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SARS-CoV-2
Informan del debut de diabetes tipo I en un joven tras infección por SARS-CoV-2
No establece relación causa-efecto, pero un nuevo estudio alerta del potencial daño que puede causar el coronavirus en las células pancreáticas a raíz del caso de un joven de 19 años.
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Se necesitan más estudios para confirmar relación entre diabetes I y coronavirus. (DIARIO MÉDICO) Se necesitan más estudios para confirmar relación entre diabetes I y coronavirus. (DIARIO MÉDICO)
El caso de un joven de 19 años de Kiel, Alemania, diagnosticado con diabetes insulinodependiente (tipo I) después de recuperarse de una infección asintomática por SARS-CoV-2 ha vuelto a poner sobre la mesa los potenciales efectos a largo plazo de la infección y las nuevas áreas que necesitan ser investigadas en mayor profundidad. A pesar de que los autores no establecen en este trabajo un vínculo causal directo entre la COVID-19 y la diabetes, los hallazgos sí sugieren que la infección por este coronavirus podría afectar negativamente la función del páncreas, encargado de controlar los niveles de azúcar en sangre, según los datos del informe que analiza este único caso y que se publica en Nature Metabolism. A pesar de que algunos estudios recientes indican posibles vínculos entre la COVID-19 y la diabetes, los datos son insuficientes para respaldar que la infección causa directamente diabetes en humanos. Matthias Laudes, Centro Médico Universitario de SchleswigHolstein de Kiel, en Alemania, y coordinador del equipo que ha analizado el caso, este estudio no indica que la COVID-19 causara diabetes en este paciente. Tampoco se puede descartar la posibilidad de que pudiera haber tenido una forma rara preexistente de diabetes autoinmune tipo 1 -autoanticuerpo negativa. Sin embargo, “la infección por SARS-CoV-2 podría afectar negativamente la función pancreática a través de los efectos
directos del virus en las células beta. Esta hipótesis necesita más investigaciones epidemiológicas y experimentales para estudiar los posibles vínculos entre la infección por SARS-CoV-2 y el desarrollo de diabetes de nueva aparición”.
En similares términos, se pronuncia Diego Yeste, del Servicio de Endocrinología Pediátrica del Hospital Valle de Hebrón, de Barcelona, quien insiste en que, ante todo, no hay que alarmar; se trata de un único caso”. Subraya, además, que los datos de incidencia sobre diabetes en niños y adolescentes que han pasado la infección no se han incrementado, más aún teniendo en cuenta que la enfermedad en esta población, afortunadamente, no es muy prevalente y, si se produce, no es mayoritariamente grave. No hay que crear alarmismo”.
Sí ha señalado que el origen vírico de la diabetes es un aspecto muy controvertido y que, probablemente en este caso concreto pudiera existir alguna forma previa de diabetes, pero para confirmarlo son necesarias investigaciones más sólidas y amplias”. Aumento de la respuesta autoinmune Esteban Jódar, jefe de Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Quirón Salud, en Madrid, considera que en el caso publicado, “no sabemos si habrá daños a largo plazo del páncreas o de otros órganos, como el pulmón o el corazón. No disponemos de datos, independientemente de este potencial efecto directo, la infección por COVID-19, como cualquier otra, puede disparar la respuesta autoinmune o los mecanismos de estrés inmune que hacen que aparecer la diabetes tipo I.
Lo que sí está claro es que el SARS-CoV-2 se introduce en las células humanas al unirse a la glicoproteína ACE2, que también se encuentra en las células beta pancreáticas humanas, las cuales son clave en la producción de insulina. Se sabe, además, que la ACE2 es importante para la función de las células beta.
En este nuevo estudio, el equipo de Laudes describe la situación de un joven de 19 años, de raza blanca, que fue ingresado en Urgencias del Centro Médico Universitario de Schleswig-Holstein de Kiel, en Alemania, con fatiga anormal, agotamiento, sed excesiva y micción frecuente. También había perdido 12 kilos de peso corporal en varias semanas.
Los análisis de sangre que se realizaron revelaron una pérdida de la función de las células beta, entre otras características de la diabetes. El paciente no tenía un genotipo de antígeno leucocitario humano de alto riesgo -que predispone a las personas a enfermedades autoinmunes-, pero sí presentaba un genotipo asociado con un riesgo ligeramente elevado de diabetes tipo 1 autoinmune. Sin embargo, el paciente no tenía los autoanticuerpos que se observan típicamente en pacientes con formas comunes de diabetes tipo 1 autoinmune. Datos paradójicos El joven dio positivo a la inmunoglobina G, pero no a los anticuerpos de inmunoglobina M contra el SARS-CoV-2, lo que indica, según los autores, que se había infectado entre 5 y 7 semanas antes de ingresar al hospital, periodo en el que sus padres habían regresado de un viaje de esquí en Austria y desarrollaron síntomas típicos de la COVID-19. Según Laudes, los altos niveles de hemoglobina A1c -un marcador que indica si los niveles de glucosa en sangre han sido más altos de lo normal- en el momento del diagnóstico “podrían sugerir que el paciente había desarrollado recientemente diabetes tipo 1 antes de su infección por SARS-CoV-2”. Sin embargo, también matiza que la cetoacidosis diabética, una complicación grave de la diabetes tipo 1 que aparece cuando el organismo produce un exceso de ácidos en la sangre, puede causar niveles altos de hemoglobina A1c independientemente de la duración de la diabetes, y el paciente experimentó síntomas diabéticos sólo después de la infección.