Querido Pancho:
Hoy 16112017 a las 11:07 am decidí tomar estos Objetos de la parte superior de tu mueble, los tomé para realizar algunas interAcciones con ellos, te pido disculpas porque sé que tienen cierta importancia para ti. Aproveché la oportunidad para limpiarlos y secarlos, recuerdo cuando lavo los trastes, recuerdo también cuando lavaba el material de vidrio del laboratorio.
En más de una oportunidad tuve la fantasía de que se quebraban uno a uno y tenía que disculparme contigo y reponerlos, reemplazando el objeto más no su significado. El vidrio es frágil al igual que el Cuerpo, su destino pareciera ser inevitable: reventarse en fragmentos, morir. Tú, Antonieta y yo compartimos esa fijación por el vidrio, por quebrarlos y acelerar ese tiempo en que tarda en romperse que pareciera ser infinito.
Desde el infinito pienso en las distancias, si cada unidad de medida se tradujera en una palabra existiría una infinidad por escribir y leer, no te preocupes, no se quebró nada, ellos permanecen en su lugar como si nada hubiese ocurrido, así como después del sismo, permanecen estables e inquietantes. Inexistente parece ser lo ocurrido, con ellos busqué posturas para sujetarlos, para esconderme detrás de ellos. Ya te había anunciado sobre mi hallazgo del blanco dentro de tu espacio, con el cual me encanta anularme en medio de esta ahogante sobreexposición. Son 6 falsas polaroids, una por cada objeto tuyo, sigo involucrándome con todo este contexto, todo parece nuevo pero no lo es, todo me sabe a locura, el miedo me visita de cuando en vez. La luz de estos meses me parece abrumadora e invasiva, muy familiar y a veces hasta creo poder entenderla, los atardeceres infinitos de noviembre y diciembre. Continúo asumiendo esta deriva, derivándome una y otra vez en este abismo que llamamos incertidumbre. Seguimos comunicándonos dentro de este paréntesis. MAx Provenzano