalinismo. En particular, sobre el Partido Obrero de Unificacioó n Marxista (POUM) recayoó toda la furia y el descreó dito del estalinismo. Cuando en julio de 13

Orwell, G., Homenaje a Cataluña, La Llevir-Virus, 2000.

14

Kundera, M., La broma, Seix Barral, 1984.

15

En el año 1918 el gobierno bolchevique crea las Comisiones Extraordinarias de Represión de la Contrarrevolución, de la Especulación y de la Deserción, más conocidas como las Chekas. Dice Serge: “Las Chekas detenían en masa a los sospechosos, tendiendo cada vez más a decidir ellas mismas su suerte bajo el control formal del partido, en realidad sin que nadie supiese nada. Se convertía en un Estado en el Estado. (…) Se seleccionaban hombres desconfiados, rencorosos, duros, sádicos. La deformación profesional formaba rápidamente depravados con graves tendencias paranoides.”


1936 se produce el levantamiento armado fascista contra la Repuó blica espanñ ola, George Orwell decide viajar a Espanñ a para trabajar inicialmente como periodista; pero las circunstancias le llevaron a enrolarse en las milicias del POUM. En 1938, cuando auó n no habíóa llegado a su fin la guerra civil, escribe Orwell 16: “(…) los comunistas sosteníóan que la propaganda del POUM dividíóa y debilitaba las fuerzas gubernamentales y poníóa asíó en peligro la guerra (…) Cautelosamente al comienzo, y luego de forma cada vez maó s franca, comenzaron a afirmar que el POUM dividíóa las fuerzas gubernamentales no por un error de criterio, sino de modo deliberado. Declararon que el POUM era soó lo una pandilla de fascistas disfrazados, pagados por Franco y Hitler, que defendíóan una políótica pseudorrevolucionaria como una forma de ayudar a la causa fascista (…) Ello implicaba que decenas de miles de trabajadores, ocho o diez mil soldados que se congelaban en las trincheras, y cientos de extranjeros que habíóan ido a Espanñ a a luchar contra el fascismo, sacrificando a menudo sus medios de vida y su nacionalidad, eran traidores pagados por el enemigo (…) No es muy agradable ver a un muchacho espanñ ol de quince anñ os transportado en una camilla, con el rostro paó lido y asombrado asomando sobre las mantas, y pensar en los astutos senñ ores que en Londres y Paríós escriben panfletos para demostrar que ese muchacho es un fascista disfrazado.” Finalmente, algo similar podemos rastrear para el caso de Ludvik, el personaje de Milan Kundera en la Broma17. El escritor checoslovaco desarrolla una extensa tesis tendiente a mostrar como un hecho en particular, una broma, puede ser determinante en la vida de una persona, sobre todo cuando no existe libertad de expresioó n. En La Broma, Ludvik escribe en una postal dirigida a su amiga cuasi novia Marketa: “¡El optimismo es el opio del pueblo! El espíóritu sano hiede a idiotez. ¡Viva! Trotsky.” Dicha postal cae en manos de la Unioó n de Estudiantes, organizacioó n universitaria en la que tambieó n participa Ludvik, pero es interpretada como una traicioó n al reó gimen y lo condenan por traidor y trotskista, expulsaó ndolo de la universidad. Despueó s de ser condenado por su amigo Zemanek, la vida entera de Ludvik quedaraó determinada por este hecho pasando penurias entre los que fueron enrolados de manera obligatoria en el ejeó rcito bajo el roó tulo de traidores. Kundera fue prohibido en su paíós, se le quitoó la nacionalidad y sus libros fueron denominados “biblioteca de la contrarrevolucioó n”. Luego de presentar estos testimonios resulta interesante reevaluar el caso de Roberto Quieto, acusado de traidor por la direccioó n de Montoneros en el anñ o 1975 en la Argentina. Quieto es secuestrado y desaparecido por las fuerzas represivas cuando se encontraba con su familia en la costanera norte. A seis díóas de su detencioó n, el tribunal revolucionario del Consejo Nacional de Montoneros encuentra a “Roberto Quieto culpable de los delitos de DESERCIOÓ N EN OPERACIOÓ N y DELACIOÓ N, con los agravantes expuestos en los considerandos, y propone las penas de DEGRADACION y MUERTE a ser aplicadas en el modo y oportunidad a determinar.”18 Al respecto, dice Longoni: “Joseó Aricoó relata sus impresiones sobre el “desplome moral y políótico” de Roberto Quieto poco antes de su detencioó n, y lo describe como “un dirigente aniquilado, derrotado, sin posibilidad de cambiar una situacioó n en la direccioó n del movimiento, desconfiando profundamente de lo que ese movimiento estaba diciendo, pero obligado a defender cosas absurdas, como la creencia que una confrontacioó n frontal con el Ejeó rcito podíóa llevarlos a ellos al triunfo. Eso no lo creíóa Quieto, Quieto era un hombre que estaba derrotado antes y su detencioó n es la consecuencia loó gica de ese desplome moral, diríóa, y políótico que se produjo en este hombre.” 19 16 17

Orwell, G., Homenaje a Cataluña, La Llevir-Virus, 2000. Kundera, M., La broma, Seix Barral, 1984

18

Pastoriza, L., La “traición de Roberto Quieto”: Treinta años de silencio, Lucha armada en la Argentina Número 6, 2006. 19

Altamirano, C. (entrevista) y Filipelli, R. (filmación), La última entrevista a J.M. Aricó, en Estudios, Nº 5, Córdoba, 1995.


