Movimiento de Encuentros Conyugales
Editorial
Noviembre 2014 Convivio Nacional
Familia Santuario de la Vida Dios nos ha dado el don maravilloso de la vida, para dignificarla y ponerla al servicio de los demás. La familia es el lugar privilegiado donde la persona se forma y, por consiguiente, la comunidad sobre la que se apoya el conjunto de las relaciones sociales. Existen muchas familias conscientes de este don precioso y luchan por vivir la fidelidad entre esposos, la indisolubilidad y la santidad, así como la generosidad de los padres por acoger, proteger y educar a sus hijos. Cuando la familia se ve desplazada como un ligar de vida, de transmisión y educación de vida, las consecuencias sociales son el desarrollo de la cultura de la muerte que ataca directamente a la familia, centro y corazón de la civilización del amor. Podemos citar algunas consecuencias negativas: la indiferencia al niño de la calle, al anciano, a la persona con discapacidad; el rencor no olvida las ofensas ni perdona al que se equivoca; el odio que lleva al aborrecimiento, al resentimiento; el temor al crimen organizado, a las pandillas, a los asaltos; la vida se ve amenazada y se arraiga la cultura de la muerte, es decir, el modo de pensar en que la vida humana es menos importante que el dinero o los intereses de una determinada ideología. Cultura de la muerte que hace de la persona humana un objeto útil, que se desecha cuando ya no sirve para ciertos intereses creados. Vale recalcar el papel que cumple la familia como comunidad de amor, preocupada en cuidar a cada uno de sus integrantes, para que se realice plenamente como persona y sea feliz. Esa felicidad se da en a medida en que cada miembro de la familia valore a la persona humana por sí misma, por lo que es y no por la utilidad que pueda alcanzar. Es urgente que todos luchemos por el valor de la familia. Vale la pena luchar en espíritu de comunión y participación con el anuncio, la celebración y el servicio al Evangelio para que la familia sea Santuario de la Vida, se promueva la paternidad y maternidad responsable, se acompañé y se ayude a los esposos a fortalecer su relación matrimonial, se acompañe con amor y solidaridad a los que están pasando dificultades. Dios nos ha hecho para vivir una cultura de vida y no de muerte. Él nos dice, por medio de Jesús: "He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (San Juan 10, 10).Jesús es el maestro por excelencia de los derechos y la vida de todo ser humano y comprometen sus discípulos a la promoción de la dignidad humana fundada en la justicia.
Un fraternal saludo Estimados y queridos hermanos en Cristo Lucia y Ricardo Araujo Castro, Presidentes Latinoamericanos del MFC: Los saludamos con cariño y agradecemos a Dios la visita pastoral que realizan con ocasión del Convivio Nacional 2014 del Movimiento de Encuentros Conyugales, miembro del Movimiento Familiar Cristiano, junto con los matrimonios de su equipo del Secretariado para Latinoamérica, los esposos Ligia y Jorge Romero, Coordinadores de la Zona 1 del MFC Latinoamericano, y los Secretarios Latinoamericanos del área Juvenil del MFC, hermanos Ariadna y Javier Araujo. Que el Señor bendiga sus pasos y que la presencia de ustedes en medio de nosotros sea de gran bendición para las familias de nuestros países y de América Latina. “¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz, del que trae las buenas nuevas de gozo, del que anuncia la salvación, y dice a Sion: Tu Dios reina!” Isaias 52,7
