Ideas para un tiempo nuevo, año 2012.

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IDEAS PARA UN TIEMPO NUEVO. LA ARTICULACIÓN DE MIRADAS, LUCHAS Y ESPERANZAS


Título: Ideas para un tiempo nuevo. La articulación de miradas, luchas y esperanzas Andrés Cabanas (compilador) Edición: Memorial de Guatemala Colección: Pensamientos-2 Correo-e: memoriagua@yahoo.com Derechos de autor libres. Se permite cualquier tipo de reproducción, citando las autorías. Diagramación y diseño: Mercedes Cabrera Primera edición: agosto 2012


CONTENIDO PUNTO DE PARTIDA. DE LA PAZ INCONCLUSA A LA GUERRA INTERMINABLE El Proyecto Patriota: neoliberalismo militarista Andrés Cabanas CÓMO NOS ORGANIZAMOS PARA TRANSFORMAR GUATEMALA (ELOGIO DE LAS DIFERENCIAS) Acumulación de fuerzas frente a la continuidad neoliberal Domingo Hernández Visiones plurales y esperanzas compartidas en la construcción del sujeto emancipador Leopoldo Méndez y María Dolores Marroquín Recuperación y defensa de nuestro territorio cuerpo-tierra. Luchas de mujeres xincas de Santa María Xalapán Lorena Cabnal Desde abajo y en la frontera. Aportes del Consejo de los Pueblos de Occidente Juan José Monterroso, Aura Lolita Chávez, Rolando López y Francisco Rocael Mateo Morales Movimiento, movimientos, ONG o pueblos Kajkoj Máximo Ba Tiul Alianzas estratégicas. Posibilidades y retos para el movimiento maya y el movimiento feminista Domingo Hernández Ixcoy, Sandra Morán y María Dolores Marroquín Aproximaciones a una agenda pública emancipatoria de solidaridad Gonzalo Fernández Soñar y construir colectivamente un país nuevo Andrés Cabanas PUNTO DE LLEGADA. DISPUTAR Y CONSTRUIR OTRO PODER Todo esto tenemos que hacer (aunque no hemos definido cómo y cuando) Reflexión colectiva



PUNTO DE PARTIDA DE LA PAZ INCONCLUSA A LA GUERRA INTERMINABLE



Ideas para un tiempo nuevo • Andrés Cabanas (compilador)

EL PROYECTO PATRIOTA: NEOLIBERALISMO MILITARISTA Andrés Cabanas

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A partir del 14 de enero de 2012 se fortalece un modelo de organización política, económica y social, fundamentado en la remilitarización/poder del Ejército, la apuesta por las inversiones extractivas y la transnacionalización de la economía, la concentración de la toma de decisiones (autoritarismo), la ideologización conservadora y el uso institucional de la violencia. Este modelo renueva y actualiza el pacto histórico oligarquía-ejército, adecuándolo al contexto nacional e internacional. A diferencia del momento precedente (transición democrática, vigencia –formal- de Acuerdos de Paz, gobiernos civiles), el actual pacto de elites es visiblemente autoritario, tanto en el fondo como en la forma (desconoce leyes y procedimientos, apuesta por el ejercicio unipersonal del poder), se basa en la identidad y el poder militar, al apoyarse en el Ejército o sectores del mismo, y restringe en la práctica libertades y derechos. El pacto incluye a grupos criminales, cuenta con el Partido Patriota como operador político, y se apoya en la anuencia explícita o silenciosa de transnacionales y gobiernos conservadores de Europa, Centro y Sudamérica, así como de la administración estadounidense. La renovación/reconfiguración no implica cambios radicales con la etapa anterior, sino la agudización de los rasgos autoritarios y la adaptación a las nuevas realidades económicas y políticas, especialmente:

el incremento del volumen y el poder de la economía criminal (trata de personas, narcoactividad, contrabando de armas y otros) hace que el pacto oligarquía-ejército sea, en sentido estricto, pacto capital tradicional y capital emergente criminal con sectores militares,

el golpe de estado de Honduras, junio de 2009, legitima soluciones de fuerza, al margen de la ley, y el retorno del Ejército como árbitro y actor fundamental de poder político, la derechización de los gobiernos y las sociedades


europeas se convierte en soporte político fundamental del neo autoritarismo.

Entre la democracia militar y la dictadura civil

Este modelo tiene elementos de las dictaduras militares de los años 80 (por ejemplo, la concepción de las luchas sociales como enemigas del sistema) aunque no es el retorno exacto a este periodo. Utiliza la democracia (partidaria, electoral) al tiempo que la vacía de contenido (autoritarismo, poder militar). No es un proyecto que depende exclusivamente de Pérez Molina y el Partido Patriota: sin embargo, la identidad militar y jerárquica del actual Presidente y su partido lo hacen instrumento privilegiado para el desarrollo del proyecto, al tiempo que le confieren rasgos particulares. Estas complejidades nos dificultan entender, nombrar y sobre todo asumir esta nueva etapa. Vivimos su ola de expansión vertiginosa, mientras nuestros referentes inmediatos continúan siendo los esfuerzos de construcción colectiva de una nueva cultura y una nueva sociedad: el sueño de la paz inacabada de 1996. Paradójicamente, las denominaciones van por delante de las comprensiones. Boaventura de Sousa Santos habla, a nivel global, de “Socio fascismo”, una etapa donde determinados espacios de libertad política, sobre todo electoral, coexisten con nulas posibilidades de justicia social y económica. El Golpe de Estado en Honduras abona la caracterización de “Dictaduras

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El modelo en desarrollo define un nuevo ciclo histórico. Anula, en primer lugar, el modelo de estado y el modelo de sociedad diseñado en los Acuerdos de Paz (los que, en cualquier caso, no lograron concretarse), al reducir por enésima ocasión las funciones y el poder del Estado, subordinar los actores sociales a los mercados y simplificar la democracia: las elites políticas y el presidente del Ejecutivo acumulan funciones y decisiones, en un marco de hiperconcentración del poder. En segundo lugar, implica el fin de la transición democrática iniciada con la conversión de gobiernos militares a civiles y la promulgación de la Constitución de 1985: avala el retorno de militares a la gestión del poder político y el control de instancias de gobierno.

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Civiles”, surgidas de golpes militares. Álvaro Arzú conferenció en 2009 sobre los “Regímenes cívico militares”. En El Salvador se habla de “Estados Militares” y “Democracias Oligárquicas” (Julia Evelyn Martínez). Desde mi punto de vista, el término Neoliberalismo Militarista define el momento actual de transformación/regresión en el país, vinculado al poder del Ejército, y continuador del pasado reciente de guerra y represión, ya que el elemento historia-memoria está muy presente en la implantación del modelo, por negación, omisión o afirmación. No es casual en este marco de cambios que se esté hablando de una modificación constitucional: nuevas reglas para una nueva etapa (aunque el alcance de la misma depende de correlaciones de fuerza todavía variables y análisis de escenarios de riesgos y gobernabilidad). En un contexto “ideal” (desde el punto de vista de la adecuación de la Constitución al pensamiento hegemónico) la reforma constitucional inicia una fase de “constitucionalismo autoritario” (Gerardo Pisanello).

La implantación acelerada de un modelo

Desde el 14 de enero, o más estrictamente desde el triunfo de Pérez Molina y el Partido Patriota en la segunda vuelta electoral, el 6 de noviembre de 2011, el Proyecto Neoliberal Militarista se expande, a partir de la gestión del gobierno y el control del Estado, con estos ejes fundamentales: La remilitarización y el ascenso del poder político del Ejército. Se manifiesta de forma cuantitativa y física, con el despliegue de tropas e instalaciones militares (retenes, ampliación de zonas militares, instalación de Brigadas) pero sobre todo alcanza una dimensión cualitativa, en la que el Estado se guía con lógicas y principios militares: ubicación de oficiales en puestos claves de la estructura del Estado; promoción y proliferación de servicios de inteligencia (la inteligencia como eje central de la acción de seguridad/control social); recuperación de la concepción de los movimientos sociales como enemigo interno (criminalización, ataques, instalación de zonas militares en zonas de conflicto). En este marco, el Ejército asume funciones contrarias a la Constitución, objetadas por el proceso de paz (bajo la lógica de la desmilitarización) y reñidas con una teoría y un ordena-


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miento democráticos. Se propone para la institución armada un papel político fundamental: conciliador de intereses de la sociedad, a propuesta de Fernando Carrera, director de la Secretaría de Planificación y Programación de la Presidencia, o recuperador de la institucionalidad y la gobernabilidad “perdidas”, según José Rubén Zamora, director de El Periódico. La acumulación económica agresiva. Una nueva fase de expansión de empresas fortalece la reprimarización del modelo primario exportador (por tanto, la subordinación de la economía guatemalteca) en un esquema de acumulación económica agresiva (Raúl Zibechi): concesiones petroleras y mineras masivas, nueva matriz energética que da cabida a las energías renovables (eólica, solar, intereses presentes en la expansión de empresas en Barillas), ofensiva sobre el sistema bancario y el sistema de seguros, privatización del agua (o dicho de forma elegante, Gestión Integral del Recurso Hídrico), expansión de la economía criminal y coexistencia con la economía legal, otras privatizaciones, concesiones o usufructos (portuarias, carreteras.) La legislación y la institucionalidad del Estado se construyen en función de esta expansión, aún en detrimento de los derechos de las personas y colectivos (ejemplo: actualización fiscal que no ataca el régimen de exenciones y la falta de tributación), en un marco de Estado Corporación Nación (Gustavo Castro). El desarrollismo-estatismo presente en la concepción militar de los años 70 se diluye en este planteamiento: los bienes estatales y públicos son sometidos a una nueva enajenación; el “Estado Patriota” sigue siendo palanca para la acumulación. En esta fase adquieren protagonismo las transnacionales latinas (Brasil, grupos centroamericanos pro golpistas, Colombia) así como las estructuras y formas violentas y autoritarias (alianzas con ejército, ejércitos privados y grupos de sicarios). Presidencialismo centralista-autoritarismo político. La concentración y no delegación de la toma de decisiones, incluso las enmarcadas en el círculo directo de poder del Patriota (Ministerios) y el control de la institucionalidad del Estado, configuran un régimen político de corte unipersonal y dictatorial. El gobierno se ejerce con irrespeto de leyes y estado de derecho, por ejemplo en el nombramiento de funcionarios bajo sospecha (Ministerio de Salud) o eludiendo los procedimientos de designación (Secretaria Presidencial de la Mujer, Defensoría de la Mujer Indígena). Cada vez de forma más abierta, se

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justifican las actitudes antidemocráticas: la secretividad, la discrecionalidad, los nombramientos autoritarios, las decisiones en ausencia de ley. La sobre presencia del Presidente (que ejerce eventualmente de Ministro, Alcalde, Contralor, Fiscal, Juez y Vocero Presidencial, o sea vocero de si mismo) se enmarca en esta lógica: esta sobre presencia es rasgo de personalidad, herencia militar y estrategia de publicidad, pero sobre todo fundamenta el proyecto político personalista-autoritario. Ideologización conservadora. Por múltiples medios se difunde una imagen complaciente y acrítica del actual gobierno. Se legitiman por los mismos medios los rasgos autoritarios del proyecto: cuando presenta decisiones autoritarias y al margen de la ley como acciones de carácter y recuperadoras de la institucionalidad. La ideologización construye símbolos o los destruye (retirada de la bandera maya) y pretende una rescritura de la historia reciente del país, al negar el genocidio y convertir a las víctimas en victimarios (demandas contra líderes sociales promovidas por militares y civiles ultraconservadores). El uso del lenguaje fortalece esta ideologización: la repetición machacona de conceptos como liderazgo, emprendimiento, ordenar (que sustituye peligrosa y progresivamente al concepto de gobernar), empresarialidad, positivismo, mano dura… Todos estos conceptos crean imaginarios individualistas y autoritarios. La violencia Institucional. El Estado se organiza a parir del uso de la violencia, teniendo en cuenta dos principios complementarios: El modelo de acumulación económica y exclusión política no se sostiene sin violencia. El modelo de acumulación no se sostiene exclusivamente con violencia. Así, se justifican las criminalización creciente de luchas sociales, el discurso estigmatizador (narcotraficantes, criminales) las capturas, las amenazas y persecuciones, mientras se desarrollan estrategias y mesas de diálogo. La dinámica concatenada de tensión y acercamiento con las luchas sociales (con mayor énfasis en una u otra según el contexto, y con tendencia a la agudización


de las líneas de tensión) convierte a la guerra en la continuación de la política (Clausewitz) o la política en continuación de la guerra (general Gramajo).

En un territorio reducido y en el marco de un conflicto en apariencia menor (interés de una pequeña empresa frente a una comunidad) se desarrollaron durante 21 días de mayo todos los elementos definidos antes: concentración de toma de decisiones (y anulación de actores civiles y políticos), incremento de la presencia del ejército, Estado corporación, persecución, captura y criminalización de luchas sociales, desaparición de garantías de derechos, soluciones de fuerza para problemas políticos, presencia activa de trasnacionales, con influencia sobre el sistema político, judicial y legislativo. Se producen coincidencias ideológicas entre actores (conservadurismo, afinidades partidarias) en un contexto internacional favorable, y coincidencias de intereses económicos: los inmediatos de expansión de una empresa transnacional con los estratégicos de acumulación capitalista, vinculados hoy a modelos políticos de corte autoritario y neo dictatorial. La empresa, incapaz de expandirse por otra vía que no es la de la fuerza, con la urgencia de iniciar la producción para recuperar inversiones, se apoya en el gobierno, al que reiteradamente solicita apoyo. El gobierno visualiza en Barillas la posibilidad de fortalecimiento de su proyecto, a partir de una medida fuerte y un mensaje político claro en los primeros meses de gestión. En este sentido, el Estado de Sitio no es medida extemporánea, aislada, sino una propuesta institucional para un determinado modelo económico y político: un golpe de estado a nivel municipal que pretende normalizar gobiernos autoritarios.

El desgaste acelerado de un proyecto

El proyecto neoliberal militar avanza en seis meses de gobierno, en una lógica de implantación apresurada. Sin embargo, y de forma complementaria, se produce el rápido desgaste de este proyecto, al menos en cuanto al papel del Partido Patriota y el gobierno de Pérez Molina. Este desgaste se simboliza en el ago-

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Barillas: esquema para armar un Estado

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tamiento prematuro de los tres grandes pactos o ejes de la gestión del gobierno, definidos en el discurso de toma de posesión del 14 de enero y reafirmados de forma literal en el foro que analizó los seis meses de gestión: Pacto Fiscal, Pacto Hambre Cero y Pacto por la Seguridad y la Justicia. Estos tres grandes pactos presentan deficiencias en la implantación, vacíos y limitaciones estructurales, que erosionan la credibilidad y el margen de maniobra del Ejecutivo. El Pacto Fiscal es sustituido por la Actualización fiscal, que desconoce los contenidos promovidos en los Acuerdos de Paz: no obliga a pagar más a los que más tienen (empresas transnacionales); no elimina exenciones a las empresas, y se fundamenta en regalías voluntarias, sobre las que no existe control. A partir de la actualización fiscal, el gobierno tendrá limitaciones para cumplir con las metas de recaudación tributaria y para garantizar al Estado ingresos mínimos que permitan siquiera cumplir los compromisos de campaña del Partido Patriota. El Pacto Hambre Cero es, en su literalidad, un pacto para reducir la desnutrición crónica diez puntos porcentuales en cuatro años de gobierno. No aborda las injusticias económicas, ni siquiera aborda o pretende lo que su nombre indica: eliminar el hambre. El Pacto está anulado por su contrapeso: la apuesta por el neoextractivismo y la economía exportadora (frente a la necesidad de producir para el consumo) que genera nuevas exclusiones, pobreza y más hambre. El Pacto por la Seguridad y la Justicia se mediatiza por la remilitarización, concebida con carácter permanente, estructural y debilitador de poderes civiles. La remilitarización es estratégica y no temporal; carece de protocolos, al trascender la legalidad y la legitimidad (paradigmático el caso de las Fuerzas de Tarea, sin objetivos, reglamentos, instancias de control claras y conocidas) y subordina los poderes civiles, tanto en la seguridad estrictamente (Policía Nacional Civil) como en el ordenamiento político. Contradice, en este sentido, las tres condiciones expuestas por la Alta Comisionada de Derechos Humanos de Naciones Unidas en su visita a Guatemala, en marzo pasado. El proyecto acumula otras debilidades internas: desconfianzas históricas entre oligarquías y ejército, emergencia de nuevos actores, vinculados eventualmente al poder militar y al Partido Patriota, competencias económicas entre actores (incluso entre aquellos identificados como aliados), que derivarán en


El poder político y social de las comunidades y pueblos en resistencia

La construcción de este modelo no se desarrolla sin tensiones y oposición social. El punto de partida es el reconocimiento del estado de las luchas sociales: sin caer en el derrotismo (el síndrome de la desesperanza social aprendida, Julia Evelyn Martínez); sin minusvalorar las luchas sociales y la capacidad de movilización y transformación; sin sobredimensionar la correlación de fuerzas (pensar que los movimientos sociales disputan el Poder en condiciones ventajosas). En desventaja y en obvia minoría, se percibe hoy un acumulado de luchas y respuestas sociales, que indican avances cualitativos de los movimientos: construcción de propuestas y nuevos proyectos (con aportes sobre todo de la cosmovisión y el feminismo); emergencia de nuevos actores y formas de lucha; ampliación de las agendas, progresivamente transformadoras y refundadoras; desarrollo de luchas cada vez más profundas, en los márgenes del sistema (Raúl Zibechi). La constitución de la comunidad y las luchas territoriales como centro de las movilizaciones constituye el salto cualitativo más importante, al ampliar tanto demandas como actores y sujetos participantes. Si las consultas comunitarias, las luchas por la defensa del territorio, el paradigma de refundación del Estado, la

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nuevos pactos y rupturas, incluso violentas. La fortaleza del modelo, las alianzas de actores de poder, es su gran debilidad, por la naturaleza competitiva y excluyente de estas alianzas. Estas debilidades, aunadas a la agresividad de la implantación del modelo neoliberal militarista, configuran un escenario de inestabilidad. Un gobierno autoritario y violento, que es al mismo tiempo un gobierno frágil, puede recurrir al incremento de la violencia (física e institucional) para mantenerse: nuevos estados de sitio y excepción, persecución a líderes (capturas y encarcelamientos), asesinatos de líderes. El riesgo estratégico es que este gobierno violento modifique por la fuerza el sistema político actual (disolución del congreso, mayor restricción de libertades y derechos, prohibición legal de los derechos de manifestación, protesta, reunión) para consolidar el proyecto económico y político.

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propuesta “de la resistencia al poder” (Tecpán, marzo 2007), la construcción de la política a partir de la defensa del territorio cuerpo tierra (aporte del feminismo comunitario) se ubican como puntos de inflexión históricos (después de la firma de los Acuerdos de Paz), la Marcha Indígena Campesina de marzo y la resistencia al Estado de Sitio en Barillas, en mayo, constituyen puntos de inflexión recientes, fortalezas que necesitan ser expandidas. Entre otras:

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Demostración de fuerza de actores sociales descontentos y con nuevas propuestas de organización: grito de indignación en un momento en el que los medios de comunicación difunden la idea de una homogeneidad pro patriota y pro gobierno.

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Cuestionamiento radical a una institucionalidad, un Estado y un gobierno que plantean desde la firma de la paz un esquema de diálogo permanente sin acuerdos, concebido como mecanismo distractor, debilitador y otorgador de prebendas, sin discusión de problemas estructurales. Replanteamiento de las estrategias de negociación-incidencia-movilización de las organizaciones sociales. Legitimación de luchas frente a la criminalización creciente. Visibilización de nuevos sujetos: comunidades, territorios y pueblos como ejes y centros de luchas, por encima de los aglutinamientos urbanos y a partir de organizaciones. El aprendizaje fundamental tiene que ver, en primer lugar, con el valor multiplicador de la articulación de luchas, alrededor de planteamientos legítimos comunitarios. En segundo lugar, con la potencialidad de las articulaciones sociales amplias, concebidas sin rigidez, de forma no vertical ni pre estructurada, alejadas del vanguardismo y las formas tradicionales de respuesta social: la auto convocatoria y la conducción sin un referente centralizado (plurireferencialidad) reflejan nuevas dinámicas organizativas. Sin embargo, se mantiene la fragmentación, tematización y desarticulación de luchas; las divisiones y enfrentamientos entre líderes y movimientos; la desconexión táctica-estrategia,


urbano-rural, liderazgos-población; las fragmentaciones éticas: distancias crecientes entre acciones y convicciones, incoherencia entre hechos y discursos; la incapacidad de asumir, como agenda estratégica de los movimientos sociales, las demandas primarias de la población: hambre, justicia… Los retos son mayúsculos, de tipo organizativo, de construcción de propuestas, de superación de viejas formas de lucha: Analizar y conocer en profundidad el actual proyecto de dominación, sin esquematismos (poder de la economía criminal, nuevos actores). Con ello, definir nuevas estrategias para esta nueva fase de lucha: ¿cuáles son las estrategias adecuadas para un horizonte posdemocrático?

Sostener procesos continuos y masivos de movilización política y social (no solo marchas, bloqueos, sino movilización de recursos, acciones, pensamientos y proyectos que combinen todas las formas de lucha). Cambiar marcos y referentes de lucha (desarrollo sostenible, participación ciudadana) y aprender a nombrar de nuevo las luchas. Abandonar prácticas sectarias y desarticuladas, que favorecen el actual sistema de acumulación y poder. Entender que todos los movimientos aportan desde su identidad y especificidades a una lucha común: “diversidad sin dispersión, unidad sin unicidad” (Isabel Rauber). Revisar coherencia y valores, recuperando la enseñanza del movimiento revolucionario (vencer o morir) y el movimiento feminista (lo privado es político) como ejemplos de radicalidad ética entre principios y prácticas. Desarrollar luchas ideológico-simbólicas que deslegitimen el modelo militar neoliberal. Información, formación, análisis, ideologización, formación con proyecto político transformador/emancipador.

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Consolidar lógicas de poder comunitarias, territoriales, desde abajo (movimientos más que organizaciones y partidos).

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Profundizar debates: construir poder-tomar poder; relación partidos-movimientos sociales (que incluye la relación entre las organizaciones históricas y los movimientos); el debate sobre el Estado (más allá de las instituciones) y el debate aplazado sobre el Poder (que implica la reideologización de las luchas sociales).

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El gran reto, el más complicado de ejecutar y el más obvio de formular es el siguiente: Guatemala solamente puede transformarse a partir de la práctica de muchos sectores, personas, pensamientos, demandas. Tenemos que aportar a la construcción de un proyecto colectivo que parte de sujetos y luchas diversas y plurales, y se fundamenta en la colectividad por encima del individualismo; la cultura (memoria, identidad, ideología) en vez del tecnicismo; el buen vivir frente al mal desarrollo; la esperanza sobre la resignación; los derechos por encima de las razones del mercado; la paz antes que la seguridad militarizada.

Andrés Cabanas Díaz es periodista y escritor, convencido de que otra Guatemala y otro mundo son posibles. Textos y ensayos del autor disponibles en www.memorialguatemala.blogspot.com El presente ensayo ha sido elaborado a partir de talleres y ponencias realizadas con movimientos sociales, entre otros: Cedfog Huehuetenango, Unión Nacional de Mujeres de Guatemala, ASECSA, Congcoop, Sector de Mujeres, Ceiba, CUC, Asociación Maya Uk´u´x b´e, Asociación feminista La Cuerda, Asociación de Mujeres Indígenas de Santa María Xalapán, Marcha Indígena y Campesina. Publicado previamente en www.memorialguatemala.blogspot.com



CÓMO NOS ORGANIZAMOS PARA TRANSFORMAR GUATEMALA (ELOGIO DE LAS DIFERENCIAS)



ACUMULACIÓN DE FUERZAS FRENTE A LA CONTINUIDAD NEOLIBERAL Domingo Hernández Es muy importante fortalecer la cultura de hablar y de discutir. Cuando todos estamos de acuerdo no generamos nuevas ideas. Cuando se dan discusiones y debates, nos preocupamos por buscar nuevas alternativas, pensamos si lo que dije estaba correcto, qué le falta, quién fue el que entendió mejor mis palabras. Desde hace muchos años, desde que nos invadieron, nos quitaron el derecho de hablar, el derecho de opinar. Las religiones, los militares y los patrones son quienes opinan, y nadie puede cuestionarlos. Esto es lo que hay que cambiar.

