CARTA DE GASTON PEÑALBA HUMBERTO DE CAMPOS CHICO XAVIER (NUEVO)

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CARTA de GASTON PEÑALVA Por el Espíritu Humberto de Campos Del Libro: Nuevos Mensajes. Médium: Francisco Cândido Xavier "Gaston Peñalba, el brillante orfebre del pensamiento en la inmensa racha de oro inculto de nuestras letras, me saludó desde su carpa de trabajo, enviándome, a través de las columnas del "Jornal do Brasil", del 4 de este mes, una carta cariñosa y conmovedora, en cuya triste líneas me revela su desaliento, ante los dolorosos espectáculos de ruinas y sangre, que resurgen en el mundo. "A Humberto de Campos, esté donde esté". El epígrafe y dirección de su cariñosa misiva tocó las fibras más sensibles de mi corazón, para demostrar su certeza en mi sobrevivencia. Sí, hermano mío, recibí tu palabra dolorosa y cariñosa, evocando los días oscuros de la Tierra, sintiendo en tus ojos redivivos el rocío de las lágrimas benéficas.


Tu recuerdo es un ave de melancolía, trayendo a mi corazón el dulce mensaje de un afecto que no se confundió con esperanzas muertas. De todos los llamamientos que recibí del mundo, luego de cruzar las enigmáticas aguas del río de la muerte, el tuyo fue quizás el más profundo y el más grato para mi alma. No me buscaste, obedeciendo a la convencionalismo social, junto a la sencilla lápida que guarda mis restos junto a las suntuosas tumbas de San Juan Bautista, donde se guardan los huesos de la dorada aristocracia de la maravillosa ciudad; No me buscasteis como los Tomás de la fenomenología espírita, preguntando el número exacto de soldados comandados por Aníbal 22, en la Segunda Guerra Púnica, bajo la falsa suposición de que la muerte representa para nosotros un prodigioso baño de sabiduría, y ni me pediste el milagro de la felicidad sobre la faz de la Tierra. Caminando conmigo en las avenidas del pensamiento, a través de las humildes edificaciones de mis libros, procuraste mi alma en los mas cariñosos recuerdos. Valiente marinero del océano de las ideas, contemplaste el cielo, cargado de nubes tormentosas, recordando a tu compañero que desapareció en el lomo de la ola traidora, en el misterioso silencio de la noche, para reaparecer en los albores de una vida mejor. Y, agradeciendo la dádiva de Jesús que me permitió acudir à tu recordación amiga, estuve espiritualmente contigo, antes que mojases la pluma en el corazón amargueado para dirigirme tu cariñosa carta. Oyendo tus consideraciones intimas, cuando manoseabas la biblia de angustia de mi vida, desee intensamente imitar el gesto famoso de Ulises, en el palacio de Alcino, cuando el canto de Domódoco 23 lo hizo llorar con la descripción de sus sufrimientos, lleno de elogios por el heroísmo de sus compañeros muertos. Presenciando los movimientos homicidas, que se desenrollan en Europa, sientes el frio mortal de todos los corazones bien formados que observan, aterrorizados, el crepúsculo de esta civilización que se despeña en los desfiladeros de los milenios, como un fruto más podrido.


Por todas partes es mortecino y destrucción. La fuerza hace sentir el peso terrible de sus postulados de violencia en una de sus más singulares alternativas en la historia del derecho. La cultura intelectual experimenta el insulto de todas las energías de las sendas tenebrosas. Decía Renán que el " cerebro quemado por el raciocinio tiene sed de simplicidad, como el desierto tiene sed de agua pura". Y nosotros observamos que la ciencia del mundo, en sus explosiones de inconsciencia, se reduce, ahora, a un puñado de escombros. El antiguo continente, fuente de esta civilización que se pierde, a la falta de agua pura de la fe en el desierto de inconmensurables ambiciones, da la idea de un nuevo infierno, donde el Diablo dio a los espíritus de beber el siniestro vino de la ruina y la muerte. Meditando en las bocas de fuego, asestadas para las mujeres y criaturas indefensas, me preguntas si llegue a oír hablar "al tiempo en que vivía mortalmente, en guerras sin declaración, invasiones sin anuncio, conquistas sin ideal", en el desarrollo de las acciones malignas, llevadas a efecto por nuestra generación, condenada en la cuna por su desesperada inquietud. Si, amigo mío, la muerte no me ocultó la puerta del análisis relativamente de nuestros panoramas tristes y sombríos. El reposo absoluto en el túmulo es la más engañosa de todas las imágenes que el hombre inventó para su imaginación atormentada. Atravesada la frontera de cenizas del sepulcro, nos sentimos dentro del santuario de las más profundas revelaciones. La luz suave y silenciosa de la verdad nos confunde a todos los engaños. Aquí en la Tierra prevalecen las convenciones sociales, los imperativos económicos y la falsa claridad de la artificialidad de las glorias mundanas. Aquí, sin embargo, es la revelación pura de la espiritualidad.


