TEMA II

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LA POESÍA ESPAÑOLA EN EL PRIMER TERCIO DEL S. XX Desde finales del s. XIX se venía gestando una nueva literatura que triunfa en los primeros años del s. XX y que se manifiesta en dos movimientos, Modernismo y Generación del 98, que son, en realidad, dos manifestaciones de la misma crisis producida por un sentimiento de desencanto y pesimismo, de profundo desacuerdo con la civilización burguesa. El término Modernismo se aplicó a una serie de tendencias europeas y americanas de carácter anticonformista y renovador, surgidas a finales del s. XIX como reacción contra la estética realista vigente. El término, que en sus orígenes tenía un valor despectivo, fue asumido con orgullo por Rubén Darío y pasó a designar un movimiento fundamental en nuestra literatura. El Modernismo es, ante todo, una renovación estética, del lenguaje poético especialmente, que surge de la síntesis del Parnasianismo y del Simbolismo, dos corrientes poéticas francesas. De la primera toma la noción del “arte por el arte”, el gusto por lo refinado y la perfección formal; del Simbolismo recibe el gusto por la música y la tendencia a incorporar símbolos, sinestesias y todo tipo de imágenes sensoriales. A pesar de que el Modernismo reacciona contra la literatura española de su época, no hay que olvidar el influjo que en él ejerció la poesía intimista y sentimental de Bécquer, evidente en los poetas modernistas desde Juan Ramón a Rubén, pasando por Machado y muchos otros. Esta nueva corriente se gesta en Hispanoamérica a partir de 1870 y es introducida en España por Rubén Darío a finales de siglo. Su principal característica es la búsqueda de una belleza absoluta para huir de la realidad cotidiana. Los modernistas manifiestan literariamente su disconformidad a través de un aislamiento aristocrático y de un refinamiento estético; ello va acompañado muchas veces por actitudes inconformistas como la bohemia o el dandismo. La renovación estética del Modernismo se orienta hacia los siguientes aspectos: - En los temas, los modernistas tienden al "escapismo" hacia épocas o espacios lejanos, hispánicos y americanos. Otros temas son el amor y el erotismo, cosmopolitismo, desazón romántica... - En las actitudes destaca, ante todo, la visión e interpretación simbolista e idealizada de la realidad. - En cuanto a las tendencias poéticas, el Modernismo se manifiesta en dos direcciones: por una parte, una tendencia a la brillantez y los grandes efectos sensoriales; por otra, una inclinación a lo delicado, a lo íntimo y reflexivo, a la expresión de estados de ánimo y visiones individuales del mundo. - El lenguaje modernista es exuberante y abierto, como el romántico, a todo tipo de expresión que se acerque a su ideal de belleza literaria. Los modernistas se sirven de todos aquellos recursos estilísticos (sobre todo, fónicos) que se caractericen por su valor ornamental o su poder sugeridor. El léxico se enriquece con cultismos, voces exóticas, neologismos, adjetivos sensoriales... Lo sensorial se manifiesta en sinestesias, imágenes deslumbrantes y novísimas... - En la métrica modernista encontramos un inmenso enriquecimiento de los ritmos, acorde con los anhelos de musicalidad del movimiento. Se prolongan las aportaciones de los románticos, se incorporan formas procedentes de Francia o de la poesía clásica, se recuperan versos y estrofas antiguas con variaciones personalísimas (soneto en alejandrinos), se utilizan versos insólitos en la poesía de la época (eneasílabos, dodecasílabos...) - El Modernismo significó una profunda renovación del lenguaje poético en español y, aunque más tarde se desechen gran parte de sus galas, esta corriente quedará como ejemplo de inquietud artística y libertad creadora. Rubén Darío: Tras varias obras primerizas, publica en 1888 Azul, obra que inaugura el Modernismo en España. La consolidación de su estética se da con Prosas Profanas (1896), su obra más brillante y vitalista, que significa la plenitud del Modernismo. En 1905 publica Cantos de vida y esperanza, poemario que supone un cambio hacia una actitud más reflexiva e intimista. La obra está dividida en tres partes: en la primera, dominan los poemas de tema hispánico, algunos de carácter político, derivados de las consecuencias del 98, como Salutación del optimista, donde manifiesta su fe en los pueblos hispánicos o la Oda a Roosevelt, donde increpa a los EE UU, cuya influencia creciente también aparece en la segunda parte de la obra. En la tercera parte se manifiesta el profundo cambio que experimenta la poesía de Rubén Darío: tonos graves, amargura y pesimismo.


