Mensaje Dominical
El compromiso que asume el creador de preservar el cuidado y protección de su pueblo, es la mayor garantía cuando las adversidades y circunstancias complejas se enfrentan. La necesidad de restaurar una adecuada visión del Eterno, que se fundamente en su esencia, persona, autoridad, fortalece la confianza de un caminar donde la gracia del Señor se manifiesta. Fortalecer el sentido de identidad en el creyente es determinante para enfrentar las experiencias cotidianas donde la fe es puesta a prueba, requiriéndose la certeza que el Dios que estuvo en el pasado, continúa presente sin variación alguna. Esta convicción se alimenta de una relación espontánea, sincera con el creador, donde la preocupación por las generaciones siempre estará presente. Este accionar no decae, ni desmaya, cuando las generaciones que recibieron el impacto de la palabra se distancian, provocando una separación que inquieta. El testimonio manifiesto del Eterno es fundamental para afirmar que las bendiciones que llegaron por la obra de Jesús a una vida, no terminan con esa persona, continúan influenciando a sus generaciones, como evidencia del amor inagotable del Señor.
Considere las siguientes preguntas, reflexione en ellas y responda con honestidad.
Cuando nuestras generaciones comienzan a desviarse o apartarse del camino; ¿Cómo lidiar con esos temores? A la luz de estos textos, la garantía del actuar en nuestras generaciones viene del Señor; siendo así, ¿Cuál es la figura que Isaías nos recuerda del Eterno? La relación con el Señor se reafirma recordando sus hechos en el pasado; ¿Puedes mencionar varios de sus hechos que en tu vida fueron determinantes? A pesar de los olvidos y desobediencias del pueblo, el Señor permanece fiel; Al estar consiente de esa realidad, ¿Qué cambios deben darse en nuestras acciones? El Señor promete juntar las generaciones que por diversas circunstancias se separaron, si este es el trabajo de nuestro Dios; ¿Cuál es el nuestro? Si los propósitos del Señor siempre se cumplirán, ¿Qué actitudes requerimos cultivar para no dejarnos aplastar cuando vengan las adversidades en nuestras generaciones?
Reconoce la grandeza del Señor, descansa en sus obras
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Febrero 16/ 2014
No temas, Pst. Parrish Jácome Hernández
Texto: Isaías 43: 5 El Gran Panorama El agigantado cambio que en los últimos 40 años se han provocado, rompió con patrones o hábitos inamovibles que duraron largos periodos. La posibilidad de accesar a información que antes se disfrutaba en grupos selectos, cambió la dinámica de las relaciones, siendo una de las más afectadas, las que se producen en el hogar. Los temores que enfrentan los padres sobre el futuro de sus hijos, siempre lidian con la llegada de experiencias inesperadas, donde enfrentar circunstancias adversas desafía la confianza en el Señor. Estas vivencias desaniman, creando un ambiente de pesimismo, donde la esperanza del actuar del creador se desvanece al fijar su mirada de forma exclusiva en la realidad que se atraviesa. Los sinsabores de la vida cotidiana ganan espacio, cuando la certeza del obrar de Dios tambalea, resquebrajando la paz que llegó con Jesús, aquella que en medio del conflicto no deja de confiar. Un caminar de fe desafiante a quienes diariamente enfrentan los azotes de palabras y acciones que entristecen, al mostrar su total apatía a las manifestaciones de amor del Eterno. Los años cuando la familia disfrutaba el estar juntos, en “Descansar en esta muchos casos quedó atrás, siendo afectados por una esperanza anima, corriente funcionalista, inmediatista, donde el camino de la fe termina siendo descalificado por su propuesta reafirmando la de renuncia, entrega, sacrificio. Los valores que fueron determinantes para las generaciones pasadas, son verdad que el tradesconocidos o cuestionados por las nuevas, al considerarlos impropios y anticuados. bajo e influencia La respuesta no puede ser emotiva, requiere la del Eterno no es sabiduría de lo alto para evitar discusiones estériles, donde la confrontación de ideas termina en eso, postusólo para el preras irrenunciables de uno y otro lado. La garantía que se debe levantar y sostener es la que el mismo creador sente es también proporciona, al manifestar que su llegada, presencia, para el futuro.” es para bendecir e influenciar a esta y a todas sus generaciones venideras.