El mundo ha olvidado la preciosa fuente de la fe, hundiéndose en el abismo del razonamiento más oscuro. La actualidad es u campo de batalla, donde se glorifican todos los símbolos de la fuerza bruta y donde todas las floraciones del sentimiento están condenadas al exterminio. Contrariamente a tus suposiciones, vemos, igualmente, los cuadros angustiosos y siniestros. Sentimos las oraciones afligidas de los corazones maternos, dilacerados en sus más cariñosas esperanzas. Contemplamos esa juventud envenenada, que camina para la muerte, glorificando a imagen infeliz de DAnúnzio, cuando preconizaba para los mozos de la época la punta de la bayoneta, como primer y último amor. Más que eso, podemos observar, de cerca, las agonías silenciosas de los hogares abandonados y desprotegidos, que balancean en el árbol de la vida, arrancados por las manos impiedosas de nuestros bárbaros que amenazan las bases cristianas, de que nuestra civilización huyó, un día, llevada por el egoísmo de los más fuertes. Ante las sombras dolorosas que invaden el mundo viejo, siento contigo el frio del crepúsculo, preludiando la noche de tempestad, llena de amarguras y de asombros. Dentro, sin embargo, de nuestra angustia, somos obligados a recordar que nuestra generación de perversidades y descreencia está condenada, por si misma, a los más dolorosos movimientos de destrucción. El mundo consideró la ciencia, pero olvidó su conciencia, ilustró el cerebro y olvidó su corazón, organizó tratados de teología y política, borrando todos los valores de la sinceridad y la confianza. Es por eso que vemos el polvo de la guerra envolver a los corazones desesperados, en sus tentáculos monstruosos, mientras hay gigantes de la nueva barbarie, prefiriendo discursos bélicos, en nombre de Dios, y sacerdotes bendiciendo, en nombre del Cielo, las armas de la carnicería.


Los sociólogos más preparados no consiguen establecer la extensión de los fenómenos dolorosos que invaden los departamentos del mundo. La embriaguez de ruina moviliza los huracanes devastadores de nuevas tiranías sobre la frente de los hombres, y acompañaremos el torrente del dolor con nuestras lágrimas, porque hicimos justicia a estas amargas y siniestras agonías, en virtud de nuestro olvido de la ley del amor, en el pasado espiritual. La hora que pasa es un rosario de sollozos apocalípticos, porque merecemos las más tristes pruebas colectivas, dentro de nuestras características de espíritus ingratos, pues las angustias humanas no ocurren en ausencia de Aquel que encendió la luz del pesebre y el Calvario, aclarando los siglos terrenales. De las culminaciones espirituales, Jesús contempla su rebaño de ovejas descarriladas y sigue el curso de los acontecimientos de los mundos, con la misma divina melancolía que señaló su pasaje sobre los urces de la Tierra. Obnubilados de lágrimas sublimes, sus ojos contemplan los cañones y los burdeles de la guerra, los gabinetes del despotismo y la ambición, los hospitales de sangre, en el centro de los cadáveres insepultos, y, al observar la magnitud de nuestras miserias, exclama como Jeremías: - ¡Oh! ! ¡Jerusalén! ... ¡Jerusalén! ... " Y nosotros, operarios oscuros del plano espiritual, buscamos diseminar nuestra consolación, junto a los que sucumben o franquean. El Evangelio es nuestra brújula, y no nos detenemos para la lamentación, porque, hoy, amigo mío, yo se orar, de nuevo, juntando las manos en rogativa, como en tiempo de la infancia en Paraíba, cuando la simplicidad infantil me adornaba el corazón. Aquí, oramos, trabajamos y esperamos, porque sabemos que Jesús es el fundamento eterno de la Verdad y que un día, como Príncipe de la Paz, instalará sobre la Tierra de los lobos el redil de sus ovejas bendecidas, y mansas.


En esa era nueva, Lo veremos otra vez, en sus enseñanzas redivivas, esparciendo la esperanza y la fe, confundiendo a cuantos mintieron a la Humanidad en su nombre. Antes, sin embargo, que el nuevo sol resplandezca en los horizontes del orbe, seremos reunidos en el plano espiritual para sentir las vibraciones suaves do su amor infinito. En ese día, mi hermano, ciertamente el Señor hará descender sus bendiciones compasivas sobre tu corazón generoso y fraterno. Mensajearos de piedad y de luz han de esperar tú espíritu cariñoso, en el umbral de la tumba y, contemplando la claridad inmortal de la verdadera vida, oirás una voz, tierna y cariñosa, que murmurará en tus oídos: - "¡Gastão Penalva, bienvenido al reino de la paz, tú que lloraste con viudas y huérfanos, soñando con la armonía en el camino de los hombres! ... Recarga tus energías, porque el trabajo no ha terminado en el camino interminable de Bajo las bendiciones de Dios, ¡lucharás por la nueva redención, por todo el Infinito! ... Podrás renovar tus aspiraciones, ampliando tus esfuerzos, porque el salario del buen obrero está reservado en el cielo para obreros sinceros y devotos de todas las creencias, que iluminen la noche de los corazones atormentados del planeta terrestre! ... " Entonces, amigo mío, el suave rocío de las lágrimas lavará todos los recuerdos dolorosos de los días de incomprensión y amargura que viviste en el mundo, y una nueva luz calmará tu interior, donde florecerán los lirios fragantes del amor y la esperanza divina.

Notas 22 Aníbal - Uno de los mayores generales cartagineses (247 antes da era cristiana), enemigo de los Romanos — que mucho combatió y al final dominó. Son llamadas púnicas las tres guerras habidas entre cartagineses y romanos, nombre que era el de la lengua (púnica) hablada por aquellos. Aníbal, después de cubierto de glorias y homenajes en su Patria, tuvo alternativas, y llegó, por traiciones, a correr el riesgo de ser entregado a enemigos. Para


evitar que tal cosa sucediese, se envenenó a sí mismo, que ya tenía sesenta años. 23 Alcino - Rey de los Feacianos, pueblo fabuloso mencionado de la Odisea, de Homero, el viejo poeta griego. En el palacio de ese rey fue que Ulises, el rey legendario, tuvo acogido, cuando regreso de Troya. La Odisea, que tiene en Ulises su figura central, es rica en detalles sobre el caso aludido.


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