Discurso 25

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La Nueva Corte Nacional de Justicia

Discursos de la Nueva Política No. 25

POSESIÓN DE LOS JUECES DE LA NUEVA CORTE NACIONAL DE JUSTICIA

Portada: Retrato de Mariana Yumbay Llallico Primera jueza indígena de la CNJ Dirección de Comunicación Ministerio de la Coordinación de la Política y Gobiernos Autónomos Descentralizados Marzo 2012 Quito - Ecuador


Discursos de la Nueva Política POSESIÓN DE los JUECES DE

LA NUEVA CORTE NACIONAL DE JUSTICIA Quito, 26 de enero de 2012


La Nueva Corte Nacional de Justicia


La justicia es nuestro bien común, el derecho más noble 7

La justicia es quizá el sueño más arraigado en los seres humanos, por tanto, el derecho más noble de las sociedades. La justicia es una herramienta para todas y todos, sin distinciones, es nuestro bien común. La justicia nos permite a las personas soñar un sueño único: el país que nos merecemos. Y así lo expresó el Pueblo ecuatoriano cuando con su voto, en Consulta Popular, demandó cambios radicales en el sistema de justicia y exige la intervención del Estado en la administración de este bien. Es su potestad. Quedó atrás esa estructura para defender a los poderosos, para reafirmar las pugnas de poder, para humillar a los verdaderos hacedores de nuestra Patria. Quedó lejos la impunidad, resultado de un país que durante mucho tiempo fue el que menos invirtió en justicia, no poseía Defensoría Pública, ni tenía un Ministerio de Justicia; una justicia sin procesos orales. Ecua-


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dor ha sido uno de los países de América Latina con menos jueces por cada 100 000 habitantes. Pero los cambios ya se sienten: para 2012 el 15% del Presupuesto General del Estado (antes se destinaba el 1% y como mucho el 3%) se invierte en seguridad y justicia. De este porcentaje, 300 millones de dólares se usan para abrir nuevos juzgados e instalar sistemas informáticos de punta. Sin duda, nunca antes un Gobierno le había apostado a mejorar la calidad de las personas con tanta dignidad. Esta es la nueva política, darle sentido a las verdaderas necesidades de la gente, dar los pasos justos para construir una sociedad sin miedos e impunidades. Y apostarle a un nuevo sistema de justicia, una nueva Corte Nacional de Justicia, inédita, democrática, con la mayor equidad de género, diversidad regional, conformada de jóvenes y con una jueza indígena, mujer, por primera vez en la historia del país. Tomo las palabras del presidente Rafael Correa: “Compañeras y compañeros, construyamos la mejor justicia que la humanidad pueda darse a sí misma”.

Betty Tola Bermeo Ministra Coordinadora de la Política y Gobiernos Autónomos Descentralizados


POSESIÓN DE los JUECES de

LA NUEVA CORTE NACIONAL DE JUSTICIA

Queridas compañeras, queridos compañeros: Ustedes saben que no soy abogado. Peor todavía, soy economista. Pero quiero hablarles, no como economista ni como Presidente, sino como ciudadano. Quiero reflexionar de lo que nos preocupa a nosotros como ciudadanos comunes, como padres de familia, como esposos, como hijos… En abril de 2010, en un hostal de la Sierra, una doctora que formaba parte de la Misión Solidaria Manuela Espejo estuvo a punto de perder la vida. ¿La causa? Un calefón instalado de manera irresponsable. La denuncia en contra de la propietaria del hostal, por esta criminal negligencia, no encontró en nuestro sistema judicial la oportuna y correcta aplicación de la Ley. Un año y medio después, en el mismo hostal, y por el mismo motivo -la inhalación de monóxido de carbono debido a un calefón mal instalado- una joven y brillante deportista ecuatoriana, seleccionada de básquetbol del Guayas, Iskra Ochoa Rodríguez, de apenas 14 años, falleció.