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Profundización de la agenda neoliberal

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La agenda neoliberal que se formuló desde el tiempo de Álvaro Arzú se viene perfeccionando y aplicando sin importar la opinión de los pueblos, es una agenda para la oligarquía guatemalteca y para las transnacionales. Lo vimos de forma palpable con el Presidente Colom, que entregó los recursos naturales, manipuló la pobreza, remilitarizó el país, efectuó desalojos violentos como en el Polochic, amplió el corredor seco. Durante su mandato se aumentó la deuda externa y se discriminó fuertemente a los pueblos indígenas. Existió un doble discurso: por un lado se resaltó la cultura indígena, por otro se reprimió de manera salvaje, llegando incluso al asesinato. Por eso, las elecciones y el sistema de partidos no modifican esta situación. Con cualquier partido, la situación económica se deteriora, la represión va a aumentar, la deuda externa se seguirá acumulando, la migración del campo a la ciudad y fuera de nuestras fronteras seguirá aumentando porque el carácter de este sistema y su razón de ser es la explotación de los habitantes. El pasado proceso electoral y las diferentes opciones contendientes hay que vincularlas con lo estructural: se nos plantea un contexto que pareciera antagónico, pero todo está dentro de una lógica neoliberal. Ninguna de las propuestas electorales propone un cambio estructural, sino de quién ejecuta la agenda neoliberal. Las luchas entre y dentro de los partidos políticos, del gobierno, del Estado (Congreso, sistema de justicia) se convierten en una cortina de humo, que no permite ver y entender la


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situación. Unido a esto, tenemos la presencia del narcotráfico y el crimen organizado en el país, que acelera la disputa entre grupos para controlar las estructuras del Estado. Pero hay que comprender que el Ejército y la Policía están metidos en el narcotráfico, los gringos están metidos en el narco. El combate al narcotráfico es una mentira porque son ellos mismos los que se benefician y provocan esta situación. Ya no se puede ocultar: Guatemala es un narco Estado, hay una presencia muy fuerte del narco. Se sabe de financistas políticos que están metidos en narcotráfico. Desde hace aproximadamente 20 años los ejes de esta nueva acumulación capitalista neoliberal son la construcción de grandes obras de infraestructura terrestre, marítima, tales como el Corredor del Pacífico y la Franja Transversal del Norte, la transformación de puertos existentes en puertos industriales para transporte de cargas, transporte de buques de turismo a gran escala: entre ellos, la reconstrucción del puerto de Santo Tomas Castilla, el puerto de San José y el Puerto de Champerico. Tenemos la remodelación de los aeropuertos, donde hubo gran cantidad de robo en tiempos de Berger: la remodelación del aeropuerto de Petén para explotar la Ruta Maya, en Quetzaltenango y en la Costa Sur. Hacen grandes infraestructuras, que obedecen a intereses de las transnacionales y del narcotráfico. Los megaproyectos son estrategias neoliberales que siguen los grandes ricos, tanto la oligarquía nacional como las transnacionales, y que provocan una mayor acumulación del dinero en pocas manos. Los Tratados de Libre Comercio tienen esta misión. México es uno de los grandes ejemplos: después de catorce años de Tratados de Libre Comercio con Canadá y Estados Unidos aumenta la pobreza (40 millones de mexicanos), aumentan las migraciones: antes eran los campesinos los que migraban, ahora también los intelectuales, los profesionales que tienen doctorados. Al mismo tiempo hay un empresario, el señor Slim, que está entre las diez personas más ricas del mundo, y tiene presencia en Guatemala a través de TELGUA (telefonía) y otros proyectos. Se va conformando una nueva concentración de tierras en pocas manos, hay nuevos ricos, nuevo control sobre el territorio. Lo que antes era fruto de nuestra comunidad, ahora ya no lo es, quedan anulados los referentes históricos comunitarios, porque las transnacionales comienzan a cambiar esta situación.

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El poder de las transnacionales

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Los principales actores, quienes toman las decisiones, son hoy las transnacionales. Hay otros grupos en proceso de articulación, con posibilidad de convertirse en actores en el futuro. Estamos en una etapa de recomposición pero los que tienen el mando son el Ejército, los narcotraficantes y transnacionales. El Gobierno no tiene una autoridad clara, por eso hoy dice una cosa y mañana dice otra. El Presidente del Gobierno se vuelve prácticamente parte de las transnacionales. La nueva víctima de toda esta situación es la población del área rural, en su mayoría indígena, y la población urbana de escasos recursos. Se dan desplazamientos de comunidades, hay temor. Estamos perdiendo identidad: quienes crecen en la ciudad ya no se alegran porque viene la lluvia, se olvidan del idioma, de la identidad. Toda esta situación provoca divisiones en las mismas comunidades. La gente dice “Vuelve otra vez el mal” y esto lo vinculan a la guerra, cuando el Ejército llegaba a reprimir y hacer todo lo que ya se sabe. Las oligarquías y las transnacionales hacen uso de la contrainsurgencia, eso lo encontramos en San Juan Sacatepéquez, en San Marcos, en Cobán y en diferentes partes. Se preparan grupos organizados, se crean organizaciones fantasmas. Nos dicen que, como hay inseguridad, es necesario volver a incrementar el número de efectivos del Ejército. Tenemos que visualizar las implicaciones y el impacto de la contrainsurgencia en las luchas que hubo en este país, con el asesinato de mujeres y hombres pensantes y comprometidas. En los años 80 éramos una alternativa. El pueblo Maya significaba una alternativa para Guatemala y para el continente, pero la contrainsurgencia eliminó esa posibilidad.

El sistema político

En Guatemala los grupos de poder económico y militar que han gobernado el país se han caracterizado por el bajo nivel cultural a la hora de hacer política, y también se han caracterizado por el uso desmedido de la violencia. Esta situación se agudiza aún más con la presencia del narcotráfico y el crimen organizado. Por eso en la actualidad la disputa no se produce por diferencias políticas, sino que es entre grupos por la posibilidad de controlar las estructuras del Estado.


La violencia es parte fundamental de este sistema. La violencia ha sido un mecanismo para imponer ideas y sobre todo para imponer este sistema inhumano a nuestros pueblos, y por ello se promueve la criminalización, el asesinato para destruir y eliminar al oponente. La violencia y el crimen organizado ya son una estructura y un poder paralelo. Son también un negocio rentable para las extorsiones y para las armerías de ex-oficiales y oficiales del ejército. La violencia cumple un papel intimidatorio hacia la población en general.

Sin embargo, hay que reconocer que a pesar de todo lo que hemos vivido en cuanto a represión y genocidio, ha habido respuestas. Cuando estudiamos la resistencia de los pueblos indígenas en Guatemala, vemos que desde el momento mismo de la invasión comienza la rebelión: las resistencias, generación tras generación. Severo Martínez Peláez nos recuerda que en este territorio de Mesoamérica hubo de ocho a diez levantamientos, semanalmente. ¿Qué pasó aquí? Los invasores se preocuparon de que esos levantamientos no pudieran generalizarse de manera coordinada, bloquearon la comunicación entre los pueblos: eso pasó en la colonia y sucede también ahora. Los pueblos nunca han aceptado la opresión, siempre han estado en rebelión. En el año 2010 hicimos la Segunda Declaración de Iximche, treinta años después de la Primera Declaración, en 1980, cuando no había más alternativa que incorporarnos a la lucha armada. Treinta años después dijimos, ¿qué ha pasado durante este tiempo? Ha habido genocidio, marginación, ha habido de todo y también continúa la resistencia. El genocidio que se cometió tenía la intención de arruinar por muchos años la resistencia pero afortunadamente comienza a surgir de nuevo el liderazgo y comienzan las demandas. Hemos identificado tres momentos de despojo: la invasión, la revolución liberal y el tiempo que estamos viviendo actualmente. Lo más importante que hemos encontrado en este momento es la gestión de la articulación comunitaria. Hay una nueva recomposición, la recuperación del poder comunitario es importantísima, con claridad en la defensa del territorio desde la cosmovisión como pueblos indígenas: la gente dice “Vamos a defender

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La resistencia permanente

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la tierra” y la tierra somos nosotros mismos. Miles de personas se apropian de estas demandas, porque tienen que ver con su Cosmovisión como pueblos. Tenemos carencias, nos falta estrategia, pero se está avanzando en otros aspectos: en las consultas comunitarias la gente dice “Nos estamos organizando porque no queremos que vuelva otra vez el mal” (vinculándolo con la contrainsurgencia). Nuestro pueblo dice “Vamos a la consulta” y se da la participación de hombres y mujeres indígenas. Se consulta a los niños, no con el pensamiento occidental de la blanquita que dice “Hasta que cumplan los 18 años”. Aquí se le consulta pensando en el futuro. Los niños hoy están hablando por su futuro. Las consultas empiezan a romper la estructura de ley colonial, cuando todo se pregunta a la autoridad, y la autoridad decide. También en las organizaciones hay que romper esto: lo que dice el Coordinador, lo que dice el Director. El Convenio 169 sienta las bases para que haya esta identidad. ¿Y si en el Convenio no está todo lo que queremos hacer? Pues vamos a enriquecer el Convenio 169, porque queremos nuestra autonomía. Tenemos que reflexionar también sobre cómo conceptualizamos lo comunitario. Sería bueno preguntar a las comunidades, porque a veces somos nosotros los que decidimos. ¿Cómo construimos una relación horizontal? Las comunidades son los dirigentes, quienes están en los territorios, debemos escucharles.

Retos para las luchas sociales

Los movimientos sociales tienen potencialidades y grandes debilidades. La defensa del territorio se vuelve una demanda masiva, aún débil. Pero esta lucha se debilita durante el periodo electoral. Los partidos cooptan el discurso de los movimientos para ganar adeptos en el contexto electoral. Igual sucede con el movimiento indígena, algunos partidos ya comenzaron a hablar del Buen Vivir... resquebrajando el movimiento. Es importante la lucha por construir una agenda común de los movimientos sociales. Es importante hablarlo aquí y después pasar a la acción. Estamos avanzando en muchas cosas. Hace años los pueblos indígenas estábamos totalmente olvidados, la participa-


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ción de las mujeres era prácticamente nula, la participación de las mujeres indígenas enriquece las demandas de las mujeres en su conjunto: se vincula la opresión en la casa y en el territorio. Esto se relaciona con las demandas del 78, que eran racismo y exclusión/discriminación, las que siguen estando presentes ahora. Hay que valorar que se está empezando a recomponer el tejido comunitario, después de la represión y el genocidio. En este proceso hay que reconocer la importante participación de la juventud y las mujeres. Ya durante la resistencia fueron las mujeres las que se mantuvieron más tiempo, cuestionando los estereotipos tradicionales de las mujeres como sexo débil. Esta participación está determinando que las mujeres empiecen a cuestionar las relaciones patriarcales comunitarias. Esto viene a enriquecer las demandas acumuladas durante mucho tiempo. No es entrar en competencia de quien es bueno y quien malo, quien tiene la razón y quien no, lo que tenemos que hacer es ubicar la participación de nuevos actores que enriquecen el planteamiento. Tengo la impresión de que en los próximos años vamos a ver cambios sociales muy fuertes: insurrecciones comunitarias, ojalá estemos preparados para estas situaciones. Otro planteamiento fundamental es la cosmovisión. En las luchas de hace 30 años, visibilizábamos que éramos mayas pero no estábamos muy vinculados con nuestra cosmovisión. Ahora siempre partimos del respeto a la madre tierra, los derechos de la madre tierra. Otro punto que veo importante es la acumulación del intercambio de experiencias a nivel internacional. Lo que está pasando en otras partes llega a nuestro país, estamos trabajando también con el Sur. Debemos hablar de debilidades del trabajo. Hay que tener cuidado con la competencia entre nosotros, entre los dirigentes y las organizaciones, que hace un gran daño al movimiento social. Hay dirigentes que dicen “No se metan por aquí, estas comunidades son nuestras”. Pero las comunidades no son de nadie. Otra debilidad es que en nuestras organizaciones nuestra capacidad actual es la denuncia, pero no estamos en condición de crear un pensamiento estratégico donde se aborden los problemas y los marcos estructurales. Esto solamente se hace si tenemos la posibilidad de generar y profundizar estos pensamientos. En los 80 se escribían documentos, se hacía análisis, había una visión local, regional, nacional e internacional, nos

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sentíamos parte de las luchas de la región, hoy nos cuesta incluso dentro de Guatemala. Esto no nos permite ver con objetividad la realidad. Tenemos que apostar a la nueva formación, crear cuadros con ideología estable. Tenemos que crear una estrategia que incorpore en el análisis y el planteamiento las distintas coyunturas, incluida la electoral, para que los movimientos sociales no sean cooptados. Para eso necesitamos lógicas de largo plazo. Nuestras comunidades necesitan ser respetadas, necesitamos construir relaciones horizontales entre comunidades y organizaciones, y también con la Cooperación. Estamos enfrentando un sistema de muerte, debemos desenmascarar a líderes y lideresas que se prestan al juego del sistema. La lucha es enteramente frontal contra este sistema. Hay que desenmascarar las políticas neoliberales, de lo contrario estamos condenando nuestro futuro.

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Domingo Hernández Martínez es maya k´iche´, fundador del Comité de Unidad Campesina y de la Asociación Maya Uk´u´x b´e. Actualmente es integrante del Ajpatam Samaq de la Coordinación y Convergencia Nacional Maya Waqib´Kej. El presente ensayo parte de una ponencia presentada por el autor en el encuentro Diálogo y plática de paradigmas para la transformación social, realizado en Ciudad de Guatemala en mayo de 2011.



VISIONES PLURALES Y ESPERANZAS COMPARTIDAS EN LA CONSTRUCCIÓN DEL SUJETO EMANCIPADOR Leopoldo Méndez y María Dolores Marroquín

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El proyecto político desde la Cosmovisión Leopoldo Méndez

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Tenemos que definir un tiempo largo, por lo menos setecientos años atrás, para comprender por qué estamos hablando de un sujeto histórico alimentado por la Cosmovisión. Si nos remitimos a ese tiempo antiguo, podemos hablar de la constitución territorial, política, social que ha tenido nuestro pueblo: podemos hablar de ese territorio del Pueblo Maya que abarcaba el sur de México, Belice, parte de Honduras y Nicaragua. Cuando nos referimos al territorio hablamos también de su organización social y política. A esta parte de la historia no hemos tenido acceso. En nuestras escuelas no se habla de cómo era un Gobierno antiguo, un Gobierno del pueblo Maya. Afortunadamente tenemos registros de los Códices, las estelas, los idiomas, que nos permiten recuperar algunos conceptos que tienen que ver con esta organización antigua. En la antigüedad había un sistema de vida, un sistema de producción, un sistema económico basado en el trueque, no se manejaba la moneda como ahora, no se pensaba en moneda, sino en algo diferente. Se pensaba en el intercambio de productos. Hay un concepto que hemos venido rescatando de la antigüedad, se refiere a una vida sana, no solamente de las personas sino del entorno. Esto es el resultado del equilibrio que se ha tenido en la vida de los pueblos. En idioma k’iche´ se le denomina el Utz Kaslemal. Estos términos revelan un estado de equilibrio en la familia, en la persona, pero también en la comunidad natural. Esto inspiró que la organización social fuera de equilibrio, y también la forma de decisión: no había uno, dos o tres que decidían, sino que había un Consejo. Esto todavía lo vemos registrado en las estelas, donde podemos encontrar los nombres de los Aj Pop, de los Kamal Be, una serie de términos que conformaban un nivel de autoridad.


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La conformación de la autoridad se hacía con un servicio, pero no se trata de servicio como sufrimiento porque había un apoyo comunitario a las autoridades. Actualmente es escaso el apoyo que tienen nuestras autoridades, casi es un sufrimiento el asumirlo. El gobierno del Consejo se basaba principalmente en entender cómo la madre naturaleza gobierna, y esto se replicaba en la sociedad. No había consenso para dominación, sino consenso para la convivencia, y un doble consenso: primero se escucha el consenso de la madre naturaleza y luego el consenso de la gente, el consenso del pueblo. Es necesario ver estos elementos para comprender la vida en equilibrio o la vida sana, con un sustento, un fundamento. A partir de la invasión hay un cambio brusco. De ahí podemos hacer el recuento de los despojos, el recuento de cómo se impone la opresión y de cómo se impone la explotación. Esto es lo que tenemos que considerar porque de ello se desprende una posición de superioridad de los que dominan, para poder dominar a los que han resistido. Los dominadores imponen una serie de categorías: nos dicen indios, después nos dicen campesinos, después nos dicen indígenas, y así podemos traer la cadena de apodos que han puesto a nuestros pueblos. Estos nombres impuestos tienen que ver con los grados de discriminación que nacen del sistema de opresión. Pero la cosmovisión no muere con la invasión, porque hay una serie de levantamientos, de rebeliones, y a esto podemos llamarle la Resistencia, que se ha dado gracias a la fuerza del liderazgo de los pueblos. Ha habido una cadena desde el tiempo de la invasión hasta la actualdad, hay una conformación permanente de un sujeto que no siempre es individual, sino colectivo. El hecho de que hoy se hayan realizado más de 60 consultas comunitarias contra la explotación de los bienes naturales es parte de esta cadena. Las consultas vienen incluso a superar las organizaciones, que han tenido otras demandas. Las demandas de los pueblos se convierten en primarias y las demandas de las organizaciones se vuelven secundarias. Tenemos que tomar en cuenta todo el recorrido existente en la reconstitución del sujeto. Usamos el concepto de Reconstitución porque antes ha habido una constitución y ha

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habido problemas de recolonización. En estos momentos en que casi hay una guerra de recolonización, nosotros nos reconstituimos, nos revaloramos. Esa reconstitución es una condición para el resto de reivindicaciones. Aquí en este territorio tenemos lo que podemos decir un Estado sin nación, y una Nación sin Estado. Si comprendemos esto, la Cosmovisión no se va a quedar en creencias, en mitos, se concreta en la recreación de la reconstitución, y la reconstitución hacia una especie de Estado Federal. Para finalizar, quiero lanzar a todas y todos unas preguntas: ¿será viable la refundación de los pueblos por los estados antiguos para formar un estado plurinacional? ¿Será que la izquierda en nuestro país está asumiendo una posición anticolonialista o anti neocolonial? Si pensamos que estamos ante un problema neoliberal pero también su esencia es colonial, entonces vale la pena preguntarnos: ¿será que nuestros aliados van a ver viable la fundación o refundación del Estado Maya para hacer una federación con el otro Estado? Si solamente luchamos contra la explotación, sólo vamos a medio descolonizar. Pero si nos enfocamos contra la opresión y la explotación, entonces nos vamos a descolonizar totalmente. Ese es el reto.

Qué es eso del feminismo María Dolores Marroquín

Me parece importante preguntarnos qué es eso del feminismo, porque hay desconocimiento, prejuicios y miedo. Alrededor del feminismo circulan muchas ideas sin fundamento. Generalmente se piensa que el feminismo es una propuesta que promueve el odio hacia los hombres, que las feministas somos mal habladas, locas, mujeres que andamos inconformes con la vida, un montón de ideas así. El sistema siempre trata de desbaratar cualquier proyecto cuestionador, para que no crezca, como pasó con el comunismo. De ahí los estereotipos: las feministas somos amargadas, y otros. En esto hay una parte de razón: las feministas estamos inconformes con la vida que estamos viviendo. Somos mujeres que conscientemente nos adscribimos a una propuesta política


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que, como todas, no es única y no es homogénea. Es decir, hay muchas, hay diversas formas de feminismo. Lo que sí es cierto es que todas estas corrientes de pensamiento parten del mismo punto: de la opresión histórica hacia las mujeres. A partir de cada una de estas corrientes de pensamiento y de interpretación de la realidad, se definen estrategias y acciones. Es importante aclarar que las propuestas feministas no están dirigidas únicamente a las mujeres, son propuestas civilizatorias: no solamente un conjunto de derechos que queremos que las mujeres disfrutemos, sino un cuestionamiento de las diversas formas de dominio que se expresan en la sociedad. El feminismo, además de ser proyecto y cuerpo teórico, es una propuesta de forma de vida diferente, por lo que no se trata de cambiar el discurso, no se trata nada mas de tener una propuesta, sino de hacer cambios en la vida personal, de mujeres y hombres. Nuestros análisis no se restringen al dominio que existe en las relaciones de hombres y mujeres, sino que estamos hablando de las diferentes expresiones de dominio en una serie de ámbitos. La gran crítica histórica es que se planteó el sujeto de la transformación, pero a costa de invisibilizar las especificidades de la dominación y la transformación. Tenemos que construir sujetos sin invisibilizar y sin negar esas especificidades. Además tenemos que trascender lo que, desde el feminismo, denominamos dicotómico: lo uno o lo otro. Las propuestas feministas son, por un lado, un conjunto de contenidos de un proyecto político, que se sustenta en un cuerpo teórico. Este cuerpo teórico da un marco para entender la realidad a partir de categorías que ni las ciencias sociales tradicionales ni los movimientos sociales han incorporado. El cuestionamiento central de las propuestas feministas se da a las lógicas de dominio en las diferentes áreas de la vida social. El androcentrismo es una de las categorías teóricas del feminismo. Androcentrismo quiere decir poner a los hombres en el centro de la historia, a los hombres en la narrativa y en la interpretación del mundo: por ejemplo la ciencia médica está hecha a la semejanza del cuerpo de los hombres. Entonces resulta que las mujeres estamos siempre enfermas. Cuando nos viene la menstruación, estamos malitas, y entonces hay medicinas para todo el asunto. Cuando estamos embarazadas, estamos descompuestas porque hasta dicen “Ya se compuso”. El embarazo se relaciona con enfermedad, el embarazo se refiere como que no es algo natural.

