ÁTRIOS De La PROTOCONCIÊNCIA Hernani santana Libro: Universo y vida Ya sabemos que la energía se materializa y que la materia se desintegra en energía; que hay evidentes semejanzas entre un fotón y un grano de materia; que los granos de materia, en su movimiento, son acompañados de ondas; que tanto la energía radiante, como la materia, se constituyen de asociaciones de ondas y corpúsculos; que la evolución es irreversible; que, en todos los niveles y dimensiones, lo superior siempre se sobrepone al inferior; que la superioridad evolutiva implica mayor complejidad estructural e, por tanto, más primoreada sensibilidad; que toda materia tiene su anverso antimateria; que los diversos planos de una misma realidad se transfunden y se interactúan; que nuestro universo es apenas una isla en el infinito de los Universos de la Creación Divina; que mismo en nuestro pequeño Sistema Solar está naciendo un nuevo Sol; que los átomos no son cosas y que el mundo es mucho más "un gran pensamiento que una grade máquina"; que no hay solamente un espacio-tiempo y que existen insospechadas dimensiones más allá delas nuestras.
Podríamos, por tanto, seguir adelante, mas, antes de eso, acabemos de ver con algún resto de ilusión de los que aun acreditan en la solidez de la materia. Demos la palabra al Profesor BOUTARIC, de la Facultad de Ciencias de Dijon, para que él hable, a través de algunos trechos de su libro "Materia, Electricidad y Energía": — "La masa de un cuerpo, siendo apenas una forma de energía, solo permanece constante si el cuerpo no cambia con el exterior ninguna otra forma de energía, de modo que la ley de la conservación de la masa aparece apenas como un caso particular del principio de la conservación de la energía. (...) Ningún sólido tiene una masa absolutamente invariable; con un esfuerzo suficiente, podemos siempre provocar en el una deformación permanente, esto es, ese fuerte depósito permanece, un metal fluye a través de un agujero estrecho, tomando la forma de gotas verdaderas, como lo haría un líquido; tal operación se conoce con el nombre de extrusión. (...) No hay ninguna línea nítida de demarcación entre los diversos estados físicos de los cuerpos. (...) La era de las discusiones provocadas por la concepción discontinua de la materia parece definitivamente cerrada. (...) La materia constituiría apenas una forma particular de la energía, a menudo llamada energía de masa. (...) En las más de las veces, la materia y la energía se presentan íntimamente asociadas, siendo la materia un vehículo y hasta un reservatorio de energía. Entretanto, en la energía radiante, todo soporte material desaparece. (...) El principio de la conservación de la energia no se aplica apenas a los fenômenos físicos, mas si tambien a las relaciones químicas, y su domínio se extiende a la Biologia, pues rige todas las transformaciones que ocurren en el interior de los seres vivos." Se llama comúnmente de materia a todo lo que tiene volumen y masa, comprendiéndose en esa definición los sólidos y los fluidos. Los sólidos se caracterizan por la cohesión de sus moléculas constitutivas, siempre mayor de lo que las repulsiones eventualmente existentes entre ellas; por la disposición espacial regular de sus partículas; por su forma propia y definida; por su rigidez y elasticidad y por su pequeña compresibilidad. Eso, en términos, porque solo el cristal tiene red regular, en cuanto, en general, la estructura de los sólidos es poli cristalina, formada por cristalícelos yuxtapuestos. Y hay también los sólidos vítreos, de
estructura no-cristalina. Ya vimos que esas características de los sólidos son muy relativas y ahora acrecentaremos que el fenómeno de la cohesión, que da a la materia la consistencia rígida que ella ostenta, discurre de las fuerzas de atracción entre las moléculas, los átomos o los iones que forman un cuerpo y tiene origen electromagnética se llaman fluidos los líquidos y gases, estos últimos generalmente llamados fluidos elásticos, debido a su gran comprensibilidad. Hay, sin embargo, un tipo especial y superior de gas, el plasma, que se forma cuando todos los átomos o moléculas neutras, bajo poderosa excitación eléctrica, son transformados en pigmentos cargados de iones o electrones. Notemos ahora, para usar nuevamente palabras de BOUTARIC, que "estableciendo una lista de todas las sustancias, en orden decreciente de sus resistencias las deformaciones, pasaremos, por grados insensibles, de los cuerpos sólidos bien caracterizados a los líquidos más movibles, sin que sea posible especificar, en ningún momento, donde termina el estado sólido y donde comienza el estado líquido, esto es, el punto de separación entre los dos estados. Igualmente, si hiciéramos variar de forma conveniente la temperatura y la presión, podemos llevar una substancian, por una sucesión de estados homogéneos y por grados insensibles, de un estado en el que ella presenta propiedades atribuidas comúnmente aos gases, a otro en los que posee las de un líquido". Así, toda materia, en cualquiera de sus estados relativos, es apenas materia, esto es, apenas