Mensaje de los Secretarios Nacionales Familia, Santuario de la vida es el lema de nuestro Convivio Nacional este año 2014. “Nacemos para vivir, por eso el capital más importante que tenemos es el tiempo. Es tan corto nuestro paso por este planeta que es una pésima idea no gozar cada paso y cada instante con el favor de esa mente que no tiene límites, y un corazón que puede amar mucho más de lo que podemos.” 1/ “La vida es un viaje que Dios propone a cada uno al nacer para que lo emprenda según sus talentos y esfuerzos. El resultado puede ser distinto: Hay gente que hace de su vida una historia aburrida, otros le dan un aire de comedia divertida o un cuento fantasioso. También existen los que hacen de su vida una tragedia…o una novela intrincada. En cambio hay muchos que convierten su vida en poesía, en Carlos Roberto y Natalia Mercado - Secretarios Nacionales MEC música y en canción, otras la traducen en oración, en plegaria, en trato constante con Dios o la entregan al servicio del prójimo. Al nacer emprendemos el camino, un camino que desde el comienzo es un regalo de Dios. Cada instante de nuestra vida se convierte en un logro.” 2/ Podemos mirar hacia atrás y darnos cuenta de nuestra historia, esa historia que cada uno hemos construido hasta llegar a ser lo que somos hoy. Las circunstancias de nuestra vida actual son el fruto de lo que hemos sembrado en cada instante de nuestro camino; la vida consiste en sembrar y cosechar. Porque lo que sembramos cosechamos. Pero para alimentar el camino de la vida se necesita un santuario, un templo sagrado en dónde seamos recibidos al nacer y luego alimentados y protegidos en nuestros primeros años. Ese santuario es la familia. Probablemente algunos tuvimos la dicha de encontrarnos con ese santuario cuando nacimos, otros quizás no tuvimos esa suerte y al nacer nos encontramos en medio de circunstancias difíciles sin el apoyo de una verdadera familia. Porque aunque la familia exista, no será un verdadero santuario si no alimenta la vida. Nosotros los Encuentristas en nuestro perseverar en el camino del Señor estamos construyendo ese santuario para nosotros, nuestros hijos y toda nuestra familia. Cuando hicimos nuestro Encuentro Conyugal se nos dijo que el Encuentro Conyugal beneficia a los cónyuges; pero los más beneficiados resultan ser los hijos; porque después de un Encuentro Conyugal los hijos tienen nuevos padres. Es decir, esa familia se convierte en un verdadero Santuario, un templo sagrado en dónde se manifiesta el amor de Dios. La Asistencia a este convivio nos llena de gozo porque nos encontramos con otros matrimonios, familias felices, verdaderos santuarios de la vida que nos motivan a crecer. Disfrutemos con alegría este convivio Nacional 2014, esta experiencia de compartir en comunidad lo que Dios nos regala cada día y busquemos el compromiso de construir un mundo más humano mediante la evangelización de la familia santuario de la vida y “futuro de la humanidad.” (Santo Domingo 210). Que maravilloso será cuando a nuestros hijos les digan como San Pablo le dijo a Timoteo refiriéndose a su fe: “Me acuerdo de tu fe sincera, pues tú tienes la misma fe de la que primero estuvieron llenas tu abuela Loida y tu madre Eunice, y sé que esa fe sigue firme en ti.” 2 Timoteo 1:5 La palabra nos enseña que podemos heredar bendición o maldición a nuestras futuras generaciones, ambas mujeres decidieron heredar fe, ¿cómo la heredaron? ¡A diario!, con su ejemplo de lucha, constancia y persistencia en medio de tribulaciones y en agradecimientos cuando hubo victorias. La fe de Timoteo se alimentó en su familia, un verdadero santuario. La fe de nuestros descendientes se alimenta en cada una de nuestras familias, verdaderos santuarios, templos sagrados dónde se genera bendición. Bendiciones a todos,
Carlos Roberto y Natalia Mercado Secretarios Nacionales 2014-2015
1/ Facundo Cabral. 2/Rose Marie Saatdzian de López- Libro Desarrollo Humano.