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Si la ciencia médica estuviera hecha a partir de los diferentes ciclos de vida de hombres y de mujeres no tendríamos que catalogar como malo o enfermo lo que es natural. Otro aporte que hacemos las feministas es visibilizar cómo el modelo económico se sustenta en la ganancia y el lucro, en vez de promover el cuidado de la vida. En esto vemos cercanía con las cosmovisiones originarias. No es posible que un modelo económico solamente sirva para que una gente gane mucho a costa de las otras personas. La subordinación de las mujeres tiene un papel en este modelo de acumulación de capital, en la medida en que las mujeres seguimos siendo vistas en el espacio privado, y los hombres en lo productivo y público. La división sexual del trabajo (las mujeres hacen un trabajo y los hombres otro) responde a esa acumulación de capital. Las mujeres empezamos a trabajar a las cuatro de la mañana, nos levantamos antes, nos acostamos de último, estamos en la casa lavando, trapeando, barriendo, cocinando, cuidando a los niños, regando las plantas, dando de comer a los animales, cuidando a los enfermos, a las enfermas, visitando a toda la parentela, recordando todas las fechas de cumpleaños, haciéndole la comidita que le gusta a cada quien, pero resulta que cuando nos dicen, “¿Usted trabaja?” nosotras decimos, “No, yo no trabajo”, a pesar de que estamos todo el día jalando la carreta. Al sistema esto le sirve porque nuestro trabajo ha sido completamente invisibilizado y desvalorizado. Pero si las mujeres no hiciéramos este trabajo, el capital no tendría capacidad de subsistir: es decir, cuando los hombres llegan a la casa cansados de estar trabajando afuera, encuentran un lugar en donde tienen la comida, su ropa limpia, condiciones para descansar, tienen el periódico, tienen un espacio cálido de afecto para poder descansar y recuperar las energías. Esto, pensando en la lógica de que las mujeres nos quedamos en la casa y los hombres se van a la calle. Pero resulta que las mujeres trabajamos en la calle y cuando llegamos a la casa tenemos que hacer exactamente las mismas cosas que hacíamos antes. El trabajo de cuidado y reproducción está ahí, y subsidia la acumulación de capital. La parte más perversa de esto es que ha creado un mecanismo de control sexual en las mujeres, que sirve para que estemos metidas en la casa y en esa lógica de explotación. Nos han construido la idea de que las mujeres tenemos que ser vírgenes, puras, castas, llegamos al matrimonio, nos


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casamos de blanco, le vamos a pertenecer solo a un hombre. Si no somos así, somos consideradas putas. Cuando somos chiquitas nos enseñan que nos tiene que gustar el rosado, el vestidito, andar siempre limpias, no correr, no subirnos a los árboles por que los frutos se chuquean, los tamales se chuquean. Hay una serie de creencias alrededor del contacto del cuerpo de las mujeres con diferentes elementos, que van provocando que las mujeres nos sintamos incómodas con nuestro cuerpo. Desde chiquitas nos meten todo eso en la cabeza y a los hombres por supuesto les enseñan otras cosas acerca de cómo relacionarse con nosotras. Además, estamos sometidas a una serie de actos de violencia sexual y física: somos víctimas de incesto, de manoseo, en la calle, en la familia… Las mujeres nos encontramos con múltiples formas de violencia que tienen el objetivo de controlar nuestras vidas, son instrumentos de control social para que nos quedemos metidas en la casa siguiendo el sistema. Cuando salimos a los espacios organizativos pensando que ahí nos encontraremos con hermanos y hermanas con los que vamos a tratar de construir un nuevo país, aparecen compañeros que nos hostigan, que nos acosan, que nos violan. Si alguna mujer se atreve a denunciar esto, la despiden. Nos dicen que queremos dividir el movimiento, cuando lo que pretendemos es que cualquier proyecto integre la liberación real de todas las áreas de la vida. Para las feministas el sujeto político está constituido por mujeres que podemos ser socias y aliadas en una lucha política, en un proceso de transformación. Para nosotras el sujeto político es individual y es colectivo. Es individual porque cada quien tiene que hacer una lucha interna, y es colectivo porque solamente hablando con las otras mujeres lo vamos a conseguir. El sujeto político tiene que tener varios componentes. El primero, un marco interpretativo: para nosotras es muy importante construir nuevas categorías, porque la forma en qué están nombrados los fenómenos sociales no nos sirve para el análisis. En ese intento de construir un marco interpretativo diferente, queremos desnaturalizar, en el sentido de no pensar que las cosas son así, que pueden ser modificados. Un segundo elemento del sujeto político es la acumulación de fuerza política, que tiene que ver con las alianzas que hacemos entre nosotras, con la construcción organizativa y con las alianzas que hacemos con otros movimientos sociales. Es

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decir, tiene que ver con ser más, pero también en esa acumulación de fuerza política entra en juego el resistir: resistirnos a las burlas, a la ridiculización que se hace de nuestros discursos porque no son cosas importantes. Resistir es quedarse a veces hablando solo porque ya no tenés con quien más interlocutar. El tercer contenido del sujeto político es el proyecto político. Aquí vemos diferentes perspectivas, porque están las compañeras que le apuestan a transformar este Estado para crear mejores condiciones de vida, están impulsando políticas públicas en los Cocodes, en los Comudes, etc. Pero hay otras tendencias que cuestionan el funcionamiento de este Estado. La organización social y política también tiene ver con la familia. Nos dicen que la familia es el núcleo de la sociedad, pero ¿de qué familia hablamos? ¿De la familia donde el papá manda y la mujer y los hijos obedecen, o de la familia en términos de construcción de espacios de resistencia, atreviéndonos a experimentar nuevas relaciones? Otra gran área de nuestro proyecto político abarca la cultura y la simbología: la comunicación, la espiritualidad, los símbolos y la comunicación entre la gente, en un marco en que la violencia se ha instalado como una forma de relación. Otro gran ámbito atañe a la plena participación, no sólo si votamos en las elecciones, sino la participación cotidiana, y cómo hacemos para que el compromiso día a día sea el cuidado comunitario, el cuidado colectivo. Un último comentario antes de terminar. Se desacredita el feminismo porque se fundamenta en corrientes extranjeras. Las feministas pensamos que el conocimiento es universal y la privatización del conocimiento es uno de los fundamentos de este sistema que no permite que conozcamos más allá de lo que se produce aquí. Hay mujeres estadounidenses pero también hay un montón de mujeres latinoamericanas, mujeres indígenas, mujeres hindúes, africanas, chinas, que han construido este pensamiento feminista desde la historia de colonización de sus cuerpos y de sus pueblos. Reivindicamos lo internacional del feminismo porque es un movimiento universal.


Leopoldo Méndez es maya kaqchikel, fundador de Asociación Maya Uk´u´x b´e. María Dolores Marroquín es feminista, integrante de los colectivos Voces de Mujeres, Sector de Mujeres, Colectiva de Mujeres Feministas de Izquierda y Asociación Feminista La Cuerda.

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Ponencia presentada en el Encuentro de representantes sociales, realizado los días 22 y 23 de febrero de 2011 en Chimaltenango, con participación de movimiento feminista y movimiento indígena y campesino.

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RECUPERACIÓN Y DEFENSA DE NUESTRO TERRITORIO CUERPO-TIERRA. LUCHAS DE MUJERES XINCAS DE SANTA MARÍA XALAPÁN Lorena Cabnal

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Las opresiones de las mujeres indígenas no nacen en el momento de la conquista. La colonización no hubiera penetrado y arremetido de forma tan fuerte sino hubieran existido condiciones previas favorables, lo que podemos denominar el patriarcado originario, el cual es un sistema milenario estructural de opresión contra las mujeres originarias o indígenas, que establece su base de opresión desde su filosofía que norma la heterorealidad cosmogónica como mandato: para la vida de las mujeres y hombres, y de éstos en su relación con el cosmos. Este patriarcado originario configuró roles, usos y costumbres, principios y valores. Una de sus manifestaciones principales fue la guerra entre los pueblos originarios, los cuales, en disputa por problemáticas territoriales, ejercían supremacía de vencedores contra vencidos. De estas guerras existen testimonios en glifos e inscripciones en piedra, que nos cuentan de proezas y hazañas de grandes señores, gobernantes y guerreros. Aquí es donde reflexiono: si los hombres eran guerreros e iban y hacían la guerra contra sus vecinos territoriales, ¿dónde quedaban las mujeres, cuál era su rol? La división sexual de la guerra me lleva a pensar en cómo se configuraba la estratificación de castas de guerreros, de gobernantes, reinados, guías espirituales, sabios y pueblos, y el desconocimiento del rol de las mujeres en esta situación. Como mujer indígena siento una profunda responsabilidad por no situar mi análisis sólo desde la colonización. Me veo en la necesidad de hacer un análisis crítico, antropológico, histórico y cosmogónico de cómo se ha construido el patriarcado en la historia ancestral de los pueblos indígenas. Con honestidad debemos decir que hubo un momento en la historia de nuestros pueblos en el que los hombres indígenas pactan con los colonizadores, y se produce el entronque de patriarcados, como lo denominan las feministas comunitarias aymaras bolivianas. Este no es un pacto explicito, tiene múltiples formas de configura-


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ción y se concreta en la refuncionalización de la expropiación de los cuerpos de las mujeres, que ha perdurado y se comprueba hasta nuestros días. Es complejo entender esta situación: existen fundamentalismos étnicos muy ancestrales, nombrados como principios cosmogónicos, que no han sido cuestionados, y que se convierten en condiciones previas para que entre el patriarcado occidental con fuerza. Esto deriva en cuerpos pactados de las mujeres, cuerpos colonizados, racializados, sexualizados. Los patriarcados, tanto originario y ancestral como el occidental, se convierten entonces en el primer sistema de opresión histórica construido sobre los cuerpos de las mujeres, donde en el caso de las mujeres indígenas se complica porque es la cuna perfecta para el nacimiento del colonialismo, racismo, capitalismo y, ahora más reciente, la globalización. Hoy, con una población de más de 85,000 habitantes, en la que la mayoría son mujeres, la comunidad indígena de la montaña de Santa María Xalapán se rige bajo una administración política y territorial en más de 397 caballerías de terrenos comunales. Su gobierno es indígena, y cuenta con su propio tribunal, el cual está establecido desde hace más de 300 años por un aproximado de 400 hombres. Nunca ha sido dirigido por alguna mujer ni han participado las mujeres con cargos menores. Cuando iniciamos en la montaña de Santa María Xalapán la defensa del territorio-tierra, lo hacíamos desde posiciones basadas en principios ambientalistas y desde la exigencia del respeto de los derechos colectivos de pueblos indígenas. Posteriormente nos fuimos dando cuenta de que nuestros derechos eran ancestrales, mucho antes de que se definieran en tratados y convenios, con lo cual esta exigencia pasó a ser un posicionamiento territorial y comunitario, unido a la interpretación de la violencia. Decíamos: La minería es una forma de violencia contra la madre tierra, y contra las mujeres y hombres que convivimos con ella. Al mismo tiempo veíamos y sufríamos una práctica cultural en la Montaña, que es el rapto de niñas y adolescentes y en general la violencia naturalizada contra las mujeres: el robo de niñas a los 11-12 años para iniciar vida marital, como práctica normal y cultural. Cuando las mujeres empezaban a contar sus historias, oíamos de mujeres que sufrían violencia sexual y se quedaban a vivir con el agresor por mandato cultural y social: el caso de múltiples mujeres adolescentes solteras.

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Empezamos a pensar que esto no debería ser una práctica coherente de vida en comunidades de pueblos originarios y que el acceso a la justicia indígena por parte de las mujeres en la Montaña era prioritario. Sin embargo, era otra incoherencia de los gobiernos originarios porque argumentaban: No es un problema lo que sucede, porque así siempre ha sido. Empezamos a denunciar esta situación con acciones públicas, tanto en las instituciones de Estado en el departamento de Jalapa, como con las autoridades comunitarias del gobierno indígena. Cuando las mujeres empezamos a levantar la lucha contra la minería, tuvimos miles de aliados. Pero cuando empezamos a hacer denuncias de violencias que nos afectan en nuestra convivencia en la Montaña, nos quedamos solas. La agenda de defensa del territorio-tierra está, pero no la agenda de defensa del territorio-cuerpo. Las que hemos vivido violencia sexual sabemos de qué estamos hablando porque se instala de tal manera el miedo y el pánico, que puede llegar a inmovilizarte. Esta enorme incoherencia dentro de las relaciones de comunidades y pueblos indígenas debe cuestionarse y reflexionarse para transformar nuestra situación. No puede ser que todos estemos en la lucha de territorio tierra, pero la agenda del cuerpo de las mujeres no interese a nadie. De ahí que el contenido feminista de nuestra consigna es Recuperación y defensa de nuestro territorio cuerpo-tierra. Porque actualmente yo no soy dueña de mi cuerpo en la comunidad en la que nazco. Las mujeres no somos dueñas de nuestro cuerpo. Y esto me llevaba siempre a preguntarme “¿Por qué las mujeres somos siempre las más jodidas?” Antes de haber hecho el análisis desde el feminismo comunitario decía “Porque somos las más pobres, porque tenemos muchos hijos”. Ahora decimos que la razón por la que las mujeres indígenas estamos tan jodidas es por la herencia histórica de penetración de patriarcados en nuestras vidas y comunidades. Ha habido una intencionalidad patriarcal para que perpetuemos el sostenimiento de los sistemas de opresión. Para mí, asumir la identidad étnica plenamente, tal cual se manifiesta en el plano cultural actual, no es viable, porque establece un marco de representación social estructurado en una heterorealidad que parcializa y reduce la plenitud de las mujeres en consecuencia con sus derechos y dignidad. Por otro lado, cuando desde la militancia feminista se cuenta con elementos que permiten criticar y comprobar los patrones culturales de desigualdad e


inequidad, y nos atrevemos a ser radicales e irreverentes con lo establecido y estructurado, se provoca la ruptura de la sacralidad que legítima y sostiene esos patrones patriarcales. La identidad étnica cultural, que resume las actividades, actitudes o ideas que reproducen los individuos a enseñanza de otros, tiene un sesgo de género evidente. Las mujeres debemos criticar y cambiar los aspectos negativos de prácticas culturales que atentan contra la dignidad de las mujeres. Las mujeres debemos aportar a la multiculturalidad crítica que promueva las diferencias en equidad.

Si no analizamos las raíces de las relaciones de desigualdad y poder en las comunidades entre hombres y mujeres, nos quedamos en simples procesos de concientización que no van a atacar las causas estructurales. Es imprescindible hacer análisis críticos propios, desde las relaciones de racismo, colonialismo, sexismo etc. Pareciera que las mujeres indígenas organizadas hacemos luchas solamente desde la colonización, o contra el neoliberalismo, olvidando elementos históricos fundantes de la opresión. Denomino victimización histórica situada a la posición asumida y defendida por algunos hombres y mujeres indígenas, que afirma que todos los males de los pueblos y nacionalidades indígenas en Abya Yala nacen con la invasión colonialista. Según este planteamiento, este hecho histórico marca la raíz o nacimiento de nuestras opresiones históricas y actuales. Esta categoría de análisis me ayuda a cuestionar por qué asumimos una posición victimizante en la historia: han pasado más de cinco siglos de la conquista y no hemos podido, en lo más mínimo a lo interno de nuestras relaciones comunitarias, volver al estado de paz y armonización que regía la vida de los pueblos antes de la invasión. Partir de los años de penetración colonial es negar que mi cultura ancestral tiene raíz patriarcal. Cuando hablamos de sujeto político tenemos que ver el componente histórico. Para que llegue a ser transformador tiene que ser crítico de su historia, y revisarla de forma que le permita construir pensamiento crítico sobre el hoy. Tiene que revisarse la construcción de pensamiento en su realidad actual y en su colectividad. Cuando no se cuenta

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La victimización histórica situada

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con el empuje de revisión crítica de la historia, se da una dispersión y un parcelamiento de luchas. Se jerarquizan las luchas y se responsabiliza solamente hacia afuera y no hacia dentro. En este sentido, la despatriarcalización como una acción política intencional que mueve al sujeto político transformador, tiene que ir más allá de la Colonia, tiene que socavar la ancestralidad. No solamente implica quitar el patriarcado occidental sino ir más allá: el patriarcado originario ancestral. No se puede descolonizar sin despatriarcalizar.

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Heterorealidad cosmogónica originaria

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En la cosmovisión xinka se establecen elementos de equilibrio como son las fuerzas positivas y negativas que en constante movimiento e interrelación provocan poder y energías. Este poder tiene que ser en toda medida equilibrado para cumplir con los principios de dualidad y complementariedad. Estos principios rigen tanto el movimiento del cosmos como las relaciones entre personas: se supondría que en equilibrio no tendrían por qué existir injusticias e inequidades entre humanos y humanas y se mantendría la armonía entre ellos y ellas y con la naturaleza. Esto lo hemos planteado en La Montaña y ante el Gobierno Indígena: que actualmente existe un desequilibrio cosmogónico en las relaciones de poder entre hombres y mujeres. La base filosófica de las cosmovisiones originarias, sobre el nombramiento de elementos cósmicos (femenino y masculino, donde uno depende, se relaciona y se complementa con el otro) se ha fortalecido en esas prácticas de espiritualidad, y perpetúa la opresión de las mujeres en su relación heterosexual con la naturaleza. Las relaciones entre mujeres y hombres están basadas en principios y valores estructurales que a lo interno de mi cosmovisión indígena establecen una dualidad opresiva, con lo cual no veo posibilidades para la liberación de la vida de las mujeres para la armonización total cósmica, si continuamos refuncionalizando fundamentalismos étnicos. Estos a su vez se legitiman con la feminidad de la naturaleza y la masculinidad de los astros, con ello se establece un imaginario heterosexual cosmogónico y una sexualidad normada: ¿la madre tierra? ¿Quién la fecunda? ¿El padre sol?


Nuestra propuesta: recuperación y defensa del territorio cuerpo-tierra

Al proceso histórico de opresión contra la naturaleza y sus bienes, se une el actual sistema extractivista neoliberal que, en su visión de desarrollo occidental pretende mejorar la vida de los pueblos, con estrategias de participación e involucramiento de las comunidades en el trabajo extractivista para aliviar su condición de pobreza. Asimismo hay que revisar cómo algunas cooperaciones para el desarrollo e instancias de gobiernos, en el impulso de una nueva corriente desarrollista (que la exploración y explotación de bienes naturales sea un proceso autónomo de los pueblos) crean fundaciones, organizaciones y comités para la promoción del desarrollo comunitario, basado en la lógica económica de dominio. En la última década se ha incrementado la defensa de tierra y territorio como una consigna política de los movimientos indígenas continentales del Abya Yala; luchas importantes se han generado donde las comunidades se han levantado para defender lo que históricamente les pertenece. Sin embargo, una contradicción a lo interno de los movimientos de defensa territorial es el hecho de que las mujeres que conviven en el territorio tierra, viven en condiciones de violencia sexual, económica, psicológica, simbólica y violencia cultural, porque sus cuerpos aún siguen expropiados.

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Las manifestaciones multidimensionales de las sexualidades en esta realidad heteronormativa no pueden vivirse, porque tienen una carga de sanción desde la espiritualidad, en la comunidad y la familia. Esta es una de las razones porque la mayoría de población originaria niega la presencia y existencia en sus relaciones de lesbianas y gais, pues en algunos casos se afirma que “Ese mal comportamiento es propio de los occidentales, no de los pueblos indígenas”. Designadas por la heteronorma cosmogónica, las mujeres indígenas asumimos el rol de cuidadoras de la cultura, protectoras, reproductoras y guardianas ancestrales de ese patriarcado originario, y reafirmamos en nuestros cuerpos la heterosexualidad, la maternidad obligatoria, y el pacto ancestral masculino de que las mujeres en continuum seamos tributarias para la supremacía patriarcal ancestral.

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De esta cuenta, las mujeres xincas hemos iniciado un proceso histórico de defensa de nuestro territorio cuerpo. Por eso nos pronunciamos públicamente y ante nuestras autoridades indígenas para la erradicación de la violencia contra las mujeres, y unido a ello hemos gestado la lucha de defensa territorial en la Montaña contra las licencias de exploración y explotación de minería de metales, porque comprendemos la armonización que debe existir entre cada una de las energías para promovernos la vida con dignidad, y porque toda forma de explotación de los bienes naturales es una forma de violencia contra la tierra y contra las mujeres y hombres que convivimos con ella. Frente a esto, nos pronunciamos mujeres que hacemos recuperación del territorio tierra: hemos de luchar por este pedacito de tierra, donde va a vivir este cuerpo de mujeres y de hombres. Nos miramos en esa relación con los otros. Las mujeres de la Montaña de Xalapán nos hemos juntado a hablar de cuáles son nuestras luchas y cuáles vienen a fortalecer a todo el movimiento: para nosotras las luchas estratégicas tienen que pasar por el territorio tierra y cuerpo. Debemos analizar si los movimientos estamos aportando a nuevas propuestas o estamos refuncionalizando el sistema. No defiendo mi territorio tierra solamente porque necesito de los bienes naturales para vivir y dejar vida digna a otras generaciones. En el planteamiento de recuperación y defensa histórica de mi territorio cuerpo tierra, asumo la recuperación de mi cuerpo expropiado, para generarle vida, alegría, vitalidad, placeres y construcción de saberes liberadores para la toma de decisiones. Las violencias históricas y opresivas existen tanto para mi primer territorio cuerpo, como también para mi territorio histórico, la tierra. En ese sentido, todas las formas de violencia contra las mujeres atentan contra esa existencia que debería ser plena. Este planteamiento lo asumimos en principio como consigna política, para luego darle vida a través de contenidos que llevan a tejerla como una propuesta feminista comunitaria desde las mujeres xincas. Implica la recuperación consciente de nuestro primer territorio cuerpo, como un acto político emancipatorio y en coherencia feminista con el lema lo personal es político. A partir de asumir la corporalidad individual como territorio propio e irrepetible, podemos fortalecer el sentido de afirmación de nuestro ser y estar en el mundo. Por lo tanto,


La propuesta política del feminismo comunitario

Las feministas comunitarias planteamos el patriarcado como un sistema de opresión universal presente en todas las culturas del mundo, desde la concepción. Es el sistema de todas las opresiones, todas las explotaciones, todas las violencias y discriminaciones que vive toda la humanidad (mujeres, hombres y personas intersexuales) y la naturaleza, como un sistema históricamente construido sobre el cuerpo sexuado de las mujeres, según el docu-

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emerge la autoconciencia, que va dando cuenta de cómo ha vivido este cuerpo en su historia personal, particular y temporal, las diferentes manifestaciones y expresiones de los patriarcados y todas las opresiones derivadas de ellos. Recuperar el cuerpo para defenderlo del embate histórico estructural que atenta contra él, se vuelve una lucha cotidiana e indispensable, porque el territorio cuerpo ha sido milenariamente un territorio en disputa por los patriarcados, para asegurar su sostenibilidad desde y sobre el cuerpo de las mujeres. Recuperar y defender el cuerpo implica, de manera consciente, provocar el desmontaje de los pactos masculinos con los que convivimos, implica cuestionar y provocar el desmontaje de nuestros cuerpos femeninos para su libertad. Es un planteamiento que nos invita a recuperar el cuerpo para promover la vida en dignidad desde un lugar en concreto, a reconocer su resistencia histórica y su dimensionalidad de potencia transgresora, transformadora, y creadora. Un planteamiento que parte de la recuperación de la memoria cósmica corporal de las ancestras, para ir tejiendo su propia historia desde su memoria corporal particular, y cómo decide relacionarse con las otras y otros. Siente, piensa, decide y acciona a partir de internalizar nuevas prácticas como el autoerotismo, el disfrute de la dimensionalidad sexual en libertad, el placer, el arte, la palabra, el ocio y descanso, la sanación interior, la rebeldía, la alegría. Es una propuesta feminista que integra la lucha histórica y cotidiana de nuestros pueblos para la recuperación y defensa del territorio tierra, a partir de la expropiación que se ha hecho sobre el mismo, por la hegemonía del modelo de desarrollo capitalista patriarcal que está poniendo en grave amenaza la relación de la tierra que tenemos, mujeres y hombres, con la vida.

