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INDICE
*FRENTE JUVENIL HAGAMOS LO IMPOSIBLE
pag 3-
¿Quiénes somos?
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Por que vamos a los barrios?
pag 7-
Por qué desde la educacion popular
pag 8-
¿Por qué construir centros culturales en los barrios?
pag 9-
Experiencia del Centro Cultural Alegre Rebeldía- Barrio KM 13 Quilmes Oeste, Buenos Aires.
pag 10- Contra la criminalización de la juventud en los barrios
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¿QUIENES SOMOS? Somos un frente formado por jóvenes que no nos resignamos con lo que hay, con los males menores. Creemos que otro mundo es posible, siempre y cuando trabajemos conscientemente para lograrlo. Somos un frente que, desde distintas especificidades, trabajamos todos los días para construir una alternativa. Como talleristas barriales y educadores populares, construimos en los barrios para socializar nuestros conocimientos, para poner en diálogo nuestros saberes con los de nuestros propios vecinos, para enseñar y aprender, para crear colectivamente un conocimiento crítico que nos ayude a vivir mejor, que nos ayude a organizarnos mejor para así enfrentar con más herramientas los problemas que permanente nos pegan como clase trabajadora. Como artistas fomentamos y construimos centros culturales, para aportar a un circuito alternativo de producción, distribución y exposición artística, también los construimos en los barrios populares, buscamos que sean centros sociales, centros que no sean indiferentes a las muertes por violencia de género, a los chicos asesinados por gatillo fácil, centros que participen activamente de la realidad que los atraviesa. Como comunicadores fomentamos el desarrollo de medios comunitarios, alternativos y populares, que muestren lo que los medios hege-
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mónicos no informan, que en los barrios populares hay gente que se levanta todos los días para trabajar, que es solidaria, que quiere salir adelante y poder imaginar un mundo mejor donde vivir. Como estudiantes impulsamos espacios de organización participativos y democráticos al interior de nuestros espacios de estudio; alentamos el vínculo permanente y directo con la sociedad, porque no estamos aislados ni por fuera de esta realidad dolorosa que siempre nos atraviesa. Pero claro, así parece que somos jóvenes que nos queremos crear nuestro propio mundito, un mundo piola y en paralelo al actual, con sus medios, sus barrios, sus artistas, sus espacios organizativos en los lugares de estudio y demás. Un mundo que se hace el boludo y es indiferente a los grandes problemas de la sociedad. Pero no, esas ideas ya fueron superadas por la historia, construimos nuestro (contra) mundo, para pelear mejor por el mundo, para disputarlo, para que sea de quiénes lo construimos todos los días con nuestro trabajo: los pobres, los trabajadores, los estudiantes, en fin, los oprimidos. Y en eso estamos y a eso vamos, entonces cuando nos preguntan ¿quiénes somos? Nosotros decimos con fuerza: ¡la juventud rebelde que lucha por el cambio social!
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¿De qué hablamos cuando hablamos de trabajo cultubarrial?
“Profe, ¿me dibuja un auto bien piola?” “Seño, mi mamá me dijo que puedo ir si después me traen de vuelta”. Seguro, a quienes estén leyendo esta nota, las citas les serán conocidas. Seguro también estos lectores se reconozcan como talleristas o militantes barriales, presumimos que a su vez comprenderán que realizan trabajo cultural en los barrios, damos por descontado que esa actividad barrial la llevarán adelante porque, como sea, reconocen que algo anda mal, de lo que se deriva la creencia de que ese trabajo puede mejorar (o generar las condiciones para hacerlo) la situación inicial. Pero en la delimitación que acabamos de hacer encontraremos muy pocas determinaciones, muy poca información, tan poca que ese tallerista o militante barrial podría ser tanto un independiente, como un militante de La Cámpora, o de una
organización de izquierda, o integrante del PRO o de alguna (otra) empresa. Con lo poco que hemos visto, esa persona podría sólo querer “embellecer” un poquito esta sociedad, o quizá quiera cambiarla de fondo. Partimos de considerar que no es posible medir la efectividad de un taller o actividad barrial si los pensamos en sí mismos, aislados, fuera de la historia. Esto quiere decir que el “mismo” taller de apoyo escolar, significará cosas distintas si lo desarrollamos en un barrio en el que el colegio queda lejos y los chicos no habitúan ir; o en un barrio de plena participación escolar. Y lo mismo cuenta hacia el proyecto que enmarca al taller. El mismo Festival del barrio, significará cosas distintas si es impulsado por una organización oficialista o por una organización independiente.