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La Familia, Espacio Santo de la Vida Humana “Después de haber cumplido todos los preceptos de la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su pueblo, Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose; estaba lleno de sabiduría y gozaba del favor de Dios.” Lucas 2,39-40 Tres realidades muy importantes se nos presentan en el tema de este Convivio Nacional del Movimiento de Encuentros Conyugales, la familia, el santuario y la vida. Las tres van relacionadas en lo más profundo de su ser. Cuando hablamos de santuario hacemos referencia a un templo en que Dios se ha hecho y se hace presente de modo especial. La familia es una realidad en la cual Dios se ha y se sigue manifestando de modo muy concreto, pues desde la creación del ser humano Él mismo creó a su imagen y semejanza al hombre y a la mujer. La vida de cada persona es santuario de la presencia de Dios en el mundo, pues ha sido creado por Dios mismo y lleva su presencia. P. Fray Edgardo Hernández Castro
Vale al pena construir, porque este pequeño santuario de vida en el hogar de cada familia es fuente de felicidad
En sí mismo la familia es santuario de la vida, pero al ser una realidad activa se ha de cultivar y cuidar. El vínculo afectivo de los novios empieza a construir ese santuario de la vida cuando van dialogando, conociéndose mutuamente en profundidad, compartiendo y complementando los proyectos de futuro. Dios nos ha dado la capacidad de amar, la cual se va haciendo realidad cuando los novios van dialogando sincera y honestamente. El amor tiene su fundamento en Dios, por lo tanto la vivencia del noviazgo ha de ser una etapa de profundización en los cimientos. Así como en una construcción de una casa o edificio siembre se escaba para que la estructura tenga un sostén en lo hondo de la tierra, así ha de ser el noviazgo, profundizar en las sentimientos, pensamientos y proyectos de cada uno para empezar un proyecto de amor juntos.
auténtica, se va integrando con el santuario de toda la Iglesia y un día formará parte del gran santuario de la Vida en Plenitud, del Hogar del
La viga de amarre en cada edificación se coloca a nivel de tierra, es lo que une los cimientos (lo que está del nivel del suelo para abajo), con las paredes (que están del nivel del suelo para arriba). Esa viga de amarre es el sacramento de matrimonio, ciertamente es un amarre, pero amarre en el amor de Dios y por ende vital para el ser humano y necesario para dar estabilidad a toda la edificación. En los lugares sísmicos se requiere que esta viga sea muy bien construida. El sacramento del matrimonio está construido por el mismo Dios, es de la mejor calidad, la pareja de novios que decide tomar todos los materiales e indicaciones del matrimonio, gozan de gran estabilidad en medio de los sismos y terremotos de la vida de esposos.
Cielo. La construcción continúa hacia arriba, la vida sigue creciendo. Los hijos requieren el espacio vital del matrimonio para experimentar la estabilidad de sus padres y para que ellos mismos se vayan fundamentando en Dios, y así un día construir sus propios cimientos y constituir un nuevo hogar, una vida consagrada a Dios en el sacerdocio, en la vida religiosa o en la vocación laical de soltería.
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Los matrimonios que han recibido el don divino de no tener hijos, también han de seguir construyendo el santuario de la vida en su hogar. Es un don de Dios tener hijos, pero también lo es el no tener hijos, pues se pueden dedicar con mayor espacio de tiempo al apostolado en matrimonio, viviendo la fidelidad, el diálogo y la felicidad de ser ayuda adecuada el uno para el otro en medio de una sociedad que muchas veces promueve la rivalidad y el ataque entre prójimos. El nido vacío, cuando los hijos crecen y se marchan de la casa de los padres, otra etapa para construir el santuario de la vida dedicando más tiempo al diálogo entre esposos, a escucharse y nuevamente hacerse novios. Ser abuelos, experimentar que las propias fuerzas se van limitando, pero que hay vitalidad en los nietos que llevan la propia sangre. Hacer el relevo generacional de los valores y tradiciones familiares en un clima de amor y ternura, pero descubriendo que las generaciones nuevas tienen otros dones y talentos dados por Dios. Ser viudos, como también lo fue la Virgen María luego de la muerte de San José. “No nos han dejado del todo” recita una canción de Martín Valverde. Descubrir que el esposo o esposa que ha partido a la casa del Padre Dios, sigue estando ahí, pero desde la plenitud del Amor. Sanar heridas, replantearse algunos elementos de la vida y seguir caminando junto a Jesús. La casa, el hogar, el santuario, se fue construyendo, paredes, puertas, ventanas, cocina, habitaciones, sala, etc. y se llegó al techo. El paso a la vida eterna, al amor del Padre Dios, ahí nos daremos cuenta de muchas realidades que nos harán plenamente feliz; una de esas realidades es que Dios Padre siempre fue nuestro techo, siempre nos cubrió con su abrazo de Padre. Vale al pena construir, porque este pequeño santuario de vida en el hogar de cada familia es fuente de felicidad auténtica, se va integrando con el santuario de toda la Iglesia y un día formará parte del gran santuario de la Vida en Plenitud, del Hogar del Cielo.
