LAS MORADAS EN LA CASA DEL PADRE Cuenta una historia que, en una ciudad lejana, el cielo estaba inundado de estrellas, una luna llena iluminaba con su luz, a las cometas que irradiando su fulgor parecían querer llamar la atención. Una dama las miraba sin apenas darse cuenta de lo mágico que era el momento, Ismalia engalanada con majestuoso vestido, miraba tras el balcón, donde esperaba a su amado para ir a la gran fiesta que se iba a celebrar en su honor. Despectiva había despedido hacia pocos instante a su criada, que sin querer había tirado al suelo su mejor perfume. Manchando la alfombra que ella con su severidad habitual, había mandado limpiar inmediatamente. Su rostro eufórico, había asustado como siempre a la doncella humilde que siempre era tratada como un perro callejero al que por su bondad y dulzura todo se le podía hacer.
Con su característico mal humor, llamo a la muchacha exigiéndole, que la cambiara de vestido, al final se había dado cuenta que ese no le apetecía ponérselo, la muchacha tenia la cara triste, su enfermedad iba poco a poco minándole sus fuerzas, el pecho era una maquina que expelía cada vez menos oxigeno a sus pulmones. Por eso sin esperarlo una bocanada de sangre la hizo caer sin sentido. Alarmada la dama llamó a sus criados, exigiéndoles que la sacaran de su habitación, que eso le pasaba a ella por no haberla despedido, atendiendo sus ruegos de que la empleara en su casa, pues era una mendiga, y no debía haberla escuchado. Todo brillaba en la casa de Ismalia, la belleza allí era exquisita, los adornos y alfombras daban a su estancia la majestuidad de los grandes palacios. La aristocracia había asistido innumerables veces a sus salones sintiéndose ella importante y centro de atención de muchos ricos y apoderados, haciéndola cada vez más cruel y despiadada. Ella se bastaba por si misma para todo, era súper potente sus arcas estaban llenas, nadie podía hacerle sombra. No supo como, pero en un instante un caballero entro y con mucho coraje en su corazón la apuntó con una pistola, afirmando no serás para nadie si no eres para mi. Callo la dama inerte, y espantado el atrevido caballero se disparó el en el corazón. Despertó en un lugar agreste, apenas podía abrir sus ojos, sus manos estaban untadas de una masa viscosa que le impedía moverlas con facilidad, no podía pasar por lo que le estaba pasando que clase de pesadilla era la que tenia, nunca había visto un lugar parecido, tanta inmundicia era imposible que pudiera existir, bichos horripilantes y viscosos se cruzaban por sus pies se introducían en sus ropas, eufórica gritaba pidiendo auxilio, no lograba articular palabra alguna, no veía a nadie más que a seres parecidos a ella que se reían de ella, con ojos espantados, la asustaban diciéndole que no gritase que allí no la escucharían, ella se acordó de la criada y la llamo más despóticamente que nunca, ella no le fallaría vendría a sacarla de allí.
Pensó que algun depravado la habría secuestrado, y la tenía allí a la espera de una gran bolsa de dinero. Un espejo grande Aparicio ante ella, y con espanto se vio, sus cabellos parecían deshilachados hilos que ya estaban muy pasados, su cara fina y delicada maquillada con pinturas finas se había convertido en un rostro macilento lleno de verrugas y con los dientes desfigurados como si de una bruja se tratase, ella dio un salto y espantada corría sin lograr salir de allí, del mismo lugar donde estaba. Abrumada por todo Ismalia lloraba y pensaba que despertaría de aquel sueño, que todo se trataría de una pesadilla, pero las horas iban pasando y todo seguía igual, cuando la llamó por primera vez a su sirvienta esta la escucho perfectamente, su corazón se sintió conmovido y quería salir corriendo