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mento “Las trampas del patriarcado”, documento para el debate y la discusión, de Julieta Paredes, aymara feminista comunitaria. De esta cuenta, para posicionarnos en el análisis de nuestra situación y condición de mujeres indígenas, no podemos partir de la parcialidad, sino de la integralidad que implica esta múltiple dimensionalidad patriarcal en nuestras vidas. Las mujeres xinkas vivimos actualmente un desequilibrio total de las fuerzas energéticas cosmogónicas, porque se han configurado históricamente patrones de opresión, dominación y exclusión, y relaciones de poder desigual entre hombres y mujeres, que prevalecen sobre los cuerpos, decisiones y acciones de las mujeres xinkas. En este sentido, evidenciamos el establecimiento de la estructura heteropatriarcal a lo interno de la cultura xinka, que ha subordinado y desaventajado a las mujeres en su plano íntimo, privado y público. En este marco, el feminismo comunitario es una recreación y creación de pensamiento político ideológico feminista y cosmogónico, que ha surgido para reinterpretar las realidades de la vida histórica y cotidiana de las mujeres indígenas, dentro del mundo indígena. Esta propuesta ha sido elaborada desde el pensamiento y sentir de las mujeres indígenas aymaras bolivianas de Mujeres Creando Comunidad y las mujeres xinkas integrantes de la Asociación de Mujeres Indígenas de Santa María en la montaña de Xalapán, con la intención de aportar a la pluralidad de feminismos construidos en diferentes partes del mundo, con el fin de ser parte del continuum de resistencia, transgresión y epistemología de las mujeres en espacios y temporalidades, para la abolición del patriarcado originario ancestral y occidental. Partimos de profundas reflexiones y debates: durante 20 años en el caso de las aymaras, de ocho años en caso de las mujeres xinkas, con un acumulado político de 28 años que nos permite transitar desde reclamos por el cumplimiento de los derechos de las mujeres, los pueblos indígenas, derechos específicos de mujeres indígenas, hasta asumirnos en la construcción feminista desde el imaginario occidental, para finalmente llegar a hilar fino con nuestro feminismo comunitario y autónomo, el cual como pensamiento dinámico sigue recreándose, sigue tejiéndose. Este feminismo nos invita a mirarnos hacia dentro de la piel, y hacia adentro de nuestra convivencia en la comunidad, de manera crítica, radical, rebelde y transgresora, con lo cual ha


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sido fundamental darle vida, desde el auto reconocimiento. A partir de que las mujeres indígenas nos asumamos como sujetas epistémicas (porque dentro de las relaciones e interrelaciones de pueblos originarios, tenemos solvencia y autoridad para cuestionar, criticar y proponer aboliciones y deconstrucciones de las opresiones históricas que vivimos) podremos aportar enormemente con nuestras ideas y propuestas para la revitalización y recreación de nuevas formas y prácticas, para la armonización y plenitud de la vida. Nuestras categorías y conceptos, que ahora siguen construyéndose y fortaleciéndose, han sido elementos fundamentales para proponer reflexiones dentro de espacios organizativos comunitarios, de mujeres indígenas, movimiento de mujeres y feministas, en Guatemala y otros países. Hilar fino el pensamiento feminista comunitario nos invita a iniciar este tejido desde compartir lo que para nosotras es fundamental: nombrar sin miedos ni hipocresías, de manera autocritica, pero también de reconocimiento y valorización cuando hay que partir de aquellas experiencias que son enriquecedoras y nutren nuestros caminos. El feminismo plantea una forma y un estilo de vida que se atreve a transgredir patrones culturales. Nosotras en nuestra vida cotidiana tenemos situaciones a lo interno de nuestras culturas que no nos dejan vivir en libertad. Nos cuestionamos si esto será práctico con relación al equilibrio que debe existir cósmicamente para que nos sintamos como mujeres plenas. Entonces nos preguntamos qué plantea el feminismo con respecto a esta situación, cómo poder trascenderla. El feminismo hoy es una parte fundamental de un movimiento que quiere consolidarse. Yo me siento integrante de este proyecto que reconoce la diversidad de miradas y la lucha histórica de muchas mujeres, no sólo mestizas, sino de quienes han aportado desde sus diferentes prácticas ancestrales y territoriales. El feminismo es una propuesta teórica que se concreta en la práctica cotidiana. Es una vida misma. No lo veo sólo como la posibilidad que se da desde la Academia. Me permite tener una conciencia crítica para transformar la realidad. Nuestra identidad feminista legitima los diversos caminos que las mujeres buscamos para analizar nuestras realidades de vida. En la experiencia particular de las mujeres de Xalapán, nos parece sumamente importante hacer el análisis de cómo se configuran los

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sistemas de opresión en contra de la vida de las mujeres y cómo van emergiendo en los diferentes contextos donde vivimos. El feminismo es una propuesta amplia donde yo, mujer indígena, encuentro que mis palabras y propuestas están reconocidas. El feminismo es un proyecto político de vida, que no atenta contra mi identidad étnica, antes bien la fortalece pues promueve aquellas reflexiones y acciones que desde mi cosmovisión, territorialidad y contexto pueden aportar a construir un sistema de equidad, de justicia social, de justicia económica y de un proyecto político emancipatorio. Es una propuesta, una teoría, una ideología y un proyecto político que provoca la abolición del imaginario impuesto e instalado ancestralmente en las mujeres. Me permite reinterpretar el mundo que me rodea con ojos de mujer, en el cual no me había visto reflejada, ni había visto a las otras. La anulación estructural histórica e intencionada de las mujeres en el mundo me provocó dolor, indignación y conciencia de la relación del poder masculino que subordina socialmente a las mujeres, y me retó a iniciar conmigo misma un proceso de rebeldía personal y social para provocarlo en otras. Es fundamental fortalecer la conciencia crítica del sujeto político, de manera permanente a lo interno de las organizaciones, y de forma intencionada. Esta riqueza la promueve el planteamiento feminista: ver el mundo con ojos de mujer y desde nuestros espacios territoriales. Tenemos que pensar si en nuestra práctica estamos contribuyendo al proceso de transformación de la realidad o refuncionalizando el Estado y las opresiones. Debemos preguntarnos esto para encontrar sentido real a lo que hacemos y cambiar la balanza de nuestro quehacer personal y colectivo. De pronto estamos asumiendo líneas o directrices de políticas económicas que la cooperación, el gobierno, la Unión Europea, y otros, nos están enviando, perdiendo la autonomía del pensamiento político, y la capacidad de generar pensamiento desde nosotras y desde nosotros, y con autoridad epistemológica desde los pueblos. Reproducimos discursos, pero tenemos que generar discurso desde nuestra propia realidad, para construir una realidad diferente.


La cosmovisión liberadora es una propuesta de cómo entendemos, miramos y convivimos con el mundo desde una mirada liberada. Su contenido está hilado con elementos que promueven la equidad cosmogónica en toda la integralidad de la vida. Es dinámica y cíclica, está abierta a deconstrucciones y construcciones. Sus símbolos promueven la liberación de la opresión histórica contra los cuerpos sexuados de mujeres y contra la opresión histórica capitalista contra la naturaleza. Recupera la femealogía de nuestras ancestras, las nombra, las reconoce y legitima su conocimiento, resistencias y sabiduría. Reconoce a las ancestras de otros territorios e invoca su energía para el fortalecimiento de la lucha contra todas las opresiones. Establece espacios para la evocación e invocación desde y para las mujeres, a partir de conectarnos entre nosotras con energías pensantes y sintientes que nos revitalizan para las luchas y las alegrías. Promueve la creación, el arte, la recreación, el ocio, el descanso y la sabiduría del pensamiento. Evoca voces y silencios que intencionan la acción de libertad para las conexiones energéticas con el cosmos. Crea símbolos libertarios con contenido feminista, integra un nuevo imaginario de espiritualidad, para una práctica transgresora. Nuestro feminismo comunitario sigue hilándose, sigue tejiéndose, es una epistemología que se está configurando como un nuevo paradigma de pensamiento político ideológico feminista, para contribuir a las propuestas de lucha contra sistémica que el feminismo y los movimientos de lucha social e indígenas ya han iniciado. Haberme y habernos atrevido a caminar este camino de penumbras, de luces y voces, me ha llevado a sentir, como decía mi abuela maya q´eqchi´, que “Cada una nace con su propia cha’ím, su propia misión, su propia estrella para el camino de la vida”. Escribir es remembrarlas y para mí es un reconocimiento a las ancestras indígenas que han fallecido pensando que el mundo es así y las mujeres hemos nacido para sufrir. ¡Es un reconocimiento a las abuelas, madres, tías, hermanas y amigas transgresoras que, con su energía ancestral y cotidiana, cada día y noche nos hacen más fuertes, más rebeldes y más alegres!

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Cosmovisión liberadora en Santa María Xalapán

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Luchas antisistémicas: tarea de todas y todos

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El asumirnos feministas comunitarias en la montaña de Xalapán está generando algún problema o efecto en las relaciones con los hombres de la comunidad: maridos, parejas, autoridades, etc. pues atentamos de forma confrontativa con lo establecido y nos constituimos como una amenaza para los hombres que detentan poder en todos los ámbitos. Nos nombran como locas, salidas, mujeres sin rienda, sin oficio, o putas. Pero en las luchas de las mujeres indígenas y de los pueblos tenemos objetivos comunes, para la palabra, el pensamiento y la acción. Cuando planteamos una lucha anti sistémica ¿es solamente contra el colonialismo o solamente contra el neoliberalismo? Parece que el patriarcado no interesa. El caso de las trece compañeras violadas en San Juan Sacatepéquez ¿está en las agendas de lucha de las comunidades en resistencia y del movimiento o es sólo un problema de las mujeres? Este proceso de lucha no es fácil, tiene sus costos compartirlo. Pero es importante iniciar el diálogo. Es importante ver desde dónde nos posicionamos y aquí es importante ver la corresponsabilidad de las mujeres en la recuperación del territorio cuerpo. Eso me permite hacer análisis críticos con base en lo que vivo, lo que quiero deconstruir y construir. Me parece importante que encontremos puntos en común, en el sentido que nuestras luchas sean antisistémicas: contra el patriarcado, el racismo, contra el capitalismo, contra la lesbofobia, contra todos aquellos mecanismos que condicionan la desventaja histórica y estructural de las mujeres. Creo que es importante valorar que hay otras actoras y actores en el movimiento, y en la medida que ellos reconozcan la lucha de las mujeres feministas, desde un planteamiento antisistémico claro, podemos tender puentes y hacer posible una gran fuerza política-social. Si tienen planteamientos coyunturales y su lucha no es estratégica, podemos hacer coordinaciones, pero no compartir un objetivo de transformación profunda en relación de un proyecto político emancipatorio. Las mujeres indígenas nos reconocemos como actoras válidas desde nuestros pensares, sentires, cuerpos, territorios y diferentes miradas de la realidad, y no le apostamos a algo que parcializa nuestras identidades, sino que confluye en un proyecto político para la transformación. La forma en que asumimos la identidad étnica, el sentir y el cuerpo en este espacio, en este mo-


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mento, en este tiempo, nuestra forma de ser y estar en el cosmos y en el mundo, abona a una estrategia colectiva con otras mujeres diversas. Esta estrategia no nos va a segregar, no nos lleva a plantear quién ha sufrido más en la historia: las mujeres indígenas porque somos las más empobrecidas o las más analfabetas; o las mestizas que tienen también historia de lucha y violencia, con un alto número de femicidios. Por el contrario, nos va a permitir vislumbrar una amplia gama de relaciones. En el caso de cómo ir aportando a la construcción del movimiento feminista en Guatemala, mujeres de diversas procedencias a partir de ir fortaleciendo nuestra identidad feminista, ya logramos hablar de un mismo proyecto político. Las acciones no van solamente en la línea de construir un proyecto particular, sino en el marco de un proyecto estratégico. Otros movimientos y actores todavía no tienen claro un proyecto emancipatorio y libertario. Esperamos generar pensamiento feminista crítico desde nuestro territorio cuerpo-tierra. Queremos generar reflexiones para compartirlas con otras mujeres feministas e indígenas. Queremos que escuchen nuestro planteamiento y aportar a las transformaciones del imaginario social instalado, intencionado históricamente. Queremos deconstruir estas mentalidades y promover un pensamiento libertario, transgresor, emancipatorio. Si continuamos con esta rebeldía transgresora que nos promueve el feminismo, para crear con autonomía y dignidad desde nuestros espacios, para construir nuestra realidad, a este feminismo desde Guatemala le espera la posibilidad de seguir aportando a un mundo que necesita hacer transformaciones sumamente profundas, o tal vez no sólo transformaciones sino aboliciones. Las mujeres tenemos múltiples poderes. Necesitamos una estrategia de articulación de poderes y reconocer nuestros poderes diversos, que no son contradictorios, que no se deslegitiman unos a otros, sino que se traducen en una energía que revitaliza nuestro accionar colectivo en una agenda común, en pactos, en una visión de construcción colectiva de una nueva sociedad, de un nuevo país, de una nueva propuesta política que permita la plenitud de vida de las mujeres. Las mujeres del movimiento tenemos una tarea, pero no es sólo de nosotras, sino de todas y de todos.

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Lorena Cabnal es feminista comunitaria maya-xinka, erradicando las violencias históricas en y desde mi territorio cuerpo-tierra.

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Ensayo elaborado para esta publicación.

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DESDE ABAJO Y EN LA FRONTERA. APORTES DEL CONSEJO DE LOS PUEBLOS DE OCCIDENTE Juan José Monterroso, Aura Lolita Chávez, Rolando López y Francisco Rocael Mateo Morales

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Un nuevo genocidio

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Partimos de un contexto muy complicado. En las comunidades vivimos un continuum de guerra, pero ahora con otra modalidad. Cada espacio y tiempo tiene su propia modalidad. Todas y todos debemos tener el compromiso de aportar para cambiar esas relaciones de poder: en las comunidades es obvio, pero también el poder desde la cama, cómo se relaciona lo oculto con lo público. Es importante señalar la dominación militar de cientos de años, que hoy ha permeado los códigos culturales de los pueblos, difíciles de erradicar. Consideramos que podemos volver a una nueva etapa de genocidio.

La invasión de las transnacionales

Hay diferentes estrategias del gobierno y las empresas para manipular el posicionamiento de los pueblos: desinformación, falso desarrollo, los propios planes del gobierno. Por ejemplo, la Secretaría General de Planificación, SEGEPLAN, tiene sus planes territoriales para desmontar las estrategias de lucha. Hay Municipalidades que no están validando estos planes, que están construidos desde la lógica neoliberal y que no se han aprobado desde abajo, sino vienen de arriba abajo. Están intentando amarrar a lo legal las propuestas de las comunidades, y hay personas que se prestan a esto. La mayoría somos testigos de la movilización comunitaria que se ha dado frente a esta situación. Las transnacionales están planteando quedarse a largo plazo. Otro factor importante es el narcotráfico, su fuerza en el Estado es clave. Las iniciativas y procesos que se están dando hay que verlas junto con estos dos factores.


Hay una carencia histórica de legitimidad. Estados que tutelan y que perciben una sola cultura y forma de vivir, y que dejan de percibir las diversidades. Tenemos Estados que asientan su gobernabilidad en el uso de las armas. El Estado ha sido impuesto para negarnos el acceso a espacios de poder y decisión. Los pueblos no existen para el poder. Nunca hemos sido factor de poder. Es importante entonces construir una nueva identidad jurídico-política, nuevas ideas acerca de la nación, de la democracia, del Estado. La construcción de un nuevo proyecto político debe reflejar el carácter multiétnico, pluricultural y multilingüe de la sociedad. Nos planteamos modelos de vida desde los pueblos; constituimos nuestras propias relaciones existenciales. Nuestra identidad es vida, por eso es importante el proceso de descolonización. Para esto tenemos que partir desde la Cosmovisión, entendida como visión integral del mundo, donde todo tiene vida: territorio, población, cosmos. Donde el tiempo, lo sagrado, la conciencia, el cosmos, son importantes. El territorio juega un papel muy importante en este proyecto: es el espacio que recrea la riqueza y forma de visión de los pueblos. La cultura se asienta en el territorio y se reproduce. El sujeto histórico y político, hombres y mujeres, tiene una identidad, que es el derecho a la identificación como miembros de un pueblo. Tenemos por consiguiente derecho a la libre determinación, la libre elección de un estatuto político, el derecho a elegir a nuestras autoridades, el derecho a nuestro propio derecho, a nuestra organización social, cultural, política y económica. Este sujeto de comunidades y pueblos tiene que tener conciencia, respetando a otras comunidades y pueblos, terminando con las líneas divisorias que plantea este sistema.

Autoconvocatoria

El enfrentamiento frente a las multinacionales es una lucha de pueblos y comunidades, además de lucha de organizaciones y movimientos. Sabemos que esto no lo podemos hacer solos: por eso creamos el Consejo de Pueblos de Occidente, desde ahí hemos unificado criterios y posicionamiento político.

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Legitimar un nuevo Estado y un nuevo sistema

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Como nace desde los Pueblos tenemos que darle vida, porque lo sentimos. Hay procesos asamblearios y de movilización, en estos procesos fortalecemos las consultas comunitarias. La mayoría de los integrantes del Consejo trabajamos en otros lados, y aportamos voluntariamente en las luchas, con dificultades pero avanzamos. Una clave de las luchas es auto convocarnos desde nuestro sentir. A partir de ahí comenzamos nuestro propio proceso. Lo que nos une es la defensa del agua, la tierra y la vida. Ha sido importante para nosotros trabajar nuestra autoestima, recuperar y valorar lo que tenemos. Siempre hay avances y los dimensionamos y nos fortalecemos. Otro avance es quitarnos el miedo. Hay un proceso de unidad desde la diversidad, tejiendo alianzas con todos los sectores. Por ejemplo, en la consulta de Santa Cruz de Quiché logramos alianzas con los pueblos mestizos. Abordamos asimismo las desigualdades intergeneracionales y de género. Estamos trabajando para fortalecer formas nuevas y referentes sin pelearnos entre nosotros y visibilizando al enemigo que está enfrente, también reconocer quién está operativizando abajo. Las demandas y necesidades que tenemos nos hacen muy cerrados. Es importante que retomemos la revolución cultural y cuáles son los elementos nuevos que nos hagan sentir y valorar la riqueza humana que hay en estos procesos. Tenemos que fortalecer ese significado profundo y también un sentido por la vida.

La necesidad de las articulaciones

Es fundamental compartir las miradas que tenemos, los retos en las experiencias de acompañamiento. En la Región Huista y la Región Mam hay experiencias de territorialidad, la cual no es solamente un espacio geográfico sino también político. Tenemos que considerar las fronteras naturales, no las coloniales, cómo se estructuraban las relaciones económicas y sociales anteriormente: por ejemplo, el pueblo Mam tenía un sistema de vida basado en tres pisos ecológicos (incluía la pesca en la Costa) que la privatización destruyó. Para el pueblo mam es fundamental la articulación con los pueblos mam de México, que nos lleva a pensar en el ámbito


Nuevas formas de lucha

Hay organizaciones sociales que todavía se mueven de acuerdo al ritmo de sus organizaciones históricas, guerrilleras, y llegan a mover y generar dinámicas en el ámbito local. Hay que empezar a construir procesos de articulación desde los territorios, sin descartar las identidades y las luchas históricas. A partir de ahí podemos sentarnos a platicar y empezar a construir un proyecto nuevo desde nuestras realidades y necesidades. Las ONG tienen financiamiento. Las guerrillas tuvieron su financiamiento. Esto es necesario. La idea es cómo esa gestión no nos ocupa tanto tiempo en la lucha política, y cómo las ONG apoyan para facilitar los procesos y no para adueñarse de ellos. Tenemos que fortalecer la ética y la responsabilidad de nuestra práctica: cómo hacer que los compañeros de ONG se especialicen en la gestión financiando el proceso, y no adueñándose.

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de autonomía de estas regiones. Somos territorios con culturas milenarias, fronteras naturales, modos de vida propios. Tenemos que fortalecer esto para las luchas de resistencia. Existen dinámicas de comunicación muy ricas entre abuelos-nietos, que favorecen el cambio generacional. Todo este proceso está generando articulaciones, desde los territorios y con presencia de organizaciones históricas. Un tema en los procesos de consulta es la utilización electoral que pretenden algunos partidos en la coyuntura electoral. En el proceso de consulta también ha sido importante la articulación de sectores, entre otros la participación de la Iglesia Católica. Sin embargo, cuando salen temas como la autodeterminación, ellos sacan las uñas. Como tareas pendientes tenemos la articulación con el norte y el oriente. Como Consejo de los Pueblos ahora hemos optado por el fortalecimiento interno, que redundará en una propuesta de lucha más amplia. Lo relevante es que existe hoy un posicionamiento político fuerte y amplio de defensa del territorio. El siguiente paso es un salto cualitativo que posibilite empezar a construir un proceso político y fortalecer el proceso de autodeterminación y qué tipo de Estado y sociedad queremos.

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La participación de las mujeres en los procesos de luchas

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La participación de las mujeres ha sido un tema muy crítico, porque la interiorización del patriarcado es un tema muy fuerte. Cuando sólo hay mujeres se hablan muchos temas pero en espacios mixtos no se participa tanto, son necesarios procesos de empoderamiento de las mujeres. Es una experiencia nueva y referente. Como organizaciones en el Occidente, hemos vivido dos momentos de acosos de compañeras, y los propios directivos de las organizaciones se resistían a tratarlos. Debemos ver en la historia, retomar por ejemplo el derecho de pernada, y cómo se sigue reproduciendo en nuevos modos. Es algo que debemos abordar. En el tema de minería estamos viendo los efectos de la minería y es el uso sexual de mujeres, casas que de pronto se convierten en prostíbulos ocultos. También damos seguimiento a trata de niñas en el caso de la minería. Toda esta parte, en el marco de la lucha contra las transnacionales, debe ser visibilizada y debemos darle respuesta. Esto tenemos que hacerlo desde las miradas de las mujeres mayas: dar contenido y desmontar el orden desde las mujeres indígenas. Cuando hablamos de defensa del territorio ya hay autoridades constituidas que son puros hombres. Si hablamos de autoridades mayas, es el hombre maya el que da contenido a esta expresión. Las mujeres reconocemos la autoridad de las comadronas, pero los hombres no. ¿Cómo vamos a soportar el patriarcado maya? Eso es más jodido. Sobre los seres de mujeres mayas se ejercen múltiples opresiones, también desde lo interno. Por eso las mujeres mayas hablamos de autonomías y hablamos de defensa del territorio empezando por nuestro cuerpo. ¿Cómo vamos a luchar contra la minería si estamos todas golpeadas por el compañero? Tenemos que trabajar en desmontar el orden, fortalecer nuestros movimientos, trabajar el territorio. Tenemos que debatir públicamente y en las organizaciones lo que se ve desde nuestras comunidades, cómo estamos en los pueblos, cómo estamos visualizando el contexto. Tenemos que atrevernos a hacer cosas, a existir y coexistir, porque si no le vamos a servir al marketing de los otros. Tenemos que tener valentía para denunciar las incoherencias, los caciquismos. Esto va a tener sus consecuencias, pero si no hacemos nada también nos va a afectar.


Nuestra historia demuestra que somos una civilización milenaria, somos parte de un territorio, con organización de vida, con una clara conciencia de la existencia. Somos hombres y mujeres de maíz, con un claro compromiso cosmogónico. Los pueblos nos estamos replanteando modelos de vida diferentes a este Estado racista, explotador, colonizador e impuesto y ajeno a nuestros pensamientos. Mantenemos una relación, un modelo circular. El Estado ha sido tomado por el Mercado, y no le vamos a pedir a un Estado mercado que atienda nuestro modo de vida, porque no lo va a hacer. El mercado lo ve todo en términos de oferta y demanda. Tenemos que analizar esto para ver si seguimos confiando en el Estado-mercado, en los diputados-alcaldes. Estamos rompiendo con las divisiones y generando mayor organización a partir de nuestra diversidad comunitaria. Tenemos nuestras agendas y nuestro posicionamiento, aunque también tenemos miedo, culpa. La esclavitud todavía opera en nuestros cuerpos y nuestras personas. Esto se refleja en que tenemos el ser oprimido metido. Somos parte de la Madre Tierra. Nuestra fuerza comunitaria deriva de que reconocemos que la Madre Tierra es el centro de nuestra vida, la fuente de nuestra energía. Además, es la base de la estructura de nuestro ser pueblo, de nuestro ser comunidad. Estamos reconstituyendo nuestros propios relacionamientos existenciales, y las Consultas comunitarias son un buen ejemplo de ello. Sentimos la fuerza y nos levantamos. Desde nuestra pertenencia en la red de la vida sentimos en el alma la fuerza de la madre naturaleza. Sentimos la fuerza de pueblos, nos damos la energía entre todas y todos. Cuando nos posicionamos como pueblos tenemos una gran fuerza de identidad, de porvenir. Sentimos la fuerza de comunidad, que va más allá de pueblos indígenas, porque ahí hay mestizos, indígenas. Se siente una necesidad de existencia más allá de la propia cultura. Esa necesidad de existir nos da fuerza y genera pensamiento colectivo profundo. Lanzamos propuestas como el respeto, la defensa del territorio y la vida, y reiteramos nuestro compromiso intergeneracional.

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Buscamos alternativas de vida

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Creer lo que estamos haciendo, entenderlo y posicionarlo es clave. Es muy importante reconocer la fuerza para movernos. La naturaleza también nos da la energía. Hay que sentir la relación cosmogónica y la relación de pueblo simultáneamente. Hay que creerse esta fuerza. Hay que hacer. Hay que existir. Hay que sentir. Tenemos que creérnoslo y después movernos.

Juan José Monterroso, Aura Lolita Chávez, Rolando López y Francisco Rocael Mateo Morales son integrantes del Consejo de los Pueblos de Occidente, de los pueblos maya man, maya k´iche´, maya mam y maya popti´, respectivamente.

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Ponencia colectiva presentada en el Encuentro Diálogo y plática de paradigmas para la transformación social, realizado en Ciudad de Guatemala, mayo de 2011.

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MOVIMIENTO, MOVIMIENTOS, ONG O PUEBLOS Kajkoj Máximo Ba Tiul

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Cuando escucho hablar sobre cómo transformar o refundar Guatemala, vienen a mi mente muchos pensadores y pensadoras que en el mundo han hablado no de transformación, ni tampoco de reforma, sino de revolución. Pensadores y pensadoras como Rosa Luxemburgo, que planteaba la disyuntiva “reforma o revolución”; un Mariátegui, que nos llamaba a construir un socialismo que no fuera “copia ni calco”; un Fausto Reynaga que abogaba por una “revolución india”; un Antonio Pop que nos interrogaba: “¿somos indios, indígenas o mayas?”. Otros pensadores y pensadoras fueron silenciados por carecer de un título profesional: nos obligaron a no conocerlos y reconocerlos. Es el caso de Bartolina Sisa, Tupac Amaru, Tupac Katari, Rabinal Achi, Aj Pop Batz, Manuel Tot, Atanasio Tzul, Mamá Maquin y muchos y muchas más que en diferentes lugares de nuestro continente pensaron y reflexionaron. Estos pensamientos y reflexiones se diluyen y dejan de tener vida cuando por la “maldición” que llega con la invasión de 1492 (como expresa Marcos Roittman) nos impone el principio de que sólo lo que viene de Occidente es ciencia, es organización, es desarrollo, es política, es democracia, es cambio, es reflexión, es civilización y nos quiere transformar, cambiar, colonizar, impidiéndonos ver las luchas cotidianas que libran nuestros pueblos y comunidades en contra del neoliberalismo, la colonización y la globalización. Dentro de toda esta complejidad, se nos impone un modelo de organización que algunas veces hemos llamado movimiento, sociedad civil, convergencias, consorcios, mesas… que, por un lado, está relacionado con los intereses y agendas de la cooperación internacional (solidaria, bilateral, multilateral, etc.) y por otro con el modelo neoliberal que nos obliga a utilizar formas de organización que trasgreden las formas originarias de organización de los pueblos indígenas. Este documento trata de motivar la reflexión sobre la urgencia del retorno a la organización comunitaria como cimiento del nuevo movimiento para la refundación del Estado, la Nación, la Sociedad y la Democracia.