P. Fr. Edgardo Hernández Castro
Mensaje de la Asamblea del Sínodo sobre los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelizacion Los Padres Sinodales, reunidos en Roma junto al Papa Francisco en la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, nos dirigimos a todas las familias de los distintos continentes y en particular a aquellas que siguen a Cristo, que es camino, verdad y vida. Manifestamos nuestra admiración y gratitud por el testimonio cotidiano que ofrecen a la Iglesia y al mundo con su fidelidad, su fe, su esperanza y su amor. Nosotros, pastores de la Iglesia, también nacimos y crecimos en familias con las más diversas historias y desafíos. Como sacerdotes y obispos nos encontramos y vivimos junto a familias que, con sus palabras y sus acciones, nos mostraron una larga serie de esplendores y también de dificultades.
Misa solemne, III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de obispos sobre la Familia
Este
amor
se
difunde
naturalmente a través de la fecundidad y la generatividad, que no es sólo la procreación, sino también el don de la vida divina en el bautismo, la educación y la catequesis de los hijos. Es también capacidad de
ofrecer
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posible también para quienes no pueden tener hijos. Las familias
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convierten en un testimonio para todos, en particular para los jóvenes.
Mensaje de la Asamblea del Sínodo
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La misma preparación de esta asamblea sinodal, a partir de las respuestas al cuestionario enviado a las Iglesias de todo el mundo, nos permitió escuchar la voz de tantas experiencias familiares. Después, nuestro diálogo durante los días del Sínodo nos ha enriquecido recíprocamente, ayudándonos a contemplar toda la realidad viva y compleja de las familias. Queremos presentarles las palabras de Cristo: “Yo estoy ante la puerta y llamo, Si alguno escucha mi voz y me abre la puerta, entraré y cenaré con él y él conmigo” (Ap 3, 20). Como lo hacía durante sus recorridos por los caminos de la Tierra Santa, entrando en las casas de los pueblos, Jesús sigue pasando hoy por las calles de nuestras ciudades. En sus casas se viven a menudo luces y sombras, desafíos emocionantes y a veces también pruebas dramáticas. La oscuridad se vuelve más densa, hasta convertirse en tinieblas, cuando se insinúan el mal y el pecado en el corazón mismo de la familia. Ante todo, está el desafío de la fidelidad en el amor conyugal. La vida familiar suele estar marcada por el debilitamiento de la fe y de los valores, el individualismo, el empobrecimiento de las relaciones, el stress de una ansiedad que descuida la reflexión serena. Se asiste así a no pocas crisis matrimoniales, que se afrontan de un modo superficial y sin la valentía de la paciencia, del diálogo sincero, del perdón recíproco, de la reconciliación y también del sacrificio. Los fracasos dan origen a nuevas relaciones, nuevas parejas, nuevas uniones y nuevos matrimonios, creando situaciones familiares complejas y problemáticas para la opción cristiana. Entre tantos desafíos queremos evocar el cansancio de la propia existencia. Pensamos en el sufrimiento de un hijo con capacidades especiales, en una enfermedad grave, en el deterioro neurológico de la vejez, en la muerte de un ser querido. Es admirable la fidelidad generosa de tantas familias que viven estas pruebas con fortaleza, fe y amor, considerándolas no como algo que se les impone, sino como un don que reciben y entregan, descubriendo a Cristo sufriente en esos cuerpos frágiles. Pensamos en las dificultades económicas causadas por sistemas perversos, originados “en el fetichismo del dinero y en la dictadura de una economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano” (Evangelii gaudium, 55), que humilla la dignidad de las personas. Pensamos en el padre o en la madre sin trabajo, impotentes frente a las necesidades aun primarias de su familia, o en los jóvenes que transcurren días vacíos, sin esperanza, y así pueden ser presa de la droga o de la criminalidad. Pensamos también en la multitud de familias pobres, en las que se aferran a una barca para poder sobrevivir, en las familias prófugas que migran sin esperanza por los desiertos, en las que son perseguidas simplemente por su fe o por sus valores espirituales y humanos, en las que son golpeadas por la brutalidad de las guerras y de distintas opresiones. Pensamos también en las mujeres que sufren violencia, y son sometidas al aprovechamiento, en la trata de personas, en los niños y jovenes víctimas de abusos también de parte de aquellos que debían cuidarlos y hacerlos crecer en la confianza, y en los miembros de tantas familias humilladas y en dificultad. Mientras tanto, “la cultura del bienestar nos anestesia y *…+ todas estas vidas truncadas por la falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera” (Evangelii gaudium, 54). Reclamamos a los gobiernos y a las organizaciones internacionales que promuevan los derechos de la familia para el bien común.