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Pero previamente habíamos encontrado un factor común y puede que esto se ponga un poco más complejo; todo tallerista o militante barrial nos dirá que realiza su labor guiado por “objetivos humanos”. Entonces, ¿qué es lo que diferencia a nuestra praxis de la que llevan adelante las empresas que impulsan el trabajo barrial, o los partidos de los sectores dominantes? Freire nos decía: “La humanización (…) responde a lo que denominamos ‘vocación de los hombres’. Vocación negada (…) negada en la injusticia, en la explotación, en la opresión, en la violencia de los opresores.” Y acá la cosa ya cambia, esta concepción de humanidad divide aguas en el trabajo barrial. Si aceptamos, junto a Freire, que la vocación de los hombres, su humanización, se encuentra negada por los explotadores y opresores, entonces difícilmente las empresas y los partidos de las clases opresoras puedan hablar de lo mismo que nosotros cuando afirman que sus talleres tienen “objetivos humanos”. En cambio, nuestros talleres y actividades barriales pensados en clave transformadora, humildemente pretenden ser un aporte a la humanización de las mayorías, a la humanización de los oprimidos. Se trata del proyecto de quienes día a día trabajamos para producir y repro-
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ducir este mundo que, hoy, no nos pertenece. TENSIONES Y DESAFÍOS Reconocer que los talleres se encuentran enmarcados en la histórica tarea de humanizar la sociedad, les quita a los mismos toda el aura armoniosa y el carácter estático que las clases dominantes pretenden impregnarle a la actividad cultural en los barrios. Los talleres, pensados en esta clave, dejan de ser conciliación con los opresores, para convertirse en disputa contra los opresores, aquellos que nos niegan la humanidad. Nuestra actividad barrial no sólo debe mantenerse independiente de las empresas, sino también de su metodología conciliadora. Nos referimos al asistencialismo, aquella práctica parcial y unilateral que no ataca los problemas de raíz, desde sus causas, sino que simplemente pretende suavizar sus consecuencias más evidentes. Pero esta práctica no sólo se encuentra en los programas barriales de los opresores. Es una posibilidad que nos acecha permanentemente a los talleristas que nos pretendemos transformadores y de la que sólo podemos delimitarnos con la elaboración de un proyecto claro, sólido y dinámico, que se permita un margen de flexibilidad para afrontar los CONTINUA EN HOJA 8
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vaivenes de la realidad. Traspasando los límites del taller A la hora de la planificación de los talleres, es vital pensar en la realidad particular del barrio, con todas sus especificidades, con sus tranzas, con sus punteros, con sus vecinos resignados o “naturalmente” combativos. A su vez es preciso buscar las cuestiones estructurales que generan, permiten o fomentan las particularidades propias de nuestro territorio. Es decir, en lo particular tenemos un problema concreto, el puntero Mario; pero ese problema no es sólo particular, pensándolo desde lo general, se trata del estructural aparato clientelar que crea a Mario y a tantos otros punteros a lo largo y ancho de nuestro país. Podemos correr a Mario, pero mañana vendrá una Susana si no generamos alternativas combatiendo el problema de manera estructural. Todos tenemos un Mario y/o una Susana, sea que activemos en el conurbano bonaerense, en Jujuy, en Mendoza o en la Capital. Por eso se torna central el intercambio de experiencias y la articulación entre diferentes colectivos de acción cultubarrial, para así complejizar nuestra intervención y hacerla más efectiva.