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Hace pocos días mi segunda hija cumplió 15 años. Créanme que no pude dejar de pensar durante todo el día en los 15 años de Iskra que cumpliría el próximo mes de marzo. Esa muerte pudo haber sido evitada si hubiera habido una adecuada administración de justicia. Precisamente el día de ayer realicé una de las actividades que más me agradan, que me satisfacen mucho: escuchar a los ciudadanos de a pie en la oficina presidencial, reuniendo a las más altas autoridades del Estado… En este caso eran policías, trabajadores de la Patria, de uniforme. Y las autoridades del Estado presentes eran: el Presidente de la República, el Presidente de la Asamblea Nacional, el Presidente de la Corte Nacional, el delegado del Consejo de la Judicatura, el Fiscal General de la Nación, entre otros. Esa es la nueva forma de democracia que queremos instaurar: acceso directo a las máximas autoridades, que no somos los primeros mandantes (mandante es el que ordena), somos los primeros mandatarios. Los primeros en servir, en obedecer, y eso, es lo que queremos transmitir. ¿Y para qué fue esta reunión? Para que nos cuenten los problemas esos policías sencillos, honestos, trabajadores, y puedan realizar su fundamental labor de dar seguridad ciudadana. Por ejemplo, nos decían con documentos, que en el sur de Quito, cuando se capturó en un vehículo a cuatro sospechosos que tenían promedio de 10, 11 detenciones cada uno, se les encontró en el carro armas, pasamontañas, cuerdas, cinta adhesiva para evitar que la persona


grite, pero como no habían cometido ningún delito, como no sea solamente el de portar armas (porque también se encontraron armas), se les dieron medidas substitutivas. Y básicamente la lógica era que había que esperar a que cometan el delito para poder meterlos presos. Yo no sé qué haría si a algún miembro de mi familia (mis hijos, mi esposa), esos delincuentes les hubieran hecho algo y hubiera sabido que minutos antes una Jueza los había dejado libres. Claramente no buscó el bien común, sino purismos legales, y no pocas veces llenos de abulia y conformismo. Se nos contó el caso del robo de una computadora con GPS. Se pudo ubicar dónde estaba esa computadora en un local lleno de otras muchas computadoras sin los papeles en regla; es decir, evidentemente robadas, sin embargo, no se capturó absolutamente a nadie. Lo único que logró ese policía que estaba cumpliendo su deber es que se le devuelva la computadora a quien se la habían robado. No se encarceló a nadie, no se enjuició a nadie bajo el pretexto de la presunción de inocencia y que la carga de la prueba está en el acusador; es decir, que nosotros teníamos que demostrar que esas computadoras eran robadas, no sabemos cómo se puede hacer aquello cuando son evidentemente de procedencia ilícita. Compatriotas, queridos jueces, compañeros de las diferentes funciones del Estado,

Nadie debe mendigar ni negociar justicia. Todas y todos podemos demandar el acceso efectivo a la justicia como un servicio público, que la justicia vaya a donde se la necesita, que sea oportuna.

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señores periodistas: ¿Cuántas muertes, cuántos robos pudieron haberse evitado si quienes administran justicia hubiesen actuado con la diligencia, agilidad y la sensibilidad que se requieren? Sé bien que los ejemplos que he dado se refieren en infracciones penales, uno de los tantos campos del Derecho; pero son las infracciones que más preocupan al ciudadano de a pie. Por todo ello este proceso revolucionario de reforma de la justicia, profundamente democrático, legítimo, busca fundamentalmente otorgarles a nuestros ciudadanos mayor seguridad. El Ecuador, lo sabemos, es un Estado de Derechos y Justicia, así lo manda nuestra Constitución aprobada por la inmensa mayoría del pueblo. Esto es un proceso lleno de legitimidad, lleno de democracia, lleno de participación. Los mayores cambios se los ha hecho con la aprobación del mandante, el pueblo ecuatoriano, en las urnas. Los derechos del Buen Vivir; los Derechos de Participación; los Derechos de Libertad; los Derechos de la Naturaleza; los Derechos de Protección, garantizados por el Estado, no podrán ejercerse cabalmente mientras no prevalezca el imperio de la Ley. Hemos vivido demasiado tiempo no en un Estado de Derecho, sino en un Estado de Hecho, porque no ha funcionado nuestro sistema de justicia. La administración de justicia es una potestad del Estado que, como todo poder, emana del pue-


