La Mirada
Inteligente NUESTRO OJO NO ES UN OJO INOCENTE
E D I T O R E S
INTRO T
enemos la convicción de que la mirada, la percepción en general, está excluida de los circuitos de la libertad. No podemos ver lo que queremos, pues en cada momento estamos sometidos al determinismo del estímulo. Nuestro ojo no es un ojo inocente, sino que está dirigido en su mirar por nuestros deseos y proyectos. Se debe entender que la percepción del hombre es un asunto complicado. Siempre es difícil saber lo que vemos. Sin embargo pensemos si lo que vemos es ¿pasividad o construcción de ello sumado a las experiencias vividas?
Han sido los neurólogos, los culpables de que hayamos perdido la ingenuidad. La mirada no sale hasta el objeto visto, como lo creían los antiguos, y también cree el lenguaje. Escudriñar y escrutar significaban originariamente visitar un lugar, recorrerlo. El ojo vagabundearía por las cosas, experimentándolas. Experiencia significaba lo mismo: lo sucedido en un viaje. No hay percepción sin estimulo, pero el estímulo no determina por completo la percepción. Hay una holgura entre ambos, que permite un juego. Justamente el juego de la facultad de ver.
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La mirada se hace inteligente. Pero no vayamos aprisa. Nunca podemos estar seguros de lo que otra persona ve.
La mirada se hace inteligente. Pero no vayamos aprisa. Nunca podemos estar seguros de lo que otra persona ve. Aunque sigamos la mirada de nuestro acompañante durante un paseo, no podemos adivinar el paisaje que está viendo. Coincidimos en el nivel básico. Pero ignoro si es en ese nivel donde está instalada la percepción del otro. Cada uno percibe en él un rostro distinto y lee en él un alfabeto diferente. Completamos lo visto con lo sabido, damos estabilidad a lo que no lo tiene, interpretamos los datos dándoles significado. La inteligencia parece funcionar al revés: vemos desde el significado. Así funciona la mirada inteligente: anticipa, previene, utiliza información sabida, reconoce, interpreta. Desde niño el ser humano aprende a planificar, y sus metas e intereses determinan lo que va a ver. La aparición del lenguaje ayudara en esta tarea de controlar sus sistemas perceptivos. Vemos desde la memoria; pues bien, también percibimos desde el lenguaje.
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Así funciona la mirada inteligente: anticipa, previene, utiliza información sabida, reconoce, interpreta.
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Adivinamos lo que vemos, completamente con la memoria lo que se hurta a nuestros ojos. El estímulo cambia, pero el significado permanece, percibir es asimilar los estímulos dándoles un significado. Y como el significado es parcialmente obra nuestra, pertenece a nuestra estirpe, cada hombre puede interpretar un mismo patrón estimular a su manera. Somos creadores de significados libres, aunque esta libertad este siempre limitada, lo está por el estímulo. Lo que hace la mirada es inventar posibilidades perceptivas en las propiedades reales del estímulo. Me atrevería a decir que le incomodan las líneas, los ademanes, los movimientos sin significado, y se apresura a concederles alguno. Construye sin parar. Lo dicho hasta el momento es una muestra de que en las actividades mentales más simples está presente la creatividad más sorprendente, aunque en embrión. Entre el acto preceptivo y el autor creador no hay un abismo. Una de las posibilidades de la mirada es ser creadora.
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Hablemos ahora de estilos de ver, es curioso que podamos hablar de ello sin que suene a disparate. En realidad el estilo, antes que un problema estético, es un problema de la teoría de la inteligencia. Witkins es un autor que distingue dos estilos perceptivos, según los sujetos sean dependientes o independientes del campo preceptivo. Les diferencia la capacidad para independizar la mirada, libertad que en casos extremos, puede estar incluso anulada. Los enfermos con graves lesiones cerebrales pueden sufrir una dependencia del estímulo, sufren una rutinización del mirar, un encarrilamiento férreo de su vida mental. Lo que caracteriza a la mirada inteligente es que aprovecha con suprema eficacia los conocimientos que posee. Pero, sobre todo, que dirige su actividad mediante proyectos. Cada vez que elegimos donde mirar y la información que queremos extraer, dejamos que el futuro anticipado por nuestras metas nos guie. Esta es la estructura básica de todo comportamiento inteligente, incluido el artístico. Lo que caracteriza la creación poética es estar dirigida por un proyecto poético. La mirada se hace inteligente y por lo
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Adivinamos lo que vemos con la memoria lo que se hurta a nuestros ojos.