para atenderla, pero manos finas y delicadas se lo impidieron diciéndoles que aun no era el momento, por el contrario la condujeron a unos jardines donde el perfume delicado de sus flores la renovaban interiormente, ya su corazón no se ahogaba, el aire penetraba a través de su pecho suavemente aliviándola y al mismo tiempo ella sentía restablecerse por momentos. Que alegría sentirse bien, regresaría al palacio de su dueña y la serviría mejor con más soltura, con menos peso en su cuerpo, recordaba que muchas veces no podía ni sostener sus pesados vestidos en las manos, estas debilitadas por la neumonía le impedían tener fuerzas para nada. Aliviada y ya con más fuerzas en su organismo periespiritual, fue conducida a una sala muy grande donde una especie de televisión mostraba a su amiga, ella no lo podía creer , ella unos días antes la había vestido y había observado lo majestuosa y bella que era, no podía ser ambas la misma persona, debía tratarse de una confusión, el instructor le aseguró que no, que ambas habían desencarnado y que cada una había sido llevada por sus meritos a los lugares que merecían, al verla en uno de sus arrebatos su corazón sufrió le daba mucha pena, y dirigiéndose al instructor le preguntó que puedo hacer para ayudarle ayúdeme a traerla aquí ella no merece estar en ese lugar es rica y muy poderosa, me pegará si no la obedezco, el instructor sonrió, y amablemente le esclareció, niñita no te preocupes aquí donde estas eres libre, tienes la libertad de los Ángeles tus meritos te han traído hasta aquí y con tus oraciones podrás ayudarla, ella en sus delirios sentirá el peso de sus grandes faltas y un dia
despertará siendo humilde pidiendo ayuda entonces tu estarás para recogerla, para asistirla, mientras tanto ahora otra cosa no aceptaría. De nuevo Ismalia tenia un arrebato de miedo, las aves le purgaban sus ropas extrayendo la gran miseria que le invadía sus carnes putrefactas, la masa viscosa se le calaba hasta los mismos huesos, de nuevo el gran espejo mostraba su imagen y ella espantada corría veloz huyendo, queriendo no ver aquella inmundicia, en el momento de gran delirio otra vez el espejo se puso ante ella mostrando la imagen de la criada, humilde y en oración, despedía su imagen un perfume delicado, con un olor que ella no era capaz de definir nunca olió un perfume tan fino, la criada engalanada con un vestido luminoso, parecía un ángel, ella grito donde estas condenada porque no vienes, te azotare de nuevo hasta que pierdas el sentido para siempre, malditas seas, tu me has tenido que hacer algo, tuya es la culpa ¿porque estoy mal y tu bien? , cuando debería ser al contrario, me vengaré de ti, te lo juro, maldita seas, nada de esto me hubiera sucedido si no te hubiera acogido en mi casa. Me has robado todo mi patrimonio, me has encerrado en este lugar, me has envenenado y por tu culpa me encuentro así, de nuevo su delirio la postro en su macilento estado, y ya no se vio más a Ismalia. Llorando desconsolada la pobre criada, pensaba como ayudarla era muy difícil el poder asistirla en esas condiciones, el instructor acariciándola le dijo no te preocupes un dia ella reaccionará, y la podremos ayudar. Su inferioridad le impide estar en lugares de reposo, donde podríamos esclarecerla, un dia alcanzara las alas que transportan a los Ángeles a las moradas del cielo y la verás recuperada, hoy aun es pronto el peso de sus iniquidades le impide reaccionar como una persona sensata. Ambos elevaron al cielo una plegaria y un elixir fresco invitó a ambos a la reflexión, cada uno debería hacer su cometido, la vida continuaba para todos y de nuevo debían emprender trabajos para la asistencia a los necesitados, pues en su pureza no entraba la inactividad.