blo, pero a la vez, es un servicio público en beneficio del bien común. El mandato de la Consulta Popular de mayo del año anterior, fue muy claro: ¡La administración de justicia tenía que ser transformada desde sus raíces! No se trata de un simple cambio de actores, sino de un verdadero cambio profundo, radical en la administración de justicia, refleja también cambio en las relaciones de poder, liberar a la justicia de los poderes que la tenían sometida: poderes económicos, poderes políticos, poderes informativos, pero poderes también de mafias corruptas, deshonestas, que medraban del sistema de justicia ecuatoriano. 13

Nadie debe mendigar ni negociar justicia. Lo que se exige es que todas y todos podamos demandar el acceso efectivo a la justicia como un servicio público, que la justicia vaya a donde se la necesita, que sea oportuna. Porque justicia que tarda no es justicia. En tanto que poder del Estado, la justicia en nuestro país ha sido amenazada, muchas veces capturada por los poderes fácticos que se han servido de ella; y, en tanto que servicio público, la justicia ha sido objeto de un insensato abandono. Muchas intervenciones han sufrido el Poder Judicial y la Corte Nacional –antes Suprema- de Justicia en estos años de democracia. Han enfilado tanques y soldados en su contra; los poderes ocultos, desde el viejo Congreso, han destituido y nombrado a sus miembros a discreción. La justicia ha sido motejada, burlada, escarmentada. Con frecuencia los intentos de transformar el sistema no llegaron a efectivizarse, fueron su-


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perficiales, en ocasiones meros maquillajes que removían algunas figuras, pero que en el fondo continuaban sirviendo a poderosos intereses que manejaban a ciertos jueces, para que sentenciaran a favor de los poderes económicos, ordeñen al desvalido Estado o para que no sentencien a quienes saquearon el país, mientras desprotegían a la mayoría de ecuatorianos. El sistema judicial fue convertido, en ocasiones, en un auténtico régimen de facto. Aún está fresca en la memoria de los ecuatorianos (y prohibido olvidar demasiada hipocresía, cinismo en la política ecuatoriana) la imagen de un diputado sacando de su bolsillo la lista de los magistrados que debían integrar la Corte Suprema, negociada por la partidocracia, la misma que se opuso a la Consulta Popular, la misma que ha pretendido con infamias acusarnos de intromisión.

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Está fresca en la memoria... la imagen de un diputado sacando de su bolsillo la lista de magistrados para la Corte Suprema, negociada por la partidocracia.

Tratarán, aquellos, los de siempre, de deslegitimar esta Corte, no porque alguien la controle, sino precisamente por lo contrario, porque por primera vez, tal vez en la historia, al menos contemporánea de nuestro país, ya no pueden controlar a nuestra Corte los mismos de siempre. En el Ecuador, al sistema de justicia no se lo había concebido como un servicio público, sino como un sistema ideado para proteger al poderoso, al ofensor, al influyente; y, es preciso decirlo: se protegía al menos escrupuloso en sus asuntos públicos y privados.


El adagio popular: “El que nada debe nada teme” era un cruel eufemismo para el común de los ciudadanos, porque aquí el que debía mucho no temía nada y los que no debíamos nada teníamos que temer mucho. El Ecuador ostentó por demasiado tiempo los peores indicadores de acceso a la justicia de la región. Aún es uno de los países de Latinoamérica que menos jueces tiene por cada 100.000 habitantes (esperamos pronto, aceleradamente, resolver esta situación). Era el país que menos invertía en justicia, el único en no poseer Defensoría Pública, uno de los pocos en no tener Ministerio de Justicia. Uno de los más rezagados en establecer la oralidad en los procesos judiciales. Todo esto convierte a la impunidad en moneda corriente y en una de las principales causas de la inseguridad ciudadana. A la Función Judicial, en su abandono y precariedad se la llamaba la ‘Cenicienta de las funciones del Estado’; la cual, como gran aspiración, pedía que se pase de invertir en ella del 1% del Presupuesto del Estado al 3%. Gracias a Dios todo esto ha empezado a cambiar. En el Gobierno de la Revolución Ciudadana en Seguridad y Justicia, en el año 2012, invertiremos el 15% del presupuesto del Estado. Solamente para justicia, nuevos juzgados, sistemas informáticos, solamente en el 2012 invertiremos más de 300 millones de dólares, como ningún gobierno en la historia de nuestro país y como pocos en la región. Con este apoyo,