El Texto No es un Pretexto Los cambios o variaciones siempre serán motivo de preocupación, enfrentar procesos desconocidos, lugares distintos, desafíos impensados, generan una carga emocional que no siempre se la conduce con sabiduría. Estas variantes necesitan ser reafirmadas con verdades conocidas, tangibles, donde la tensión se aquiete al recordar los absolutos que nunca cambian. Isaías desarrolla una relación con el pueblo de Israel, donde acercar estas verdades es determinante para presentar las promesas del Eterno. Liberar las tensiones es fundamental para recibir con esperanza el accionar del Señor firme y contundente en el tiempo, como evidencia de su gracia y misericordia. El giro que se produce en el libro no es arbitrario, a partir del capítulo 40 la preocupación de Isaías es afianzar en el corazón del pueblo la grandeza y la majestad del Dios de Israel. Cada palabra busca interiorizar esta confianza que fue oscureciéndose en las diversas etapas de cautiverio, donde los pueblos vecinos sometieron y esclavizaron a los judíos. La visión que el pueblo tenga del creador era clave, revitalizarla permitiría que los desafíos que llegaran en adelante, no se conviertan en obstáculos imposibles de ser superados, deteniendo todo avance. Esta forma de encarar el futuro provoca una diferencia que pesará notablemente en el estado de ánimo, atreviéndose a caminar sin recelo en la dirección que el Señor esta presentando. Recobrar la identidad construida en varias generaciones establece un puente de conexión, entre los hechos portentosos del Eterno en el pasado y la acción futura en respaldo a su pueblo. Traer de regreso esta historia es incidental, determinante para levantar la confianza de un mañana con mejores resultados. La afirmación comienza con una declaración tácita, donde Isaías se transforma en el vocero del creador, presentando con fidelidad aquellas palabras que necesitan ser declaradas. Estas palabras irrumpen para establecer un marco de referencia sobre el fundamento que va a sostener todo el desarrollo futuro que el pueblo tiene por delante. Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo oh Jacob, y formador tuyo, oh Israel. Isaías 43:1 a La dinámica de estas primeras palabras entremezclan dos acciones donde la participación e influencia del Eterno están claramente identificadas. El Dios que crea y el Dios que forma actúan en procesos conjuntos, donde la promesa dada a Abraham sigue avanzando con el nacimiento de su nieto Jacob y donde la transformación que cristaliza la promesa toma forma y se concreta, al producirse el cambio de Jacob por Israel. La naturalidad de estas palabras reafirman la intervención del Eterno en cada uno de los momentos del pueblo. La decisión de tomar un pueblo para sí, manifiesta una vinculación que en los pueblos aledaños no llega a tener esta connotación. La elección no viene del hombre hacia el creador, su origen es inverso, estableciendo una incidencia que ni el tiempo, ni las circunstancias, ni las adversidades, podrá borrarlas. Una verdad que se fortalece cuando las palabras afloran, presentándolas en el momento oportuno, cuando la flaqueza o debilidad quieren ganar espacio. Esta manera tan particular de relacionarse con el pueblo, va creando un vínculo tan fuerte, capaz de sobreponerse a esos silencios y olvidos que en diversos momentos el pueblo tuvo para su Dios. No temas, palabra que sacude, conmueve, levanta, no es una simple expresión emotiva que los hombres en ciertos periodos manifiestan, en esta declaración hay una afirmación que establece nexos irrenunciables frente a los cuales nada puede hacerle frente. @iglesiaisrael
Yo te redimí, te puse nombre, mío eres tú. Esta pertenencia es clave para seguir levantando la confianza, la esperanza de un pueblo alicaído por todas las experiencias complejas que ha debido enfrentar. Israel es propiedad del creador, una marca distintiva para un caminar que a pesar de las decisiones equivocadas, debe conservar esa vinculación intacta. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te abnegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Isaías 43 : 2 La garantía del cuidado del Señor en toda circunstancia es necesario recordarla, varias generaciones pasaron hablando de las obras poderosas del Eterno, que escucharlas de forma directa por su profeta, renueva las fuerzas. De esta promesa nada queda exento, mostrando que el Dios de los cielos, actúa sobre todos los elementos de su naturaleza para proteger a su pueblo. Isaías tiene claro que una palabra debe tener fundamento, donde la vinculación se provoque en una acción imposible de ser imitada. Jehová, el Santo de Israel, es El Salvador, aquel que entregó rescate, proporcionó lo mejor para suplir las demandas existentes de liberación. Una acción que es posible por el amor entrañable que el creador tiene por su pueblo, a quien no se ha cansado de expresarle ese cuidado particular que supera toda dificultad. Este amor no encuentra límite, se manifiesta de forma espontánea en virtud del momento y la necesidad que se está enfrentado. La afirmación regresa, una inquietud que emerge en el corazón del pueblo está generando esa preocupación que no puede ser desconocida. El Dios creador y formador de su pueblo, necesita intervenir de forma directa en su reunificación, producida a causa de los cautiverios que han sufrido, donde muchos siguen en tierras lejanas. No temas, una misma palabra puede tener connotaciones distintas, cuando el espíritu y la necesidad es otra. El corazón afligido de un padre, el dolor incesante de una madre, los recuerdos intactos de un hermano, no pueden borrarse en una familia que no alcanza a disfrutar con total felicidad la gracia del Eterno, cuando hay miembros que no regresaron del exilio. Desconocer esta realidad que entristece el corazón de su pueblo, no es una característica del Dios que toma partida y actúa en favor de los suyos. Levantando de inmediato el compromiso de reunificar a esas generaciones que en los diversos cautiverios fueron llevados al Oriente o al Occidente. La palabra sigue presentando la decisión del creador de acercar a todos cuanto lejos se encuentren. La distancia, el tiempo, una nueva cultura, diferentes prácticas, no son ni serán obstáculo para traerlos de regreso a su pueblo. La identidad una vez más es señalada como elemento incuestionable para conservar ese sentido de pertenencia donde Dios y pueblo, pueblo y generaciones, se mantienen inalterables. La bendición que el Señor proporciona a su pueblo se sostiene, conectando a diferentes generaciones con esa identidad donde valores, creencias, prácticas, siguen siendo elementos determinantes para distinguir. La desvinculación que se enfrenta en diferentes momentos no anula esta relación, la conserva como una llama que necesita ser encendida para volver a prenderse con fuerza. Las generaciones que tienen estas raíces nunca serán desechadas, el creador compromete su accionar realizando su parte para que las cuerdas de amor atraigan a quienes se encuentran lejos. Descansar en esta esperanza anima, reafirmando la verdad que el trabajo e influencia del Eterno no es sólo para el presente es también para el futuro, no es sólo para el individuo es para la comunidad, no es para una generación es para todas. Iglesia Israel