Ce grand malheur, de ne pouvoir etre seul

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El sujeto y la ciudad «Qué gran desgracia la de no poder estar solo.» 1 “(…) La gran mayoría de los que iban pasando tenían un aire tan serio como satisfecho, y sólo parecían pensar en la manera de abrirse paso en el apiñamiento. Fruncían las cejas y giraban vivamente los ojos; cuando otros transeúntes los empujaban, no daban ninguna señal de impaciencia, sino que se alisaban la ropa y continuaban presurosos. Otros, también en gran número, se movían incansables, rojos los rostros, hablando y gesticulando consigo mismos como si la densidad de la masa que los rodeaba los hiciera sentirse solos. Cuando hallaban un obstáculo a su paso cesaban bruscamente de mascullar pero redoblaban sus gesticulaciones, esperando con sonrisa forzada y ausente que los demás les abrieran camino. Cuando los empujaban, se deshacían en saludos hacia los responsables, y parecían llenos de confusión. Pero, fuera de lo que he señalado, no se advertía nada distintivo en esas dos clases tan numerosas. Sus ropas pertenecían a la categoría tan agudamente denominada decente (...)” El hombre de la multitud. Edgar Alan Poe. Tras el vidrio de un café londinense, el personaje de este relato de Edgar Alan Poe puede observar con ojos críticos hacia la calle, hacia la multitud. Fue quizás el paso por su enfermedad ‐ también crítica, pero en otro sentido‐ lo que lo hizo despertar y ver el mundo de otra manera. Es ahí donde nos ubicamos nosotros. En esa situación de despertar; intentar salir del estado de indiferencia para cambiar el punto de vista y darle un enfoque adecuado al problema entre el individuo y la ciudad. Nuestro trabajo consistirá en un análisis cronológico de relaciones entre una y otra parte, haciendo hincapié en la unidad mínima de la sociedad: el sujeto. El pasaje ilustra la forma en la que nos comportamos, nos relacionamos con los demás y con nosotros mismos. ¿Es la ciudad misma la que impone estas formas de relación? ¿Se podría considerar como un estado de enfermedad? ¿Cuál es el rol del sujeto en la ciudad? ¿Su actitud es causa o consecuencia? ¿Es el huevo o la gallina? Son interrogantes que disparan este análisis. POLIS GRIEGA “(…) La comunidad perfecta es la polis..., surgió para satisfacer las necesidades vitales del hombre, pero su finalidad es permitirle vivir bien... El hombre que, naturalmente y no por azar, no viva en la polis es infrahumano o sobrehumano (…)” La Política. Aristóteles Si bien las ciudades‐estado son realidades históricas anteriores a los griegos ‐la ciudad como centro de actividad principal, remonta sus orígenes a la antigua Mesopotamia‐ su concepto de polis es totalmente original identificando a la civilización griega respecto a las otras. Massimo Cacciari en su texto “La ciudad”, se refiere a la polis de la siguiente manera: “Cuando un griego habla de polis, en primer lugar se refiere a la sede, a la morada, al lugar donde tiene su raíz un determinado genos, una determinada estirpe, una gente”. A lo largo de su análisis deja muy en clara la relación que existe entre el sujeto y la ciudad. Se concibe primero la idea y la existencia de polis antes que la del sujeto, cuya razón de ser es consecuencia de la primera. Se genera un vínculo de extrema cercanía ‐“un todo orgánico”‐ producto de un sentimiento de arraigo que remite a una serie de concepciones culturales y religiosas de carácter primigenio; a ese genos. Los grandes pensadores –Aristóteles y Platón– estaban convencidos de que la excesiva extensión territorial atentaba contra la sensación de ese arraigo fundamental, lo que denota un tipo de ciudad 1 El relato se inicia con la siguiente cita del moralista francés Jean de la Bruyère: "Ce grand malheur, de ne pouvoir être seul", tomada de su obra Caractères. Dicha cita puede traducirse: «Qué gran desgracia la de no poder estar solo.»

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Ce grand malheur, de ne pouvoir être seul muy diferente a las venideras en el tiempo. La polis es un espacio para que el sujeto siempre se sienta contenido.