Si nos remitimos a las diferentes teorías para definir a los movimientos sociales, principalmente la teoría relacionada con los nuevos movimientos sociales, estos nuevos movimientos suponen una ruptura con los valores más tradicionales de la sociedad y del Estado, y por tanto, una reacción a los cambios estructurales en las sociedades occidentales industrializadas. Su composición y la utilización de los cauces menos convencionales de acción, son otros de los rasgos definitorios de estas nuevas formas de acción política. Estos movimientos no aceptan las premisas de una sociedad basadas en el crecimiento económico. Al mismo tiempo, encontramos una articulación de sujetos basada no solamente en una clase social, sino la articulación de varias clases sociales y últimamente de los “pueblos” como sujetos políticos.1 La teoría de la movilización de recursos y la teoría de la movilización política, de forma conjunta, pueden explicarnos ahora qué son los movimientos sociales. Pero aún son limitadas para hacernos comprender el fenómeno en América Latina, donde se conjugan un sinfín de intereses. Hoy estamos asistiendo a la formulación de diversas propuestas teóricas, que tienen en común resaltar que los problemas sociales y las acciones de protesta responden a procesos de definiciones colectivas, y no a ninguna realidad externa y objetiva.2 Uno de los retos a los que se enfrentan los movimientos sociales es la capacidad de hacer coincidir sus reivindicaciones con las inquietudes, expectativas y deseos del resto de la población. Si los movimientos logran que sus luchas sintonicen con el sistema de creencias y sensibilidades de la población, habrán dado un paso muy importante para el logro de sus objetivos.3 Si el movimiento maya lograra esta articulación, podríamos resolver los intereses personales que motivan la llegada de profesionales indígenas al Estado. 1. Ba Tiul, Kajkoj Máximo, “Siwan Tinamit: Mayas y Participación Política”, www.rebelion.org, www.albedrio.org. 2. Sabucedo Cameselle, José Manuel, “Psicología Política, Síntesis Psciología”, Madrid, 1996. 3. Ibídem.

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¿Por qué pensar la relación Movimiento o Movimientos?

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Lo anterior es tan importante como la construcción de una identidad colectiva. Desde el momento en que nos sentimos miembros de un grupo, no sólo compartimos la representación del mundo, sino que se desarrolla un sentimiento de pertenencia grupal para explicar un determinado tipo de comportamiento. Otro elemento importante es lo relacionado con los marcos o esquemas de acción colectiva. El concepto de marcos o esquemas de acción colectiva es igual a la protesta política. La acción colectiva debe estar articulada a las demandas de los pueblos, que ahora más que nunca están relacionadas con la defensa de la tierra y el territorio. A partir de esto, planteo que en Guatemala no existe un solo movimiento, sino varios (campesinos, indígenas, mujeres, jóvenes, estudiantes, sindicatos…) cada uno de ellos con intereses diferentes, pero muy pocas veces articulados. Esto se evidencia en los diferentes procesos electorales, cuando organizaciones o personas se inclinan por uno u otro candidato, a fin de lograr alguna cuota de poder en el gobierno. En este sentido, debemos preguntarnos si es necesario forzar la creación de un solo movimiento, o se debe buscar la posibilidad de articular los diferentes movimientos. Y preguntarnos bajo qué lógica, bajo qué situación, bajo qué acción. ¿No será que ahora no debemos hablar de movimiento social, sino de movimiento de pueblos, para hacer eco a lo territorial?

¿Por qué movimiento-movimientos-pueblo?

Después de analizar la situación de los movimientos en Guatemala, me parece oportuno discutir la relación entre movimiento, movimientos y pueblos. Planteo como hipótesis que los movimientos sociales no deben obviar la existencia de pueblos que actualizan las luchas en cada uno de los territorios. Por ejemplo, las protestas sociales y políticas que se desarrollan contra los megaproyectos, sobre todo en territorios indígenas, no pueden comprenderse si no se analiza su articulación desde los pueblos, y no desde las organizaciones sociales, principalmente en países como Bolivia, Ecuador, Perú, Guatemala y México. Esta hipótesis ha sido recibida con recelo, porque deriva en el análisis del excesivo oenegeismo que padecen los movimientos sociales en Guatemala, principalmente el denominado


Hoy por hoy y más que nunca, los movimientos sociales deben ceder el espacio a los pueblos, quienes al final defienden sus territorios. No se puede comprender la lucha por el territorio desde la centralidad de los movimientos. Es urgente el regreso a la comunidad, al pueblo. Es decir, volver la mirada al pueblo es

4. Transnacionales extractivas.

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movimiento indígena y campesino y también el movimiento de izquierda. Este onegeismo no permite construir desde abajo, sino que desde arriba. Por ejemplo, después del fracaso de la izquierda partidista al conformar el Frente Amplio (FA) en el proceso electoral reciente, y la vinculación de algunos partidos y dirigentes de FA al partido de derecha LIDER, actualmente están pensando en proponerse como quienes dirigirán la oposición, sin pensar en el pueblo. Cuando escribí algunos artículos de análisis sobre ONG con ocasión de la realización del Foro Social Américas en Guatemala (octubre de 2008), en ningún momento lo escribí en contra de ninguna ONG en particular, sino del papel que han jugado hasta hoy: sustituyendo al Estado o, peor, sustituyendo al Movimiento Social. Por ejemplo, ahora es común ver en conferencias de prensa, negociaciones con el Estado, la Cooperación o la Comunidad Internacional, a dirigentes (hombre y mujeres) que trabajan en alguna ONG. Esta situación se da en cualquier demanda de cualquier sector. Ahora que regreso a trabajar y vivir a mi departamento, San Cristóbal Verapaz, me doy cuenta de que los pueblos están haciendo sus propias luchas, diferentes muchas veces de las luchas de los movimientos y de las ONG. En estas comunidades que conforman el pueblo poqomchi, se le ha asignado el rol de acompañante (y no de representantes) a los movimientos sociales y a las ONG. Sin embargo, ONG y movimientos se niegan a aceptar este rol, porque con el apoyo de la Unión Europea, Usaid (de Estados Unidos) y otros entes de financiamiento, se han apoderado del espacio que tenían los líderes comunitarios. En Alta Verapaz es común ver a líderes y dirigentes de ONG, negociando con Enel, Cgn, Perenco,4 y otras, regalías que supuestamente piden los pueblos.

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posiblemente el camino para la refundación de los movimientos sociales en Guatemala.

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ONG y Pueblo

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En muchos escritos sostengo que las ONG fueron creadas por el sistema imperante para desmovilizar y paternalizar a los pueblos (aunque tenemos que diferenciar entre ONG progresistas, como suelen llamarse quienes nacieron de la izquierda, y las ONG de derecha, que compiten principalmente por los recursos del Estado). Las ONG asumieron paulatinamente el rol del Estado y el gobierno. Desde 1976 las ONG fueron haciendo presencia en Guatemala, bajo el objetivo de reconstruir el país después del terremoto. La mayoría se concretaron a realizar trabajos de desarrollo, en el campo de la salud, agricultura, derechos humanos, investigación, etc. Hoy encontramos cientos de ONG, diseminadas por todo el territorio, desde las comunitarias, hasta familiares. Creo que estas últimas han hecho mucho daño a otras ONG que tienen vinculación comunitaria, municipal, departamental, regional y continental. Las ONG no son malas por sí mismas: pueden tener un rol importante en la liberación de los pueblos, cuando no sustituyen a los pueblos que acompañan. Pero desde la firma de los Acuerdos de Paz las ONG han asumido el rol de representantes de los movimientos y de los pueblos: esto es muy notorio entre los campesinos, indígenas, mujeres y jóvenes, como lo hemos afirmado reiteradas veces.5 Las ONG son mucho más susceptibles a la cooptación por parte del Estado, de la Cooperación Internacional y ahora de las Multinacionales. Por ejemplo: los líderes indígenas con presencia en la institucionalidad del Estado son miembros de ONG y no de comunidades; o la participación de ONG en el proceso de manipulación que realizan las multinacionales en los territorios indígenas, como lo hacen Defensoría Maya, Convergencia Kabawil, Asociación Saq B’e, Asociación Ak Tenamit, etc. 5. Ba Tiul, Kajkoj Máximo, “Una Selva de ONG”, www.i-dem.org/rd/2008/enero/101008-1542.htm


Reto: articular el movimiento (nos vamos pero volvemos)

En el Popol Wuj encontramos esta frase: “Nos vamos pero volvemos”. Tupac Katari, cuando iba a ser ejecutado decía: “Volveré y seré millones”. Manuel Tot dijo: “No me quiten las cadenas porque mi pueblo no es libre”. Una lideresa q’eqchi afirmaba, al referirse a la defensa del territorio: “Lao inq’a ta qa nab’ qib’, tento naq ta qa q’ool li qa ch’ooch, a’an xe’ qanab’ choq ke li na’ li qa yuwa’, jokan tento naq ta qa chutub’ qib’ re ixqolb’aal”. “Nosotros y nosotras no nos podemos dejar, debemos de defender nuestra tierra, la que nos dejaron nuestras madres y nuestros padres, por eso debemos de organizarnos para defenderla”. La articulación de los movimientos mayas en un solo movimiento debe partir de un proceso de diálogo político maduro y consciente. El Estado y los gobiernos posconflicto, utilizando algunas conclusiones de académicos e intelectuales (nacionales y extranjeros, ladinos y mayas), se han dado a la tarea de hacernos creer que las y los indígenas que estuvieron participando directa o indirectamente en el conflicto armado, sea como

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Las ONG son mucho más débiles ante el financiamiento de los organismos financieros internacionales como BM, BID, FMI, y también por el financiamiento del narcotráfico. Desde Petén, hasta Huehuetenango, encontramos ONG financiados por este sector criminal: Prodever, Mercy Corps, Fundación Juan de Dios Chamalé, y otras. Las ONG, a partir del ingente recurso económico que manejan, han ayudado consciente e inconscientemente a crear un modelo de liderazgo asalariado en todo el territorio. Lejos de formar “revolucionarios profesionales” como afirmó Lenin, han generado un tipo de liderazgo relacionado con el tiempo y los recursos de los proyectos, que no genera procesos. En este sentido, las ONG dejan de responder a las expectativas de los pueblos. Algunas veces coartan el derecho de libertad de los pueblos para organizarse, y en muchas ocasiones se convierten en obstáculo para el proceso de liberación de los pueblos. Esta por ejemplo es la preocupación que generan los procesos de consulta comunitaria para la defensa de los territorios indígenas, porque si son dirigidos por las ONG tienden a no ser procesos, sino proyectos cortoplacistas.

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miembros desde el movimiento guerrillero o desde el ejército, fueron utilizados e instrumentalizados, negando así la capacidad organizativa, intelectual y estratégica del liderazgo indígena de ese momento. Rosalina Tuyuc, refiriéndose a la guerra en Guatemala, dice: “El Estado implementó una guerra implacable de actitudes de exterminio, de racismo y de manipulación, llevándonos a una confrontación entre hermanos de un mismo pueblo o de una misma familia, aunque esta guerra fuera diseñada y planificada por otros que no son indígenas”. Por su parte, Dewever-Plana, utilizando casi el mismo discurso de Yvon Le Bot en su libro “La guerra en tierra mayas”, afirma: “La cúpula militar de la guerrilla siempre ha sido manejada por intelectuales o militares progresistas, casi todos ladinos, la base integrada cada vez más por los mayas dio su verdadero color y lucha con un rostro y un discurso muy distinto a la comandancia guerrillera, quien desconocía por completo el mundo indígena”. Este tipo de discurso pudo servir de base para separar lo académico con lo popular y que actualmente lo retoma Santiago Bastos en su artículo sobre la Autonomía (cuando habla de la relación entre lo maya y lo popular), al manifestar que lo maya esta mucho más desarrollado por los académicos y no por los populares, como una de las causas de la desarticulación de Coopmagua, instancia maya de coordinación durante los años 90. Lo cierto es que, al haberse perdido el movimiento o los movimientos mayas en una discusión de este tipo (sumado a la discusión acuñada por Guzmán Böckler sobre la relación indígena y ladino, sin tomar en cuenta el centro del poder) se aceleró la desarticulación de las diferentes corrientes del movimiento maya. Esta situación ha sido aprovechada por el Estado y las élites para desarrollar su modelo multicultural e intercultural, que promueve el simbolismo maya, mientras se apropian de los territorios y recursos naturales. Al mismo tiempo, se inició un proceso de hacernos creer que la única forma de transformar el Estado es la inclusión o la participación en partidos políticos. Como resultado, el espacio que se construye ahora bajo los principios de la cosmovisión, identidad maya o derechos colectivos, tiene como efecto inmediato la conformación de un partido indígena como el Winaq, o buscar la alternativa de participar en cualquier de los partidos existentes. Se pierde de vista la necesidad de articular movimientos sociales que promuevan cambios es-


tructurales y sistémicos, como los que se desarrollaron desde los años de 1970. Ante esta situación la pregunta es: ¿será necesario un solo movimiento maya? Tal vez debemos iniciar un proceso de articulación de los movimientos mayas respetando la especialización y la corriente política, bajo una estrategia compartida. La respuesta a estas interrogantes tiene que pasar por pasos previos: 1) dejar de lado la categoría de la “instrumentalización”, porque eso no permite comprender que quienes apostaron por uno o por el otro bando durante la guerra, lo hicieron conscientes de querer su libertad,

3) reconocer que quienes dan la pauta para la articulación de un nuevo movimiento son los pueblos y las comunidades, quienes enfrentan la exclusión y la desigualdad promovidas por el Estado, el gobierno y la democracia. Esta articulación debe asimismo comprender que estamos ante movimientos complejos y ante comunidades complejas. Por eso no es pertinente en este momento hablar de autonomía o libre determinación, si no hemos dado el paso previo de conocer y comprender cómo están las naciones y los pueblos. Por otro lado, comprender que, si bien es cierto que “la base cultural puede ser potencialmente articuladora” (como afirma el vicepresidente boliviano García Linera), ésta debe permitir la construcción no solamente del sujeto de derechos sino del sujeto político como el pilar fundamental del movimiento maya hacia la refundación del Estado. Así, el “nos vamos pero volvemos”, solo tiene sentido en un movimiento que articule los diferentes movimientos que están dispuestos a cambiar las relaciones de poder que promueven esta estructura y este sistema. Esto implica un proceso de reinvención no solamente de la democracia sino también de la estructura. Por ello, estamos hoy en un momento único. Como afirma Daniel Pascual, dirigente del Comité de Unidad Campesina, probamos con la guerra, probamos la participación en

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2) no caer en las trampas del “ponernos de acuerdo” como propuesta homogénea, porque en el consenso está la diversidad, no solo de pensamiento político, sino también de género,

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comités cívicos y partidos políticos, en ONG, etc. Nos queda un solo camino: aglutinarnos para la defensa de la tierra y el territorio, como espíritu de la identidad maya.

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El Proyecto Político-Histórico para el futuro

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La crisis del capitalismo neoliberal, las nuevas formas de gobierno en el Sur, la nueva colonización impulsada por las multinacionales, los nuevos enfoques de ayuda internacional diseñados por la Unión Europea y Estados Unidos, las nuevas formas de guerra, el desarrollo tecnológico, el narcotráfico, la limpieza social, la limpieza étnica, la remilitarización de los pueblos, la crisis de algunos movimientos sociales y el aparecimiento de nuevos y viejos movimientos comunitarios por la defensa de los recursos naturales y los territorios,6 el fortalecimientos de las identidades y la cosmovisión, la población joven e infantil de América Latina, son situaciones que nos obligan a pensar que es urgente la construcción de un proyecto político nuevo y diferente, que retome las esperanzas de los pueblos. Además, tenemos que tener en cuenta las limitaciones de los modelos de desarrollo, la crisis de los Estados, el desarrollo de megaiglesias cristianas (católicas y protestantes), la crisis de los partidos políticos (derecha e izquierda), los limites de la democracia actual (representativa y participativa). Como digo al inicio de este documento, un proyecto político hoy debe ser producto de una construcción colectiva, porque debe recoger los anhelos, las esperanzas, los amores y desamores de todos y todas, sobre todo de los pueblos indígenas y originarios y de los más pobres de Guatemala. Si lo construimos a la manera tradicional, es como si siguiéramos el rumbo del capitalismo: como afirmó el Presidente Evo Morales con relación a la Cumbre Mundial sobre el Cambio Climático, que se realizó en Cancún en diciembre de 2010, “Si los gobiernos, los presidentes, los organismos internacionales no toman en cuenta y no respetan el Protocolo de Kioto ni aprovechan el documento de Cochabamba, veremos la forma de cómo organizarnos a nivel mundial

6. Ba Tiul, Kajkoj Máximo, “Los Pueblos Mayas y el Territorio: nuestra experiencia”, El Observador, año 5, Nos. 24 y 25, Guatemala, marzo a julio 2010.


7. “Morales insta a movimientos sociales a organizarse si Cumbre de Cancún desconoce el Protocolo de Kioto”, http://www.telesurtv.net/secciones/ noticias/85196-NN/morales-insta-a-movimientos-sociales-a-organizarsesi-cumbre-de-cancun-desconoce-protocolo-de-kyoto/, última revisión, 4 de diciembre de 2010. 8. Nuin, Susana,”Dibujando fuera de los márgenes, Movimientos Sociales en América Latina”, Entrevista con Raúl Zibechi, Huanacauri, La Crujía, Buenos Aires, 2008. 9. En casi todos los idiomas mayas. 10. Q’eqchi.

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para cambiar modelos y sistemas vigentes en este momento que están haciendo mucho daño en todo el mundo”.7 El nuevo proyecto político debe pretender cambiar modelos y sistemas, porque su objetivo es refundar los modelos y sistemas vigentes, que han hecho tanto daño no sólo a la humanidad sino a la Madre Naturaleza. Por eso, el nuevo proyecto político, debe trascender al concepto clásico de sujeto político, que desde las cosmovisiones indígenas se entiende a todo ser viviente que puebla nuestro planeta. Este nuevo proyecto político no solamente está relacionado con restablecer la armonía y el equilibrio del medio ambiente, ni tampoco con reivindicar la actualidad de las cosmovisiones, sino va mucho más allá: plantea construir nuevas relaciones de poder en beneficio de los más excluidos de nuestro país y del Continente entero. Así, este nuevo proyecto político debe plantearse desde los seres vivos y teniendo al hombre y a la mujer como los armonizadores, en donde la fraternidad sea la clave, en donde los decretos, declaraciones, convenciones, leyes, normas, sean solamente el medio y no lo principal, porque “No construís el socialismo por decreto: Si hay socialismo es una práctica que se renueva cada día, no es un lugar de llegada […] Es el camino, un camino que no termina nunca, y sobre todo es la forma de transitar ese camino. La tierra prometida es el caminar y la forma de camina […] Es permanente y cotidiana, en todos los aspectos de la vida […] donde la idea de fraternidad se acerca mucho más a la idea de revolución o de cambio social, que la idea de solidaridad o de libertad o de igualdad”.8 El nuevo proyecto político nos debe llevar a construir nuevas y sólidas relaciones sociales y políticas, y nuevas relaciones comunitarias, recuperando la idea de “komon”,9 “ch’uut”, 10

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“molab”,11 como las relaciones colectivas de los pueblos indígenas, que son ahora la primera fundamentación política para la realización de las consultas comunitarias. Esto quiere decir que las consultas comunitarias no tendrían sentido sino estuvieran relacionadas con la búsqueda de la colectividad, entendiendo ésta no solamente como colectividad humana, sino la colectividad de todos los seres vivos, los que tienen winaqil. En este nuevo proyecto político, la “fraternidad” (“tob’onik”,12 “kuch’uj” 13) junto con el “ch’uut”, “molab”, “komon”, deben ser los principios fundamentales para promover la construcción de un nuevo Estado y una nueva nación. Los cambios profundos que genere este nuevo proyecto político, deben ser políticos, económicos, sociales, culturales, espirituales, en forma integral. Esto implica retomar el concepto del Buen Vivir, que nos tiene que llevar a construir nuevas relaciones de poder, más horizontales que verticales. Esta nueva forma de construir y comprender el poder implica situarnos desde la dimensión del Otro, acompañar al Otro y para el Otro. ¿Pero, quién es ese Otro? Este otro es el Winaq. Desde el Buen Vivir se considera que todos los elementos de la tierra y del cosmos tienen su Winaqil. Por eso, el nuevo proyecto político, si bien es cierto que no es el concepto de “cambiar el mundo sin tomar el poder”,14 tampoco implica asumir espacios dentro de la misma forma de poder neoliberal. El concepto de Winaq supone defender, proteger y recuperar la tierra y el territorio de las manos del neoliberalismo, del mercado y del capitalismo salvaje. No se plantea un nuevo proyecto para competir electoralmente en X o Y partido político. Este proyecto político, que nace desde las entrañas mismas de los pueblos indígenas, tiene un solo y profundo objetivo: destruir y refundar el Estado, desde el sistema y la estructura. Un nuevo sistema y una nueva estructura de Estado deben tener sus raíces no en la discriminación y el racismo, peor 11. 12. 13. 14.

Poqomchi. Poqomchi, Tobanik (K’iche), Tenk’ank (Q’eqchi). Kiche y Kaqchikel. Holloway, John, “Cambiar el Mundo sin Tomar el Poder”, Ediciones Herramienta y la Universidad Autónoma de Puebla, 2002.


aún en la explotación y en la represión, sino en la identidad de los pueblos, tomando en cuenta que esta identidad conlleva la revitalización de la espiritualidad como su núcleo fundamental. En este punto, es imprescindible considerar que estamos hablando de espiritualidad, de espíritu, de Uk’u’x y no de religión. Cuando hablamos de espiritualidad estamos desmitificando a los pueblos. Solamente una espiritualidad no superficial nos lleva a redefinir y repensar nuestra verdadera historia, porque los pueblos somos históricos y no mitos. Solamente al dejarnos de percibir como mito podremos descubrir nuestra verdadera historia15 y esto nos introducirá hacia el camino de la refundación profunda y posible.

En el nuevo proyecto político, nuestra ideología se fundamenta en las cosmovisiones de los pueblos originarios. Así como la democracia se fundamenta en la cosmovisión griega y la democracia moderna en la cosmovisión europea, las cosmovisiones originarias son nuestras ideologías. Sin embargo, para que estas sean objetivas y revolucionarias, necesitamos discutirlas a la luz de la historia, sobre todo cuando pretendemos que ciertos principios de los pueblos (armonía, equilibrio, respeto, palabra, etc.) sean el eje articulador del viejo y nuevo proyecto político para nuestra liberación. El nuevo proyecto político tiene como aliados al socialismo, al marxismo, al guevarismo, etc., pero no al capitalismo. Las cosmovisiones originarias son, de por sí, contra poder, rebeldes, anti imperialistas. Pero esas relaciones con otras ideologías, deben ser horizontales y no verticales. Esta forma de relacionarnos implica que las comunidades, los pueblos, la naturaleza, sean consideradas los sujetos del cambio, porque el sujeto no solo es quien dirige el proyecto, sino es quien lo alimenta. En el caso de los pueblos originarios, la relación con la naturaleza imprime una forma diferente de construirse colectivamente. Este proyecto, entonces, no sólo incorpora los derechos formal 15. Wünderich, Volker, “Sandino, Una Biografía Política”, IHNCA-UCA, Nicaragua, 2009.