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junto al trabajo decidido y eficiente del Consejo de la Judicatura, con decisiones judiciales justas y sabias, lograremos hacer del sistema de justicia un referente mundial. ¡No debemos conformarnos con menos! Queridas compañeras, compañeros, la justicia se fundamenta en la verdad. Por eso, convocamos al cambio de paradigmas, al cambio cultural que nos permita alcanzar las virtudes sociales; que rechace la mentira, los engaños, la truculencia, las falacias; sin esto, seguiremos encontrando a diario un país en donde el crimen es considerado como algo normal. Pero a nosotros no nos eligieron para administrar un sistema en donde lo ‘normal’ sea la corrupción y el crimen, la desidia, la mediocridad y el desencanto. A nosotros nos eligieron para cambiar a fondo las estructuras del país. El soberano nos dio la orden de cambiar la justicia, aprobó el mecanismo y el plazo adecuado para llevar a cabo este mandato. No saben cuántas esperanzas ha despertado este PROCESO INÉDITO en la región, en el mundo entero. Por donde voy en nuestra América y en el mundo me dicen de las expectativas que existen, las enormes esperanzas en el, tal vez, el proceso más democrático de la historia contemporánea para cambiar la justicia. Muchos países en la región han emprendido procesos profundos de transformación de su sistema de justicia (Chile, Brasil), pero con mayoría en la Asamblea, con otros mecanismos. Somos el único que lo hemos empezado a cambiar con


mandato popular del soberano, el pueblo ecuatoriano. Nos siguen en esta experiencia en el mundo entero. Queridas amigas y amigos, sencillamente, ¡no tenemos derecho a fallar! ¡La transformación avanza! Y hoy no asistimos a la instalación de una Corte más…, asistimos a la posesión de la primera Corte Nacional de Justicia del Ecuador, de nuestra América –y posiblemente del mundo- cuya conformación cuenta con una raíz de legitimidad inmensa. Por ello, la responsabilidad que recae sobre los hombros de cada uno de los jueces y juezas de la nueva Corte Nacional de Justicia, esa responsabilidad, es enorme, cobra visos históricos, les insisto, no tenemos derecho a fallar. Y hay cosas realmente inéditas: Es la Corte con mayor equidad de género del planeta entero; una corte con una diversidad regional, sin precedentes; una Corte bastante joven… y confiamos en la juventud, también en los que tienen juventud acumulada. Son los jóvenes los que van a hacer estremecer al mundo. Y por primera vez en la historia, una indígena en la Corte Nacional de Justicia del Ecuador. Hatum Saludami Tiaka Mariana. Ñukanchi Ashka Kushillami Kanchik. Sócrates decía que cuatro características deben corresponder al juez: Escuchar cortésmente, responder sabiamente, ponderar prudentemente y decidir imparcialmente. Es decir, sa-

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biduría y honestidad. Sin pretender en absoluto desafiar a Sócrates, dada la realidad de nuestro país, yo añadiría dos características más: mística de trabajo y valor. Mística de trabajo para aplicar las leyes de la mejor forma para lograr el objetivo de la justicia: la paz social. Y, por el contrario, evitando lo contrario: buscar el último subterfugio legal para no cumplir con el cometido de la justicia. Y valor, porque tendrán que enfrentar presiones inmensas. Ya hemos visto ejemplo de aquello en estos días y eso no es nada. Prepárense a todo un ataque mediático posicionando la idea de que la única forma de mostrar la imparcialidad de la nueva Corte, será fallando contra el Ejecutivo o contra sus miembros. Aquí tenemos uno de los grandes desafíos para la nueva Corte y el nuevo Ecuador. Créanme que no hablo por intereses propios, sino por el presente y el futuro, por nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Aquí tenemos uno de los grandes desafíos para la nueva Corte y el nuevo Ecuador: Que el verdadero Estado de Derecho se imponga al Estado de opinión, donde los que juzgan, exoneran o condenan son los medios de comunicación. Que no sean los medios de comunicación nuestra Corte Nacional, sería una inmensa decepción. Inauguremos el Estado de Derecho en lugar del Estado de opinión que nos quieren imponer. Nos complace mucho constatar, como he manifestado, que en la conformación de la Corte