Cristo quiso que su Iglesia sea una casa con la puerta siempre abierta, recibiendo a todos sin excluir a nadie. Agradecemos a los pastores, a los fieles y a las comunidades dispuestos a acompañar y a hacerse cargo de las heridas interiores y sociales de los matrimonios y de las familias. También está la luz que resplandece al atardecer detrás de las ventanas en los hogares de las ciudades, en las modestas casas de las periferias o en los pueblos, y aún en viviendas muy precarias. Brilla y calienta cuerpos y almas. Esta luz, en el compromiso nupcial de los cónyuges, se enciende con el encuentro: es un don, una gracia que se expresa – como dice el Génesis (2, 18)– cuando los dos rostros están frente a frente, en una “ayuda adecuada”, es decir semejante y recíproca. El amor del hombre y de la mujer nos enseña que cada uno necesita al otro para llegar a ser él mismo, aunque se mantiene distinto del otro en su identidad, que se abre y se revela en el mutuo don. Es lo que expresa de manera sugerente la mujer del Cantar de los Cantares: “Mi amado es mío y yo soy suya… Yo soy de mi amado y él es mío” (Ct 2, 17; 6, 3). El itinerario, para que este encuentro sea auténtico, comienza en el noviazgo, tiempo de la espera y de la preparación. Se realiza en plenitud en el sacramento del matrimonio, donde Dios pone su sello, su presencia y su gracia. Este camino conoce también la sexualidad, la ternura y la belleza, que perduran aun más allá del vigor y de la frescura juvenil. El amor tiende por su propia naturaleza a ser para siempre, hasta dar la vida por la persona amada (cf. Jn 15, 13). Bajo esta luz, el amor conyugal, único e indisoluble, persiste a pesar de las múltiples dificultades del límite humano, y es uno de los milagros más bellos, aunque también es el más común. Este amor se difunde naturalmente a través de la fecundidad y la generatividad, que no es sólo la procreación, sino también el don de la vida divina en el bautismo, la educación y la catequesis de los hijos. Es también capacidad de ofrecer vida, afecto, valores, una experiencia posible también para quienes no pueden tener hijos. Las familias que viven esta aventura luminosa se convierten en un testimonio para todos, en particular para los jóvenes. Durante este camino, que a veces es un sendero de montaña, con cansancios y caídas, siempre está la presencia y la compañía de Dios. La familia lo experimenta en el afecto y en el diálogo entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas. Además lo vive cuando se reúne para escuchar la Palabra de Dios y para orar juntos, en un pequeño oasis del espíritu que se puede crear por un momento cada día. También está el empeño cotidiano de la educación en la fe y en la vida buena y bella del Evangelio, en la santidad. Esta misión es frecuentemente compartida y ejercitada por los abuelos y las abuelas con gran afecto y dedicación. Así la familia se presenta como una auténtica Iglesia doméstica, que se amplía a esa familia de familias que es la comunidad eclesial. Por otra parte, los cónyuges cristianos son llamados a convertirse en maestros de la fe y del amor para los matrimonios jóvenes. Hay otra expresión de la comunión fraterna, y es la de la caridad, la entrega, la cercanía a los últimos, a los marginados, a los pobres, a las personas solas, enfermas, extrajeras, a las familias en crisis, conscientes de las palabras del Señor: “Hay más alegría en dar que en recibir” (Hch 20, 35). Es una entrega de bienes, de compañía, de amor y de misericordia, y también un testimonio de verdad, de luz, de sentido de la vida. La cima que recoge y unifica todos los hilos de la comunión con Dios y con el prójimo es la Eucaristía