A su vez, el sujeto en este esquema griego tiene un lugar en el cual expresarse y relacionarse con los demás de forma directa sin representantes ni intermediarios. El ágora como espacio público por excelencia establece vínculos de tipo comercial, cultural, político; un centro social. El ágora evidencia entonces, una intención, un símbolo del trato entre el sujeto y la ciudad. CIVITAS ROMANA “(…) Rómulo marcó con un arado los límites de su ciudad, mientras juraba matar a todo aquel que osara traspasar los límites sin su consentimiento. Su hermano Remo, burlándose de él, decidió trasladar los límites mofándose de su autoridad. Rómulo cumplió su palabra. Lo mató allí mismo (…)” Mito de fundación de Roma La polis como forma de entender ciudad no es la única que ha existido en el pasado; hay ejemplos de diversas y diferenciadas formas de vida urbana que generaron variadas interacciones entre los sujetos y la macro organización que los regula. La civitas romana, en contraposición con la polis griega, desarraiga aquella sensación intrínseca de pertenencia a un determinado lugar, a una sede, a un ethos. Desde el origen mismo del término civitas, Cacciari plantea: “(…) se manifiesta su procedencia a partir del civis, y los cives forman un conjunto de personas que se reúnen para dar vida a una ciudad (…)” Dentro de esta contextualización queda claro que el sujeto será el punto de partida para la conformación de ciudad. Si la polis genera un grupo de personas regidos por un mismo genos, la civitas será el resultado de un grupo sometido a las mismas leyes, independientemente de sus tradiciones, costumbres; su genos. La vinculación entre individuos bajo la misma extensión territorial, nada tiene que ver con su origen y lo que esto implica. Es un objetivo en común, una idea, una estrategia lo que reúne a los ciudadanos tan diversos bajo una misma bandera. Irónicamente, Remo murió en vano. Aquellos estrictos límites que establece su hermano son el claro ejemplo de todo lo que no fue Roma. Tal vez fue el gesto de Remo lo que caracterizó al Imperio; el atrevimiento de una expansión indetenida. La consecuencia: el relacionamiento entre los individuos, la impersonalización propia de un escenario inabarcable. En esta forma de pensar, se planta una semilla. Se gesta un ideario de universalización que a su virtud despierta una posibilidad de enriquecimiento cultural para el sujeto; de sobrepasar los límites del arraigo originario y establecer puntos homogéneos que regulen espacios y sujetos heterogéneos en toda su dimensión espacial y temporal. Nacen así las primeras nociones de globalización. La ciudad moderna será consecuencia de este largo proceso.

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CIUDAD MODERNA “(…) La ciudad también como desierto o como jungla para el hombre moderno. Frente al mito de la ciudad como espacio de libertad y de la razón, está la concepción de la ciudad como laberinto, como red de lazos y de trampas, como lugar de explotación, de exilio y de fracaso, como cárcel, como cementerio, como gran manicomio o como inmenso campo de concentración (…)” Revista Ñ . Diario El Clarín. 3 de julio de 2006. Luis García Jambrina El origen de la ciudad moderna como tal podría establecerse a partir de la Revolución Industrial; un cambio tan grande en la manera de ver el mundo, da lugar a nuevas formas. Hablar de la Revolución Industrial, es hablar del tiempo en que en el campo se marchitó la gente: enormes esfuerzos, ganancia exigua, el hambre como horizonte. Fue entonces que las luces y chimeneas de la ciudad se levantaron como bandera de esperanza. Allá fueron familias enteras a encerrarse en las fábricas y atrás quedo el cielo abierto, el aire libre, el reloj del sol. La ciudad se los fue tragando sin cumplir sus promesas. Locales asfixiantes, turnos agobiantes de trabajo, máquinas insensibles y una paga mezquina que obligaba a vivir en arrabales sombríos. La ciudad convocaba multitudes y esas multitudes harapientas dejaron en ella la marca de su necesidad. Alejándose cada vez más de las calles adoquinadas, las casas con jardines, los edificios emblemáticos, fueron improvisando barriadas laberínticas, insalubres y enlodadas, como manchas oscuras que a pesar del disgusto que causaban, se integraban al todo y terminaban formando parte de la ciudad. Nos encontramos ante el nacimiento de la metrópoli. La evolución hacia ella –así como lo plantea Cacciari‐ ha sido posible porque el punto de partida de la ciudad europea no ha sido la polis griega, sino la civitas romana; la civitas mobilis augescens es la que determina nuestra idea de ciudad y la forma en la que ésta se relaciona con el individuo. En la ciudad moderna, los lugares claves son aquellos de producción y de intercambio, estructurándose el resto en torno a ellos. El sujeto responde directamente a la imposición urbana; se agobia ante la estimulación constante de un espacio centralizado. Según Georg Simmel el individuo metropolitano moderno tiene que desarrollar un mecanismo de defensa contra la sobre‐estimulación de la vida de la ciudad, es lo que denomina la actitud blasé. Esta actitud es a la vez un producto y un mecanismo de defensa contra esta situación. Volverse blasé por lo tanto, supone una incapacidad para reaccionar a los impulsos mentales de la ciudad. Es una posición de reserva por parte del sujeto para poder sobrevivir y así, conservar la autonomía y originalidad de su existencia. Pero en esta actitud existe un elemento primordial que ayuda a la acentuación del comportamiento: A principios de siglo XX, por fin, se universalizó el uso del reloj, entonces las personas ya podían ser puntuales. Empezaron a existir los horarios, las citas, etc... Una forma, claro, de racionalizar la vida urbana. Debemos ser conscientes de la importancia que tiene el uso global de este instrumento, y a su

