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Dra. Ayleen Hernández Viñas Dra. Graciela Pumarol 30 Dra. Evelin Mena Toribio

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Dra. Yini Datt

Dra. Yini Datt

LEUCEMIA MIELOIDE CRÓNICA

“ES UN CÁNCER CON BUEN PRONÓSTICO Y CALIDAD DE VIDA”

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Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), está situada dentro del grupo de neoplasias mieloproliferativas crónicas, representando un 15-20% de todos los casos de leucemia. Se ha estimado una incidencia anual de 1-1,5 casos entre 100.000 y una prevalencia alrededor de 1 entre 17.000.

La leucemia mieloide crónica (LMC), es una enfermedad que afecta a las células madre hematopoyéticas. Se caracteriza por la presencia del cromosoma Filadelfia (Ph), que resulta de la translocación recíproca entre los cromosomas 9 y 22 [t(9;22) (q34;q11)], y genera la yuxtaposición de los genes BCR y ABL dando origen a una proteína oncogénica con actividad de tirosina kinasa incrementada, alterando las vías de proliferación y supervivencia. La activación de esta cascada de señales se traduce entre otras cosas en la alteración de la mitosis en el ciclo celular, provocando una división más rápida; inhibir el proceso de apoptosis, favoreciendo la proliferación celular; e impedir la síntesis de proteínas encargadas de controlar el paso de las células al torrente sanguíneo, facilitando así la salida de células inmaduras de la médula ósea.

FACTORES DE RIESGO

Se desconoce la causa que origina la traslocación típica de esta enfermedad y hay muy pocos factores de riesgo conocidos que aumentan la posibilidad de aparición de leucemia:

La exposición a altas dosis de radiación es el único factor de riesgo que se ha asociado con un incremento de la incidencia de LMC.

La exposición ocupacional a pesticidas o bencenos parece presentar un aumento moderado del riesgo de aparición de LMC.

El riesgo de aparición aumenta con la edad, aunque este riesgo continúa siendo muy pequeño incluso a medida que se envejece, también tiene una frecuencia ligeramente superior en hombres que en mujeres.

Hasta un 50% de los pacientes permanecen asintomáticos en el momento del diagnóstico, dada la fase indolente inicial de la enfermedad. A medida que la enfermedad evoluciona, se produce la aparición paulatina de signos y síntomas, que son el resultado de la anemia, esplenomegalia (60%), hepatomegalia (10-20%) característica de estos pacientes. Estos signos y síntomas pueden incluir fatiga, pérdida de peso, malestar general, saciedad, sudoración y dolor en hipocondrio izquierdo. Pueden aparecer manifestaciones poco comunes como el sangrado (asociado a un nivel bajo de plaquetas y/o disfunción plaquetaria), trombosis, artritis gotosa (respecto a los niveles elevados de ácido úrico), priapismo, hemorragias retinianas, ulceración y sangrado en el tracto gastrointestinal superior.

El diagnóstico es realizado en base a una serie de pruebas biológicas, químicas y de laboratorios, teniendo como pilar el estudio de la médula ósea en conjunto a determinación de moléculas especiales.

El mejor conocimiento de la biología de la enfermedad y la descripción de los mecanismos de resistencia, permitió el desarrollo de tratamientos blancomoleculares, logrando una ventaja significativa en la sobrevida de estos pacientes, dada la gran efectividad en la inactivación de la proteína oncogénica.

De esta manera, la introducción del imatinib, generó un cambio en el seguimiento de la LMC. La necesidad de mejorar su eficacia y optimizar el manejo de los pacientes llevó al desarrollo de nuevas formulaciones como: dasatinib, nilotinib, ponatinib y bosutinib., medicamentos que son administrados vía oral sin interferir en la calidad de vida del individuo afectado. La evolución de las técnicas genéticas y moleculares también ha permitido mejorar el monitoreo de esta enfermedad. La evaluación de la carga tumoral a través de la cuantificación de transcriptos BCR-ABL y su actual posibilidad de detectar hasta 4.5 logaritmos de reducción de los mismos, así como la posibilidad de evaluar los mecanismos de resistencia con la detección de mutaciones del gen translocado y la descripción de nuevos potenciales sitios de acción, nos muestran que estamos una vez más en un proceso de constante progreso en el manejo de esta patología., de hecho, es llegada a ser nombrada dentro de los diálogos profesionales y conversaciones médico-paciente como “un cáncer moldeable y bueno”.

PRONÓSTICO

El pronóstico de la LMC ha supuesto un cambio radical en los últimos años. la LMC ha pasado de una esperanza de vida de tan solo 5 años en pacientes a una esperanza de vida similar a la de la población general en aquellos pacientes diagnosticados en una fase crónica (que constituyen la mayoría de los pacientes). Así, hoy en día, la supervivencia global de la enfermedad se sitúa en torno al 90%, siendo la mayoría de las muertes no relacionadas con la enfermedad.

Dra. Evelin Mena Toribio

HEMATÓLOGA DE ADULTOS MÉDICO INTERNISTA

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