energía condensada, o, más simplemente, apenas energía, formada de moléculas, que se constituyen de átomos — conjuntos eléctricamente neutros, cuya carga eléctrica negativa de la nube electrónica equivale a la carga eléctrica positiva del núcleo. De esta forma llegamos al dominio puro de energía. Hasta ahora, la ciencia humana terrestre parece no tener para la energía mejor definición que esta: "la capacidad que posee un cuerpo, o un sistema, de producir trabajo". Capacidad es una noción demasiado vaga, que a rigor nada define. Es que la naturaleza intrínseca de la energía es aun ignorada por el hombre. Un día, sin embargo, el descubrirá que esa "capacidad" es la "secreción" mental por excelencia; básicamente, la emanación primaria de Dios Creador y, por extensión, la emanación de cada criatura; es la
"materia-prima substancial", el "aire" de los Universos, el "agua" del infinito océano cósmico, el "éter primacial". La Ciencia la conoce por sus formas de manifestación y la llama de potencial, cinética, térmica, mecánica, luminosa, electromagnética, gravitacional, atómica, sonora, de activación, de disociación, de ionización, de ligación, de permuta, de rechazo, etc. Entretanto, nada sabe, por ahora, de la energía mental, del mismo modo que también nosotros nada sabemos de la Energía Divina. Retomemos, el hilo de la madeja. Del mismo modo como "no hay ninguna línea nítida de demarcación entre los diversos estados físicos de los cuerpos", también no hay ninguna línea nítida de demarcación entre materia y energía. Ellas en verdad se asocian, se continúan y son esencialmente una sola cosa, más una cosa que evoluciona, que se apura, que se torna capaz de conquistar una primitiva dimensión espacial, adquirir movimiento y, con el movimiento, una nueva dimensión temporal. Como dijo JEAN PERRIN, refiriéndose al movimiento browniano, "el reposo que parece caracterizar un fluido en equilibrio no pasa de una ilusión, debida a la imperfección de nuestros sentidos y corresponde de hecho a un cierto régimen permanente de violenta agitación". Esa agitación, ya apreciable en los líquidos, atiende grandes proporciones en los gases y un portentoso clímax en los plasmas, que, llegando a temperaturas altísimas, de orden de cien millones de grados Celsius, solo pueden ser contenidos por potentísimos campos magnéticos. "Ya vimos — dice Su Voz, en "La Gran Síntesis" — que la materia es un dinamismo incesante y que su rigidez es apenas aparente, debido a la extrema velocidad que a anima; y sabéis que la masa de un cuerpo aumenta con la velocidad en el espacio. Un chorro de agua, si es muy rápido, ofrece la misma resistencia a la penetración de otro cuerpo que un sólido. Cuando la masa de un gas, como el aire, se multiplica por la velocidad, adquiere la propiedad de la masa de un sólido. LA pista sólida que soporta el avión, que es un sólido suspendido en un gas, es su velocidad en relación con el aire que, a su vez, si se libera como un tifón, derriba casas. Se trata de relación. De hecho, cuanto más rápido es el avión, más pequeñas pueden ser sus alas. Sabéis que darle calor a un cuerpo significa transmitir nueva energía, es decir, darle una nueva velocidad
interna. El análisis espectral os ofrece con tanta exactitud la luz equivalente de los cuerpos, que torna posible, a través de esa emanación dinámica, individualizarlos a distancia, en la Astroquímica. Es inútil correr tras de vuestros sentidos, en la ilusión táctil de la solidez, que consideráis fundamental, porque es la primera y fundamental sensación de la vida terrestre. La solidez no es más que la suma de movimientos muy rápidos. No os ilusionéis, tampoco, la consistencia de las sensaciones, ya que solo se debe a la constancia de los íntimos procesos fenoménicos, en el ámbito de la Ley eterna. Vuestros sentidos no pueden percibir sensaciones distintas, que se sucedan con extrema rapidez. La materia es pura energía. En su íntima estructura atómica, es un edificio de fuerzas. Materia, en el sentido de cuerpo sólido, compacto, impenetrable, no existe. No se trata sino de resistencias, de reacciones; lo que llamáis de solidez es tan solo la sensación que ininterrumpidamente te da esa fuerza que se opone al impulso y tacto. Es la velocidad que llena las inmensas extensiones de espacios vacíos en los que las unidades mínimas se mueven. Es la velocidad que forma la masa, la estabilidad, la cohesión de la materia. Notad como los movimientos rotatorios, rapidísimos, confieren al giroscopio, en cuanto duran, un equilibrio autónomo estable. Es la velocidad la fuerza que se opone a que las partículas de la materia se destaquen, y que las mantiene unidas mientras una fuerza contraria no prevalezca. Incluso cuando descompongas la materia en aquello que os parezcan los últimos elementos, nunca os encontrareis ante una partícula sólida, compacta e indivisible. El átomo es un vórtice; los vórtices son el electrón y el núcleo; vórtices son los centros y los satélites contenidos en el núcleo, y así hasta el infinito. Cuando imagináis una partícula mínima, animada de velocidad, nunca tenéis ahí un cuerpo, en el sentido común, como lo figuráis; es siempre un vórtice inmaterial de velocidad. Y la descomposición de los vórtices, en que giran unidades vertiginosas, menores, se prolonga hasta el infinito. Por tanto, en sustancia no hay materia, en el sentido en que la entiendes; solo hay movimiento. Y la diferencia entre materia y energía consiste únicamente en la diversidad de direcciones del movimiento; giratorio, cerrado sobre sí mismo, en la materia; ondulatorio, de ciclo abierto y lanzado en el espacio, en la energía. Al principio era
