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Inmersión

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El grillete

El grillete

Inmersión Alejandra Gabriela Durán Escamilla

@paquetume Puebla, Pue

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Ayer las cosas perdieron su nombre, lo dejaron regado en el cesto de la ropa sucia, en el rincón polvoriento del cajón más olvidado, entre las hendiduras del suelo que se abre a la tierra.

Las cosas ya no tienen nombre, lo espantaste con el humo del verde suspiro. Está escondido detrás de la oreja, en la lectura de los astros hostiles.

No quedan las palabras, tan sólo la memoria de sus himnos. Puedes hallarlos en el encuentro silencioso de los recuerdos, tras el misticismo de las noches de niebla, debajo de la huella de la oruga, en el mentón elevado del cadáver.

Podrías buscar los nombres en el petricor de la tarde nubarrosa, en la morfología de la lengua de tu ombligo, detrás del discurso universal de los lunares obscenos, o en el exceso visible de los cabellos perdidos.

Las cosas ya no tienen nombre y con ello, queda el vacío de los gritos matinales. Vienes con las flores marchitas de eucalipto. Detente. Es tarde para levantar los girasoles.

Para la más bella J. R. Spinoza

@winchesterrudy México

Se leía en la carta. Junto al sobre, un collar de oro, con corazones labrados en rubí. El fabricante había pasado días en su fragua y con sus manos, como único instrumento, dio forma al obsequio de bodas. La novia era Afrodita. Piel blanca y ojos de mar. No sonreía, pero no por eso se veía menos hermosa. Hefestos, enamorado, henchido de orgullo y regocijo, pronunció sus votos. Ella contestó con un “Acepto ” , en imitación, tenía la voz dulce como la lluvia en una mañana de verano. Permanecieron estoicos mientras el artista terminaba el retrato, para el que el dios labraría después decenas de cuadros, cada uno más exquisito que el anterior. La primera noche, fue también el primer beso. Quizá la más feliz para él. No advirtió que su amor no era correspondido. Pensó, quizá, que la diosa del amor, tenía la obligación de amar.

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