Catálogo serie fotográfica Colosos

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Colosos

SERIE FOTOGRテ:ICA

Mc Chueco



colosos



La serie de fotografías Colosos se tomaron en noviembre de dos mil once. Poco después comencé a pensar en la confección de dicha serie, dada la impresión que me causaron tales arquitecturas, de las instantáneas tan ricas que tuve el placer de capturar, de la magia que en sí me transmitieron a mí y, por supuesto, a cualquier observador. Tras varias idas y venias, comencé a procesar las imágenes casi a mediados de este pasado dos mil doce para llegar a dos mil trece con el cierre definitivo de la serie compuesta por quince impresiones. Dicho cierre trae consigo la elaboración de esta memoria digital que lleva en su conjunto tanto las representaciones digitales de lo que capté como las palabras que he dedicado a toda esa belleza geométrica traducida en formas colosales. Las fotografías han sido procesadas en escala de grises a excepción de la imagen que abre la serie. Disfruten como lo hice yo tanto en la toma de las fotografías como en el procesado y expresión de mis palabras. No descarto la idea futura de trabajar en una segunda serie de los Colosos.



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Coloso I Fotografía digital / Medidas variables

Podía ver el precioso cielo azul cada vez más cerca, mientras subía las estrechas escaleras que me llevarían a aquella zona colosal. Al cruzar la puerta y sentir como si me hubiese elevado al cielo de forma rápida, la sensación fue la de no creerme el poder estar allí, cosa que había soñado en muchas ocasiones, especialmente cuando en historia del arte me embobaba con estas arquitecturas. Necesite unos instantes para observar mí alrededor en un giro perfecto de 360 grados sobre mí misma y digerir lo que veían mis ojos. Me pareció estar en un curioso damero de ajedrez y que cada uno de los elementos que se alzaban al cielo, con sus formas, similitudes y colocación, eran los peones, los alfiles, caballos, las torres cuya dama y rey no andaban muy lejos, y quizás buscarlos, era parte de ese juego. A su vez, me pareció aun más curioso, más que me pareció, sentí ser “Alicia” en el momento que atraviesa ese espejo y todo es demasiado grande en su entorno. ¿Y porque no? Un pobre caballero medieval, Alonso Quijano, rodeado de enormes gigantes que le atacaban sin mediar palabra y el obsesionado, se defiende de estos “colosos”. Fueron tantas las sensaciones conjuntas que pude llegar a poseer en los primeros 6, 7 pasos que di, intentando acariciar visualmente aquellas figuras alzadas al cielo que de forma crecida me hicieron sentir aún más pequeña dentro de este mundo, este fue el estímulo que me inició a realizar esta serie fotográfica.

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Coloso II. El traganubes Fotografía digital / Medidas variables

Crucé la puerta que me llevaba a este escenario, como Alicia cuando cruza el umbral de la madriguera del conejo blanco. Desde mi pequeñez, sin poción que me encogiera y en un vistazo que me permitió coleccionar una vista panorámica del lugar, resulte pasmada ante la estatura majestuosa de los repetitivos objetos repartidos en el habita exterior. Halle un término concreto, alcé la vista hacia el cielo y allí estaba uno de los colosos en todo su esplendor de grandeza. Carente de vista, con un enorme maxilar duplicado por toda su entidad, parecía tragar las dulces y esponjosas nubes que cerca de él se atrevían a pasar. No sólo era uno, ni dos, estaban repartidos por donde mi vista alcanzaba en los primeros planos de la estancia donde me hallaba. Aunque son de rígido, consistente material, poseen vida, profundizada en su psicología que años antes su Dios Creador, (Antoni Gaudí), le dio de forma extraordinaria. Estacionarios, ven pasar el tiempo, los años, la aglomeraciones de personas convertidas en “Alicias” por un breve e intenso “lapso de tiempo”, gozando de tan portentosa grandeza en su profunda belleza. Son observados por miles de ojos en su constante tarea de engullir sin cansarse, con sus varias bocas y cuando el día se lo permite, esponjosas nubes como si se tratase de dulce algodón de azúcar que un niño devora gustosamente.

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#fotocoloso Sin despertarme del sueño, pues todo fue real. Al contrario de cómo Alicia concluyó su historia, más bien, soñando con volver a este lugar, crucé la puerta de salida. No una salida cualquiera, una salida de vuelta a mi estatura natural, quizás pequeña en el mundo paralelo al descrito por lo que me queda por aprender aún, y envuelta en un aturdido y agradable sabor de un ya recuerdo por haber percibido esa sensación de saber donde “bellamente” mueren nubes.


