CIEN AÑOS DE ABNEGACIÓN Y RENUNCIA DIVALDO FRANCO

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CIEN AÑOS DE ABNEGACIÓN Y RENUNCIA Cuentan las tradiciones del mundo espiritual que, en la madrugada del día 1º de enero del año 1800, al apagarse las luces del siglo XVIII, fue reunida en la psicoesfera próxima de la Tierra en una inmensa asamblea, para trazar los destinos de la humanidad. Aquella reunión había sido programada desde hacía más de trescientos años y debería definir los Roteiro de los siglos XIX y XX, inaugurando una era nueva para la humanidad. Los narradores de ese evento aseveran que, en aquel momento especial, se hacían presentes delegaciones de espíritus que habitaban las más diferentes naciones de la Tierra. Desde las entidades venerandas que precedieran la historia de los tiempos contemporáneos, como Krisna, Confucio, Hermes y hasta aquellos que vinieran del área Occidental, preparando el campo del pensamiento filosófico: Sócrates, Platón, Aristóteles, y otras personalidades que se encargaran de examinar la realidad de la materia, como Lucrecio e Demócrito; y a seguir, entidades que precedieran el momento grandioso de la llegada de Jesús: Saltito, Mecenas, Octavio, Ovidio; y a posteriori, aquellos que participaron


de la revolución del pensamiento cristiano, entre los siglos segundo y cuarto: Agustino, Tertuliano, Orígenes, Próclos, que constituirían la ideología del Cristianismo a la luz del platonismo; y a seguir, entidades venerandas que encendieron las luces de la fe en plena noche medieval; hasta el momento en que se alargan los horizontes del planeta con las conquistas náuticas, con las conquistas de la cultura, con las conquistas del arte: Michelângelo, Cabral, Colombo, Henrique de Sagres; y aquellos que establecieran las bases de una revolución ideológica a través de la renacimiento, poesía, música, como Dante y otros; incluso los grandes pensadores del siglo XVIII: Voltaire, Diderot, Montesquieu, todos ellos representaban la cultura, la belleza, el arte, la sabiduría. Cuando la noche esplendorosa, coruscante de estrellas parece sentir, entidades respetuosas descienden en la dirección de la asamblea acompañada por un coral de voces que exaltan la Era Nueva. Está al frente la personalidad de Júlio Cesar, el conquistador de África, aquel que redujo el mundo a un departamento del imperio romano. El semblante de César, no en tanto, esta alterado. El ahora trae la mente velada por un cierto torpor. Ostenta la corona de mirtos sobre la cabeza y el manto de púrpura, que fue usado por Carlos Magno, cuando recibió de las manos del papa la corona de gobernador de Europa. Luego después de él, la figura luminófora de Yoshani Russ, o el semblante iluminado por las perspectivas de una gran conquista. Desciende al cenáculo bendecido y, ante un silencio espectral, se oye una voz que viene de una región ignota y que dice, suave y grandiosamente: - César, te delegue la tarea de preparar la Tierra para la tarea del cristianismo. Te invite a abrir los horizontes de Roma para mi llegada. Establecí directrices de los grandes conquistadores, para que un solo idioma se esparce por el mundo. Desde la hora de Alexandre Magno, cuando preparo el Mediterráneo, a través de la lengua griega, y tu preparaste los horizontes de la Tierra a través del latín, mas malograste dolorosamente, te sumergiste en el