Amigos y compañeros Jesús nos dijo que había muchas moradas en la casa del Padre. La casa del Padre es el universo: las diferentes moradas son los mundos
que circulan en el espacio infinito y estos ofrecen a los Espíritus encarnados estancias apropiadas a su adelantamiento. Según las enseñanzas dadas por los Espíritus los mundos están en condiciones muy diferentes unos de los otros, en cuanto al grado de inferioridad de sus habitantes. En los mundos inferiores, la existencia es enteramente material, las pasiones imperan soberanamente, la vida moral es casi nula. A medida que el espíritu se moraliza la influencia de la materia disminuye, y en los mundos mas adelantados, la vida, es enteramente espiritual. En los mundos más atrasados los seres que lo habitan son de algun modo rudimentarios; tienen la forma humana, pero sin ninguna hermosura; los instintos no están templados por ningún sentimiento de delicadeza ni de benevolencia; ni por las nociones de lo justo y de lo injusto; la única ley allí es la fuerza brutal. Sin industria y sin invenciones, emplean su vida en conquistar su alimentación. Dios no abandona a ninguna de sus criaturas; en el fondo de las tinieblas de la inteligencia yace latente la vaga intuición de un Ser Supremo, más o menos desarrollada. Entre esas estrellas que resplandecen en la bóveda azulada, ¡Cuantos mundos hay!, ¡Cada torbellino planetario, corriendo en el espacio alrededor de un foco común, arrastrar con él sus mundos primitivos de destierro, de prueba, de regeneración y de felicidad. Se nos ha hablado de esos mundos en donde es colocada el alma naciente, cuando ignorante aun del bien y del mal, puede marchar hacia Dios, dueña de si misma, en posesión de su libre albedrío; se nos ha hablado de cuan amplias facultades ha sido dotada el alma para hacer el bien; pero ¡ah! Las hay que sucumben y no queriendo Dios anonadarlas, les permite ir a esos mundos en donde, de encarnación en encarnación, se purifican, se regeneran y se harán dignas de la gloria que se les ha destinado. Los mundos regeneradores sirven de transición entre los mundos de expiación y los mundos felices; el alma que se arrepiente encuentra allí la calma y el reposo acabándose de purificar. Allí no se encuentra la perfecta felicidad, pero si su aurora. El hombre es aun falible, en esos mundos, y el Espíritu del mal no ha perdido en ellos completamente su imperio. No avanzar es retroceder, y si no está firme en el camino del bien, puede volver a caer en los mundos de expiación y de prueba.
Esos mundos comparados con la Tierra son muy felices, es la calma después de la tempestad. Cuando nos hallamos perfeccionado nuestras almas serán libres dominaremos todos los horizontes; ya no tendremos sensaciones materiales y groseras, sino los sentidos de un periespíritu puro y celeste, aspirando las emanaciones de Dios, bajo los perfumes de amor y caridad que se derraman de su seno. Debemos contemplar, la bóveda azulada por la noche, a la hora del descanso y de la oración, y en esas innumerables esferas que brillan sobre nuestras cabezas, elegir las que nos conducen a Dios y rogarle que un mundo regenerador nos abra su seno después de la expiación de la Tierra. La tierra, siguiendo esta ley, ha estado material y moralmente en una situación inferior a la que tiene hoy, y alcanzará bajo esta doble relación, un grado más avanzado. Ha llegado ya a uno de sus periodos de transformación, en que de mundo de expiación y de prueba va a pasar a un mundo regenerador; entonces los hombres serán en ella felices porque reinará la ley de Dios. Así que hermanos de nosotros depende, esforcémonos todo lo que podamos por vencer las inclinaciones inferiores, procuremos que un día al desencarnar no vallamos a un lugar agreste, donde el chirriar y crujir de dientes nos haga sentir escalofríos, miedo y pesar, ello nos indicara que no hemos merecido por nuestros hechos un lugar tranquilo, donde almas espiritualizadas nos aliviarían en la transición. Procuremos que el gran espejo que nos muestre la imagen de lo que ha sido nuestro paso por la tierra, sea para nosotros una sorpresa más que un delator, una sorpresa porque muestre en el más allá virtudes que para nosotros carecen de importancia y que el Padre nos muestra en el, un bien que con el que no habíamos contado. Y no por el contrario el pesar de descubrir en el, las faltas que nosotros no queremos ver, que disfrazamos con falsos propósitos y que están muy lejos de ser nuestros verdaderos sentimientos. Inundemos nuestros corazones con el alivio de una enmienda rápida, aun estamos a tiempo, seguimos en la Tierra y mientras hay vida hay esperanza. Y la esperanza para nosotros los encarnados solo se extingue con la vida, esta
cuando se nos va es que se termina la oportunidad de trabajo en la existencia que nos ocupa. Lo hecho, hecho esta, y hasta nueva oportunidad en el más allá sufriremos o gozaremos el resultado de la existencia que nos ocupa. Un abrazo fraternal, amigos y hermanos y que Dios nos ilumine a todos. Autor de la Historia, y del trabajo Merchita. Miembro fundador del Centro espirita
AMOR FRATERNO
Alcázar de San Juan (Ciudad Real) ESPAÑA