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Ce grand malheur, de ne pouvoir être seul vez pensar lo que pasaría si un día los relojes del mundo se desfasaran irregularmente para cada persona particular...

Podríamos atar este pensamiento de Simmel con la denominada...“atención desatenta” de Erving Goffman. Por un lado, debemos seguir ciertos ritmos uniformes de la ciudad para poder cumplir a tiempo con todos los compromisos (Simmel), pero esta uniformidad nos lleva a un mayor aprecio al propio individuo (Goffman). No son tendencias contradictorias; son más bien complementarias. Si en la calle, según Goffman, debíamos estar atentamente desatentos, en la vida urbana, según Simmel, debíamos estar racionalmente socializados para poder ser individuos subjetivamente diferenciados. Por lo tanto el valor del hombre ya no es genérico, sino singular y es esta singularidad la que impide que cada cual se confunda con sus semejantes. Esta forma de combinarse las dos maneras de ver al individuo dentro del escenario teatral que llamamos ciudad, es la que nos da un progreso como sociedad. Al respecto, también pueden venir a colación los planteos de Adolf Loos cuando nos habla del futuro del ornamento en la vida moderna. Caracteriza su tiempo por ser incapaz de realizar un ornamento nuevo y esa incapacidad debe originar y desarrollar el nuevo individuo moderno. Si no existe un ornamento nuevo, no debe utilizarse ninguno, “dentro de poco las calles de las ciudades brillarán como muros blancos”. Considera la eliminación del ornamento algo propio y consecuente de la evolución de la Humanidad, o sea que su retrógrada y descontextualizada aplicación representa un paso atrás evolutivo. Pone como ejemplo a su favor la vestimenta sobria y homogénea de los hombres, esta imagen que demuestra una actitud de reserva frente al exterior ajeno, pero que bajo su fachada misteriosa oculta la riqueza de la personalidad de cada individuo a ser descubierta como si fuese el interior de una casa. CIUDAD CONTEMPORÁNEA “(…) Nuestra sociedad está construida en torno a flujos: flujos de capital, flujos de información, flujos de tecnología, flujos de interacción organizativa, flujos de imágenes, sonidos y símbolos ‐ y de peronas y mercancías o bienes ‐. Los flujos no son sólo un elemento de la organización social: son la expresión de los procesos que dominan nuestra vida económica, política y simbólica. Si ese es el caso, el soporte material de los procesos dominantes de nuestras sociedades será el conjunto de elementos que sostengan esos flujos y haga materialmente posible su articulación en un tiempo simultáneo ‐ en un espacio –(…)” “El espacio de los flujos”. Manuel Castells Hablar de ciudad contemporánea –posmetrópoli, según Cacciari‐, implica referirse a la ciudad globalizada, envuelta en un radical proceso de transición que comenzó en la ciudad moderna, y, que a partir de la reestructuración económica tardocapitalista y la cuarta revolución urbana, da a lugar a esta nueva forma de entender la realidad. Hoy, cuando desayunamos en compañía de un amigo que está en su hora de descanso laboral, en Holanda y podemos ver a través del cristal de su ventana, un anuncio publicitario que nos invita a viajar a oriente, bien puede suceder que al desconectarnos, caigamos en la cuenta que a veinte minutos de nuestra casa, están esperándonos para discutir los planos de un estadio brasileño. En que este “aquí”, y