Nacional de Justicia existe una equidad de género que supera el 40% establecido como mínimo; y que, por primera vez en la historia ecuatoriana, contemos con una jueza indígena en el máximo organismo de Justicia. El pueblo le ha tendido la mano a la justicia. Los gestores de este proceso de ensueño, maravilloso, histórico, es el Pueblo ecuatoriano, porque es por su voluntad, por su unión, que se han podido dar todas estas conquistas. Y el Pueblo le ha tendido la mano a la justicia, para que se levante de su postración; y todos debemos seguir poniendo el hombro, el cuerpo, el alma, las manos limpias. ¿A nombre de qué podríamos sacrificar la justicia? Sin ella, la humanidad, el bienestar, incluso el amor, no tendrían valor alguno. La justicia es aquello sin lo cual los valores dejarían de existir y no serían más que intereses personales o grupales. La justicia, es la base de la civilización. Su ausencia, es barbarie. Es imperioso ejecutar las disposiciones constitucionales, que establecen la oralidad, para todos los procesos judiciales, como un mecanismo que afiance los principios de celeridad e inmediación; la Unidad Jurisdiccional, para fortalecer la independencia en la administración de justicia en todos los estamentos donde esta se imparte; la Justicia de Paz, para romper las barreras económicas, geográficas y culturales de acceso a la justicia; la Defensa Pública efectiva, gra-

¿A nombre de qué podríamos sacrificar la justicia? Sin ella, la humanidad... incluso el amor, no tendrían valor alguno... La justicia es la base de la civilización.

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tuita y de calidad para quien no tenga los medios económicos. Una Fiscalía con los medios suficientes para luchar efectivamente contra el crimen, acusando con oportunidad a los presuntos infractores en nombre del interés público. La consolidación de una auténtica carrera judicial, con estabilidad, capacitación permanente, sistema disciplinario riguroso, evaluación de desempeño que permita la promoción del servidor judicial; y también una amplia participación ciudadana que siga garantizando absoluta transparencia en los procesos de renovación de las judicaturas. El impulso a la mediación y a la Justicia Indígena siempre en el marco del respeto de los Derechos Humanos y en el marco constitucional ecuatoriano, para hacer de la justicia una responsabilidad de todos y construir juntos una cultura de diálogo y ese Estado Plurinacional e intercultural que ordena nuestra Constitución. Pero también necesitamos procedimientos más sencillos, sancionar las artimañas, los malos abogados que demoran la aplicación de la justicia, calificar sin temor de maliciosa y temeraria las falsas imputaciones que, porque no tienen costo alguno en este momento, sin riesgo alguno, se someten al sistema judicial tan solo por dañar la honra de terceros. Se necesita mucho más sentido común también en nuestros procesos judiciales. Por ejemplo: ¿Por qué un delito flagrante, con confesión de parte, demora meses en obtener sentencia? ¡Absurdo! Y para simplificar todos estos procesos, para tener nuevas –en el caso del Derecho Penal–