dominical, cuando con toda la Iglesia la familia se sienta a la mesa con el Señor. Él se entrega a todos nosotros, peregrinos en la historia hacia la meta del encuentro último, cuando Cristo “será todo en todos” (Col 3, 11). Por eso, en la primera etapa de nuestro camino sinodal, hemos reflexionado sobre el acompañamiento pastoral y sobre el acceso a los sacramentos de los divorciados en nueva unión. Nosotros, los Padres Sinodales, pedimos que caminen con nosotros hacia el próximo Sínodo. Entre ustedes late la presencia de la familia de Jesús, María y José en su modesta casa. También nosotros, uniéndonos a la familia de Nazaret, elevamos al Padre de todos nuestra invocación por las familias de la tierra: Padre, regala a todas las familias la presencia de esposos fuertes y sabios, que sean manantial de una familia libre y unida. Padre, da a los padres una casa para vivir en paz con su familia. Padre, concede a los hijos que sean signos de confianza y de esperanza y a jóvenes el coraje del compromiso estable y fiel. Padre, ayuda a todos a poder ganar el pan con sus propias manos, a gustar la serenidad del espíritu y a mantener viva la llama de la fe también en tiempos de oscuridad. Padre, danos la alegría de ver florecer una Iglesia cada vez más fiel y creíble, una ciudad justa y humana, un mundo que ame la verdad, la justicia y la misericordia.
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Santuario de U
Unidad y Vida
Secretariado Nacional 2014 - 2015
Luigi y María Beltrame Quattrochi, un Matrimonio Santo
"Lo
ordinario
de
manera
extraordinaria" San Juan Pablo II, en la homilía de beatificación expresó que los esposos beatos, durante más
de
sus 50
años
de
matrimonio supieron vivir una vida
ordinaria
extraordinaria.
de
manera
"Entre
las
alegrías y las preocupaciones de una familia normal .
San Juan Pablo II
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María Corsini nació en Florencia, Italia el 24 de junio en 1881, mientras que Luigi Beltrame nació en Catania, Sicilia, el 12 de enero de 1880. Ambos se conocieron en Roma cuando eran adolescentes y se casaron en la basílica Santa María la Mayor el 25 de noviembre de 1905. Ambos fueron criados en el seno de una familia católica y desde pequeños practicaron fervientemente su fe. Debido a este legado, decidieron criar a sus hijos en los principios y valores de la fe católica. En 1913, la joven familia atravesó un momento doloroso, cuando el embarazo de María tuvo serias complicaciones, los médicos pronosticaban que no sobreviviría al parto, ni tampoco el no nacido. Aunque los doctores manifestaron que un aborto podría salvar la vida de María, ésta consultando a su esposo, decidió confiar en la protección divina de Dios. El embarazo fue duro, pero tanto madre e hijo milagrosamente sobrevivieron. Esta experiencia llevó a toda la familia a consolidar su vida de fe y trabajar duro por sus anhelos de santidad. María dio a luz a tres niños más, sus dos hijos varones: Filippo y Cesare, quienes profesaron el sacerdocio y la mayor de las hijas, Enrichetta, la que sobrevivió a ese difícil embarazo, constituyó un hogar según el modelo de sus padres; mientras que su hermana Stefania ingresó a la congregación de los benedictinos. La familia Beltrame Quattrochi fue conocida por todos por su activa participación en muchas organizaciones católicas. Luigi fue un respetado abogado, quien ocupó un cargo importante dentro de la política italiana. María trabajó como voluntaria asistiendo a los etíopes en dicho país durante la segunda guerra mundial. El ahora beato Luigi fue llamado a la Casa del Padre en 1951, y María, su fiel esposa, lo hacía posteriormente en 1965.