El objetivo de construir en conjunto una conciencia colectiva capaz de valorar el papel histórico que los oprimidos tenemos para efectivizar nuestra propia liberación, tiene en la praxis cultural un capitulo ineludible. La cultura es una manifestación y, a su vez, una forma de modificar, precisamente, la conciencia. Esa conciencia que sólo puede ser comprendida de manera teórico-práctica, como reflexión y acción, y en disputa con los opresores, implica, por lo tanto, procesos de organización barrial que acompañen los diferentes talleres que, de esta manera, se enmarcan en un contexto de nuevas relaciones. Que la sonrisa de los chicos que hoy encuentran en nuestros talleres un momento tan especial y exclusivo, se convierta en hábito, en la cotidiana y certera felicidad indispensable para revitalizar y embellecer el contra mundo que día a día venimos construyendo desde abajo los oprimidos en tantas partes de nuestro país.
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¿Por qué la educación popular? Partimos para nuestro análisis de una certeza: toda práctica educativa es política. No existe la neutralidad en la educación, aunque muchos intenten convencernos de lo contrario… Oscar Jara, pedagogo chileno, señala que si rastreamos las raíces históricas de la educación popular en América Latina, encontraremos que el concepto surge como forma de nombrar una serie de experiencias educativas que tienen como hilo común que las hilvana el hecho de surgir desde abajo. Son experiencias educativas estrechamente vinculadas a los procesos organizativos de los sectores populares –obreros, campesinos, barriales-. Acordamos con Jara en que la educación popular no se define por un conjunto de técnicas (aunque las implica) ni por la modalidad que asume, si es escolar o extraescolar. Sino que aquello que define a la educación popular es su carácter de clase. En palabras del propio autor: “El término “popular” no es más que una referencia a este carácter definitivamente clasista que ubica a la educación po-
pular como un proceso ligado a las necesidades, exigencias e intereses de las clases populares.” Desde Hagamos Lo Imposible creemos que la educación popular se asume instrumento de lucha por la emancipación de los oprimidos, se asume transformadora y crítica del orden social vigente; el elemento central es que existe como trasfondo de sus planteos un proyecto político de cambio social. Esto no significa que sólo a partir de la educación vamos a cambiar la sociedad, sino que ésta es una dimensión importante -entre otras- en la cual debemos dar batalla. El trabajo pedagógico que deconstruye nociones del sentido común para pensarlas críticamente, que discute naturalizaciones, que incita a desconfiar de todo aquello que se da por sentado como eternamente verdadero, es fundamental para desarrollar nuestra conciencia como clase.
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*FRENTE JUVENIL HAGAMOS LO IMPOSIBLE EXPERIENCIA DEL CENTRO CULTURAL:
ALEGRE REBELDÍA- BARRIO KM 13 QUILMES OESTE, BUENOS AIRES.
Allá por el 2011 llegábamos por primera vez al barrio Km13. Entre los primeros talleres, los primeros mates con las vecinas y las rosquitas fuimos conociendo más el barrio y su gente. Para el 2013 prefigurábamos el potencial a futuro que mostraba el taller de teatro, que más adelante se transformaría en lo que actualmente es la Escuela Popular de Arte. Por ese camino andábamos, alternando entre las casas de los vecinos, la canchita del barrio y el comedor como sede de los talleres. Hasta que vimos cada vez más firmemente la necesidad de tener un espacio propio. Y se requiere valentía para emprender proyectos de tanta magnitud, pero dado que nos enmarcamos en un proyecto mucho más audaz que es el del cambio social, la construcción de centros culturales aparece como un pequeño paso, aunque no menor, frente a este objetivo que se mantiene firme en nuestro horizonte. Y vinieron los bingos, las choripaneadas, las rifas y las ferias americanas. Vinieron las jornadas de trabajo voluntario, con sol y con frío, acompañadas con guisos y mates. Siempre con las ganas inagotables de construir, de crecer, de crear un espacio para el barrio y del barrio. Y vinieron los talleres, las copas de leche, los festivales, las obras
de teatro y los intercambios culturales. Algunas veces teniendo que enfrentar más adversidades que otras (como la lluvia, que como bien saben todos fue nuestra maldición durante bastante tiempo ja!), pero siempre firmes, con la convicción de que cada uno de nuestros sacrificios es un pequeño aporte en el presente que siembra un futuro más justo. El trabajo de todos estos años simboliza la semilla que anhelamos el día de mañana florezca en organización, dignidad, lucha y cultura popular. Cada clavo, cada madera, y cada momento de trabajo depositado sobre estos, pasan hoy a formar parte de un todo que no es sólo el espacio físico, sino que son también las ganas y las certezas, la solidaridad y el respeto que construimos. Es también cada uno de nosotros, nuestros sueños y nuestros actos. Estamos muy contentos y orgullosos de tener el Centro Cultural Alegre Rebeldía, nos queda llenarlo de vida, que sea una real referencia para los vecinos y niños del barrio. Sin embargo, con este pequeño triunfo podemos decir, aún más firmemente, que lo imposible sólo cuesta un poco más.