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Ce grand malheur, de ne pouvoir être seul este “ahora” es el punto de confluencia de percepción de múltiples realidades, como si nuestro transcurso por el día enlazara, a la vez, dimensiones diferentes.

Si en el cerebro cohabitan simultáneamente tantos perfiles de la realidad sin el obstáculo de frontera alguna ¿cómo no concebir y comprender al “enclave” ciudad como un canal de interrelaciones inconmensurables? ¿Acaso importan ya las cuadras que me acercan o me alejan de mi meta? También la ciudad se percibe como un punto cuyo contorno se difumina mientras sólo cuenta el latido seguro del reloj. Así se presenta el relacionamiento del sujeto con el entorno circundante. Como plantea Castells, todo se rige por flujos y la materia trascendente es aquella que soporta y encauza esos impulsos. Una posición radical sobre este pensamiento es la que tiene Rem Koolhaas, ya que para él y su ciudad genérica, éste escenario llamado ciudad presenta una calma inaudita, algo que choca con la sociedad multirracial y multicultural que la forma, además del continuo cambio a la que están sometidos sus individuos. Individuos que, por otra parte, son simplemente sujetos, no creadores de dicha ciudad. Por lo tanto plantea que debido a esa continua interacción entre los elementos que manejamos, la teoría de estudio de estas ciudades ‐urbanismo‐ y el álma mater de las mismas –calles‐ están avocadas a la desaparición. CIUDAD SUSTENTABLE “(…) El objetivo último de toda ciudad debe consistir en proporcionar una calidad de vida adecuada a sus habitantes, superando la idea de modernidad de la etapa industrial. (…)” Medio ambiente y sustentabilidad urbana. Judith Domínguez y José Luis Lezama Cualquier análisis reflexivo del tipo que estamos efectuando; enmarcada en un orden cronológico, carecería de trascendencia si no nos tomáramos el arresto de pensar en futuro. Judith Domínguez y José Luis Lezama nos brindan conceptos sobre lo que podría ser una ciudad que funcione bajo criterios de sustentabilidad ambiental. Nos dicen que a partir de los años 70 surge “una ‐ capacidad social de ver‐ problemas que, aun cuando existentes en períodos anteriores, no eran percibidos socialmente, como es el caso de los problemas ambientales.” ¿Podríamos hablar de un despertar de aquella “actitud blasé” que denominaba Simmel? ¿Podríamos reconocer por fin a la sociedad como un sujeto sentado tras el vidrio de aquel café londinense del cuento de Edgar Alan Poe? Domínguez y Lezama nos dicen que la ciudad está en un proceso de construcción de sustentabilidad, que busca el desarrollo integral, social e individual, además del económico (que en la ciudad industrial era prácticamente el único en potenciarse). “La calidad de vida implica entornos adecuados, acceso a servicios públicos básicos, espacios verdes, culturales, recreativos y de ocio, que permitan la socialización.” La ciudad no es un mero centro de intercambio de bienes y servicios, ni un espacio concentrador de actividades o seres humanos. La integración de consideraciones ambientales de manera efectiva

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Ce grand malheur, de ne pouvoir être seul permite entornos más humanos, un desarrollo social más amplio, la reconstitución de la naturaleza mediante el cambio de pautas de consumo colectivas e individuales, y un desarrollo económico más armonioso con el medio ambiente.