penas acordes en los nuevos tiempos, en la nueva clase de delitos, para poder sancionar con mayor eficiencia, eficacia a los malos abogados, requerimos de un nuevo Código Penal, aplicación de penas, procedimiento penal y rehabilitación social que ya está en las manos de la Asamblea Nacional. Reformar la justicia, mejorar la administración de justicia en el país es tarea de todos los poderes del Estado. Esto es histórico. Nuestro Código Penal tiene más de 70 años. Ya tenemos el nuevo Código Penal presentado a la Asamblea. Esperamos que pronto el Legislativo pueda aportar con este instrumento fundamental para mejorar la administración de justicia y, sobre todo, la seguridad ciudadana en el país. Queridas conciudadanas y conciudadanos, ¿cómo entender a quienes critican desde ya a la nueva Corte Nacional, antes de que empiece a trabajar? La probidad, la imparcialidad, el conocimiento de los jueces se expresará a través de sus dictámenes. Una Corte independiente, sin duda incomodará a quienes siempre han querido controlar sus decisiones. Antes de que se instale, ya se avizora la estrategia de algunos sectores interesados en deslegitimar a esta nueva Corte. Precisamente hoy, en un intento de deslegitimación, un diputado de oposición afirmaba en una importante cadena televisiva, cito: “Muchos le han calificado a la nueva Corte Nacio-

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nal de Justicia como la ‘Mama Corte’, porque están las mamás, están los ñaños, los cuñados, los asesores, los amigos”. Es decir, en el próximo concurso, habría que poner que los que participen no sean hijos, no sean cuñados, no tengan hermanos, no sean amigos, no hayan trabajado… Ahí están los exámenes. Ha sido un proceso más que objetivo, transparente: veedurías nacionales, internacionales. ¡Cuánta mala fe! ¡Cuánta manipulación! Cualquiera puede verificar cómo se ha verificado a los jueces finalistas, de hecho, ha habido poquísimos reclamos, todos han reconocido la transparencia de los procesos.

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Ya tenemos el nuevo Código Penal. Esperamos que pronto el Legislativo pueda aportar con este instrumento para mejorar la administración de justicia.

Y continúa este diputado de oposición diciendo: “Y es evidente que se tomaron personas cercanas e íntimas al círculo de Correa”. Si tengo la suerte de conocer a dos de los 42 nuevos magistrados, jueces y conjueces de la nueva Corte Nacional de Justicia es demasiado. Pero así es como se miente en este país por parte de una clase política menos que mediocre. Pero lo más grave de la declaración de este señor es lo que a continuación cito: “Es una Corte Nacional de Justicia peor que las de la partidocracia, por lo menos antes se repartían entre algunos partidos políticos y algo de equilibrio existía”. ¡Qué falta de vergüenza! ¡Qué falta de inteligencia! Este es el viejo país que lo estamos dejando en la triste historia que jamás se volverá a repetir. Esta nueva Corte Nacional de Justicia mar-


ca el punto de partida, no de llegada. Insisto, no asistimos a un recambio más, de los tantos que se hicieron en el pasado, producto de acuerdos bajo la mesa, de cuestionables entendimientos entre las bancadas de la partidocracia para, supuestamente, ‘despolitizar’ a la justicia. Asistimos, a un hecho histórico, a la concreción de un proceso que cuenta con una inmensa legitimidad democrática, a los resultados del cumplimiento de un mandato popular, de una orden expedida en las urnas. Y no faltan anécdotas en la conformación histórica de esta nueva Corte, la más democrática y transparente y –estamos seguros– capaz y honesta, al menos de la historia contemporánea de este país. Esta Corte nació en un hospital, en un cuarto de hospital, por exceso de trabajo de nuestro querido amigo Presidente del Consejo Nacional de Judicatura. El médico le ordenó literalmente que se tenía que internar en el hospital, tenían que darle sedantes para que pueda dormir, dos sesiones de 15 horas cada una, porque estaba exhausto, al borde del colapso. Esto demoró un día, la fecha que se había ofrecido para entregar los nuevos nombres, y empezaron las elucubraciones. ¿Verdad? Doce horas… Pero es una muestra de abnegación, de entrega: en bata de hospital, pantuflas de hospital, con los otros dos miembros del Consejo de Judicatura, desde una habitación de un hospital de Quito se anunció la nueva Corte Nacional de Justicia del Ecuador.