La Evangelizacion de la Familia a traves de Radio San Jose, “Voz de la Sagrada Familia” “Y les dijo vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. (Mc. 16, 15) Con esta cita nos recuerda el nuevo reto que como Movimiento de Encuentros Conyugales nos fue encomendado un 28 de enero del año 2012 por nuestro querido Arzobispo Mons. José Luis Escobar Alas, bajo la Dirección Espiritual de Mons. Jesús Delgado Acevedo: “Ir y evangelizar a las familias desde una trinchera más”, una que es capaz de llegar hasta donde físicamente aún no hemos llegado, una que es capaz de tocar el corazón de una madre, de un esposo, de un hijo que necesita una palabra que le devuelva la esperanza perdida para seguir luchando por su familia, su matrimonio, su vida, una que llega hasta los hogares de tantas y tantas familias a través del 930 AM y del www.radiosanjose.org. Es para nuestro Movimiento de gran bendición y una misión que no sería posible de realizar sino fuera gracias a una gran familia de hermanos Encuentristas servidores, unidos a este gran proyecto, hermanos que religiosamente brindan su tiempo, sus conocimientos, su vida, su testimonio a la Evangelización de muchas familias que seguramente nunca lleguen a conocer, únicamente movidos por el amor a Dios en sus corazones; porque como dice nuestro querido Papa Francisco: “La primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido, esa experiencia de ser salvados por Él, que nos mueve a amarlo siempre más”. (Evangelii Gaudium, 264) Radio San José busca ser la respuesta de nuestra Iglesia ante este bombardeo de antivalores en los medios de comunicación comerciales, una respuesta alegre pero comprometida, una respuesta generosa pero responsable, una respuesta firme pero llena de misericordia, una respuesta resumida en una palabra llena de esperanza por un futuro mejor para la familia salvadoreña, haciendo uso del sencillo ejemplo de vida de la Sagrada Familia de Nazareth. La mies es mucha y los obreros son pocos para el nivel de descomposición familiar que presenta nuestra sociedad actual; pero esta realidad no debe desanimarnos porque nosotros familias Encuentristas somos y seguiremos siendo testigos del amor y la misericordia de DIOS en nuestras vidas y continuaremos sirviendo con amor compartiendo nuestros testimonios de conversión y servicio, para la edificación de la familia, fieles al llamado de nuestra Iglesia, esta vez a través de las ondas del 930 AM y del www.radiosanjose.org
Participacion de la Secretaría Infanto Juvenil en el ELAJO 2014 Atendiendo al llamado de ser “Protagonistas de la Nueva Evangelización”, los Jóvenes de la Secretaría Infanto Juvenil, participaron del 2 al 5 de octubre en Mérida, Yucatán, México del IV Encuentro Latinoamericano de Jóvenes (ELAJO), acompañados por nuestro asesor espiritual Fray Edgardo Hernández, los matrimonios asesores juveniles y algunos padres de familia. Esta iniciativa fue organizada por el Movimiento Familiar Cristiano y convocó la participación de los jóvenes, para compartir experiencias de fe , y mística del Movimiento; así como, la promoción de actividades culturales y recreativas. Dentro de la agenda que se desarrolló, hubo espacio para que los jóvenes establecieran un proyecto grupal, medible y realizable en sus propias comunidades y cada uno de ellos, trajo consigo ese compromiso. Nuestros jóvenes tuvieron la oportunidad de vivir una experiencia que les ha permitido establecerse nuevos retos, impulsando en ellos una espiritualidad misionera, haciendo vida el mandato del Señor “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos” (Mat. 28, 19).
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Fe y Vida movimiento de Encuentro Conyugales, con total alegría, plenamente agradecidos, cumpliendo fielmente con los medios que nos proporciona, principalmente esa escalera de crecimiento, la cual nos va guiando estratégicamente para poder servir en las distintas opciones que conforme a nuestro crecimiento nos va permitiendo, para ir fraguando ese santuario de vida que tiene que ser la visión a perseguir para nuestra familia.