sangriento placer de la destrucción, y la daga de Brutus te arrebató el cuerpo en un momento en que te dirigías al Senado a suplicar más prepotencia y más poder. Hoy yo te coloque el traje de Napoleón Bonaparte para que puedas unir a los estados europeos bajo el estandarte de la paz, para que mi mensajero lleve a la Tierra el mensaje que he incrustado en el corazón de los hombres y que los sentimientos viles han adormecido. , erigiendo las manifestaciones de teocracia, absolutismo, abuso. Sé que la zambullida en la carne involucra a la mente en las sombras, pero depende de ti preparar la Tierra para ello; el enviado del paracleto, el misionero de la tercera revelación. En ese momento, João Russ, que fuera quemado en el siglo XVI, se acerca a César, en la personalidad de Napoleón Bonaparte, y se inclina reverente, y la voz transcendental continúa a decir: - El llevará el símbolo de la fraternidad. Abrirá los caminos por donde viajarán las naves de la ciencia, y en sus pasos estarán las artes y las literaturas. Más el será el embajador de la religión del amor que tiene por base la caridad. Y será igualado por otros mensajeros de mi confianza para preparar en la tierra el advenimiento del reino de los cielos. João Russ se levanta, dominado por las lágrimas, contempla el infinito, de donde viene la voz que resuena en aquel cenáculo bendecido. Las observaciones penetran en las acústicas de las almas y, poco a poco, se acercan a Napoleón y al Grande João Russ, seres angelicales que tendrán la tarea de preparar el advenimiento de la Nueva Era en el planeta terrestre. Mientras ascienden por la inmensa plataforma de exhortaciones, la multitud se levanta y llueven pétalos, inimaginables de una región desconocida sobre la asamblea trascendental. El día 3 de octubre de l804, dos meses después que Napoleón Bonaparte se consagro emperador de los franceses, en Notredame, nace en la Tierra Hippolyte León Denizard Rivail, que la humanidad pasará a conocer a partir de 1857, bajo el seudónimo de Allan Kardec, que era João Russ reencarnado, para traer la Doctrina


Espírita a las almas, inaugurando verdaderamente un momento grandioso del cristianismo en los corazones. Mas antes que este evento se tornase realidad, el día 29 de agosto de 1831, en un lugarejo perdido en las tierras áridas del Ceará, llamado Riacho de Sangue, se reencarna un venerando cristiano del siglo II, que, por amor a Jesús, erguirá en las Gáleas un hogar para niños huérfanos a fin de atraer la figura cruel de su hijo Ticiano, que necesitaba de dulcificar el corazón. Y allí, entonces, en un personaje amoroso, el prepara el advenimiento de salvación para el hijo y entrega absoluta a la causa de Jesús. Se reencarna, 1600 años después, en la persona de Adolfo Bezerra de Menezes Cavalcanti, quien debe ser una de las estrellas para perpetuar el mensaje de Allan Kardec en la Tierra y hacer del amor realmente la base de todas las afirmaciones de esta grandiosa revelación que confirma la antigua ley y hace caritativo el mensaje amoroso de Jesús. Dalí de Riacho de Sangue, de una familia modesta, demanda Fortaleza, la capital de su provincia para hacer los cursos primarios y secundarios. Pero tenía en el alma la fatalidad de conquistar continentes desconocidos del alma, y ahora llega a la capital del Imperio, a la ciudad de Río de Janeiro, donde pretende desarrollar las habilidades del sacerdocio para sanar. Pobre joven, soñador y pulcro, llega a la corte sin los recursos adecuados para poder afrontar las dificultades de una región hostil. Aquellas alienígenas que llegan a diario a la gran metrópoli. Y a través de enormes sacrificios, renuncias insólitas, lágrimas agudas, el joven Adolfo Bezerra de Menezes va marcando hitos, paso a paso, de su glorioso ascenso hacia la plenitud. Llegan momentos en que las dificultades si le hacen tan duro y doloroso, que el fuego escasea y el pan es casi imposible de ganar. Narra el, y uno de sus mejores biógrafos retrata, que cierta día las dificultades eran tan graves y la importancia de aplicar en su curso de medicina era tan elevado, que él estaba a punto de desistir, cuando le apareció, mandado por la providencia, un joven que se candidateaba a recibir aulas particulares de matemática en que él era un eximio concepcionista, en esta doctrina de abstracciones. Él tenía la certeza que fue la divinidad que encaminara al joven y