el movimiento; el movimiento se concentró en la materia; de la materia nació la energía, y de la energía emergerá el espíritu." El Principio Espiritual, crisálida de la Consciencia, nace, por transformación, de la extrema evolución de la Energía, en la cuna de la Materia. Hay tres momentos decisivos y divinos en que el transformismo evolutivo señala triunfos definitivos: el surgimiento de la materia, el surgimiento de la energía y el surgimiento del Principio Espiritual. Esos tres momentos fueron magníficamente enfocados por Su Voz, en la obra mencionada. Aquí está el primero: "De todas las partes del universo las corrientes siempre traen nueva energía; el movimiento se vuelve cada vez más intenso, el vórtice se cierra sobre sí mismo, el vórtice se vuelve un verdadero núcleo de atracción dinámica. Cuando él no puede sostener en su ámbito todo el ímpetu de la energía acumulada, aparece un momento de máxima saturación dinámica, un momento crítico en el que la velocidad queda siendo masa, estabilizarse en los infinitos sistemas planetarios íntimos, de que nacerá el núcleo, después el átomo, la molécula, el cristal, el mineral, los amontonados solares, planetarios y siderales. De la inmensa tempestad nació la materia. Dios creo." Es el Segundo: “Se verificó también la maduración de las formas de la materia, la expansión del vórtice galáctico, del centro a la periferia, el enfriamiento y solidificación de la materia. Esta completó el ciclo de su vida y la Sustancia, tomando nuevas formas, cambia lentamente, en individuaciones de grado superior. La dimensión espacial se eleva a la dimensión temporal. La materia comienza una transformación radical, donando todo su movimiento similar a la materia al movimiento tipo energía. El vórtice nuclear del éter desenvolvió en la fase materia el vórtice atómico de la materia. Alcanzado el máximo de la dilatación, este vórtice continúa para esparcirse, desenvolviendo las formas dinámicas, y nace la energía. La substancia continúa evolucionar, continuando su ascensión en energía. La primera emanación de gravedad, de mínima longitud de onda y máxima frecuencia vibratoria, máxima velocidad de propagación en el sistema dinámico, se completa con la emanación
radioactiva de la desintegración atómica. El proceso de transformación dinámica, que tiene su raíz en la evolución estequiogenética se aísla, reafirmándose decisivamente. El vórtice atómico se rompe y se disuelve expulsando progresivamente del sistema aquellos electrones nacidos del sistema nuclear por la misma expulsión. Es un continuo devenir un acto de lo que existía en potencialidad, encerrado en el germen por la concentración de movimiento. Nacen nuevas especies dinámicas; luego de la gravitación y la radioactividad, aparecen radiaciones químicas, luz, calor, electricidad... " Es el tercero: "... El movimiento, primer producto de la evolución físico-dinámica, es fuerza centrífuga y por tanto tiende a la difusión, expansión, desagregación de la materia. Expansión en todas las dimensiones son, en efecto, la dirección de la evolución. Pero de repente esta dirección se invierte, por ley de equilibrio, en dirección centrípeta, contra impulso involutivo, y las fuerzas de expansión se completan con las de atracción. Así, la primera explosión cinética encuentra inmediatamente su ritmo; el principio de la Ley substituye el desorden, tan pronto como se manifiesta, por un nuevo orden: el movimiento se equilibra en un par de fuerzas antagónicas. Así, la gravitación te aparece como la energía cinética de la materia y, como su primogénito, se vuelve tan inherente, tan íntimamente conectada, que no es posible aislarlo. Así, la materia atrae a la materia, y el universo, formado por masas arrojadas en todas direcciones, y separado por inmensos espacios, sin embargo está "ligado" todo, formando una unidad indisoluble; se mantiene unido y, al mismo tiempo, movido por esta fuerza, que es su circulación y su respiro físico. Al aparecer, por tanto, en la forma protodinámica, es que o universo se mueve por primera vez, es que se generan los movimientos siderales, es que la gravitación comienza a guiarlo (la ley omnipotente disciplina instantáneamente toda su manifestación) según el binario atracción-repulsión, que compone el binomio (+ y -, positivo y negativo) constitutivo de toda fuerza, como de cada manifestación del ser. La sustancia adquiere, en la nueva fase, la forma de conciencia lineal del devenir fenoménico, la primera dimensión del sistema trino sucesivo al espacial.