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La cosmovisión, fundamento del nuevo proyecto político

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o jurídicamente reconocidos, como autogobierno, desarrollo, libre determinación, autonomía, participación políticas, sino también aquellos que no son históricos como el Chab’il Wanq, Suk kil Kuxlis, el Buen Vivir. Esto conlleva la construcción de un modelo de Estado plurinacional, discutido, analizado y reflexionado con y para los pueblos y sus comunidades, en beneficio de los pobres y extremadamente pobres. Construir un nuevo proyecto político con estas características nos hace fuertes ante el enemigo. Ernesto “Che” Guevara decía ante la Asamblea de las Naciones Unidas en 1964: “Ningún pueblo de América Latina es débil, porque forma parte de una familia de doscientos millones de hermanos que padecen las mismas miserias, albergan los mismos sentimientos, tienen el mismo enemigo, sueñan todos un mismo mejor destino y cuentan con la solidaridad de todos los hombres y mujeres honrados del mundo”.16 A mi parecer, este debe ser el sentido que hile el nuevo proyecto, este el sentido que también le dan los pueblos. Si bien es cierto que este es un proyecto que nace del pensamiento de los pueblos originarios, debe atender las esperanzas de todos y todas que anhelen ser libres. Es el sentir de todos los pueblos que piensan que “Para avanzar en la construcción de una comprensión común, consensos y propuestas unitarias para ir conformando un gran sujeto social nacional e internacional plurisectorial y unitario capaz de exigir a los gobiernos del mundo que lleguen a acuerdos vinculantes, verificables, justos y con sanciones para los que no cumplan, acuerdos que enfrenten las causas profundas y estructurales de la crisis climática, dadas por el modelo de producción y consumo que concibe a la naturaleza sólo como fuente de recursos y ganancias y no como la Pacha Mama en la que es necesario vivir en armonía, equilibrio y justicia. La urgencia de soluciones frente a la realidad y efectos sociales y ambientales del calentamiento global no puede esperar el realismo político y el conformismo de los poderosos que han puesto en riesgo la sobrevivencia del planeta”.17 16. Discurso pronunciado por el Comandante Ernesto Che Guevara representante de la República de Cuba en la Asamblea General de las Naciones Unidas, 11 de diciembre de 1964. 17. Minga Informativa de Movimientos Sociales. “Declaración de Cancún - Foro Internacional de Justicia Climática”, http://movimientos.org/.


Conclusiones/escenarios

En conclusión. Comenzamos a tener la desesperanza porque un “genocida” llega a la presidencia de Guatemala y vuelven algunos responsables de la política contrainsurgente del país y posiblemente la toma del territorio por un nuevo grupo de narcotraficantes y miembros del crimen organizado. Al mismo tiempo se genera una frustración porque podemos afirmar que el tallerismo, el forismo, el activismo, el oenegeismo, el caudillismo dirigencial que se han desarrollado desde 1996, no ha formado conciencia revolucionaria en la gente, a pesar que estamos conscientes, como afirmó Luis Turcios Lima en su discurso a la Tricontinental de 1966: “Nunca hubo verdadera posibilidad de libertad para el pueblo. En las causas aparentes de engañosa realidad, el proceso describe siempre un circulo vicioso que pasa por reformas, cambios aparentes, ilusiones de democracia que pueden llegar hacer extralimitar los planteamientos en el poder, seguidos de represiones, amenazas, intervención imperialistas y vuelta de nuevo la represión al poder militar. Esta historia se repite por muchas décadas y en definitiva el poder efectivo queda siempre en las mismas manos”. 18. Ibídem.

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Es un proyecto que se coloca como alternativa frente a un modelo civilizatorio capitalista, racista, patriarcal, que pone en el centro la ganancia privada por encima de cualquier cosa: “Impulsamos una civilización naciente en la que el centro sea la vida en todas sus formas. La crisis climática es el fruto de la civilización de la ganancia y de la depredación de la naturaleza. Sus verdaderas y profundas soluciones están en promover la civilización de la vida y no en el mercado. Muchos gobiernos siguen pensando que sólo se puede detener la crisis climática si hay ganancias con ello, en consecuencia, promueven “soluciones de mercado”, que son sólo negocios para tratar de solucionar lo que han provocado con sus mismos negocios depredadores. Nosotros, como parte del pueblo que aspiramos a movilizar, no tenemos negocios que hacer con el clima, buscamos cambiar el sistema como única forma de superar la crisis climática y seguir viviendo bajo el cobijo de nuestra Pacha Mama, durante las próximas generaciones”. 18 Por eso el nuevo proyecto político debe ser el sentir de los pueblos y su relación con la Madre Tierra y el territorio.

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Por eso la urgencia de hacer concordar nuestros objetivos con los de los pueblos y que estos al final sean los protagonistas de su propia liberación. Esto daría sentido a la conformación de un movimiento de pueblos que sea revolucionario y combativo.

Kajkoj Máximo Ba Tiul es maya poqomchi, antropólogo, activista social, profesor universitario, columnista, escritor, ensayista e investigador, sobre temas relacionados a pueblos indígenas de Guatemala, Centroamérica y América Latina. Ha trabajado para organismos internacionales y asesora sobre pueblos indígenas a varias ONG de Guatemala. Actualmente dirige el Centro de Reflexiones Nim Poqom.

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Ensayo preparado para esta compilación.

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ALIANZAS ESTRATÉGICAS. POSIBILIDADES Y RETOS PARA EL MOVIMIENTO MAYA Y EL MOVIMIENTO FEMINISTA Domingo Hernández Ixcoy, Sandra Morán y María Dolores Marroquín

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Coordinación de luchas con visión de país Domingo Hernández Ixcoy

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El diálogo y la discusión son necesarios al interior de nuestras organizaciones, sólo así vamos conociendo los puntos que nos unen y los que nos separan. Además, el diálogo fortalece políticamente a nuestras organizaciones, ya que desde las experiencias se mide lo correcto de nuestra teoría. ¿Cuáles son los aspectos que pueden potenciar las alianzas entre el movimiento de mujeres y feminista con el movimiento maya? Para iniciar, es importante tomar en cuenta que el movimiento de mujeres y feminista y el movimiento maya son heterogéneos, ya que dentro de nuestros movimientos existen diversas opiniones e ideologías. La alianza entre los movimientos adquiere importancia estratégica para contribuir a los cambios sociales, siempre y cuando existan reglas claras, respetando la identidad de cada uno de los movimientos. Es importante decir que la alianza se da dentro de un proceso político, con objetivos políticos a alcanzar bien definidos, con respeto a la identidad y proceso de cada movimiento. No hay que confundir la coordinación de actividades puntuales o coyunturales con estrategia de alianzas, ya que este tipo de coordinaciones son muy débiles y de corta duración. Los éxitos de la alianza dependen de las acciones que se impulsan y la dinámica de los actores para hacerla realidad. La alianza debe darse alrededor de un proyecto político nacional e internacional, ya que la política global e intervencionista de los Estados Unidos obliga a los movimientos sociales a tener una postura clara a nivel internacional. Es importante valorar que existen puntos de encuentro entre los dos movimientos, el movimiento maya, el movimiento de mujeres y feminista. Las demandas en contra de la subordinación son el puente de unidad entre estos dos movimientos.


Cambiar las condiciones de subordinación: el pueblo maya ha sido subordinado desde hace quinientos años y actualmente por el Estado, esto ha llevado a que como pueblos no se nos ha permitido desarrollar todas nuestras potencialidades. La meta es convertirnos en sujetos activos para cambiar nuestra condición de opresión. Los pueblos indígenas con demandas históricas, la lucha por el territorio, contra la explotación, la opresión y el racismo que se practica desde el Estado y la sociedad.

Las luchas de las mujeres siguen siendo un tema tabú para la sociedad, igual que han sido las luchas de los pueblos indígenas. Me parece importante matizar algunas cosas. En 1987 abordamos por primera vez la opresión hacia las mujeres y planteamos por primera vez la triple opresión de las mujeres indígenas: social/familiar, estado y la diferenciación étnica (de parte de las mujeres ladinas). Esto lo han vivido las mujeres indígenas y es importante abordar estas opresiones. Para ir trabajando es importante una estrategia de cambio de actitud y de reconocimiento. Cuando hablamos de las demandas de las mujeres, denunciamos una forma de opresión que no afecta sólo a las mujeres, también a los hombres. Cuando tratamos de buscar la ruta de lucha, creo que la cosmovisión maya aporta una visión de integralidad. Esta visión es importante para abordar todas las opresiones, hay que recuperarla porque aunque queda algo de esta visión, se ha debilitado en las prácticas. Por ejemplo la práctica del Gran Consejo sirve, porque ahí se colectivizan las responsabilidades, el pensamiento, la responsabilidad social con la naturaleza, incluso con relación al casamiento. Estas prácticas comunitarias sirven para construir. En cuanto al proyecto que vivimos y lo que queremos, todavía es muy antropocéntrico, el pensamiento comunitario no está reflejado en él. Si sólo pensamos en nosotros como hombres y mujeres vamos a la autodestrucción. Debemos hacer el ejercicio de aprender de la Madre Tierra, todo eso nos puede ayudar a comprender y construir.

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El movimiento de mujeres y feminista, con demandas propias, sin importar pertenencia étnica o ideológica.

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Debemos cuestionarnos cuáles son los puntos que nos distancian o sobre los que hay vacíos de entendimientos para la construcción de una visión común de país y de estrategia. A veces damos la impresión de ser poseedores de la verdad, esto rompe con cualquier intento de unidad o de alianzas. Uno de los obstáculos que enfrentamos los dos movimientos son las descalificaciones mutuas. El movimiento de mujeres y feminista da la imagen de luchar por un protagonismo reducido a su condición de mujeres, que entra en contradicción con las demandas colectivas del pueblo maya, que integra la comunidad y todo su entorno en las demandas. Las demandas colectivas de los pueblos indígenas pueden esconder la opresión de género que viven y enfrentan las mujeres indígenas. El principio de complementariedad, que está en el pensamiento y la cosmovisión de los pueblos indígenas como práctica milenaria, debe ser abordado conforme a la realidad actual de las mujeres indígenas. Existe la necesidad de un debate sobre las propuestas medulares del planteamiento maya, y el planteamiento feminista puede ser el puente para mayor acercamiento. El protagonismo o vanguardismo afecta a los dos movimientos, para la construcción de una estrategia común. Para la construcción de alianzas, veo fundamental: El acercamiento entre los movimientos, que respete la autonomía y la identidad de cada uno. Respetar los derechos colectivos y las formas y métodos que impulsa cada uno de los movimientos para transformar la sociedad. Respetar los procesos de transformación política e ideológica del pueblo maya y movimiento feminista. Tenemos que superar prejuicios de herencia colonial, como la desconfianza, el racismo, el paternalismo o maternalismo. Debemos hacer de cada persona, de cada colectividad, sujeta de derechos. Tenemos que construir el programa de lucha que integre las demandas propias de las mujeres y de los pueblos indígenas.


Los valores y principios del pueblo maya y los planteamientos políticos de las mujeres feministas bien pueden enriquecer a los dos movimientos. Buscar el acercamiento a través de las luchas sociales, impulsando la solidaridad y la coordinación para transformar el país. Debemos tener una visión de país para coordinar nuestras luchas con todos los demás sectores sociales. El interés nacional debe estar por encima de nuestras diferencias.

Reflexiones sobre una alianza necesaria María Dolores Marroquín y Sandra Morán

El movimiento de mujeres y feminista reconoce el valor de la organización de los Pueblos, desde sus derechos colectivos. En la búsqueda de la democracia real, visibilizamos cualquier forma de opresión, dominio, inequidad y violencia que las mujeres sufran, independientemente de su identidad y adscripción. Luchamos contra el sistema de opresiones capitalista neoliberal, patriarcal, racista, lesbo y homofóbico, en la búsqueda de una sociedad y un Estado incluyente y representativo de quienes los conformamos. Planteamos que nuestra propuesta no es un feminismo ladino. Estamos en la construcción de nuestra identidad mestiza, reconociendo el significado de lo ladino, recuperando nuestro origen no elegido, sino producto de la historia de dominación de los Pueblos Originarios, asumiendo que somos producto de la mezcla por decisión o por abuso de nuestras ancestras y ancestros. Reconocemos que tenemos actitudes racistas, aprendidas por el proceso de socialización y también asumimos que hemos sido peones de un sistema de dominio y explotación. Estamos en la construcción de nuestra propuesta feminista, que debe profundizarse cada día con nuevos elementos.

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Para concluir, tenemos que tener claridad de qué queremos: ¿queremos confrontar o convencer? ¿Queremos sumar o restar esfuerzos?

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Planteamos estas interrogantes acerca del movimiento maya: ¿Quiénes son? Personas, organizaciones comunitarias, organizaciones sociales con un planteamiento político, son ONG, personas de la academia, políticas y políticos. ¿Cómo entienden la representación? ¿Como organizaciones, comunidades o pueblos?

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¿La identidad maya es una identidad política en construcción?

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Valoramos las coincidencias entre los dos movimientos. Somos la mayoría de la población en este país. Los dos movimientos hacemos una crítica a la exclusión, discriminación y racismo que se expresan en un Estado excluyente hacia la población maya y hacia las mujeres. Vivimos una opresión común –ideológica, subjetiva y lo cotidiano- que proviene de un sistema patriarcal, racista, capitalista. La exclusión nos afecta a ambas poblaciones de manera particular, se entrecruzan las diversas formas de dominación por nuestras identidades múltiples. Los dos movimientos cuestionamos la problemática económica y las relaciones de poder (control, violencia, inequidades) en el Estado, en la sociedad y en las comunidades y familias. Somos conglomerados que tratamos de construir un país que nos incluya, porque hemos sido una ciudadanía de segunda y tercera categoría. Reconocemos que existen aspectos que nos distancian. En ambos conglomerados se expresa toda la diversidad de identidades opresoras y oprimidas, desde la perspectiva de género, clase y etnia. Por tanto, no podemos asumir una posición ideológica homogénea que abarque a toda la población o en nombre de toda la población. La diversidad también se expresa en el pensamiento político: se plantea en algunos momentos o por algunas personas o grupos, la contradicción entre Cosmovisión Maya y sus elementos, con la propuesta feminista. Dentro del movimiento maya y el movimiento de mujeres y feminista hay diversidad de entendimientos y posiciones sobre la propuesta política hacia el futuro. En ambas expresiones hay corrientes que se desvinculan


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explícitamente de una posición político-ideológica, lo que limita la perspectiva de construcción de un sistema alternativo integral. Algunas asumimos que la cosmovisión es un planteamiento filosófico ideal y referente para la construcción de un país, comunidad o relaciones equitativas. Sin embargo hay una gran distancia entre lo ideal y lo concreto. Las feministas y el movimiento de mujeres visibilizamos y denunciamos la situación de violencia, exclusión, discriminación que afecta a las mujeres en general, y a las mayas en particular. Esto se percibe por parte de sectores del movimiento social o del movimiento maya como actitud de socavamiento a la construcción de la identidad maya o de debilitamiento de las luchas. Algunas corrientes plantean que el feminismo es una propuesta etnocida, en tanto que cuestiona formas tradicionales de relacionamiento y costumbres de los Pueblos Mayas. En ocasiones nos posicionamos desde ser mayas o desde ser mujeres, priorizando. Desde este posicionamiento no encontramos comunicación sino que desencuentros, al entrar en la disyuntiva de qué identidad prevale, cuando ambas están definidas y constituidas a partir de las opresiones. La expresión de la espiritualidad maya y su uso político no ha sido comprendida y provoca rechazo por parte de algunos sectores; para algunas feministas, las religiones son el sustento ideológico de las opresiones de las mujeres. Tenemos retos y la posibilidad de fortalecer estrategias de acercamiento. Hay que identificar con quiénes y entre quiénes hacemos las alianzas, quienes son esos sujetos políticos que se embarcan en este reto. Al interior de los movimientos o instancias que están en la disposición de asumir estos retos, también tienen que darse estas discusiones. Abrir diálogos que nos permitan conocer en el fono, qué estamos planteando tanto las feministas como las organizaciones mayas que plantean la Cosmovisión como raíz fundante de su accionar político. Debemos encontrar los puntos comunes que integran el pensamiento político del Pueblo Maya y del movimiento feminista. Una idea fuerza política es lograr que los valores de la cosmovisión maya se constituyan en propuestas políticas de construcción del país. Podrían resonar en la construcción de un planteamiento político nacional que nos brindara elementos propios filosóficos constitutivos de la identidad, con un proyec-

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to alternativo enraizado y que dé fortaleza a la reconstrucción de un movimiento popular con fuerza. El reto principal es lograr alianzas entre mayas y feministas que coincidamos en la construcción de un sistema alternativo al patriarcado colonialista, capitalista-neoliberal. No es una alianza con objetivos coyunturales.

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Domingo Hernández Martínez es maya k´iche´, fundador del Comité de Unidad Campesina y de la Asociación Maya Uk´u´x b´e. Actualmente es integrante del Ajpatam Samaq de la Coordinación y Convergencia Nacional Maya Waqib´Kej.

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María Dolores Marroquín es feminista, integrante de los colectivos Voces de Mujeres, Sector de Mujeres, Colectiva de Mujeres Feministas de Izquierda y Asociación Feminista La Cuerda. Sandra Morán es feminista, integrante de Sector de Mujeres. Transcripción del Foro Alianzas Estratégicas del movimiento social para la construcción de un proyecto alternativo en Guatemala. Alianzas específicas entre el movimiento maya y el movimiento feminista. 21 de mayo de 2008.



APROXIMACIONES A UNA AGENDA PÚBLICA EMANCIPATORIA DE SOLIDARIDAD Gonzalo Fernández

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Nuevos horizontes emancipatorios

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El concepto de “crisis civilizatoria” 19 refleja de manera nítida el momento histórico en el que nos encontramos, superando las caracterizaciones parciales que analizan la situación actual como una crisis económica generalizada, o como una serie de crisis vinculadas a ésta.20 De esta manera, la crisis civilizatoria subraya que lo que realmente está en cuestión es el conjunto de parámetros que definen la modernidad capitalista, paradigma hegemónico -que no único- sobre el que se han asentado nuestras sociedades desde el siglo XVIII. En este sentido, se trata de una crisis profunda, integral, radical, constatable no sólo a partir de una significativa concatenación de vulnerabilidades estructurales -superación de los límites físicos a través del cambio climático, ahondamiento de las desigualdades, mantenimiento de la pobreza estructural, etc.-, sino también, y sobre todo, por la manifiesta incapacidad de la modernidad de enfrentar esta realidad desde sus propios valores y señas de identidad (idea de progreso, capitalismo, estado-nación, democracia liberal). De esta manera, las viejas recetas se muestran ineficaces -cuando no contraproducentes- para diseñar nuevas estrategias que nos conduzcan a escenarios de justicia y equidad. Nos encontramos, por tanto, en una fase histórica caracterizada por la incertidumbre, en lo que lo viejo no muere -e incluso lanza coletazos desesperados, fruto de su incapacidad estratégica- y lo nuevo no acaba de nacer. Así, frente a una modernidad capitalista en lenta agonía, frente a unos valores, unas estructuras y unas dinámicas en entredicho, actualmente ya se están formulando, se están proponiendo, se están ensayando, nuevos “horizontes emancipatorios”.21 Éstos, partiendo de 19. Ana Esther Ceceña. “Pensar la vida y el futuro de otra manera”; Irene León: Resignificaciones, cambios societales y alternativas civilizatorias; Edgardo Lander, Inmanuel Wallerstein, etc. 20. Crisis ecológica, crisis alimentaria, crisis de seguridad humana, crisis política, etc. 21. Posdesarrollo, Buen Vivir, Decrecimiento, Socialismo del Siglo XXI, etc.


22. De Sousa Santos, Boaventura. Capítulo II. “Una nueva cultura política emancipatoria”. En “Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social”. Agosto 2006. 23. Ibídem.

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la asunción de la crisis civilizatoria, definen paradigmas alternativos desde planteamientos muy diversos, generando nuevos imaginarios que se alejan de las modelizaciones cerradas y universales, sin por ello dejar de sostenerse sobre una serie de principios básicos, que delimitan los escenarios posibles en función de los aprendizajes del presente y del pasado. Así, destacaríamos ideas-fuerza que comparten y confieren identidad a estos nuevos horizontes emancipatorios: diversidad, biocentrismo, participación y conflicto. La idea-fuerza sobre diversidad hace referencia a que cada cultura, cada comunidad, puede y debe definir sus estrategias, sus estructuras y su forma de vida en función de sus propios referentes del bienestar, desechando la pretensión de una propuesta uniforme y homogénea, extrapolable a todo contexto y momento histórico. En este sentido, se plantea el reto de articular la diversidad desde la definición de referentes comunes (derechos humanos, reproducción ampliada de la vida, etc.), “a partir de una nueva relación entre el respeto de la igualdad y el principio del reconocimiento de la diferencia”,22 cuestión que interpela directamente no sólo a las relaciones entre pueblos, sino también a las que se generan entre grupos sociales, entre hombres y mujeres, entre identidades, etc. La idea-fuerza biocentrismo destaca que la centralidad del bienestar debe situarse en la reproducción de la vida, no en el crecimiento económico ilimitado. Esta premisa rompe con las visiones exclusivamente antropocentristas, y coloca a la vida, a los cuidados y al respeto a la naturaleza -a lo viviente, y no exclusivamente a los hombres y al capital-, en el centro de gravedad. De esta manera, la dimensión económica debe servir a los objetivos de bienestar de la humanidad y del planeta -no al revés, como ocurre actualmente-dentro de estrategias políticas que integren la economía junto con las variables culturales, sociales, políticas, de género, ecológicas, etc. Se plantea, así, la incompatibilidad de la emancipación con lógicas basadas en el individualismo, la acumulación y el “fetichismo de las mercancías”,23 que son intrínseca y naturalmente generadoras de desigualdad y vulnerabilidad.

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La siguiente idea-fuerza es condición necesaria de las dos anteriores: no hay bienestar si las personas y pueblos no son sujetos de su futuro, a través de una participación activa y de calidad en la toma de las decisiones que les afectan y en la definición de las estrategias para alcanzar sus propias metas. Se proponen, así, nuevas definiciones de democracia, “sustituyendo las relaciones de poder por relaciones de autoridad compartida”,24 transitando hacia nuevas fórmulas de democracia participativa que, en primer lugar, superen las limitaciones de la representación (que se centra en alcanzar la igualdad del derecho al consentimiento en base a la competencia entre dirigentes, más que una participación real); que, además, impidan la preeminencia de los mercados sobre la voluntad popular; que faciliten el diálogo intercultural; que superen las inequidades en la participación de hombres y mujeres, y que, en última instancia, configuren una nueva estructura global de decisión que trascienda las incoherencias actuales a la hora de definir la ciudadanía y la soberanía en los ámbitos mundial, regional, nacional y local.25 La última idea-fuerza plantea que la emancipación es un proceso no exento de conflicto y confrontación, ya que necesariamente tendrá que remover relaciones de poder y privilegios de las clases y sectores económicos y políticos dominantes. Por lo tanto, deberá abordar y replantear cuestiones como la propiedad, los mercados, el papel de los estados, así como las relaciones entre mujeres y hombres, entre países del sur y del norte, entre comunidades y grupos diversos, etc.

Movimientos sociales como sujetos de emancipación

Precisamente en esta incierta y compleja transición hacia nuevos escenarios -aún por definir y concretar- de emancipación, de equilibro entre la humanidad y el planeta, entre igualdad y diversidad, los movimientos sociales juegan un papel estratégico, tanto por su relevancia a día de hoy como sujetos políticos, como por su estrecha correlación con dichos horizontes de 24. Ibídem. 25. Pierce, Jenny. “¿Hacia una política post-representativa? La participación en el Siglo XXI”. Cuaderno de Trabajo 40. Instituto HEGOA, Bilbao 2006.


26. Sotillo, Eduardo, en prólogo a Echart, Enara. “Movimientos sociales y relaciones institucionales. La irrupción de un nuevo actor”. IUDC 2008. 27. Pierce, Jenny. ¿Hacia una política post-representativa? La participación en el Siglo XXI. Cuaderno de Trabajo 40. Instituto Hegoa, Bilbao 2006.

