Mensaje Dominical
Abril 6/ 2014
Una relación íntima y personal con el creador, encuentra espacio no sólo para la oración, donde hablar, dialogar, no siempre mantendrá este espacio sin variantes o alteraciones. Las oraciones que se levantan cuando el dolor, angustia, zozobra han cobrado presencia de forma intensa, no pueden presentarse sin que el clamor al Señor aparezca intensamente. Un clamor desgarrador que expresa a flor de piel sus vivencias complejas, difíciles, incomprensibles, que al ser declaradas se entremezclan con las expectativas o demandas que un hijo en su angustia está dispuesto a realizarle a su padre. Este clamor encuentra respuesta en la acción contundente del Señor, siempre listo a dejarse sentir en medio de las necesidades de su pueblo. Esperar con paciencia será una sabia decisión, valiente, a quienes enfrentando momentos difíciles en su familia no decaen, no se desaniman, sino que siguen clamando con intensidad mientras esperan. La paciencia que se mostró en este tiempo será ampliamente recompensada y honrada por el Eterno, al escucharle y responderle de forma contundente.
Considere las siguientes preguntas, reflexione en ellas y responda con honestidad.
Si la oración es el lenguaje de intimidad con Dios que permite transparentar nuestras emociones, ¿en los momentos adversos, lo estás haciendo o te reprimes? La oración tienen demandas, una de las principales es ser escuchado por Dios. ¿Te has atrevido a pedir acciones concretas o el temor de irrespetar al Señor te ha detenido? Mientras el Señor se dispone a responder, con frecuencia se produce un tiempo de espera; ¿Lo has podido manejar o has terminado por angustiarte? La espera paciente recibe resultados, mostrando que en ese lapso Dios está tratando con quien espera. ¿En tu caso puedes decir que el Señor lo ha hecho? ¿En qué áreas? El salmista David dice que la respuesta de Dios es visible, pública; ¿Recuerdas alguna experiencia donde eso aconteció? ¿Cuáles fueron los resultados? La espera paciente aprende a clamar mientras recibe la respuesta; ¿Por qué debes seguir clamando hasta que venga la respuesta?
Aprende a esperar, sigue clamando.
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espera con paciencia
Pst. Parrish Jácome Hernández
Texto: Salmos 40: 1 El Gran Panorama La paciencia como virtud no llega sola, su presencia es fruto de un cúmulo de experiencias donde la adversidad, complejidad, dolor, fueron sus principales instrumentos de aprendizaje. Un camino largo que se fue abriendo de forma accidental, donde la búsqueda de respuestas no siempre llegó cuando se esperaba, generando emociones diversas, complejas de procesar. El tiempo de espera siempre será desafiante, encausar ese espacio para preservar el corazón y la mente es fundamental. La espera debe ser asumido como un espacio para el crecimiento, desarrollo, trabajando con responsabilidad en las áreas donde se ha detectado debilidad, flaquezas que deben ser fortalecidas. La oración juega un papel determinante, clave para hacer de esta espera un tiempo de edificación, donde las luchas internas provocadas por los temores, las dudas, los hábitos del pasado, sean transparentados con firmeza y honestidad. Un encuentro intencional con el creador que siga permitiendo descubrirlo como ese padre amoroso, presto acompañar y orientar. Durante este proceso la oración tiene que intensificarse, trayendo firmeza a un corazón que espera respuestas, cambios, transformaciones de circunstancias adversas. Allí es donde un clamor intencional y recurrente es clave para no desmayar en esa espera que se afirma en la verdad de las promesas del Señor. Clamar con intensidad mantendrá el corazón y la mente enfocada, no en el problema, la angustia, sino en las promesas de Dios. La expectativa que se provoca del accionar del creador genera un ambiente propicio, determinante para que el proceso de espera se constituya en un espacio para descubrir, asimilar y encarnar los valores de esta nueva vida en Jesucristo.
“ La paciencia siempre será fructífera, al decidir transitar por ella los resultados vendrán, llegarán para dar testimonio de un Dios que pesa los corazones.”