Nace el tiempo. La protoforma de la energía se propaga. Con el movimiento, nacen la dirección, la corriente, la vibración, el ritmo, la onda. Nace el tiempo, que mide la velocidad de transmisión. El universo entero está invadido por una palpitación nueva, más intensa y de transformación más rápida. Y cuando la materia, re condensada por la concentración de corrientes dinámicas, comienza nuevamente su ciclo de ascensión, todo es tomado por un vórtice dinámico que lo guía y le da forma en el génesis estelar, en una evolución diferente y superior a la anterior, maduración estequiogenética íntima: una madurez de la que no solo nacerán miríadas de criaturas nuevas, más ágiles y activas, como la electricidad, luz, calor, sonido y toda la gama de individuaciones dinámicas, que eventualmente se destilarán a la creación superior de la vida. (...) Cuando en un sistema rotatorio sobreviene una fuerza nueva, esta se emite en el sistema y tiende a acrecentarse y fundirse en el tipo de movimiento circular preexistente. Podéis imaginar que profundas complicaciones adviene al entrelazamiento, ya de sí mismo complejo, de las fuerzas atractivo-repulsivas. El simples movimiento circular se agiganta en un más complejo moto vorticoso. Por la inmisión de nuevos electrones, el movimiento no solo es complicado estructuralmente, más se refuerza, alimentada por nuevos impulsos. En lugar de un sistema planetario, tendrá una nueva unidad que le recordará los sumideros de agua, los trombas marinas, los remolinos y ciclones. El principio cinético de la materia es absorbido por la energía, en una forma vorticoso mucho más complejo y potente. Así, nace una nueva individuación de la Sustancia, ahora un verdadero organismo cinético, en el que todas las creaciones y logros, es decir, trayectorias y los equilibrios previamente constituidos subsisten pero coordinados (...) El tipo dinámico del vórtice contiene, en el embrión, todas las características fundamentales de la individuación orgánica y del Yo personal” El principio Espiritual es el germen del Espíritu, la protoconciencia. Una vez nacido, jamás se deshará, jamás morirá. Hijo de Dios Altísimo, inicia entonces su lenta evolución, en el espacio y en el tempo, rumbo al principado celeste, a la infinita grandeza crística. Durante milenios va a residir en los cristales, en longuísimo
proceso de auto-fijación, ensayando poco a poco los primeros movimientos internos de organización y crecimiento, volumétrico, hasta que surja, en el gran reloj de la existencia, el instante sublime en que será liberado para la gloria orgánica de la Vida. Nadie ha descrito mejor el surgimiento de la vida en el planeta Tierra que el luminoso Espíritu EMMANUEL. Por eso, pedimos permiso al glorioso Supervisor y su Editor, para transcribir aquí algunos extractos antológicos de "A Camino de la Luz": "¿Qué fuerza sobrehumana podría mantener el equilibrio de la nebulosa terrestre, separada del núcleo central del sistema, dándole un conjunto de leyes matemáticas, dentro de las cuales se manifestarían todos los fenómenos inteligentes y armoniosos de su vida, durante milenios de milenios? Distanciado del Sol cerca de 149.600.000 kilómetros y moviéndose en el espacio con una velocidad diaria de 2.500.000 kilómetros, alrededor de la gran estrella del día, imaginemos su composición en los primeros días de existencia como planeta. Laboratorio de materiales ignescentes, el conflicto de fuerzas telúricas y a partir de las energías fisicoquímicas operan las grandiosas construcciones del teatro de la vida, en el inmenso crisol donde la temperatura sube a veces hasta los 2.000 grados de calor, como si materia colocada en un horno incandescente, estaba siendo sometido a las más diversas pruebas, para examinarse a sí mismo su calidad de posibilidades en la edificación de la nueva escuela de los seres. Las descargas eléctricas, en proporciones jamás vistas de la Humanidad, despiertan extrañas conmociones en el gran organismo planetario, cuya formación se procesa en las oficinas del Infinito. En esa computación de valores cósmicos e que elaboran los operarios de la espiritualidad bajo la orientación misericordiosa de Cristo, se delibera la formación del satélite terrestre. El programa de trabajos a realizarse en el mundo requería el concurso de la Luna, en sus más íntimos detales. Ella seria el áncora del equilibrio terrestre en los movimientos de translación que el globo efectuaría en torno de la sede del sistema; el manantial de fuerzas ordenadoras de estabilidad planetaria y, sobre todo, el orbe naciente necesitaría de su luz polarizada, cuyo suave magnetismo actuaría decisivamente en el infinito drama de creación y reproducción de todas las especies, en los variados reinos de la Naturaleza. En el gran taller luego surge la diferenciación de la