negoció naturalmente las aulas que iba ministrar, teniendo la agradable sorpresa de darse cuenta que el joven estaba preparado para pagarles por adelantado y, al hacerlo, la cantidad que pusiera en sus manos llenaría exactamente el vacío de la necesidad, lo que le habría impedido seguir su carrera, lo que lo haría famoso como médico de los pobres. Posteriormente, el joven nunca regresó, y a lo largo de su vida eso constituyó un signo de interrogación, haciendo creer que ese dinero no le pertenecía, lo que lo llevó a repartirlo muchas veces con los necesitados, como siendo la forma de devolverlo a las manos anónimas y quizás espirituales que vinieron a llamar a la puerta en el momento de la ayuda. Adolfo Bezerra de Menezes se hizo célebre en la facultad de medicina por la inteligencia lúcida, por el raciocinio hábil, además de por la bondad de los sentimientos y del corazón. Se asoció con una gentil señora con la que se convertiría en padre repetidas veces. Y para llevar adelante los ideales que inculcó en su alma, adoptó una postura política, representando a varios barrios de Río de Janeiro en la constitución entonces vigente; pero sentía que su alma no estaba preparada para las amargas circunstancias de la relación política, para las pasiones partidistas, para el juego arbitrario de los intereses humanos. Exactamente en esa hora, a partir de 1870, cuando se da la combustión intelectual de Europa, llegan a Brasil las ideas elocuentes de los grandes materialistas: el pensamiento de Augusto Conte, las ideas de Hegel, las propuestas del lirismo, y el, intelectual, no se podía curvar ante las exigencias de la doctrina dominante, se torna libre pensador amando a Dios, mas no vinculándose a ninguna de las doctrinas entonces en vigencia. Espíritu abierto, el tiene la oportunidad de ser llevado à casa de un joven médium, que, a través de la homeopatía, que había sido lanzada algo recientemente por una personalidad extraordinária que estuvo presente en la noche memorable, en aquel 1º de enero de 1800. El percibe que en estado de trance el sensitivo puede realizar el diagnóstico de la problemática orgánica y hacer la anamnesis del paciente y prescribir con absoluta precisión. Él mismo se somete al experimento y los resultados son fascinantes.


Alguien le había dado oportunamente El Libro de los Espíritus, y cierto día, mientras viajaba en el tranvía ligado a los burros, yendo del centro de la ciudad al Barrio de Tijuca, eventualmente el abrió la obra y comenzó a leerla; cual no fue su sorpresa, aquella obra no le aportó nada nuevo. Conocía ese contenido, era como se diría en el lenguaje popular espirita sin saberlo. Adhirió a la certeza de la inmortalidad del alma, de la comunicabilidad del espíritu, de la reencarnación, de la pluralidad de los mundos habitados, y Jesús fascina su alma, quitándole los sentimientos más nobles, que supo atesorar en el Arca generosa del corazón amigo. A partir de ese momento, el doctor Adolfo Bezerra de Menezes se enamoró de la revelación Kardeciana. El movimiento espírita de las tierras brasileñas estaba gravemente tumultuado. Él era un hombre de ciencia, mas era también un hombre de amor. Jesús estoico le fascinaba el alma, cual ocurriera más tarde a Gandhi, Madre Teresa de Calcuta, a Pasteur y a otros. Jesús dulcifica el alma y él se adhiere al grupo de los místicos. Las criaturas se complacen en luchar en imponer su ego de forma apasionada, olvidando que aquel que pretende convencer a los otros, psicológicamente dice el psicoanálisis, es un inseguro. Quien tiene seguridad no pretende mudar a nadie. Da la libertad a cada uno ser lo que desea, más si se exige, ser a cada hora mejor de lo que era minutos atrás. Bezerra tiene esa certeza y procura ser el conciliador. Es convidado a dirigir la Federación Espírita Brasileña, recientemente creada en la casa de Elias de la Silva, por un grupo de estoicos. Las dificultades reinantes son varias y el da lo mejor de su alma de esteta. La comunicación con Ismael lo conmovió, a través de Frederico Junior, que fue en aquella época el mejor médium de Brasil. (Psicofoníco, psicográfico, sonambúlico, de efectos físicos, portador de una clarividencia excepcional) Ese hombre amigo es el instrumento de las voces que luarizan el alma de Bezerra de Menezes.