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cambio. Antes de explicar esta afirmación, debemos explicitar que partimos de la premisa de que los movimientos sociales son “entidades complejas, variables, con una agenda heterodoxa, poco dadas a la estandarización” 26 por lo que su riqueza y diversidad convierte toda generalización en matizable. No obstante, lo que no podemos negar es que los movimientos sociales se han consolidado, a partir del último tercio del siglo pasado, como actores reconocidos que participan activamente y tienen capacidad de incidencia en las arenas políticas de todos los ámbitos -local, nacional, regional, global-. Esto es un hecho tanto para quienes defienden lógicas emancipatorias como para quienes, como el Banco Mundial y otros organismos multilaterales y estatales, se han visto impelidos a integrar a la ciudadanía como actor de sus propias estrategias -aún de manera funcional e instrumental- junto a los estados y los mercados. De esta manera, se ha generalizado el concepto de sociedad civil, compendio de entidades no institucionales, que “adquirió un carácter ambiguo que sirvió para legitimar nuevas formas de participación, a la vez que se convirtió en una herramienta potencial para domarlas, institucionalizarlas y convertirlas en un mecanismo para la implementación de la doctrina y las políticas neoliberales”.27 Pero más allá de su consideración y consolidación actual como actor político internacional -aún dentro del difuso concepto de sociedad civil, que agrupa indistintamente a movimientos sociales, ONGD, grupos de interés y ciudadanía en general-, entendemos que los movimientos sociales poseen, de manera específica, y siempre dentro de la precaución debida a su diversidad, características que les convierten en sujetos clave de las lógicas emancipadoras, según las cuatro características señaladas previamente. Así, en primer lugar, y aunque sea de manera fragmentaria en ocasiones, plantean agendas políticas amplias y diversas, haciendo referencia a variadas problemáticas y sistemas de dominación, desarrollando múltiples imaginarios y marcos interpretativos, sobre nuevas formas de ver y ser en el mundo, a partir de parámetros alternativos que desafían al crecimiento

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ilimitado, a la preeminencia de los mercados, a la centralidad del hombre, a la homogeneización cultural y a la explotación masiva de los bienes naturales -agendas tan necesarias en este momento de crisis civilizatoria-. Son, en definitiva, sujetos con “otra forma de participación, que permite estar más cerca de lo realmente importante para buena parte de la población del planeta”.28 Precisamente, y en segundo lugar, plantean y aplican que la participación de calidad es la base de una ciudadanía organizada, crítica y activa, condición necesaria, como hemos visto, de los horizontes emancipatorios. De esta manera, prefiguran y defienden nuevas fórmulas de democracia participativa, basadas en la equidad, en la horizontalidad y en la articulación de diferentes, siendo en la actualidad entidades con desigual pero amplia capacidad de movilizar recursos humanos, materiales y políticos en torno a sus agendas de cambio, frente a la pérdida de legitimidad de estados y partidos políticos, y frente a las notables insuficiencias de la democracia electoral. No es concebible hoy en día, por tanto, avanzar en ciudadanía y democracia sin el fortalecimiento de los movimientos sociales. En tercer y último lugar, fruto de sus agendas de cambio estructural, y fruto a sus propuestas alternativas de entender el poder, la democracia y lo político, participan activamente en la arena política local, nacional, estatal y regional, sin rehuir el conflicto y la confrontación a las que está abocado todo cambio significativo como el que plantean. Son, en resumen, sujetos clave para transitar hacia sociedades participativas, diversas, igualitarias y equilibradas.

Desencuentro entre cooperación interncional y movimientos sociales: perspectivas poco favorables

Y es precisamente a partir de esta constatación sobre la estrecha relación entre cambio social y movimientos sociales (MMSS), por lo que se nos hace complicado entender el profundo desencuentro de sufren en la actualidad los MMSS y la cooperación para el Desarrollo (CD). Si la CD es una política pública internacional que pretende fomentar el desarrollo humano, erradicar la pobreza estructural, avanzar, en definitiva, en términos 28. Sotillo, Eduardo, en prólogo a Echart, Enara. “Movimientos sociales y relaciones institucionales. La irrupción de un nuevo actor”. IUDC 2008.


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de transformación hacia escenarios de mayor justicia y equidad, parece extraño que los movimientos sociales no sean un actor prioritario de dicha política, mientras que sí lo son las diferentes instituciones públicas, las empresas y las ONGD. Debido a ello, y ante la ausencia de estudios previos, el Grupo de investigación sobre movimientos sociales del Instituto Hegoa está comenzando a analizar las razones de este desencuentro, a partir de un diagnóstico cuantitativo y cualitativo de la relación entre CD y MMSS en el Estado Español. El objetivo es que, en una segunda fase, este estudio inicial ofrezca las claves para replantear la CD en base a una agenda alternativa que posibilite el encuentro natural entre dichos sujetos de emancipación y la política pública de cooperación internacional. Por supuesto, las razones de este desencuentro pueden ser múltiples, en un amplio abanico que va desde el rechazo de los MMSS a la CD -al menos de algunos, que pudieran rechazar la participación en las políticas públicas, sobre todo si dicha participación implica pérdidas de autonomía e identidad-, hasta un supuesto rechazo de la CD a los MMSS -que bien pudiera ser explícita, o bien implícita, al no postularlos como actores prioritarios-. Así, dentro de este amplio marco de posibles respuestas, y sin descartar ninguna a priori; siendo conscientes de la posibilidad de que sean múltiples las causas del desencuentro -en función también de la diversidad de movimientos y de la diversidad de lógicas de la cooperación-; y conociendo que ha habido y hay experiencias concretas y específicas de cooperación con MMSS, de signo político y características muy diversas, el Grupo de investigación parte de la premisa de que, una de las razones que explican que las lógicas de los MMSS y de la CD caminen por caminos divergentes es la escasa adaptabilidad de la Agenda Internacional de Cooperación a la identidad, idiosincrasia, y prioridades de los Movimientos Sociales. En este sentido, se plantea la hipótesis de que, más allá de posibles rechazos explícitos mutuos -que se dan con total seguridad- una de las principales causas del desencuentro es precisamente el rechazo implícito de la CD a los MMSS, ya que ésta define unas lógicas de funcionamiento -que después analizaremos- que generan diques de separación con éstos. Lamentablemente, las perspectivas futuras de la Agenda Internacional de Cooperación vigente no son muy halagüeñas en el sentido de remediar esta situación. Más bien, al contrario,

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parece que entramos en una nueva coyuntura en la que los diques de separación pudieran fortalecerse aún más, de la mano de los tres grandes hitos que marcan la Agenda actual: las Alianzas Público-Privadas (APP), los Objetivos del Milenio (ODM) y la Declaración de París (DP). Así, debido al impacto de la crisis, se están dando los primeros pasos para afianzar una nueva fase29 en la CD -dentro de la lógica de anclarse en la modernidad capitalista más que en superarla-, que podríamos denominar como la “transición del paradigma del desarrollo humano a una nueva fase priorizada por el crecimiento como estrategia de lucha contra la pobreza, basada en la lógica del capitalismo inclusivo”.30 El capitalismo inclusivo “consiste en tratar a los pobres como clientes para ayudarles a mejorar sus vidas mediante la producción y distribución de productos y servicios que sean sensibles a las diferencias culturales, sostenibles ambientalmente y económicamente rentables”.31 En este sentido, esta definición nos da las claves para caracterizar esta nueva fase, a partir de tres lógicas complementarias: Se vuelve a situar al crecimiento económico como variable central -el desarrollo humano no negaba su relevancia, pero preconizaba su interrelación con el conjunto de dimensiones que generaban oportunidades y fortalecían capacidades para las personas-. De esta manera, se fortalece la prioridad otorgada a las empresas -fundamentalmente las transnacionales, como después veremos en el análisis de las APP-, a través de la estrategia de incluir a los y las pobres (“la base de la pirámide”)32 en la sociedad de consumo, en una supuesta estrategia win-win de lucha contra la pobreza y de rentabilidad empresarial. Se reduce el ámbito de la CD a las dimensiones menos conflictivas y más vinculadas al crecimiento económico, donde puedan actuar conjuntamente todos los actores prioritarios de cooperación (empresas, instituciones y ONGD). Así, y 29. Referencias en el Plan Director de la Cooperación Española, a la UE. 30. Ramiro, Pedro, “Alianzas público-privadas para el desarrollo: ¿hacia un capitalismo inclusivo?” XIII Congreso de Economía Mundial. Donostia, 2011. 31. Prahalad, C.K. y Hart, Stuart. “The Fortune and the Bottom of the Pyramid. Strategy+business Magazine”. 2002. 32. Prahalad, C.K. y Hart, Stuart. “The Fortune and the Bottom of the Pyramid. Strategy+business Magazine”. 2002.


a partir de lo derivado de los ODM, pudiéramos caminar hacia una ecuación en la que CD es igual a crecimiento económico (inclusivo) más necesidades sociales básicas (educación, salud, vivienda, agua, saneamiento, infraestructuras sociales, etc.). De esta manera, se reducirían los espacios para procesos de derechos humanos, empoderamiento, participación, investigación crítica, denuncia, etc.

Así, si estas tres tendencias se confirman, la CD no estaría precisamente impulsando la consolidación de nuevos horizontes de emancipación, sino más bien mantendría la pretensión de fortalecer las señas de identidad de una modernidad capitalista en crisis: universalidad de las recetas en torno al mercado, crecimiento ilimitado como horizonte de bienestar, limitaciones a la participación ciudadana, negación del conflicto vinculado al cambio. Para entender las claves de estos procesos complementarios de regresión en la cooperación, debemos situar la génesis de toda esta nueva estrategia en el peso creciente que las empresas transnacionales han alcanzado en la actual arquitectura económica internacional. Éstas, una vez conseguido su papel prioritario en el marco de la globalización neoliberal, pusieron en marcha una estrategia voluntaria y unilateral de legitimación social, conocida como Responsabilidad Social Corporativa33 (RSC), que se aprovechaba de la asimetría entre lex mercatoria internacional -derecho fuerte- y la legislación en torno al marco internacional de derechos –derecho débil- para aparentar compromiso social frente a su objetivo fundamental de maximización de ganancias. Actualmente, y por efecto de la crisis, la RSC 33. Política que cobra fuerza con la Estrategia Global Compact de la ONU en 1999. El Pacto Mundial (Global Compact) es una iniciativa internacional propuesta por las Naciones Unidas con el objetivo de fomentar la ciudadanía corporativa. Naciones Unidas tiene como objetivo involucrar a las empresas en la gestión de algunos de los principales retos sociales y medio ambientales, consecuencia de la creciente globalización.

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Se limita la relevancia de la participación de la sociedad civil organizada en la definición y práctica de la CD, en pos de una supuesta mejora en la calidad y la eficacia de la ayuda -base de la DP-, de la mano del actuar conjunto de estados y empresas, y con el papel subordinado de las ONGD.

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avanza hacia una segunda etapa, cuyo enfoque combina las habituales estrategias filantrópicas de marketing solidario con un nuevo reto: extender los negocios empresariales a las comunidades más pobres, con el fin de llegar a un mercado compuesto por las dos terceras partes de la población mundial fuera de la sociedad de consumo. En este sentido, los sectores empobrecidos son tenidos en cuenta por las grandes corporaciones en tanto que potenciales consumidores, para los cuales se diseñan diferentes estrategias y esquemas de negocio. En este sentido, la actual crisis y la sempiterna lógica de la acumulación permanente lleva a las transnacionales a buscar nuevos mercados donde obtener ganancias, y han visto la potencialidad de la gente en situación de pobreza como consumidores y clientes, con la pretensión además de que esta inclusión en el mercado les saque de la pobreza. Es en este punto donde entra en juego la CD como una de las potenciales herramientas eficaces y necesarias. De esta manera, las empresas transnacionales están ampliando su participación en la CD -siempre han estado-, buscando, por un lado, la legitimación y el apoyo institucional que ofrece una política pública de lucha contra la pobreza, para, por el otro, obtener rentabilidad empresarial. Así, además de utilizar los instrumentos habituales de la cooperación, las empresas transnacionales están participando activamente en la gestación de otros nuevos, entre los que destacan las Alianzas Público-Privadas (APP), de las que ya hay experiencias piloto y propuestas estratégicas explícitas.34 Éstas se basarían en el trabajo conjunto, complementario y triangular de instituciones públicas, empresas transnacionales y ONGD. De esta manera, se pretenden sumar identidades diversas, trabajando conjuntamente en pos de la lucha contra la pobreza, pero desde el paradigma del capitalismo inclusivo, en el que todos los actores ganan: los estados generan un efecto palanca sobre el resto y, con una pequeña inversión, promueven una cantidad mayor de fondos privados de las empresas transnacionales –frente a los fondos públicos que ahora escasean-; las empresas se benefician de la intervención pública a la hora de tener acceso a mercados y a tener un diálogo más fluido con gobiernos receptores y comunidades locales; y las ONGD ac34. Iniciativas piloto en Perú y apuesta estratégica en el Plan Director Español.


35. Ramiro, Pedro. “Alianzas público-privadas para el desarrollo: ¿hacia un capitalismo inclusivo?” XIII Congreso de Economía Mundial. Donostia, 2011. 36. ONU Asamblea de las Naciones Unidas. “Declaración del Milenio”. Nueva York, 2000. 37. Puerto, Juan Manuel y Echart, Enara. “Los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Algunos apuntes críticos”. Revista Pueblos. Madrid 2005.

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ceden no sólo a fondos públicos -en retroceso- sino también a privados –en expansión-, y confieren legitimidad social y saber hacer al conjunto de la alianza. En definitiva, estos nuevos instrumentos en ensayo, basados en la RSC, restan “significado político al concepto de responsabilidad, despojándolo de la idea de cambio social y de conflicto, con lo que se convierte en grupos de interés a los diferentes actores sociales. Y no sólo eso, sino que también se contribuye a desviar la solidaridad hacia ámbitos que no son conflictivos con las multinacionales, se neutraliza la presión que las ONGD puedan desarrollar a favor de la exigibilidad jurídica de responsabilidades, y se bloquean las reivindicaciones sociales a través de la dependencia de la financiación de proyectos. El pacto tácito entre la empresa financiadora y la ONGD, sobre la búsqueda de asuntos que no sean políticamente sensibles y sobre los que exista un amplio consenso, invisibiliza la existencia de conflictos y los maquilla con proyectos sociales en otros ámbitos”.35 Esta es precisamente la segunda característica apuntada anteriormente como lógica de esta nueva fase: la limitación de la cooperación a ámbitos no conflictivos. Se trataría de una dinámica reforzada por uno de los hitos que marcan la agenda actual de cooperación: los Objetivos del Milenio (ODM).36 Éstos, más allá de las bondades que han podido generar al establecer por primera vez metas cuantificables y determinadas en el tiempo sobre aspectos relacionados directamente con la lucha contra la pobreza, también han tenido un impacto significativo en la consideración de este fenómeno, por un lado, como una realidad ahistórica y estrictamente nacional -sin tener en cuenta las dinámicas y estructuras globales que la sustentan- y, por el otro, como algo vinculado únicamente con las necesidades sociales básicas, que son el núcleo central de los ODM .37 De esta manera, y sin entrar en profundidad en el debate sobre éstos, queremos destacar que los ODM han influido por tanto en la limitación de la CD a las NSB, lógica que, sin estar directamente vinculada al capitalismo inclusivo, entronca perfectamente con dicho concepto: en primer lugar, las NSB otorgan legitimidad a la supuesta lucha

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contra la pobreza a través del crecimiento económico, a modo de compensación social; en segundo lugar, no es comprensible ni posible el crecimiento sin formación, sin mínimos de salubridad, sin infraestructuras básicas, etc. Por lo tanto, ambas lógicas se retroalimentan y caminan en la misma dirección. Finalmente, y como corolario y tercera tendencia complementaria en esta nueva etapa, destacamos la regresión en la participación de la sociedad civil en la definición de las políticas e iniciativas de cooperación. Así, no sólo se trata de que los movimientos sociales no tengan cabida en estas dinámicas regresivas muy alejadas de su identidad, sino que incluso las mismas ONGD pierden relevancia -no tanto como ejecutor de iniciativas, pero sí como entidades que inciden en las decisiones- frente a los estados y las empresas. Precisamente la Declaración de Paris sobre Eficacia de la Ayuda (2005) ahonda en este sentido. Así, en base a los cinco principios que dan consistencia a la Declaración (apropiación, armonización, alineación, gestión por resultados, mutual responsabilidad)38 se establecen una serie de metas e indicadores, únicamente relativos a los estados, que refuerzan el papel de éstos (tanto donante como receptor) a la hora de definir las políticas y las iniciativas de cooperación. De esta manera, se genera un refuerzo de la cooperación interestatal, sin mención alguna a las sociedades civiles organizadas como actores, ni como sujetos necesarios para establecer y definir las prioridades de la cooperación. A su vez, se invisibiliza el conjunto de la cooperación descentralizada, sobre la que no se hace mención alguna, y que, por tanto, desaparece del mainstreaming de la Agenda. Bien es cierto que esta situación se pretendió atajar en el Segundo Foro de Alto Nivel de Accra (2008),39 cuya Agenda de Acción sí que otorgó relevancia a la participación activa de la sociedad civil y de las instituciones públicas locales. No obstante, las metas y los indicadores cuantitativos establecidos en París no se alteraron en absoluto, con lo que Accra no deja de ser una declaración de intenciones, que no ha conseguido revertir el concepto de eficacia emanado de París. 38. I Foro de Alto Nivel. Declaración de Paris sobre eficacia de la ayuda al desarrollo. Paris, 2005. 39. III Foro de Alto Nivel sobre Eficacia de la Ayuda. Programa de Acción de ACCRA. Accra, 2008.


En definitiva, analizando en conjunto las tres tendencias, autónomas pero complementarias, que confieren identidad a esta nueva etapa de capitalismo inclusivo, podemos afirmar que la actual Agenda camina hacia la corporativización de la cooperación para el desarrollo, alcanzando empresas transnacionales un papel prioritario como agentes decisores junto a los estados. Además, esta realidad dirige la agenda hacia ámbitos poco conflictivos (crecimiento económico y necesidades sociales básicas), limitando a su vez la capacidad de incidencia y decisión de la sociedad civil organizada. Se trata, por tanto, de una coyuntura en la que, si las tendencias se confirman, parece muy poco probable que puedan converger los caminos de los MMSS y de la CD. No obstante, no nos podemos engañar: las perspectivas no son halagüeñas, pero el pasado y el presente de la CD tampoco han sido sencillos a la hora de cultivar la relación con los MMSS. Por lo tanto, en esta transición de fases desde el desarrollo humano al capitalismo inclusivo, no nos podemos conformar con la miope estrategia de impedir esta regresión como única meta. Al contrario, debemos denunciar los posibles impactos de la misma, a la vez que identificamos cuáles son las causas estructurales que, independientemente del momento histórico, han impedido una relación natural entre CD y MMSS. En este sentido, por tanto, no se trata únicamente de detectar razones coyunturales, sino de poner en cuestión la propia identidad de la cooperación desde su consolidación como política pública.40 Así, como ya hemos señalado -y sin descartar otras justificaciones-, partimos de la premisa de que la CD ha generado históricamente un rechazo implícito a los MMSS, debido a los parámetros y las dinámicas que históricamente la han definido. De esta manera, planteamos la hipótesis de que pudiera ser precisamente la vinculación directa del concepto cooperación con el concepto desarrollo la que genere este rechazo implícito. De esta manera, la pretensión de desarrollo que define a la coope40. Siempre, como decimos, desde la multiplicidad de causas, y desde la premisa, que se habrá de confirmar, del rechazo implícito de la CD como una de sus causas prioritarias.

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Enfrentar la agenda actual de la cooperación desde parámetros alternativos

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ración internacional -sea un desarrollo más o menos humano, con mayor o menor importancia del crecimiento- no encaja con las lógicas habituales de los MMSS. Algunos de éstos también hacen un tipo determinado de desarrollo -véase el ejemplo del Movimento Sem Terra (MST), de los zapatistas, del feminismo-, pero su idiosincrasia se basa fundamentalmente en la generación de ciudadanía crítica, en la denuncia, en la construcción de alternativas, en la propuesta de nuevos imaginarios, cuestiones que difícilmente casan con una lógica del desarrollo -repetimos, sea ésta más o menos emancipadora-. Así, y sin entrar a valorar en profundidad la meta de enfrentar con 100.000 millones de USD anuales el desdesarrollo provocado por la modernidad capitalista -que bien pudiera ser considerada como una pretensión de matar elefantes con una canica-, planteamos que el enfoque de desarrollo genera una dinámica en la concreción de los instrumentos, las herramientas, los contenidos y, en definitiva, los agentes prioritarios que, sin tener que excluirlos explícitamente,41 dificultan absolutamente la participación activa de los MMSS en la cooperación. Analicemos por tanto esta lógica instrumentos-herramientas-contenidos-agentes derivada del enfoque de hacer desarrollo. En primer lugar, una cooperación para el desarrollo priorizará aquéllos instrumentos que sean coherentes con esa pretensión -hacer desarrollo-, limitando al máximo aquéllos que se salgan de esa lógica. De ahí se deriva la escasa relevancia de la educación para el desarrollo -ámbito quizá menos lejano a la lógica de los MMSS, y que, en teoría, pretende generar ciudadanía crítica-, que, además, sólo se permite en Europa, casi nunca en los países empobrecidos. Por lo tanto, se fomentan sobre todo las iniciativas de desarrollo -sean estos proyectos, programas, programas presupuestarios o estrategias-, que se centran en la realización de actividades para obtener resultados tangibles y concretos, en un periodo corto de tiempo -enfoque de proyecto-. Bien es cierto que enfoques más avanzados de la cooperación, como los que representa la Teoría del Desarrollo de Capacidades,42 amplían los contenidos de la cooperación a 41. Cuestión que también puede ocurrir y ocurre, cuando las temáticas y los enfoques de las iniciativas se contraponen a los objetivos y prioridades de la CD. 42. En Dubois, Alfonso. Capítulo “Marco Teórico para el análisis del bienestar y el Desarrollo Humano Local, diferentes enfoques sobre la teoría del Desarrollo de capacidades”. En Dubois, Alfonso, Guridi, Luis y López, María, “Desarrollo Humano Local: de la teoría a la práctica”. Instituto HEGOA 2011.


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ámbitos más cualitativos y de largo recorrido, pero no representan un peso importante en la CD, y, además, dichos ámbitos se vinculan siempre a objetivos específicos de desarrollo. Por lo tanto, este marco de instrumentos prioritarios se aleja de la idiosincrasia de los MMSS. Por su parte, y en segundo lugar, este tipo de instrumentos lleva aparejado un tipo determinado de herramientas. Así, para el ciclo de vida de una iniciativa de desarrollo (planificación-formulación-ejecución-seguimiento-evaluación), se definen herramientas como por ejemplo el Marco Lógico en el caso de las dos primeras etapas (objetivos-resultados-indicadores-actividades-recursos-hipótesis), o sistemas de evaluación (clásicamente centrados en los principios de pertinencia, eficacia, eficiencia, impacto y viabilidad), que responden a la lógica de generar y de valorar logros tangibles en el corto plazo, obviando así la idiosincrasia de los MMSS. Éstos, en muchos casos, plantean planificaciones estratégicas, contenidos e iniciativas que escapan de la lógica del desarrollo, así como de la evaluación vía eficacia y eficiencia e impacto, al menos como suelen ser comúnmente interpretados dichos criterios. ¿Acaso es posible planificar y formular con antelación las actividades derivadas de las consecuencias -jurídicas, políticas, legales- de, por ejemplo, las movilizaciones? ¿Sería sencillo definir los indicadores de objetivo de la creación de una escuela de formación política feminista? ¿Cómo encajarían procesos vinculados al cambio organizacional y a la cultura organizativa de los movimientos? ¿Cómo medir el impacto en el corto plazo de un proceso internacional contra los transgénicos, de la realización de determinados análisis de coyuntura, o de las articulaciones regionales e internacionales de los movimientos sociales? Por tanto, y en tercer lugar, la pretensión de desarrollo de la CD, y su coherente apuesta por un tipo determinado de instrumentos y herramientas, conducen a que los contenidos sobre lo que puede ser considerado cooperación o no, sobre lo que la cooperación puede financiar o no, dificulte la participación de los MMSS. Así, por un lado, como ya hemos dicho, cierra los espacios de generación de ciudadanía crítica, ya que sólo se permiten, aunque de manera muy limitada, en el llamado Norte; por otro lado, se prioriza el hacer y el ver (equipos, materiales, terrenos, personal, formación, funcionamiento) que el fortalecer capacidades y sujetos, quizá más acorde con la realidad de MMSS. Por supuesto,

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ámbitos como la incidencia política, planificación y organización interna, la cultura organizativa, el análisis de la realidad, la formación política, la articulación, la movilización social, etc., tienen un difícil encaje en la Agenda de Cooperación actual. De esta manera, llegamos a la conclusión que el enfoque de desarrollo en el que se basa la CD deriva en una lógica de instrumentos, herramientas y contenidos que prioriza el qué sobre el quién. Y en la selección de ese quién subsidiario, prefiere y elige a las entidades cuya identidad se centre en hacer desarrollo, en establecer proyectos con metas tangibles y concretas, en ser eficaces y eficientes en el desarrollo de actividades específicas, en no salirse de los estrechos límites de los contenidos de la CD vigente. Puede que empresas, que instituciones, que algunas ONGD cumplan estos requisitos, pero seguramente no los MMSS. Por lo tanto, y después del análisis de esta lógica de la cooperación actual, no podemos centrarnos únicamente en evitar la consolidación del capitalismo inclusivo. Se trata de revisar por completo la identidad de la cooperación, y ensayar nuevos escenarios en los que transitemos de un enfoque de desarrollo -el cual no negamos que, bajo ciertas condiciones, también puede ser emancipador- a un enfoque de generación de ciudadanía crítica organizada. En este sentido, y si queremos realmente replantear la relación entre CD y MMSS, al ser estos sujetos estratégicos de emancipación, deberíamos empezar a plantearnos las respuestas a las siguientes preguntas: ¿Es posible una cooperación no vinculada a la pretensión del desarrollo? ¿Son factibles instrumentos y herramientas que fortalezcan sujetos -entre ellos los MMSS-, que prioricen el quién y no sólo el qué? ¿Se puede plantear una cooperación a largo plazo que amplíe sus contenidos hacia las lógicas habituales de los movimientos sociales emancipatorios? Creemos que sí, y en la construcción de una nueva agenda alternativa estamos comprometidos y comprometidas. Gonzalo Fernández es coordinador del Instituto HEGOA de Desarrollo y Cooperación Internacional de la Universidad Pública Vasca (UPV/EHU); vinculado a la cooperación internacional desde hace más de una década en los ámbitos institucional y de ONGD; militante de diversos movimientos sociales y políticos en Euskal Herria y de ámbito internacional. Ensayo preparado para esta publicación.