materia ponderable, dando lugar al hidrógeno. Las inmensidades atmosféricas son un amplio repositorio de energías y vapores eléctricos que hacen funcionar las sustancias torturadas del orbe terrestre. El frío de los espacios actúa, sin embargo, sobre este laboratorio de energías incandescentes y la condensación de los metales se produce con la leve formación de la corteza solidificada. Es el primer respiro de los tumultuosos trastornos geológicos del mundo. Se forman los primeros océanos, donde el agua tibia está bajo una presión difícil de describir. La atmósfera está cargada de vapores acuosos y las grandes tormentas barren la superficie del agua en todas direcciones, , pero en la Tierra el caos está dominado como por encantamiento. Los paisajes se aclaran, fijando la luz del sol que se proyecta en este nuevo teatro de evolución y vida. Las manos de Jesús habían descansado, pues el largo periodo de confusión de los elementos físicos de la organización planetaria. Sí, ÉL había superado todos los miedos a las energías desencadenadas; con sus legiones de trabajadores divinos, lanzó el escoplo de su misericordia sobre el bloque de materia informe, que La Sabiduría del Padre había pasado del Sol a sus augustas y compasivas manos. Operó la escultura geológico del orbe terrenal, tallando la bendita y grandiosa escuela, en la que su corazón se expandiría en amor, claridad y justicia. Con sus ejércitos de devotos trabajadores, estableció las regulaciones de los fenómenos físicos en la Tierra, organizando su futuro equilibrio sobre la base de cuerpos simples de materia, cuya unidad sustancial los espectroscopios terrestres podrían identificarse en cualquier lugar del universo de galáxico. Organizó el escenario de la vida, creando, bajo la mirada de Dios, lo indispensable para la existencia de los seres del porvenir. Hizo la presión atmosférica adecuada al hombre, anticipándose a su nacimiento en el mundo, en el curso de los milenios; estableció los grandes centros de fuerza de la ionosfera y de la estratosfera, donde se armonizan los fenómenos eléctricos de la existencia planetaria, y edifico las usinas de ozone, a 40 e 60 kilómetros de altitud, para que filtrasen convenientemente los rayos solares, manipulándoles la composición precisa para la manutención de la
vida organizada en el orbe. Definió todas las líneas de progreso de la humanidad futura, engendrando la harmonía de todas las fuerzas físicas que presiden al ciclo de las actividades planetarias. La ciencia del mundo no le vio las manos augustas y sabias en la intimidad de las energías que vitalizan el organismo del globo. Reemplazaron providencia con la palabra "naturaleza" en todos sus estudios y análisis de la existencia, pero su amor fue el Verbo de la creación desde el principio, como es y será la corona gloriosa de los seres terrenales en la inmortalidad sin fin. Y cuando los elementos del mundo naciente se calmaron, cuando la luz del sol besó, en silencio, la belleza melancólica de los continentes y los mares primitivos, Jesús reunió en las Alturas a los divinos intérpretes de su pensamiento. Se vio, entonces, descender sobre la Tierra, de la amplitud de los espacios ilimitados, una nube de fuerzas cósmicas, que envolvió el inmenso laboratorio planetario en reposo. Tiempo después, en la corteza solidificada del planeta, como en el fondo de los océanos, se pudo observar la existencia de un elemento viscoso que cubría toda la Tierra. Estaban dados los primeros pasos en el camino de la vida organizada. Con esa masa gelatinosa, nacía en el orbe el protoplasma y, con él, Jesús lanzara a la superficie del mundo el germen sagrado de los primeros hombres. (...) Esa materia, amorfa e viscosa, era el granero sagrado de las semillas de la vida. El protoplasma era el embrión de todas las organizaciones del mundo y, si esa materia, sin forma definida, cubrió la corteza solidificada del planeta, pronto la condensación de la masa dio lugar a la emergencia del núcleo, comenzando las primeras manifestaciones de los seres vivos. Los primeros habitantes de la Tierra, en el plano material, son las células albuminoides, las amebas y todas las organizaciones unicelulares, aisladas y libres, que se multiplican prodigiosamente en la tibia temperatura de los océanos. Con el incesante fluir del tiempo, estos seres primordiales se mueven a lo largo de las aguas, donde encuentran el oxígeno necesario para el entretenimiento de la vida, un elemento que la tierra firme aún no poseía en proporciones para mantener la existencia animal, antes de las grandes vegetaciones; esos seres rudimentarios solo revelan un sentido — el del tacto, que dio origen a todos los otros, en función del perfeccionamiento de los organismos superiores."
