La evaluación formativa es cuando el cocinero prueba la sopa. La sumativa es cuando la prueba el comensal.
Hace unos días tuve la suerte de acompañar a un grupo de profes, directores de IES e inspectores de educación a una visita de trabajo en Uppingham (Gran Bretaña) dentro de un Proyecto Comenius Regio en el que también participa mi centro, el CEP de Motril. El objetivo de esta visita concreta era profundizar en aspectos de la evaluación como medio para el aprendizaje. Esperamos poder compartir pronto los resultados de dichas sesiones de trabajo junto con otras conclusiones más generales del proyecto que se recogerán, en primera instancia, en la Web del Proyecto. Como anticipo, en el transcurso de la visita también pudimos observar varias clases de uno de los socios, el Uppingham Community College y comprobar hasta qué punto algunas técnicas y estrategias específicas para la evaluación formativa estaban integradas en el funcionamiento cotidiano de la mayoría de las aulas. Así, todo el alumnado tenía, entre sus materiales un juego de ‘tarjetas semáforo’ (lo explicamos más adelante) así como una pequeña pizarra blanca (fig. 2) y, junto a la puerta del aula, un cartel con los epígrafes “WWW/EBI” (“What went well/Even better if”, es decir, “Qué fue bien/Incluso mejor si”) donde se anotaban los aspectos que, a juicio de los estudiantes, estaban superados y aquéllos en los que sería necesaria una revisión para mejorar. Al hilo de estas experiencias, de lo que allí se dijo y se observó, me he permitido buscar alguna información sobre técnicas, estrategias, recursos y herramientas, tanto analógicas como digitales que nos pueden ayudar a recoger información precisa e instantánea sobre el grado de comprensión o de desarrollo de ciertos aspectos de la lección más allá de las típicas (y con frecuencia, ineficaces) preguntas genéricas como “¿está claro?“ o “¿alguna duda?”