CASO VERIDICO ACONTECIDO A CHICO XAVIER Lo más bonito, no eran apenas las visitas que Chico hacía con los grupos, más también aquellas anónimas que el realizaba por la madrugada, cuando salía solo para llevar su consuelo moral a las familia enfermas, a las personas moribundas, algunas veces acompañado por un amigo para asesorarlo, ayudarlo, pues ya portaba algunos problemas de salud, más sin que nadie lo supiese. Allí estaba la mayor antena paranormal de la humanidad de los últimos siglos, apagando este potencial para llorar con una familia que tenía Hambre. Él me contó que tenía el hábito, en Pedro Leopoldo, de visitar a las personas que estaban debajo de un puente en una camino abandonado, y en ruinas. Iban él, su hermana Luisa y dos o tres personas más muy pobres de su comunidad. A la medida que aumentaban las frecuentes visitas, los necesitados fueron aumentando, y mal conseguían víveres para el grupo, pues sus salarios eran insuficientes, y todos eran personas de escasos recursos.
El esposo de Luisa, que era fiscal de prelatura, recogía, cuando en las horas libres, había excedente, legumbres y otros alimentos, y que eran donados para distribuir anónimamente, los sábados, por la noche, a los necesitados del puente. Hubo, sin embargo, un día en que él, Luisa y sus auxiliares no tenían absolutamente nada; entonces, se decidió, no ir, pues aquella gente estaba con hambre y no tenían nada para ofrecer. Ellos estaban también viviendo con extremadas dificultades. Fue cuando se le apareció el espíritu del Dr. Becerra de Meneses, que sugirió colocasen algunas latas de agua, que él iba a magnetizarlas para ser distribuidas, habiendo, así, alguna cosa para dar. El así lo hizo, y el Espíritu Benefactor, sirviéndose de su ectoplasma como también del de las demás personas presentes, fluídico el líquido. Eso adquirió un suave perfume, y entonces Chico tomo las jarras y, con sus amigos, después de la reunión habitual de los sábados, se dirigieron al puente. Cuando llegaron allá encontraron a unas doscientas personas, entre criaturas y adultos, enfermos en general, personas necesitadas, con graves problemas espirituales. “¡Aquí viene Chico, y D Luisa “ – gritaron y el, constreñido y angustiado, por haber llevado apenas agua (el pueblo no sabía lo que era el agua magnetizada, fluidificada), pretendió explicar el hecho. Se levantó y dijo: “Hermanos míos, hoy no tenemos nada” – y narro la dificultad. Las personas quedaron ofendidas, tomando actitudes de poco respeto y el comenzó a llorar. En ese momento, una de las asistidas se levantó y dijo: ¡Alto! Este hombre y estas mujeres vienen siempre aquí para ayudarnos, y hoy, que ellos no tienen nada para darnos, nos toca a nosotros darles alguna cosa. ¡Vamos a darles nuestra alegría, vamos a cantar, vamos a darle las gracias a Dios! Mientras ella estaba diciendo eso, apareció un camión cargado, y alguien, desde dentro pregunto: -¿Quién es Chico Xavier?” Cuando el atendió, el conductor pregunto si él se acordaba de cierto Dr. Fulano de Tal. Chico se acordaba de cierto señor de grandes posesiones materiales que vivía en San Paulo, que un año antes estuvo en Pedro Leopoldo, y le contó el drama del que era objeto. Su querido hijo había desencarnado, él y
la esposa estaban desesperados, aún no habían denominado Correo de Luz, eran comunicaciones más esporádicas y Chico se compadeció mucho de la angustia de la pareja. Durante la reunión, el hijo vino traído por el Dr. Becerra de Meneses y escribió un consolador mensaje. Entonces el caballero le dijo: -“Un día, Chico, yo he de retribuirle de alguna forma. ¿Más cómo es que mi hijo dio esta comunicación?” Chico le explico: “- Es natural ese fenómeno, gracias al venerable Espíritu Dr. Becerra de Meneses, que trajo al joven desencarnado para este fin”, y le dio una idea muy rápida de lo que eran las comunicaciones mediúmnicos. La pareja quedo muy agradecida al Dr. Becerra de Meneses, y repitió que un día habría de retribuir la gracia recibida. Fue cuando el conductor le narro: -“Estoy trayendo este camión de alimentos mandado por el Sr. Fulano de Tal, que me dio la dirección del Centro donde debería entregar la carga, más tuve un problema en el camino, y me atrasé; cuando llegue, estaba todo cerrado. Mire por todos lados y me apareció un señor de edad con barbas blancas, y me pregunto que deseaba. “Estoy procurando al Sr. Chico Xavier” – respondió. “Pues mire: doble allí, valla hasta un puente caído, y diga que fui yo quien lo orientó” – “- ¿Y cuál es su nombre? Pregunte, y él respondió” – Becerra de Meneses”.