Mensaje Dominical
Octubre 16/ 2016
Proclama con Valentía,
JESÚS es el CRISTO Pst. Parrish Jácome Hernández
Texto: Hechos 2:36
El Gran Panorama
Los rasgos característicos de la identidad personal son una amalgama de diversos aspectos físicos, químicos, emocionales, del medio ambiente. La influencia generada por los progenitores, círculo íntimo, ejerce una huella, impronta clara que se borra. Las investigaciones científicas han buscado responder a las interrogantes planteadas cuando la paternidad esta en tela de juicio, estableciéndose mediante el ADN la proximidad casi infalible para determinarlo, un adelantó que confirma aquellos aspectos que empíricamente se realizaban. Revista Vistazo en su edición N° 1024, comparte en su segmento gente la historia de una joven mujer a quien su identidad la marca. Dominique Salvador una retratista quiteña, cuyas obras se exponen desde Estados Unidos hasta China., presentando en sus lienzos lo que se vincula con una gran excavación arqueológica, donde los tiernos rostros de niños de diversos orígenes étnicos forman los orgullo de esta pintora ecuatoriana. Descubrió esta pasión desde pequeña, pero fue en los retratos hiperrealistas del pintor chileno Claudio Bravo (vecino de su abuelo) donde halló la inspiración que marcaría su estilo y su técnica. Los retratos de Dominique parecieran ser una foto pero en verdad son mucho más. “Cada persona es un mundo interno propio, yo lo represento con flores, cada uno tiene flores completamente distintos”. Dominique Salvador. La individualidad de cas ser humano evidencia la mano artística de un Dios creativo, proveyendo a cada hombre los aspectos que lo constituyen en una unidad en sí mismo. Es posible que ciertas características tienden a presentar una visión de género, raza, donde el ambiente colectivo pretende opacar al individual, desconociendo su esencia, raíz. La identidad de un ser es incuestionable, mostrando a lo largo de su trayectoria el carácter, personalidad, que la distingue, alejando toda duda, inseguridad de quien es en verdad.
El Texto No es un Pretexto Pedro imparte su primer mensaje a una multitud conmovida por ser testigos de una manifestación sobrenatural con el descenso, llegada del Espíritu Santo. La valentía manifiesta en un hombre que pocos días atrás niega al maestro, evidencia el impacto de esta presencia. Sus palabras se remontan a un momento histórico, profético, esperando por quienes escuchando a Joel, reciben por su intermedio el anuncio de un tiempo nuevo, singular, desafiante al incorporar a diversos grupos excluidos clásicamente por la ley y tradición, a labores determinadas para la clase sacerdotal. La conexión es vital para provocar una asociación, vinculación, cumplimiento, quienes lo escuchan necesitan estar seguros de la certeza incuestionable de estos hechos reales, manifiestos ahora ante los ojos. “Más esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán sueños.” Hechos 2:16-17 El estruendo escuchado, el viento recio soplando fuertemente, son manifestaciones de un Dios de poder que desciende a cumplir sus promesas, esperadas profundamente por un remanente que supo ver a Jesús lo que muchos no reconocieron. Estos hombres y mujeres se convierten en testigos al mundo de aquello que vieron y oyeron, recibiendo la gracia celestial autenticada en una palabra poderosa, punzante, no propia, otorgada para sacudir los cimientos de un pueblo que olvida a su Creador. El cuadro comienza a configurarse, entenderse, a quienes convocados por la fiesta de la pascua, son sorprendidos al presenciar un evento inesperado, tomando como protagonistas a hombres sencillos, identificado con el dolor, ansiedad, expectativa de los peregrinos, levantándose como enviados de Dios con un mensaje. “Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.” Hechos 2:18 La metamorfosis, transformación de vida, encuentra asidero a una promesa cumplida, capaz de proveer a los mortales la oportunidad de ser un instrumento poderoso del Creador, mediante señales, prodigios, sanidades. El pescador de grandes faenas, redes largas, se convierten lo que en su momento Jesús le declara, pescador de hombres. La razón, fundamento, comienza a cobrar espacio, centrado toda la reflexión entorno a la persona del Maestro, hijo del carpintero, denominado peyorativamente rey de los judíos, aquel que días atrás fue crucificado como un vil ladrón, sin defensa alguna.