Las afirmaciones de EMMANUEL no son invenciones romanescas. CLAUDE BERNARD, el eminente fundador de la Fisiología General, reconoció la excepcional importancia del protoplasma "como sede de todos los procesos físicos y químicos vitales". También los citologístas utilizan el término para conceptuar globalmente el contenido vivo de la célula. "Una vez descubierta la importancia universal de la célula — escribió ERNEST ROBERT TRATTNER, en su libro "Arquitectos de Ideas" —, los biólogos dieron asalto a su estructura interna, de modo muy parecido con el de los sucesores de Dalton a explorar el mundo intraatómico. Se les deparo un complejo sistema vivo que contenía muchos componentes estructurales altamente diferenciados y de profunda diversidad química. Por encima de todo, descubrieran el protoplasma, una substancia viscosa, grisáceo, translúcido, que posee una extraordinaria uniformidad tanto en células animales como vegetales. Coloreado y observado al microscopio, revela una estructura granular o finamente reticulada. Dentro del protoplasma se halla la parte central más densa llamada núcleo, separada por una membrana identificable. Físicamente, poco se distingue del protoplasma; solo difiere de él en la constitución química. Químicamente, el protoplasma es formado por tres cuartas partes de agua; la otra parte es constituida principalmente de proteína, azúcares, gorduras y sales. Es en el complejo proteínico del protoplasma que la Ciencia procura hoy descubrir las propiedades últimas de esa cosa indefinible que se llama Vida." También Su Voz comenta, en "La Gran Síntesis": "En el transformismo evolutivo aparece primero la materia: la tierra. Después se mueve la energía: la luz. En las cálidas bacías de las aguas, la más alta forma evolutiva dinámica sr concentra en la potencialidad aun más alta de un nuevo Yo fenoménico y nace el primer germen de la vida, en su primordial forma vegetal, que se propagó después sobre la tierra y ascendió a las formas animales, siempre ansiosas de subir." El protoplasma era en realidad un fluido compuesto de agua, proteínas, azúcares, grasas, sales... y, lo que es de importancia decisiva, de las mónadas espirituales, destacadas, por los
representantes crístico, de los cristales donde completaron su estado de individuación. Por tanto, el protoplasma contenía el germen de la vida, el principio espiritual que ensayaría sus primeros movimientos en lo íntimo de las células albuminosas. “Después de mucho tiempo - aclara Emmanuel -, he aquí que las amebas primitivas se asocian para la vida celular común, formando colonias de poliperos, en obediencia a los planes para la construcción definitiva del futuro, que emana del mundo espiritual donde todo progreso en la Tierra tiene su génesis. Los reinos vegetal y animal parecen confundidos en las profundidades del océano. No hay formas definidas o expresión individual en estas sociedades de infusorios; pero, a partir de esos conjuntos singulares, se forman ensayos de vida que ya presentan caracteres y rudimentos de organismos superiores”. Menudencia, después de eso los largos y pacientes trabajos de los obreros de Jesús en la elaboración de las formas de los seres primitivos, habla del surgimiento de los primeros crustáceos, los primeros batracios, los opulentos bosques primitivos, de reptiles, del establecimiento de "un linaje definitivo para todas las especies, dentro de la cual el principio espiritual encontraría el proceso de su acrisolamiento, en marcha hacia la racionalidad ". Es en el mismo sentido lo que registra "El Libro de los Espíritus". Lidiar con la formación de los seres vivo, en nuestro mundo, esta es su enseñanza: "Al principio, todo era un caos; los elementos estaban en confusión. Poco a poco, todo fue tomando su lugar. Entonces aparecieron seres vivos apropiados al estado del globo. La Tierra contenía sus gérmenes, que estaban esperando un momento favorable para desarrollarse. (...) Los espíritus son la individualización del principio inteligente, como cuerpos son la individualización del principio material”. En su libro "Evolución en Dos Mundos", escribe André Luiz: "De las cristalizaciones atómicas e de los minerales, de los virus y del protoplasma, de las bacterias y de las amebas, de las algas y de los vegetales del período precámbrico, a los fetos y a las licopodiáceas, a los trilobites y cistídeos, a los cefalópodos, foraminíferos y radiolarios de los terrenos silurianos, el principio espiritual llegó a los espongiarios y celenterados de la era paleozoica, esbozando la estructura esquelética. Avanzando por los equinodermos y
crustáceos, entre los cuales ensayo, durante milenios, el sistema vascular y el sistema nervioso, camino en la dirección de los ganoideas y teleósteos, arquegossauros y labirintodontes, para culminar en los grandes lacértidos y aves extrañas, descendientes de los pterosaurios, en el Jurásico Superior, llegando a la época supra cretácea para ingresar a la clase de los primeros mamíferos, provenientes de reptiles tetramorfos. Viajando siempre, adquiere los rudimentos de reacciones psicológicas superiores, incorporando los logros del instinto y la inteligencia. Envejecimiento en marsupiales y cetáceos del eoceno medio, en rinocerontes, ciervos, antilópidos, équidos, canidos, proboscídeos e antropoides inferiores del mioceno y exteriorizándose en los mamíferos más nobles del plioceno, incorpora adquisiciones de importancia entre los megaterios y mamuts, precursores de la fauna actual de la Tierra, y, alcanzando los pitecantropóides de la era cuaternaria, que antecederán a las embrionarias civilizaciones paleolíticas, la mónada vertida del Plano Espiritual sobre el Plano Físico atravesó los más rudos cribos de la adaptación y selección, asimilando los valores múltiples de la organización, de la reproducción, de la memoria, del instinto, de la sensibilidad, de la percepción y de la preservación propia, penetrando, así, por las vías de la inteligencia más completa y laboriosamente adquirida, en las fajas inaugurales de la razón." De absoluta coherencia con todas esas asertivas es la enseñanza contenida en "Los Cuatro Evangelios", obra psicografiado por Mme. Collignon y publicada bajo la coordinación de J.