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SOÑAR Y CONSTRUIR COLECTIVAMENTE UN PAÍS NUEVO Andrés Cabanas

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El autoritarismo renovado, la legitimación ideológico-cultural de la violencia (que incluye jerarquía, ordeno-mando-obedezco, mano dura), el recorte de libertades y derechos (“la mutilación de la democracia”, Edgardo Lander) nos exigen nuevos pensamientos y prácticas políticas, que al mismo tiempo reivindiquen nuestras memorias e historias de resistencia. El ejercicio del poder (la maximización del despojo y la desposesión) se vuelve sofisticado: los intereses se fragmentan en lo inmediato (control de los ámbitos de acumulación) y coinciden en lo estratégico (las modalidades de acumulación); los actores son múltiples: oligarquía, ejército, nuevos ricos, seguridad privada, sicarios, operadores, economía criminal, transnacionales, translatinas, medios de comunicación. Todo ello hace necesarias luchas, estrategias y pensamientos cada vez más complejos.

Reconfiguración militar y autoritaria

No son buenos tiempos para la democracia. Sin más, no son tiempos de democracia. Los Acuerdos de Paz pasan a la historia, no importa que el mismo que los firmó sea el encargado de enterrarlos formalmente. Se abandona la idea de pacto fiscal por las actualizaciones ambiguas y los aportes empresariales voluntarios, olvidando el carácter estratégico de las propuestas fiscales contenidas en los Acuerdos de Paz, que perseguían el incremento de la recaudación tributaria, al tiempo que diseñaban un Estado Rector, fuerte, en el marco de un modelo económico redistribuidor. Se remilitariza la sociedad, con el Ejército abocado de nuevo a la seguridad interna, específicamente un sector del mismo especializado en acciones de inteligencia, desestabilización, infiltración de movimientos y control social. El refortalecimiento militar va más allá de la presencia física en los territorios (excesiva). Al retomar el control de instituciones estatales, el ejército se convierte en reproductor de mensajes, símbolos, ideología. Y adquiere un grado creciente de participación en la toma de decisiones y la definición de políticas.


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En medio de esta vorágine autoritaria, nos olvidamos que la desmilitarización, propuesta en los Acuerdos de Paz, implicaba no sólo una reducción material de efectivos, sino una transformación ideológica, política y cultural: el consenso, las negociaciones, los acuerdos, el poder colectivo civil, sobre las imposiciones y los autoritarismos, hoy de nuevo determinantes. De órdenes nos nutrimos y órdenes esperamos: se gobierna, el gobierno de Pérez Molina y el Partido Patriota gobiernan, con arenga y por decreto, con secretividad y sin tener en cuenta normas, procedimientos, leyes. El neo militarismo, el autoritarismo político, ideológico y simbólico (el símbolo más contundente, un ex general acusado de genocidio en la presidencia del gobierno) son exigencias del sistema de despojo, garantía de reproducción-acumulación, en un marco económico que refuerza el sistema primario agroexportador dependiente, depredador, orientado a la exportación en detrimento de las necesidades de consumo básico. Por todo lo anterior, podemos preguntarnos si estamos ante un simple cambio de gobierno, o ante el fin de una etapa donde los referentes (más teóricos que prácticos) fueron los Acuerdos de Paz y la Constitución de 1985. Entramos a un nuevo ciclo político, marcadamente autoritario, concentrador, excluyente y violento, que en un escenario probable quedará formalizado con la firma de una nueva carta constitucional, en la línea del constitucionalismo autoritario (Gerardo Pisanello) y bajo la premisa de una nueva concentración de poder (presidencialismo). En definitiva asistimos a la transición autoritaria: de democracias formales o de baja intensidad a dictaduras constitucionalistas (como se denomina en Honduras el nuevo orden pos golpista), estados militares (El Salvador), democracias o gobiernos cívico militares (Álvaro Arzú en Guatemala), bajo la lógica de la concentración de la toma de decisiones y la agudización de las diferencias sociales. Retomando a Boaventura de Sousa, un sistema que mantiene formas democráticas (partidario-electoral) pero es excluyente en lo social y económico. En este nuevo ciclo se actualiza el pacto histórico oligarquíaejército, adecuándolo a esta fase de acumulación y al contexto político, tanto regional como local, donde es clave la presencia de la economía criminal y de los planteamientos ultraconservadores de gobiernos y empresas extranjeras, especialmente centroamericanas, colombianas, europeas y norteamericanas,

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con posturas abiertamente pro golpistas (Honduras) y nada disimuladamente antidemocráticas.

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Mentalidad plana frente a pensamientos complejos

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En este tiempo de militarismo reconfigurado y autoritarismo renovado, predominan las ideas planas, las consignas, las construcciones abstractas y binarias (es bueno para todos los guatemaltecos, queremos el desarrollo, ahora sí, la sociedad lo demanda). A esta mansedumbre conceptual no son ajenas las luchas y los movimientos sociales. Mientras el nuevo proyecto para la vieja dominación se estabiliza, los movimientos sociales somos conscientes de que nos quedamos sin preguntas cuando teníamos todas las respuestas. Sin respuestas para las preguntas que después nos hicimos. Y cuando logramos adecuar las interrogantes a las razones no hallamos las palabras precisas para expresarnos: viejos conceptos quedan en desuso para la dimensión actual de los problemas y las soluciones. Certezas históricas, que al tiempo fueron lastre pasado, se quedan en los caminos. Por ejemplo: el sistema capitalista tiende a derrumbarse por sí mismo; el desarrollo parte del crecimiento continuo y el reparto justo del esfuerzo productivo; el Gobierno es el Estado y el Estado es el Poder; por tanto, Gobierno es igual a Poder; la vanguardia es el partido, el partido representa la clase y la clase es el pueblo; por consiguiente vanguardia es igual a pueblo; la transformación-emancipación-revolución es un momento preciso (la toma del poder, cuando entendemos que el poder es el Estado); lo económico determina lo subjetivo y lo ideológico. Certezas con mayúsculas: las luchas centrales (las económicas, la toma del gobierno) y las que pueden esperar o se van a resolver por sí solas (la violencia contra las mujeres, el racis-


No existe una opresión prioritaria, privilegiada, central (como analiza la teoría revolucionaria clásica hasta los ochenta, que pervive en organizaciones y prácticas) sino un sistema de opresiones articulado y entrelazado, que se manifiesta de forma simultánea sobre territorios, cuerpos, personas, comunidades, colectividades. La multidimensionalidad de los sistemas de opresión deriva en estrategias múltiples de resistencia. En este marco multidimensional de luchas, los sujetos centrales, referenciales, devienen en sujetos colectivos y plurales para la transformación. Por tanto, debemos construir “unidad sin unicidad y buscar la diversidad sin caer en la dispersión” (Isabel Rauber). Las diferencias no dividen a los movimientos. Por el contrario, acumulan, fortalecen, dinamizan procesos sociales. El ejercicio de conocer, asumir, debatir y crecer a partir de las contradicciones es imprescindible para la transformación social.

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mo). CERTEZAS: el papá Estado, el papá partido, comandancia general ordene, EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS. TAMBIÉN CON MAYÚSCULAS: los actores únicos y los dirigentes permanentes, investidos por la legitimidad que dan las razones históricas. Hoy, debemos creer y decirnos que, en términos de identidad emancipadora-revolucionaria, no todo lo anterior es inservible, pero no todo lo anterior es rescatable. Sin certezas definitivas, nos queda “construir en las incertidumbres”, como nos aconseja Edgar Morín a través de Raúl Zibechi. No tenemos todas las respuestas, pero podemos usar un “catálogo” (por decirlo a la vieja manera) de intuiciones. Viejos dogmas sustituidos por negaciones creativas:

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Los caminos de la articulación social

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La incertidumbre más cierta o la certeza medianamente insegura tiene que ver en este contexto con la articulación como estrategia privilegiada. Isabel Rauber habla de vocación articuladora: un pensamiento político y una práctica permanente: “Pensar los caminos de la transformación social desde (y con) la articulación es una forma de entender la realidad y, a la vez, un método para intervenir en ella, para construir en todos los terrenos. Reviste relevancia estratégica dada la necesidad de recomposición –vía articulación- del tejido social hoy virtualmente desaparecido tras su profunda atomización”. En el fondo, se trata de reivindicar principios tan sencillos que extraña que hayamos invisibilizado y marginado. U olvidado. Olvidamos el reconocimiento de las y los otras-os como actores estratégicos y aliados en procesos de transformación. El reconocimiento de las distintas-diferentes miradas y visiones: no dialogamos sólo entre quienes pensamos lo mismo y para confirmar nuestras visiones, sino para confrontarlas, enriquecerlas, complementarlas. Olvidamos que la articulación no es homogeneización, ni la suma de los actores, sino la síntesis de lo diferente. Frente a una visión de articulación como inclusión, apoyo a Mi Proyecto, Mi Instrumento, sumatoria cuantitativa de fuerzas (uno más uno igual a dos), el diálogo y la articulación implican lo anterior y van más allá: redefinición de las propias miradas y conceptos, conformación de un sujeto plural cualitativamente diferente Olvidamos que mujeres, pueblos indígenas, líderes y organizaciones comunitarias, comunidades como sociedad en movimiento más que como movimiento social (Zibechi) son actores clave en este tiempo, y por tanto protagonistas de los nuevos procesos. Olvidamos (de tanto que hemos caminado en la dirección contraria), que solamente con la participación activa y las ideas de todas y todos podemos construir un mundo nuevo. No sectorializados, no tematizados, no aislados. No solos sino con todos los brazos, todas las cabezas, todos los pensamientos, todas las miradas, todos los sueños, en un ejercicio de creatividad, pasión, reflexión, acción y complicidades plurales y transgresoras.


Olvidamos la esperanza: el gobierno Patriota, el neoliberalismo y la remilitarización no son el fin de la historia.

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Andrés Cabanas Díaz es periodista y escritor, convencido de que otra Guatemala y otro mundo son posibles. Textos y ensayos del autor disponibles en www.memorialguatemala.blogspot.com

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PUNTO DE LLEGADA DISPUTAR Y CONSTRUIR OTRO PODER



TODO ESTO TENEMOS QUE HACER (AUNQUE NO HEMOS DEFINIDO CÓMO Y CUANDO) Reflexión colectiva

Comprender las opresiones de manera vinculante y articulada

Todas las luchas son importantes y todas hay que hacerlas en el mismo momento, no hay luchas postergables. Si postergamos luchas limitamos los procesos. No hay una sola centralidad de luchas sino centralidades complementarias.

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Concebir luchas anti sistémicas integrales

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A partir de la compresión del sistema de opresión como articulado, debemos concebir luchas anti sistémicas también vinculadas y articuladas, que sean capaces de conectar los distintos ámbitos de la opresión.

Reconocer las diferencias

Reconocemos diferentes miradas: macro, institucional, económica, estructural, política, simbólica (fundamental y olvidada), personal, íntima, subjetiva, desde el sexo, desde el cuerpo, desde la cosmovisión, desde el feminismo…Reconocemos asimismo las diferentes dimensiones de la lucha que estas miradas generan, fundamentalmente la lucha educativa-ideológica-cultural. Reconocemos las diferencias como fuente de diálogo y, eventualmente, fuente de tensiones y contradicciones. No creemos en una armonía basada en la homogeneidad y la negación de las diferencias, como ocurrió durante muchos años con los paradigmas dominantes de la izquierda. Partimos de diferentes visiones, miradas y posicionamientos, y no hay que ver esto como una oposición sino como un complemento y enriquecimiento. Por ejemplo, ver como un complemento la centralidad de la mirada desde el cuerpo de las mujeres en el proyecto feminista, o la centralidad de la Madre Naturaleza en la cosmovisión y el proyecto político de los pueblos indígenas.


Las diferentes miradas no desunen ni dispersan, sino que enriquecen y complementan.

Profundizar en los debates, en el ámbito territorial y regional

Tenemos la necesidad de interactuar, de vincularnos como sujetos desde las especificidades que cada una y cada uno impulsamos, en este proceso de transformación. Podemos hacer encuentros nacionales y regionales para fortalecer nuestras capacidades.

Existe consenso en la necesidad de la ideologización de nuestras prácticas y proyectos políticos, para salir de las visiones tecnificadas y sectorizadas. Tenemos que definir la naturaleza política y la identidad del proyecto, partiendo de la caracterización de las opresiones como un sistema estructurado e integral, no jerárquico (no hay opresiones más importantes que las otras, todas atraviesan las identidades, los cuerpos, los territorios, la vida pública y cotidiana de cada persona).

Nombrar de nuevo las problemáticas

La ideologización y politización nos llevan a la necesidad y a tener la capacidad de nombrar las problemáticas en toda su complejidad, y a la apertura para renombrar a partir de nuevas categorías, porque las actuales responden a lógicas androcéntricas y patriarcales.

Definir quiénes somos los sujetos para la transformación y la emancipación

Un debate no concluido es la naturaleza del sujeto o los sujetos transformadores, a partir del reconocimiento de los distintos actores que se oponen a la opresión. El reconocimiento parte de considerar a los otros actores sin prejuicio, y reconocer su capacidad de generar un proyecto político anti sistémico.

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Ideologizar nuestras luchas

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Las comunidades, los movimientos de pueblos indígenas y mujeres generamos pensamiento político. Sin embargo, se toman decisiones frecuentemente en los espacios de ONG y organizaciones. Esto lleva a la necesidad de redefinir los espacios de acción y de interrelación de comunidades-movimientos-ONG-pueblos.

Perseguir la coherencia de las luchas

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Es necesario revisar prácticas de lucha pero también las prácticas y las incoherencias organizacionales, éticas, personales. No quedarnos en silencio o volvernos cómplices de estas incoherencias, especialmente de los casos de violencia contra las mujeres (violación, discriminación, maltrato, abuso sexual) en las comunidades y en las organizaciones.

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Concretar alianzas en la acción y el trabajo conjunto

Por ejemplo, a partir del seguimiento y el acompañamiento a las consultas comunitarias por parte de todas las organizaciones y sujetos. Una alianza puede venir a partir del trabajo sobre el enfoque del Buen Vivir y la Refundación del Estado como objetivos comunes.

Solidarizarnos, acuerpar y acompañar luchas

Dejar de concebir la violencia contra las mujeres, la prostitución, la tierra, la identidad… como temas, como demandas específicas, como luchas de sectores, para concebirlos como apuestas y proyectos políticos estratégicos, luchas de todas y todos.

“Firmar” pactos políticos entre equivalentes

El reconocimiento de las diferencias, de luchas y actorías múltiples y a la vez comunes, implica concebir nuevos pactos políticos: entre proyectos, actores, movimientos, que no estén fundamentados en organizaciones ni en demandas específicas, sino pactos por la vida entre seres humanos.


Construir una propuesta y un sujeto colectivo

A partir de las diferentes visiones, pasando de la retórica a la práctica. En algún momento, para crecer y concretar nuestra postura, tenemos que estar dispuestos a sacrificar una parte de lo que estamos proponiendo para esa nueva lucha.

Planteamos fortalecer lo que nos une: las capacidades políticas, las solidaridades, la capacidad de indignarnos, de sublevarnos, rebelarnos, no quedarnos en silencio, calladas, derrotadas, indiferentes, solas. La capacidad de encabronarnos, de no transigir, de no resignarnos ante la violencia contra las mujeres dentro de las organizaciones, el despojo de los territorios, el holocausto, el genocidio, el feminicidio, ante los intentos de violación y destrucción de nuestros cuerpos, nuestro territorio, nuestra dignidad, nuestra mentalidad colectiva y nuestra vida. La capacidad de alegrarnos y participar juntos y de manera entusiasta en la construcción de una nueva civilización.

Discutir qué significa, qué entendemos y qué hacemos cuando trabajamos equidad de género

Uno de los debates estratégicos pendientes es alrededor del denominado Enfoque de Género. Género es una categoría de análisis, que visibiliza y cuestiona las relaciones de poder, de opresión y de dominio que se dan entre hombres y mujeres. El sistema opresor se ha encargado de despolitizar este análisis, reduciéndolo a que haya hombres y mujeres en las actividades, que los hombres y mujeres sean por igual beneficiarios de algunos proyectos. Es importante discutir qué hacemos cuando hablamos de equidad de género, para ver si estamos hablando de lo mismo o no.

Socializar los debates y compartir información

Es muy importante conocer qué están haciendo y pensando los otros, aunque no sean documentos acabados.

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Fortalecer y desarrollar lo que nos une

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Preguntarnos, repreguntarnos, volvernos a preguntar. Cuestionarnos siempre

¿Cómo nos identificamos? ¿Cuál es nuestra identidad política? ¿Vamos a reformar o a revolucionar, como movimiento, movimientos, ONG, pueblos, comunidades? ¿Qué instrumento vamos a utilizar?

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¿Actuamos dentro o fuera del Sistema? (no sólo del Estado) ¿Nos metemos al juego electoral desde una postura al margen, para debilitar, o nos posicionamos desde el proyecto electoral y lo usamos en nuestro beneficio?

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¿Qué tanto nos vemos fuera del sistema, de lo normativo, qué tanto nos cuestionamos la relación con la mamá, las mujeres, la heterosexualidad y maternidad obligatoria, las diferencias como desigualdades? ¿Estamos aportando desde nuestras lógicas hacia lo estratégico o estamos refuncionalizando el sistema? ¿Estamos construyendo sujetos/sujetas en los procesos de formación política? ¿Estamos en condición de crear un pensamiento estratégico donde se aborden los problemas y los marcos estructurales? Esto sólo se hace si tenemos la posibilidad de generar y profundizar estos pensamientos. Tenemos que apostar a la nueva formación, crear cuadros con ideología estable. Tenemos que crear una estrategia que incorpore la coyuntura electoral, para que los movimientos sociales no sean cooptados. Para eso necesitamos lógicas de largo plazo. ¿Cómo conceptualizamos lo comunitario? Sería bueno preguntar a las comunidades, porque a veces somos nosotros los que decidimos. ¿Cómo construimos una relación horizontal? Las comunidades son los dirigentes, quienes están en los territorios, debemos escucharles. ¿Cuál es nuestro proceso de articulación, de arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba?


¿Será que las ONG están dispuestas a asumir un nuevo proyecto transformador, o están cómodas y no quieren perder su financiamiento y su empleo? ¿Cómo vamos a transformar ese sistema, cómo se va a lograr el cambio de mentalidad y el cambio de estructuras? Tal y como estamos trabajando ahora no lo vamos a lograr, con la sectorialización de la lucha política. Quizás es uno de los grandes desafíos de este espacio: cómo tener una misma lucha, un proyecto político al cual apostar de forma más integrada y completa.

¿Por qué no participan las mujeres? Por el miedo, por el temor, porque no se da la oportunidad desde las organizaciones. Hemos conocido organizaciones grandes, con buenas propuestas pero ¿dónde está la voz de las mujeres? ¿Para los hombres son claves las reivindicaciones de las mujeres o las consideran demandas específicas? Tenemos que preguntarnos cómo hacer proyecto político alternativo desde la pluralidad de pensamiento. Es el tiempo de construir algo nuevo donde la emancipación desde la propuesta feminista, desde las reivindicaciones de los pueblos indígenas, tiene que ser integral. ¿Podemos generar un proyecto político alternativo si cada uno nos centramos lo nuestro, teniendo en cuenta que las opresiones del sistema nos afectan a todas y todos? ¿Qué pasa con las lesbianas en las comunidades? (son agredidas, rechazadas, hay violencia correctiva). ¿Qué hacer ante la misoginia y la lesbofobia? ¿Vamos a agarrar esto como bandera de lucha o van a seguir siendo reivindicaciones de las feministas? ¿Qué dificulta la construcción de un proyecto? Las identidades fragmentadas que nos sectorizan. Es necesaria una corriente de pensamiento que analice no sólo desde una lógica, sino analizar un proyecto cruzado por el capitalismo, el patriarcado, el racismo...

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¿Para qué y bajo qué lógica se logran recursos de la cooperación? Los marcos lógicos llevan años hablando de la lucha por el territorio y no pasa nada.

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El acercamiento a los problemas de la gente: reto para los movimientos

Los movimientos sociales estamos alejados de la gente, estamos donde están los conflictos, pero no donde están los problemas cotidianos. Dentro de los actores de poder habría que ver la gente trabajadora, la gente no organizada que está metida en el túnel de la sobrevivencia.

Tomar la política en nuestras manos

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Tenemos que creer vehementemente en la fuerza política de los movimientos sociales, y esto implica discutir temas como lo público, el poder, cómo el poder ejerce fuerza, nuestra visión sobre los partidos políticos.

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Tenemos que juntar en la reflexión lo cotidiano con lo de largo plazo, lo individual con lo colectivo, porque así daremos más fuerza a la naturaleza del movimiento; lo publico, la política, el poder, la ética, cuales son los principios fundamentales de nuestra relación, las estrategias de acción donde no debemos descuidar las relaciones y la comunicación, la organicidad de la fuerza política y del movimiento. El movimiento social debe tomar la política en sus manos. Necesitamos una corriente política que administre el poder. Esta corriente política tiene que tener una claridad enorme: debe tener bien claro qué pretende, poner en cuestión los fundamentos de tipo cultural, plantear justicia económica, justicia política, justicia cultural. Eso requiere sentarse a pensar, tener una propuesta, no un libro, sino una propuesta clara, que debe terminar en un pliego mediático de peticiones. La fuerza de Guatemala es enorme, llena de riqueza, llena de posibilidades, pero el problema es que no hay voces continuas, sino discontinuas.

Construir un movimiento que disputa poder

Necesitamos situarnos en la idea de un movimiento que disputa poder: estamos construyendo un movimiento, sí o no, o cada uno seguimos en nuestro pedacito, y solo nos juntamos para ver si este pedacito me enriquece.


Tenemos que afinar la lucha política: definir si estamos o no en la disputa política y de poder, y cómo se disputa, en qué niveles, quiénes disputamos. Si la respuesta es que Sí estamos disputando poder, tenemos que construir herramientas para hacer ese movimiento.

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Conclusiones de las reuniones: Encuentro de representantes sociales, realizada los días 22 y 23 de febrero de 2011 en Chimaltenango, con participación de movimiento feminista y movimiento indígena y campesino, Diálogo y plática de paradigmas para la transformación social (Ciudad de Guatemala, mayo 2011) y espacios de diálogo de movimiento maya y movimiento feminista, en el marco de la Estrategia Vasca de Cooperación con Guatemala, apoyada por Instituto Hegoa-Universidad de País Vasco.

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