El Texto No es un Pretexto David encuentra en la poesía una oportunidad de expresar sus vivencias, hablarlas con libertad, transparencia, mostrando sus luchas, permite conocer esas facetas que en el ejercicio del poder no siempre se muestran. El prototipo de un gobernante está marcado por la seguridad, firmeza, aplomo, marcas características de quienes toman decisiones que influyen y trascienden el presente. Los lectores de los salmos descubren prontamente que para David ser rey fue su oficio, designio, su vocación estaba muy ligada con su ocupación desempeñada desde joven, ser pastor de ovejas. El protocolo que cuida las palabras, evitando expresar algo que comprometa el prestigio o integridad del rey, nunca fue su preocupación, levantando con espontaneidad aquellas palabras que fluían conforme a las circunstancias. El pastor de ovejas para algunos podría ser rudo, cohibido, con poca preparación por estar siempre rodeado de animales. En el caso de David tenía otra marca que enriquecía esta vocación, era músico, poseyendo una sensibilidad que le permitía plasmar en versos aquellas realidades que lo alegraban o golpeaban con fuerza. La otra faceta de David también cobra vigencia, vinculada con su vocación relacional, donde el cuidado de las ovejas implicaba alejar el peligro que rondara cerca para causarles daño. Ser guerrero, soldado, hombre valeroso, no siempre se vincula con las artes, en este caso la vinculación es algo muy particular. David escribe los salmos inspirados en sus experiencias personales, compartiendo aquellas vivencias que como rey enfrentó. Los enemigos que se mencionan son reales, personas de carne y hueso, capaces de ejercer presión, usando la mofa, la condena, instrumentos efectivos para generar desanimo y frustración. Los salmos comparten esas vivencias, aquellas que en todo tiempo se van a enfrentar, cuando las luchas por conservar una esperanza que no encuentra apoyo en el sistema, busca seguir presente. Esconderlas en nada contribuye, expresarlas permitiendo que su dolor, angustia pueda ser acompañado, revitaliza aquella decisión de conocer al creador. Al conocer de forma diaria al creador, las razones para confiar, descansar en él cobran fuerzas, permitiendo que esos intervalos de tiempo mientras se espera su respuesta sean de utilidad y crecimiento. Un espacio donde las emociones jugarán un papel determinante al expresar las diversas gamas de sentimiento que en estos momentos se irán manifestando. "Oye mi oración, oh Jehová, y escucha mi clamor" Salmos 39: 12a. David procesa todos sus dolores en oración, presenta cada vivencia con detenimiento sin esconder absolutamente nada. La oración es su espacio de intimidad, confesión, fortaleza, donde el alma abatida encuentra la oportunidad de acercarse al creador sin los juicios o las condenas religiosas que impiden hablar con libertad. La oración busca ser oída, escuchada, atendida, no es un ejercicio que libera tensión, repitiendo palabras o expresando emociones. Quien ora desea alcanzar la atención del creador, brindándole esa orientación necesaria, esa instrucción precisa, capaz de acompañar en medio del turbulento océano de confusión o desencanto. La oración es la expresión más alta de intimidad, donde nada se esconde, ni se maquilla, mostrando que una relación con el creador fue construida. Una relación donde los temores o dudas son presentados, las inquietudes son despejadas, las emociones transparentadas, las demandas compartidas, creando un ambiente propicio para fortalecer ese caminar juntos, diario, permanente con el creador. @iglesiaisrael
"No calles ante mis lágrimas; porque forastero soy para ti, y advenedizo, como todos mis padres" Salmos 39: 12b. La oración no repite palabras, comparte la realidad que se enfrenta, aquellas vivencias incomprensibles, duras, complejas, cuando las expresiones son demandantes, al punto de emplazar al mismo creador. Estas expresiones chocan con el formato religioso, donde se limita al hombre a ciertas manifestaciones, palabras, emociones, por considerar que superarlas irrespeta al Señor. David nos muestra que el mayor irrespeto es llegar a su presencia sin honestidad, hablando lo que no se siente, vive, experimenta. En la espiritualidad de David la relación con el Eterno le abre una puerta donde hablar con claridad es posible, necesario, trayendo con el lenguaje las luchas, dolores, expectativas que se están produciendo en el interior del ser. La relación que el hombre alcanza con el creador, también le permite cultivar expectativas, no se trata sólo de lo que Dios espera, demanda, algunos creerían que allí termina todo. David se atreve a levantar otra faceta, para algunos atrevida pero necesaria considerarla, por cuanto también incorpora en esta relación, lo que sus hijos esperan. Esperar de Dios suena atrevido, interesado, irrespetuoso, al final el creador no debe explicaciones de nada a nadie. Una verdad que es irrefutable, sin embargo el testimonio de la relación del Eterno con su pueblo Israel, nos deja fuerte evidencia que su deseo es participar activamente en todas las esferas de su vida, interviniendo con alegría y amor. La espera no siempre es sencilla, demanda fe, constancia, perseverancia, al no tener un tiempo establecido para recibir respuesta. En esta espera las palabras van y vienen, se presentan con diversas expresiones, manifestaciones, pasando por los momentos de entusiasmo o pasividad, donde reafirmar la esperanza siempre será vital para no perder la expectativa del actuar amoroso del Señor. La espera con paciencia se presenta como la actitud que se debe cultivar, entendiendo que la respuesta llegará en su momento oportuno, aquel que definido por el creador, siempre será el mejor. Esta espera tiene su recompensa, al otorgar a quien la vive su respuesta, ser escuchado por el creador. Una respuesta que es contundente, manifestándose de forma absoluta en todas las esferas, aquellas que fruto de las experiencias duras han sido trastocadas. La acción que produce paz en medio de la desesperación llega, afirmando los pasos, enderezando el camino, cambiando las palabras de lamento en alegría. La clave para alcanzar esta respuesta está entrelazada en estos versos, la oración, la plegaria, no escondió el intenso dolor, zozobra, angustia, la manifestó al punto de presentarla al creador con clamor. Esa manifestación de total desamparo, capaz de gemir sin vergüenza alguna por la intervención del Señor en la circunstancia o necesidad que enfrenta. Clamar a Dios es una expresión de confianza, intimidad, donde quien manifiesta el dolor no esconde sus emociones, las manifiesta intensamente, permitiendo que el sentimiento al expresarse encuentre en la fe su razón para seguir esperando con seguridad. Este clamor no se avergüenza se asume como parte de este caminar con el Señor que siempre debe ser espontáneo. El clamor intenso busca la presencia del Señor para reafirmar la esperanza, convencido que ese tiempo de espera debe ser usado para aflorar los frutos del espíritu. La paciencia siempre será fructífera, al decidir transitar por ella los resultados vendrán, llegarán para dar testimonio de un Dios que pesa los corazones. iglesia.b.israel