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Coloso III. ¡Gigantes no, vuestra merced! Fotografía digital / Medidas variables

Justo me encontraba en ese idéntico habitáculo en el que ya había jugado a ser Alicia. Seguía yo en mí pequeñez, ya no por ser esa niñita que encogía al catar cierto brebaje, seguía yo en mí menudencia por hallarme en el anverso a esta colosal belleza que se arremolinaba en su forma natural hacia el cielo. Caracterizados por pequeñas aspas impedidas de tragar pero si de cortar las nubes que se aventuran al pasar cerca de su franja. Por su perfil grandioso y desde la lejanía me pareció que fueran gigantes, no eran tantos como Alonso Quijano visualizó en su aventuras, ni mantenían largos brazos que amenazan ágilmente alborotados. No quise ser “caballero” con yelmo y armadura que acudiera en busca de historias de caballerías entre Dulcineas y escuderos amplios de panza. Tampoco quise ser la Dulcinea a la que se encomendó el caballero Alonso momentos antes de lanzarse a su particular batalla. Que majadería la mía, la de conjeturar que por un momento allí se presenciaría batalla entre caballeros y molinos. Pero engatusada por sus bellas formas, helicoidales curvas que al cielo querían levantarse, no quedó más opción que dejarse llevar por la imaginación. “Es lugar para fantasear”, advierten quién han visitado esta zona.

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#fotocoloso No más de cuatro o cinco colosales había algo separados entre ellos, con extrañas formas diminutas que a modo de mosaico tridimensional constituían la completa figura blanca. Sus cortas astas se transfiguraban en brazos, imaginé que de la cima del mismo surgía la cabeza y sus cimientos se despegaban del suelo surgiendo largas piernas que mantenían hábilmente el peso del coloso. Un huerco al corazón es lo que me hizo regresar a mi mundo original. Agitación es lo que seguidamente me llenó de poder captar tales formas y quizás esa misma emoción debió sentir Alonso, o más bien, su creador, quién lo alimentó en la profundidad de la eternidad universal. Finalmente despierta de esa transformación gigantesca, pensé que quizás me dejé llevar por la impresión de pisar aquel lugar y del instante. O que cierta locura “caballeresca”, me tragó, aunque nunca había leído ciertas aventuras. No fue locura mi postura sino más bien satisfacción ante la bella grandiosidad del lugar y la percepción de sus habitantes.


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Coloso IV FotografĂ­a digital / Medidas variables

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Coloso V FotografĂ­a digital / Medidas variables

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Coloso VI FotografĂ­a digital / Medidas variables

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Coloso VII FotografĂ­a digital / Medidas variables

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Coloso VIII FotografĂ­a digital / Medidas variables

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Coloso IX FotografĂ­a digital / Medidas variables

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Coloso X. El asalto. Fotografía digital / Medidas variables

Acierto a decir que es complicidad lo que se respira entre ellos. Tan cerca los unos de los otros, entre susurros de secretos y complicidad, parloteaban sin parar. Aquel que anteriormente había jugado a devorar nubes, ahora quería hablar sin cesar al que escuchaba pacientemente. No alcanzaba a entender sus susurros, palabras borrosas y estratégicas llegaban a mi entender, cómo sutiles sonidos que pasan velozmente. A lo lejos, uniformados y correctamente enfilados, tal cual parecían soldados a la custodia de alguna importante institución. Callados, casi olvidados por su mutismo representado, observadores de su entorno y a la vez, observados. Tales colosos sean las piezas, dichos soldados los alfiles duplicados que defienden el señorío de su Reina y Rey anclados en su damero. La Reina con cierto amago de movimiento en sus labios, parece indicar la jugada propia del momento a sus siervos. En un primer plano, los peones del lado contrario que se susurran los entresijos de la jugada, o eso deduzco tras la primera impresión de este perfil.

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Coloso XI FotografĂ­a digital / Medidas variables

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Coloso XII. Pe贸n. Fotograf铆a digital / Medidas variables

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Coloso XIII. El alfil. FotografĂ­a digital / Medidas variables

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Coloso XIV. Rey. FotografĂ­a digital / Medidas variables

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Coloso XV. Dama y alfil. FotografĂ­a digital / Medidas variables

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Indice de fotografĂ­as

Coloso I

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Coloso VII

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Coloso XIII

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Coloso II

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Coloso VIII

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Coloso XIV

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Coloso III

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Coloso IX

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Coloso XV

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Coloso IV

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Coloso X

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Coloso V

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Coloso XI

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Coloso VI

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Coloso XII

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Sobre esta serie. Maqueta Catálogo, textos, fotografía e idea original. MC Chueco. 2011-12 500px

http://500px.com/McChueco Vista Colosos online

http://bit.ly/1a8LkVQ


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