-B. ROUSTAING. Es algunos de sus trechos: "En la Creación, todo, todo tiene un origen común; todo viene de lo infinitamente pequeño para lo infinitamente grande, hasta Dios, punto de partida y de reunión. (...) El fluido universal, que toca de cerca a Dios y de él parte, constituye, por su quintaescencia y mediante las combinaciones, modificaciones, transformaciones de que es pasible, el instrumento y el medio de que se sirve la Inteligencia Suprema para, por la omnipotencia de su voluntad, operar, en el infinito y en la eternidad, todas las creaciones espirituales, materiales y fluídicas destinadas a la vida y à la harmonía universal, para operar la creación de todos los mundos, de todos os seres, en todos los Reinos de la Naturaleza, de todo lo que se mueve, vive, es. (...) Al ser
formados los mundos primitivos, en su composición entran todos los principios, de orden espiritual, material y fluídico, constitutivos de los diversos reinos que los siglos habrán de elaborar. El principio inteligente se desenvuelve al mismo tiempo que la materia y con ella progresa, pasando de la inercia a la vida. (...) Esa multitud de principios latentes aguarda, en estado catalítico, en el medio y bajo la influencia de los ambientes destinados a hacerlos florecer, que el Soberano Maestro les de destino y los apropie al fin al que deban servir, según las leyes naturales, inmutables y eternas por el mismo establecidas. Tales principios sufren pasivamente, a través de las eternidades y bajo la vigilancia de los Espíritus prepuestos, a las transformaciones que los han de desenvolver, pasando sucesivamente por los reinos mineral, vegetal y animal y por las formas y especies intermediarias que se suceden entre cada dos De esos reinos. Llegan, de esa manera, a una progresión continua, al período preparatorio del estado de Espíritu formado, esto es, al estado intermedio de la encarnación animal y al estado espiritual consciente. Después, vencido ese período preparatorio, llegan al estado de criaturas poseedoras del libre -arbitrio, con inteligencia capaz de raciocinio, independientes y responsables de sus actos. Alcanzan así el fastigio de la inteligencia, de la ciencia y de la grandeza." Los Autores de la "Revelación de la Revelación" son, sin embargo, más explícitos aun: "La esencia espiritual, que en el mineral reside, no es una individualidad, no se asemeja al pólipo que, por disparidad, se multiplica hasta el infinito. Forma un conjunto que personifica, que se divide, cuando hay división en la masa como resultado de la extracción, y así se alcanza la individualidad, como sucede con el principio que anima al pólipo, con el principio que anima a ciertas plantas. La esencia espiritual sufre, en el reino mineral, sucesivas materializaciones, necesarias para prepararla para pasar por las formas intermedias, que participan del mineral y del vegetal. Demos — materializaciones, por no poder decir encarnaciones para estrenarse como ser. Después de haber pasado por esas formas y especies intermediarias, que se ligan entre sí en una progresión continua, y de haberse, bajo la influencia de la doble acción magnética que opero la vida y la muerte en las fases
de existencias ya transitadas, dispuestas a sufrir en el vegetal la prueba, que la espera de la sensación, la esencia espiritual, Espíritu en estado de formación, pasa al reino vegetal. Es un desarrollo, pero aún sin que el ser sea consciente de sí mismo. La existencia material es entonces más corta, aunque más progresiva. No hay ni consciencia, ni sufrimiento. Hay sensación. Así, el árbol del cual se retira una rama experimenta una especie de eco de la sección realizada, pero ningún sufrimiento. Es como una repercusión que va de un punto a otro, pasa lo mismo cuando la planta se arranca violentamente del suelo, antes de completar el tiempo de madurez. (...) Muerto el vegetal, la esencia espiritual es transportada para otro punto y, después de haber pasado, siempre en marcha progresiva, por las necesarias y sucesivas materializaciones, recorre las formas y especies intermediarias, que participan del vegetal y del animal. Solo entonces, en estas últimas fases de la existencia, que son las en que aquella esencia comienza a tener la impresión que sin consciencia de su causa y de sus efectos, hay sensación de sufrimiento. Bajo la dirección y la vigilancia de los Espíritus predispuestos, el Espíritu en formación efectúa así, siempre en una progresión continua, su desenvolvimiento con relación a la materia que lo envuelve y llega a adquirir la consciencia del ser. Preparado para la vida activa, exterior, para la vida de relación, pasa el al reino animal. Se torna entonces principio inteligente, de una inteligencia relativa, a la que llamáis — instinto; de una inteligencia relativa a las necesidades físicas, a la conservación, a todo lo que la vida material exige, disponiendo de la voluntad y de facultad, más limitadas aquellas necesidades, aquella conservación, para la vida material, para la función que le es atribuida, para la utilidad que debe tener, para el fin a que es destinado en la naturaleza, bajo los puntos de vista de la conservación, de la reproducción y de la destrucción, en la medida en que haya de concurrir para la vida y para la harmonía universal. Siempre en estado de formación, pues no posee aun el libre albedrío inteligencia independiente capaz de raciocinio, consciencia de sus facultades y de sus actos, el Espírito, sin salir del reino animal, siguiendo siempre una marcha progresiva continua y de acuerdo con los progresos realizados y con la necesidad de los progresos a realizar, pasa por todas las fases de existencias, sucesivas y necesarias para su desenvolvimiento y por medio de las