“(…) La –ciudad inclusiva‐ es el lugar donde cualquiera, independientemente de la condición económica, del sexo, de la edad, de la raza o de la religión, puede permitirse participar productiva y positivamente en las oportunidades que la ciudad tiene para ofrecer (…) incluyendo un acceso democrático a las fuentes de poder y de la toma de decisiones. (…)” Sobre “Programa Hábitat II. Año 2000”. Domínguez y Lezama Se podría decir por lo tanto que la ciudad sustentable, en su calidad de inclusiva, no distingue a las personas según lo que ya aprendimos a llamar genos, haciéndose inevitable la asociación de estos preceptos con las especificidades de las civitas romanas. Pero de forma dual, podemos también identificar un sentido de participación directa en las decisiones por parte del ciudadano, propia de las polies griegas. Con un poco de imaginación la silueta del ágora podría verse dibujada en estas ideas de espacios públicos que permiten la socialización, la recreación y el ocio del sujeto. CONCLUSIÓN “El arquitecto es un surfista sobre las olas” Revista Quaderns nº183. Rem Koolhaas A lo largo de este pequeño análisis hemos intentado, o a lo mejor, aprovechado, para reflexionar un poco sobre las sensaciones del particular y mínimo Sujeto en el desarrollo de la ciudad. El urbanismo de por sí tiende a ofrecer una mirada sobre‐elevada para poder abarcar eficientemente su objeto de estudio, a veces incluso fría. Por la cual puede resultar oportuno contemplar en paralelo enfoques con una perspectiva orientada desde abajo. ¿Con qué objetivo? Es la última pregunta abierta que nos planteamos. Está claro que estos sujetos de los que hablamos somos precisamente nosotros mismos: ciudadanos por defecto, ¿Arquitectos? ¿Urbanistas? ¿Qué podemos hacer desde este papel otro que nosotros mismos nos asignamos? Rem Koolhaas decía hace ya casi 30 años que los arquitectos somos en la ciudad como surfistas en el mar. En la incontenible y furiosa energía de sus olas intentamos encontrar un espacio para el arte y la diversión. Puede que no se trate entonces de controlar su energía, eso sería sencillamente imposible. Tampoco se trataría de negarla o contemplarla a la distancia. Quizás la idea sea explorarla para entenderla y disfrutarla. Empaparnos en ella, involucrarnos con el mar y tomar las olas entendiendo su energía como una oportunidad y no como una amenaza. Nuestro desafío sería entonces seguir analizando la ciudad ‐nuestro mar urbano‐ y encontrar en él energías latentes; olas por elevarse sobre la calma local capaces de convertirse en motor de cambios y ¿por qué no? nueva ciudad.

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BIBLIOGRAFÍA DOMINGUEZ, Judith; LEZAMA, José Luis. “Medio ambiente y sustentabilidad urbana”. Revista Papeles de Población, No. 49, 2006 CACCIARI, Masimo. “La ciudad”. Editorial Gustavo Gili, Madrid, 2009. KOOLHAAS, Rem. “Qué pasó con el urbanismo?”. Fragmento extraído de S, M, L, XL, OMA. Rem Koolhaas con Bruce Mau, 1994. KOOLHAAS, Rem. “La ciudad genérica”. Fragmento extraído de S, M, L, XL, OMA. Rem Koolhaas con Bruce Mau, 1994. LOOS, Adolf. “Ornamento y delito”. Viena, AUSTRIA. 1908. Extraído de traducción en castellano. Gili, Gustavo. Barcelona 1972. SIMMEL, Georg. “La metrópolis y la vida mental”. Revista Discusión. 1997. No. 2. Barcelona: Barral. IMÁGENES THE STROKES. “Heart in a cage”. Álbum: First Impressions of Earth. 2005. Captura de pantalla del videoclip. < https://www.youtube.com/watch?v=3dyNbMVfeyM> GOSCINNY, René. UDERZO, Albert. “Asterix Legionario”. Editorial: Hachette Livre. 1967. Fragmento. MAGRITTE, René. “Golconda”. 1953 <http://en.wikipedia.org/wiki/Golconda_(painting)#mediaviewer/File:Golconde.jpg> THE MATRIX. Estados Unidos. 1999. Captura de pantalla de película. < https://trellawa.files.wordpress.com/2014/05/matrix.jpg> FIGARI, Pedro. “Historia Kiria”. Editorial: Amesur. 1930. Imagen de texto. < http://www.galeriayremates.com.uy/media/gallery/6/fp_1029_1.jpg> PETERSON, Pete. “Like surfers in the waves” 1960 < http://farq.edu.uy/tallerdanza/ant3‐2014a/files/2014/02/Peterson‐658.jpg>

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