Max, Marco Aurelio y Ceci Reciban un fraternal saludo en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo y Nuestra Buena Madre la Santísima Virgen María, en medio de la celebración del ya tradicional Convivio Nacional de Encuentros Conyugales, en este año 2014, que lleva por lema: “FAMILIA SANTUARIO DE LA VIDA” dentro del cual nosotros: Max y Ceci; y nuestros hijos, Adriana (25 años), Max (23 años), Y Gaby (21 años), conformamos la familia Cubas Najarro, que luego de 24 años de que el Señor, nos ha permitido mantenernos como miembros activos, desempeñando distintos roles, y actualmente como Secretarios de la Comunidad de la Ciudad de Santa Ana, por tercer período (2007-2008; 2011-2013; y, 2014-2015), como parte del servicio que un día prometimos prestar a la Iglesia por medio del MEC. Son innumerables las bendiciones que el Señor ha derramado en nuestra familia en general y en cada uno de nosotros en particular, que seríamos ingratos y mal agradecidos, si no estuviéramos sirviéndole a él y a su Iglesia a través de este precioso
Dentro de las bendiciones que el Señor ha derramado en nuestra humilde familia mientras nosotros nos hemos preocupado por el servicio, está el hecho de que nuestra hija mayor ya se graduó de Licenciada en Administración de Empresas; nuestro segundo hijo, en este año 2014, ya egresó de la carrera de Arquitectura y nuestra tercera hija, actualmente se encuentra terminando su cuarto año de la licenciatura en Mercadeo y Negocios Internacionales, todos de la Facultad Multidisciplinaria de Occidente, de La Universidad de El Salvador, todo esto posible ya que mientras nosotros nos preocupamos por servirle a nuestro Señor, él se ha encargado de nuestros hijos, a tal punto que Max y Gaby se encuentra trabajando en la pastoral de los Hermanos Maristas como timoneles desde que se graduaron del colegio Liceo San Luis y, nuestra hija mayor, está próxima a contraer su matrimonio religioso. Sirvan estas líneas para motivarles a que no le tengan temor al compromiso a través del servicio ya que “El Señor no llama a los que están preparados; sino que, prepara a los que ha llamado” y, que por ninguna razón, por difícil que parezca, debemos renunciar al servicio que se nos solicite, independientemente de lo que se trate, y más aún, luego de que para más de alguno de nosotros, el Movimiento de Encuentros Conyugales, ha representado la tabla de salvación para nuestro matrimonio, por lo que estamos llamados a guardarle fidelidad y a no perder por ningún motivo, la identidad como encuentrista en cualquier lugar que nos encontremos, ya que es lo que a la postre, nos permitirá logra nuestra meta de elevar nuestra familia al grado de ser Santuario de vida. Max y Ceci Cubas Secretarios de la Comunidad de Santa Ana En nuestra familia, el MEC nos ha brindado las pistas para aprender a escuchar, reflexionar, dialogar, comunicarnos y entender las diferentes inquietudes de nosotros como cónyuges y de nuestros hijos; especialmente si son jóvenes, que es cuando más atentos al entorno debemos estar. Para cultivar la fe hemos optado por seguir e imitar a Cristo. Es perseverando que se puede decir que no hay batalla que no se gane orando. Quizás lo lograremos; por nuestros hijos nos agradaría alcanzar esta meta, para que vean que no nos dimos por vencido. Las experiencias de la vida muchas veces dejan marcas imborrables, pero si las logramos superar, entonces tendremos la propiedad y la autoridad para poder ayudar a otros.
Familia Aparicio El Movimiento de Encuentros Conyugales nos ha conducido a tener un nuevo estilo de vida para toda nuestra familia. En compresión, en tolerancia y sobre todo a tener amor; no como el mundo enseña, sino como el maestro nos enseña, que es Jesucristo que aun recibiendo dolor, injusticia e indiferencia, él nos perdonó en la cruz.
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Queremos aprovechar para motivar a todos los matrimonios a vivir su encuentro conyugal, y un mensaje especial para todos, el encuentro que tuvieron no fue con su compadre, su chero, fue con Jesucristo. Esto es como el sacramento del matrimonio, no es con la mujer o el hombre, sino el compromiso fue con Dios; y a Él toda nuestra obediencia. Lo mismo es para nuestra vida cristiana, si decidimos que somos de Cristo haremos las cosas que Él hizo: perdonar sin rencores o amar sin condiciones, te amo porque te amo. Dios nos enseña y ayuda a cambiar las quejas por la gratitud y alabanza, pero no sólo quiere cambios externos en nuestra casa, sino que nuestro cambio sea integral y sistemático en todas las áreas. Él quiere que le entreguemos un corazón sencillo y humillado. Familia Aparicio Comunidad Filial de Cuscatancingo, San salvador