cuales llega a las formas y especies, intermediarias, que participan del animal y del hombre. Pasa después por esas especies intermediarias que, poco a poco, insensiblemente, lo aproximan cada vez más al reino humano, por cuanto, si es cierto que el Espíritu sustenta la materia, no menos cierto es que la materia le auxilia el desenvolvimiento. Después de haber pasado por todas las transfiguraciones de la materia, por todas las fases de desenvolvimiento, para llegar a un cierto grado de inteligencia, el Espíritu llega al punto de preparación para el estado espiritual consciente, llega a ese momento que vuestros sabios, tan poco sabedores de los misterios de la naturaleza, no logran definir, momento en que cesa el instinto y comienza el pensamiento. (...)Llegando al punto de preparación para entrar en el reino humano, los Espíritus se preparan, de hecho, en mundos ad hoc, para la vida espiritual consciente, independiente y libre. La voluntad del Soberano Señor les da la consciencia de sus facultades y, por consiguiente, de sus actos, consciencia que produce el libre albedrio, la vida moral, la inteligencia independiente y capaz de raciocinio, de responsabilidad." Sobre esos mundos ad hoc, donde los Espíritus, o mejor, los Principios Espirituales se preparan para la vida consciente, André Luiz da rápidas noticias en su libro "Liberación", al describir determinada ciudad espiritual situada en las regiones umbralinas. Dice el, a cierta altura, reproduciendo elucidaciones de un Instructor: "Millares de criaturas, utilizadas en los servicios más rudos de la naturaleza, se mueven en estos sitios en posición infra terrestre. La ignorancia, por ahora, no les confiere la gloria de la responsabilidad. En el desenvolvimiento de tendencias dignas, se candidatean a la humanidad que conocemos en la Costra. Se sitúan entre el raciocinio fragmentario del macacóide y la idea simple del hombre primitivo en la floresta. Se acostumbran a encarnar personalidades u obedecen ciegamente a los Espíritus autoritarios que dominan paisajes como esta. Mantienen, finalmente, la ingenuidad del salvaje y la fidelidad del perro. El contacto con ciertos individuos los inclina al bien o al mal y somos responsabilizados, por las Fuerzas Superiores que nos
gobiernan, en cuanto al tipo de influencia que ejercemos en las mentes infantiles de tales criaturas”. Dejemos a ANDRÉ LUIZ ("Evolución en dos mundos") la última palabra sobre el tema de este capítulo: "... Vestirse con materia densa en el plano físico y desvestirse de ella en el fenómeno de la muerte, para revestirse de materia sutil en el plano extra físico y renacer de nuevo en la corteza terrestre, en innumerables temporadas de aprendizaje, es que el principio espiritual incorporó todas las cabezas de la inteligencia que brillaría en los cerebros del futuro, mediante las llamadas actividades reflexivas del inconsciente. (...) Si, en el círculo humano, la inteligencia es seguida por la razón y la razón por la responsabilidad, en las líneas de la Civilización, bajo los signos de la cultura, observamos que, en la retaguardia del transformismo, el reflejo precede al instinto, tanto como el instinto precede a la actividad reflejada, que es la base de la inteligencia en los depósitos de conocimientos adquiridos por la incesante recapitulación y transmisión, en los miles de milenios en los que el principio espiritual atraviesa lentamente los círculos elementales de la Naturaleza, como un recipiente vivo, de forma en forma, hasta configurarse en el individuo humano, en transición a la maduración sublimada en el campo angelical. (...) ... El tacto nació en el principio inteligente, en su pasaje por las células nucleares en sus impulsos ameboideas;... la visión principió por la sensibilidad del plasma en los flagelos unicelulares expuestos a la luz solar;... el olor comenzó en los animales acuáticos de expresiones simples, por excitaciones del entorno en el que evolucionaron; ... el sabor surgió en las plantas, muchos de ellos armados con cabellos viscosos que destilan surcos digestivos; ... las primeras sensaciones del sexo apareció con las algas proporcionadas no solo por células masculinas y femeninas nadando, atraídas entre sí, sino también por un boceto de epidermis sensible, que podemos definir como una región secundaria de simpatías genéticas. (...) Examinando, pues, el fenómeno de la reflexión sistemática, generando el automatismo que señala la inteligencia de todas las acciones espontáneas del cuerpo espiritual, reconocemos sin dificultad que la marcha del principio inteligente para el reino humano y que el viaje de la consciencia humana para el reino angélico simbolizan la expansión
multimilenaria de la criatura de Dios que, por fuerza de la ley Divina, debe merecer, con el trabajo de si mismo, la aureola de la inmortalidad en pleno Cielo."