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Esto que sirva para relievar y agradecer la entrega, el esfuerzo, el trabajo de los miembros del Consejo de la Judicatura de Transición. Muchas gracias en nombre de la Patria. Con decisión de futuro, con visión de Patria, con esa voluntad de erguirnos para construir un nuevo país, deseamos que los integrantes de la nueva Corte Nacional de Justicia tengan el éxito que el país espera de su gestión. Confiamos en que sabrán responder a las demandas de nuestro Pueblo que ha depositado su confianza en ustedes. No actuar en correspondencia, sería traición. Señoras y señores jueces de la Patria, ustedes son los principales responsables de que las leyes no queden escritas en los códigos sino que, se vuelvan carne y sangre del día a día, que las vivan aquellos que necesitan hacer valer sus derechos laborales, las madres que velan por los derechos de sus hijos, o las víctimas de violencia y abuso sexual. El problema mayor no es la ausencia de leyes (siempre podrán ser mejoradas, pero tenemos buenas y bastantes), el problema son las falencias en la administración de justicia. Se puede hacer muchísimo más con las leyes actuales para mejorar seguridad ciudadana, garantizar derechos individuales y colectivos. Se trata de trabajar con profunda mística, sabiendo que en sus manos está gran parte del presente y futuro de la Patria. Jueces sabios, pero con mística de trabajo y con


una valentía inmensa para soportar todas las presiones que vendrán de los poderes fácticos. Necesitamos una administración de justicia que no claudique ante la amenaza, el dinero o el poder, que respete las garantías, los derechos humanos, el debido proceso. La Patria nueva, en donde vivimos un verdadero cambio de época, irrepetible y único, nos exige reflexión permanente, autocrítica, voluntad para cambiar el porvenir. Ya no podemos ni debemos culpar a vecinos o ajenos, no podemos ya acusar a superados destinos manifiestos, no podemos endilgar nuestros deberes a nadie. Somos responsables de nuestra propia historia. Simón Bolívar, nos decía: “El ejercicio de la justicia, es el ejercicio de la libertad”. La justicia tiene que conseguir que se la mire con respeto, que sobre ella no pesen sombras de corrupción, de poderes ocultos, de intereses protervos. La Constitución de la República, en su artículo 75, establece el derecho ciudadano “al acceso gratuito a la justicia y a la tutela efectiva, imparcial y expedita de sus derechos e intereses”, esto es lo que se debe garantizar a todos los habitantes del Ecuador. El Gobierno de la Revolución Ciudadana, ratifica el compromiso de continuar impulsando la transformación del sistema de justicia, en el marco del máximo respeto entre las Funciones del Estado. Nuestra gente sencilla, la que con su esfuerzo mueve el mundo, la que produce, confía en

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ustedes. Ustedes tienen el respeto y el apoyo de esta revolución que avanza inexorable, esta revolución que nada ni nadie la puede detener, porque se basa en principios democráticos, porque está liberando esas voces que han sido silenciadas durante tantos años; porque está generando una energía sin límites que rompe mitos, paradigmas, dogmas.

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¡Construyamos la mejor justicia que la humanidad pueda darse a sí misma! ¡Tengamos el mejor sistema de justicia, no somos menos que nadie! ¡Saciemos todas las hambres que hay en este país, menos el hambre de justicia! Mucha suerte señores jueces de la Patria. Vamos a lograr entre todos la Patria nueva, que tanto soñamos y que merecemos.

Se han liberado esas energías internas del país que nos dice que somos capaces de lograr lo que nos propongamos.

¡Hasta la victoria siempre!

Rafael Correa Delgado PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR



Rafael Correa felicita a los magistrados

Juramento de los 21 Jueces Ministerio de Coordinación de la Política y Gobiernos Autónomos Descentralizados

Ministerio de Coordinación de la Política y Gobiernos Autónomos Descentralizados

www.mcpolitica.gob.ec

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El acto de posesión se realizó en el Teatro Nacional Sucre. 26-01-2012

“...Es la Corte con mayor equidad de género del planeta entero; una corte con una diversidad regional, sin precedentes; una Corte bastante joven… y confiamos en la juventud, también en los que tienen juventud acumulada. Son los jóvenes los que van a hacer estremecer al mundo. Y por primera vez en la historia, una indígena en la Corte Nacional de Justicia del Ecuador.”.


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