Pastoriza, por su parte, concluye que: “(…) su historia no es la de un traidor. Es la de alguien de larga trayectoria políótica, que se dio cuenta de que se estaba equivocando y ya era tarde, pero que de ninguó n modo abandonaríóa su puesto. Siguioó como le fue posible, siendo fiel a lo suyo e intentando actuar con dignidad. ¿Por queó no intentoó algo, organizoó una disidencia, abrioó un debate interno?, es la pregunta obligada. No hay indicios de que se planteara algo asíó, quizaó s su idea fue intentar cambiar las cosas desde adentro y no daba para maó s. Seguiríóa donde estaba y hasta donde llegara. Ya estaba jugado, la organizacioó n era parte y tambieó n producto suyo, pertenecíóa a la Conduccioó n Nacional, era “el de las FAR,” y ahíó estaríóa. Ir a la playa violaba las reglas de un jefe y lo sabíóa. Pero decidioó correr el riesgo. Quizaó s subestimoó el peligro y lo advirtioó cuando se vio cercado. Su uó nica chance era la legalizacioó n del procedimiento. Identifíóquese, reclamoó delante del puó blico. Ya era tarde. Y no podíóa enganñ arse, sabíóa lo que le esperaba. En la tortura maniobroó con el tiempo y despueó s de 24 horas entregoó algunos locales. Ya los habíóan levantado, pero parece que cayoó un companñ ero. No se sabe bien, algunos dicen que fueron maó s, otros lo niegan. Síó estaó maó s claro lo que no cayoó : la Conduccioó n Nacional, estructuras importantes, inversiones, casas y personas que conocíóa. Un represor del Ejeó rcito que iba a la ESMA contoó que nunca maó s pudieron sacarle una palabra.” La pregunta ausente en el planteo de Pastoriza es la de porqueó tanto esfuerzo de parte de la direccioó n de Montoneros de presentarlo como un traidor, incluso estando ya desaparecido. En el registro de Cazadores de utopías20 y de Montoneros una historia21 aparecen no pocos testimonios de personas secuestradas y torturadas que sobrevivieron. Y sin embargo solo con algunas ha existido un empenñ o furioso por asignarles el roó tulo de traidores. Quizaó s en algunos casos el roó tulo convenga a dichas personas. Sin embargo, me animo a sugerir, en la líónea de lo planteado en esta monografíóa y a la luz de los testimonios y tesis presentadas, que al menos parte de la explicacioó n se puede encontrar en el uso oportunista por parte de las direcciones de la figura del traidor como elemento negativo que resulta uó til para el fortalecimiento del pensamiento uó nico emanado por dicha direccioó n y para negar pensamientos revolucionarios alternativos. Es interesante volver sobre las palabras de Michael Loö wy y su buó squeda para redescubrir el mensaje marxiano original y desarrollarlo de una manera creativa. Creo que las palabras de Víóctor Serge -con las que se puede acordar o no- son oportunas: “El pensamiento bolchevique procede de la posesioó n de la verdad (…) el partido detenta sencillamente la verdad; todo pensamiento diferente del suyo es error pernicioso o retroó grado. Tal es la fuente intelectual de su intolerancia. La conviccioó n absoluta de su alta misioó n le asegura una energíóa moral asombrosa – y al mismo tiempo una mentalidad clerical pronta a hacerse inquisitorial. El “jacobinismo proletario” de Lenin (…) me parece indudable que selecciona los temperamentos autoritarios (…) El totalitarismo estaó en nosotros.” Con lo expuesto, espero haber presentado de manera adecuada parte de la contribucioó n de Marx y la interpretacioó n desarrollada por las direcciones de diferentes partidos marxistas en diversos procesos revolucionarios del siglo XX, evaluando el rol de la vanguardia y la figura del traidor en estos procesos.

20

Blaustein, D. (Director), Cazadores de utopías. 1996.

21

Di Tella, A. (Director), Montoneros una historia, 1994.


› Bibliografía Altamirano, C. (entrevista) y Filipelli, R. (filmación), (1995), La última entrevista a J.M. Aricó, en Estudios, Nº 5, Córdoba. Blaustein, D. (Director), (1996), Cazadores de utopías, Argentina, INCAA. Coady, C. A. J. (2002), Testimony. A Philosophical Study, Oxford, Oxford University Press. Di Tella, A. (Director), (1994), Montoneros una historia, Argentina. Kundera, M. (1984), La broma, Seix Barral. LaCapra, D. (2005), Escribir la historia, escribir el trauma, trad. de Elena Marengo, Nueva Visión, capítulos 1 a 4. Lavagnino, N. (2009), “La filosofía de la historia de Karl Marx”, en Brauer (comp.) La historia desde la teoría, Volumen 1, Prometeo. Longoni, A. (2007), Traiciones, Norma. Löwy, M. y Sayre, R. (2008), El Romanticismo como contracorriente de la modernidad, Nueva Visión, Cap III, Excursis: Marxismo y Romanticismo, pp.103-114. Löwy, M. (2010), La teoría de la revolución en el joven Marx, Herramienta. Marx, K. (1968), La Ideología Alemana, Pueblos Unidos, Prólogo y Parte I, pp.11-90. Marx, K. (1987), Miseria de la Filosofía, Siglo XXI, Cap. 2, "El método", pp. 83-110. Orwell, G. (2000), Homenaje a Cataluña, La Llevir-Virus. Pastoriza, L. (2006), La “traición de Roberto Quieto”: Treinta años de silencio, Lucha armada en la Argentina Número 6. Serge, V. (2003), Memoria de mundos desaparecidos, Siglo XXI. White, H. (2011), Discurso histórico y escritura literaria.


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