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Dejando en la tumba imposible, resucito, fue visto por las mujeres, sus discípulos, diversos hombres en el camino a Emaús, levantándose para comisionar a los suyos, otorgándoles todo el respaldo necesario para continuar la obra, enviando al consolador, el Espíritu Santo. El sustento sigue documentándose, recurriendo a la fuente sagrada, desempolvando verdades otorgadas al gran Rey David en alusión al heredero de su trono para un Israel no terreno, establecido mediante raza, ubicuidad, linaje, sino uno universal, integrador, incluyente, donde le Cristo es centro de todo y de todos. Este Salvador esperado, presente en toda la literatura judía, alimentando la expectativa del Mesías, llego, si, se hizo visible, cumpliendo cada palabra, promesa, profecías acerca de él. Aquellos que lo reconocieron están testificando, provocando el asombro de un pueblo que teniendo las escrituras nunca supo interpretar los tiempos, aceptando sus hechos de forma irrefutable. A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Hechos 2:32 Este resucitado subió a los cielos, está a la diestra del Padre, esperando el nuevo tiempo, donde regresara para concluir con las obras infructuosas de la carne, auspiciadas por un sistema de mentira, egoísmo, donde el príncipe de las tinieblas es derrotado y echadas de su Creación para siempre. Todo lo acontecido no es sino una muestra del poder único, absoluto, total de resucitado, visible en su pueblo, guiado, orientado por el Santo Espíritu quien llega para dar testimonio de la verdad innegable de Jesús como Cristo (Salvador) Pedro declara una vez más, aquello que en su tiempo le fue revelado, siendo confirmado por la muerte de la cruz y posterior resurrección, una expresión que conmueve al mismo Jesús al bendecirlo. Los compungidos ahora son otros, una multitud que no atina a responder al ser consciente de su grave equivocación, error al despreciar, condenar, matar al Salvador. La pregunta surge de inmediato ¿qué hacemos? Existe posibilidad, oportunidad, podemos remediar lo acontecido dejando claro una conciencia golpeada, atribulada, presta a enmendar. Pedro expresa el camino único, claro, insalvable, transitable para todos, ¡Arrepiéntanse!, reconozcan su mal proceder, decisión alocada, desobediencia, insensatez, al haber dado la espalda al Mesías esperado. Esta demanda se une a la evidencia, bautícense, dejando en claro su compromiso de seguir a Jesús, al reconocerlo como el Salvador único, pleno, sin el cual nada tengo, dejando todo temor, vergüenza, asumiendo esta bendita circunstancia que coloca al hombre frente a su destino eterno, posible en aquel que es la resurrección y vida. “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.” Hechos 2:38
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Define el Enfoque Cristo se convierte en el control del mensaje apostólico, nada tiene mayor fuerza que anunciar esta verdad, hay esperanza, hay vida, hay eternidad, mediante quien fue en la cruz, murió y resucito al tercer día. Desechado por quienes buscando ideologías humanas prefieren dar exaltación a la criatura antes que al Creador, a lo finito en vez de lo infinito, a lo eterno olvidado que hay eternidad. Esta proclama no puede acallarse, debe intensificarse provocando esa confrontación que produzca una decisión, determinación sincera que conduzca al arrepentimiento, trayendo frutos reales, tangibles, dignos de la presencia de Dios en la vida.
Tu Rol en el Cuadro Considere las siguientes preguntas, reflexione en cada una de ellas y responda con honestidad. Ante la evidencia bíblica existente ¿Quién es Jesús para ti? ¿Cómo sustentas tu criterio de Jesús antes otros? ¿Encuentras similitud entre la misión de Jesús y la misión de la Iglesia? ¿Qué implicaciones produce en tu vida reconocer a Jesús como Salvador? Al recibir el mensaje de Salvación, ¿Has tenido pesar, dolor profunda tristeza? ¿A qué te ha movido? ¿Existen cambios con la llegada de Jesús a tu vida? ¿Produce el arrepentimiento en tu vida frutos reales?; ¿Puedes registrarlos? Escribe tu compromiso para proclamar a Jesús como el Cristo, dile al Señor lo que harás y cúmplelo.
Acción a Realizar
Proclama, no calles, Jesús es el Cristo
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