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EN LOS BARRIOS* CRIMINALIZACIÓN DE LOS JÓVENES EN LOS BARRIOS (HISTORIA DE DAVID Y JAVIER) 1
Hace 3 años, ellos se encontraban cara a cara con el frío del fusil. La mañana del 3 de marzo de 2013, en la ribera de Quilmes, el subcomisario Alfredo Veysandaz fusiló por la espalda a Javier Alarcón (15 años) y David Vivas (21 años) e hirió a Marcelo Luquez. El asesinato a sangre fría fue la respuesta de Veysandaz, ante la protesta de los chicos después de que el policía les tirara el auto encima en una calle sin veredas. Por eso hoy nos toca escribir algo que sentimos en carne propia. Temblamos de indignación con el asesinato de David y Javier, con cada historia de gatillo fácil, temblamos cuando supimos que nos matan a un pibe cada 28 hs. Y es que, tal como dice el Che: “No creo que seamos parientes muy cercanos, pero si usted es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo, somos compañeros, que es más importante.”
Sentimientos de bronca y dolor se apoderaron de nosotros al saber que para este sistema somos un simple dígito y ya no saber si lo que duele es el desamor hacia el prójimo o si la bronca proviene desde la inconsciencia humana. 29 de febrero del 2016, fecha que nunca vamos a olvidar, donde muchos volvimos a tener esperanzas, día en que nos convocó la rabia y las ganas de reclamar por justicia, ¡y hacernos sentir! Aumentaban los nervios y se retorcía en lo más profundo de nuestros cuerpos la incertidumbre y desconfianza, sabiendo que los que imparten justicia son completamente parciales, tan solo son un engranaje de este sistema de mierda. Cortamos la calle y, ¡cuánta gente alrededor que se creía ajena a lo que sucedía! Y nosotros, nosotros ahí, haciéndonos escuchar, cantando palabras verdaderas que golpean el pecho. Duele mucho entender que la policía se ma-
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*FRENTE JUVENIL HAGAMOS LO IMPOSIBLE neja con tanta impunidad que, los más pobres somos siempre el blanco fácil y que por la estigmatización tragan cualquier verdura, ésa, la que nos brindan los medios de “incomunicación”, ésa, que trata de manipular el pensamiento del pueblo, ésa, la que nos quiere pacientes. El gatillo que se aprieta con facilidad por el poder, no sólo terminaron con la vida de los pibes, sino también con las esperanzas de todas esas familias. ¿Quién va a brindarles consuelo a las madres a las que se les arrebató un hijo? 21 años para Veyzandas, el policía asesino de David y Javier. 21 años de condena… solo una caricia para ellas. NO HAY GARANTÍAS EN LAS INSTITUCIONES DEL ESTADO y sabiendo esto: ¡Organización y lucha! Creación de conciencia.
1. Por Cronistas Populares. Medio alternativo villero. Los jóvenes de las barriadas populares escriben canciones, poemas, realizan entrevistas y videos, cuentan lo que los medios de comunicación hegemónicos no dicen: que en las villas hay personas trabajadoras, solidarias, que también tienen cosas que decir. Es la historia contada por sus propios protagonistas.
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