El estilo de Rubén Darío supone la síntesis de simbolismo, parnasianismo y otras tendencias. Su obra poética ofrece variados tonos: lo frívolo, lo sensual, lo meditativo, la exaltación patriótica. Y siempre asombran sus deslumbrantes imágenes, su fuerza sensorial, su sentido de la musicalidad y su dominio de la métrica (alejandrino, dodecasílabo, verso libre…), que enriquecieron poderosamente la poesía española. Fue, además, un destacado prosista, articulista y crítico literario: nos ha dejado espléndidos cuentos y numerosos artículos sobre temas diversos. El Modernismo en España se caracterizó por una menor brillantez externa y un mayor intimismo. Dos de los grandes poetas españoles de todos los tiempos, A. Machado y Juan Ramón Jiménez, se inician en la estética modernista, aunque derivarán muy pronto hacia actitudes estéticas más personales. Juan Ramón Jiménez (1881-1958) de vocación poética precoz y uno de los impulsores del Modernismo, es, ante todo, el gran renovador de nuestra poesía contemporánea. Obtuvo el premio Nobel de Literatura en 1956. Tras un inicio de poemas sencillos de influencia romántica, su evolución poética, una constante búsqueda de la belleza, el conocimiento y la eternidad, se resume en las siguientes etapas, descritas en el poema Vino, primero, pura: En primer lugar, la etapa de "poesía sensitiva", sencilla de formas, contenida, melancólica, marcada por la influencia becqueriana (Arias tristes, 1903) y por la brillantez del Modernismo ("los ropajes") aunque con tonos grises e intimistas en libros como Elejías y La soledad sonora (1908), A esta etapa pertenece su conocida obra en prosa poética Platero y yo ( 1914). A continuación, la etapa de "poesía pura", intelectual: la poesía se despoja de la imagen, de lo sensorial y de la anécdota y se convierte en intemporal, en forma de conocimiento y en símbolo; se identifica con la belleza, la eternidad y el absoluto. Sus libros esenciales son Diario de un poeta recién casado (1916) Eternidades (1917) Piedra y cielo (1918) Poesía (1923) Belleza (1923). Una tercera etapa en la que la "poesía pura" se intensifica y profundiza el conocimiento y la aspiración al absoluto en los libros escritos en el exilio: Estación final (1946) Animal de fondo (1949) y Ríos que se van (1953). Juan Ramón Jiménez es en nuestro siglo el máximo representante de una de las posibles maneras de concebir la poesía: la búsqueda solitaria de “Belleza y Absoluto”. Se le suele adscribir al Novecentismo, corriente literaria surgida hacia 1914 que defiende el arte “puro” y la literatura como un ejercicio intelectual basado en el lenguaje. Por ello sirvió de faro para los poetas “puros” y para los componentes de la Generación del 27; todos ellos, en su juventud al menos, recibieron su influencia. Antonio Machado (1875-1939) De ideología progresivamente radical y de un profundo humanismo existencial, es uno de los grandes poetas españoles del s. XX. Su poesía profunda y grave trata temas como la intimidad, los recuerdos, el paisaje castellano, la preocupación por España, el paso del tiempo o la muerte. En métrica se inclina por las formas populares, aunque no faltan estrofas cultas (soneto). Su estilo se caracteriza por la ausencia de complejidades retóricas: sobrio y claro, sigue la línea más directa hacia la comunicación de sus emociones más hondas. Los inicios machadianos estuvieron cercanos al Modernismo de la época. En esta primera etapa, representada por Soledades (1903), libro ampliado en Soledades, galerías y otros poemas (1907) nos encontramos con el poeta de lo interior, de la soledad, la melancolía por la fugacidad de la vida y los paraísos perdidos. La deuda con el Modernismo se advierte en la métrica, el léxico, el simbolismo de algunas imágenes y el predominio de elementos musicales y cromáticos. La segunda etapa, representada por Campos de Castilla (1912), su obra más conocida, supone, según la crítica, su integración en la Generación del 98, su salida al exterior para expresar de modo reflexivo el inconformismo ante la realidad social. Junto al paisaje castellano, unido en muchas ocasiones al recuerdo de su mujer, aparece la reflexión sobre los males de España, retratos de amigos y poemas breves que recogen aforismos, sentencias y máximas, anunciadoras de Nuevas canciones (1924), la obra representativa de su tercera etapa, más reflexiva y sentenciosa. . En los años posteriores a 1924 su producción poética es más bien escasa, cultiva más la prosa. De su última etapa cabe destacar Canciones a Guiomar, testimonio de su último y tardío amor, y Poesías de guerra, entre las que destaca El crimen fue en Granada, desgarradora elegía a la muerte de Lorca. La línea poética del Machado de Campos de Castilla no tuvo continuidad, pues la poesía de los años veinte se alejó de los problemas humanos, del estilo y las preocupaciones machadianas. Sin embargo, después de la guerra, su vida y su obra serán referencia para los poetas comprometidos.


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