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tanto creadora cuando se convierte en una búsqueda dirigida por un proyecto. Ver, oír, escuchar, oler, no son operaciones pasivas, sino exploraciones activas para extraer la información que nos interesa. El lenguaje a reconocido este dinamismo dirigido, y ha creado junto a términos pasivos, otros en los que subraya la acción: vemos, pero a través del mirar, observar, escudriñar. Olemos y olfateamos. Oímos y escuchamos. Gustamos y paladeamos. Tocamos y palpamos. La mirada inteligente sabe mirar. Sus métodos para explorar el objeto visual diferirán de acuerdo con la tarea que el sujeto se imponga. La ciencia tiene una lógica divertida. Hintikka, un especialista en lógica sostiene que toda percepción o conocimiento es una respuesta a una pregunta expresa o tácita. Estamos sometiendo la realidad a una interviú permanente, y de la sagacidad de nuestras preguntas dependerá el interés de sus respuestas. Saber mirar, ése es el secreto. La inteligencia prolonga los ademanes que perciben las cosas. Y lo hacen saltando con frescura de un nivel a otro: de la memoria al futuro, de lo concreto a lo abstracto, de la percepción al concepto, o al revés.
Vemos para hacer. Y lo que deseamos hacer dirige nuestra mirada, fecunda la realidad y la hace estar en permanente estado de parto. Es una bella forma de decir que lo que deseo –el proyecto- dirige mi mirada. Por muy atrás que retrocedamos en la historia, y por muy lejos que viajemos, descubrimos que el hombre se ha desempeñado siempre en ver las cosas de manera distinta de como las veía. Sentimos la imperiosa necesidad de conocer las cosas, y también las posibilidades de nuestras cosas y nuestras posibilidades. Ante la mirada inteligente, la sola percepción no nos sosiega. Necesitamos comprender. Hemos de conseguir que lo ajeno se convierta en propio. En esto consiste el conocimiento: conocer es comprender, es decir aprehender lo nuevo con lo ya conocido. Es su tenaz esfuerzo por poseer mentalmente la realidad, los hombres han explicado los fenómenos incomprensibles del mundo perceptivo, sirviéndose de los fenómenos comprensibles del mundo perceptivo. La mitología, por ejemplo, es un intento de comprender realidades misteriosas a partir de realidades cotidianas.
Estamos deslumbrados por la capacidad creadora de la inteligencia y debemos ser sabedores de que siempre vivimos en el mundo interpretado y que nuestra casa propia es el significado. La realidad entera deriva del sujeto. Hay muchos mundos posibles, y no hay razón para decir que uno es más real que otro, porque estamos aprendiendo aun a ver y aprender a ver qué es lo que vemos cuando vemos. La percepción nos proporciona información sobre las cosas. Gracias a ella aislamos un contenido y le dotamos importancia a otro. Pero estas elementales operaciones de ver, tocar o paladear poseen otro carácter enigmático: gracias a ellas enlazamos con la realidad y con la existencia de las cosas. Todas las afirmaciones sobre la existencia de algo, absolutamente todas, tienen que fundarse directa o indirectamente en la percepción. Toda ciencia admite implícita o explícitamente esta propiedad de la percepción. Los sentidos corporales cumplen una doble función: nos proveen de sensaciones y nos proporcionan la irresistible convicción de la existencia del objeto.
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La siguiente es la trayectoria del vuelo de la ciencia. Despega de la percepci贸n, sube a las nubes del concepto y, o bien vuelve al tierra de la que parti贸, para comprobar en ellas sus ideas, o se queda para siempre en las nubes.
Mayra Cantillo Ferrer Universidad Aut贸noma del caribe Dise帽o editorial