El resuelve sacar el Espiritismo de las paredes sombrías de las Casas Espíritas, y va escribir en el jornal "El País", de la ciudad de Rio de Janeiro bajo el seudónimo de "Max" La verdad es que él se libera del encargo de la Federación Espírita Brasileña, más las luchas humanas se hacen intestinas: las divisiones, las agresiones, y Bezerra se tornó el blanco del campo de batalla de ambas partes litigantes. Sin embargo, en un momento de gran dificultad, Ismael dice: - Batan a las puertas de Bezerra de Menezes y tráiganle de vuelta a las actividades de la F.E.B. Una comisión es destacada, y va à Bezerra de Menezes y le pide para que vuelva al trabajo de Ismael, e el respondió: - Soy un hombre pacífico. Mis sentimientos son de amor. Más para dirigir la Casa de Ismael yo solamente aceptare si me concedieran poderes discrecionales, si mi palabra no fuera contestada, en el momento de la primera contestación, yo ofreceré mi cargo y los encargos a mi contestador. Porque no estoy aquí para ejercer posición de relevo, más si para servir, y para servir no necesito de cargo ya tengo los encargos. Y haré, este servicio, en cualquier lugar. Así volvió Bezerra de Menezes a la F.E.B en 1895, como el pacificador. Ya era un hombre venerando, a pesar de una edad relativamente madura, más aun no envejecido. Su postura, su amor, su abnegación y su caridad impar para aquellos de los barrios marginados de la época, de los cerros de la ciudad de Rio de Janeiro, su misericordia, ya lo habían elegido "El médico de los Pobres". Cuantas veces el dolor le bate a la puerta de manera ruda; la esposa desencarna y el queda solo con una prole a atender a sustentar, a amar. Una cuñada devotada que percibe su dificultad de administrar la casa y de ganar el pan, en su profesión de médico que daba todo y recibía casi nada, fue a residir con él para ayudarlo. Meses después en su figura notable de hombre de bien él dijo: - No me parece justo que usted, siendo una joven soltera y bella, venga aquedarse en la residencia de un viudo. Ya que usted puede ser la madre espiritual de mis hijos, (sus sobrinos) yo la convido para ser mi esposa, y el día que usted me ame podremos pasar a tener una vida nupcial como recomiendan las leyes de Dios, y el amor en la


Tierra prescribe. Ella acepta la mano del cuñado, él se casa por segunda vez, se torna padre, las dificultades cada vez más dolorosas, y cierto día, para culminarlas: atendía el en la modesta sala, donde recetaba la terapia homeopática, cuando contempló una madre angustiada, ella traía en los brazos un chico silencioso, tembloroso y hambriento, pone a su hijo en la mesa de examen y dice: - ¡Se está muriendo, Dr. Bezerra! Salve a mi hijo. Dr. Bezerra examina al niño y percibe que la enfermedad es una secuela del hambre. Receta inmediatamente y dice: - Valla a la farmacia, adquiera el producto de inmediato y si usted sigue la prescripción, su hijo se salvará. - Entonces, Doctor, él se va morir, porque nuestro problema es la comida. Yo iré a mendigar con la receta en la mano. Bezerra examina los bolsillos, la última moneda él la había dado al cliente anterior. Pone las manos en la cabeza y las lágrimas le corren por los ojos azules transparentes. La mano izquierda está espalmada sobre la mesa, y en aquel momento de gran angustia y expectativa, el ve la mano, y nota el anillo de graduación. Él era ahora tomado de alegría, se quita el anillo y le dice: -No sea por eso, hija mía, valla a la farmacia, entregue el anillo al farmacéutico, compre los remedios y pídale que le devuelva aquello que excede al precio del medicamento y compre alimentos para su hijito y para usted. Ella salió cantando hosannas. Él toma su sombrero, baja las escaleras de la oficina del primer piso y, cuando va a tomar el tranvía, se da cuenta de que no tiene la moneda más miserable y mínima para pagar el billete, y para no crear un problema en el transporte urbano, el sale de la calle 7 y se dirige a pie a Tijuca, llegando allí en avanzadas horas de la noche, exhausto, hambriento, con sus hijos y su esposa también padeciendo necesidad. Eso bastaría para definir la grandeza de un hombre que debería estar en los anales del premio Nobel de la Paz, como aquel que dono tanto que, ya no teniendo que donar, se donó a sí mismo.


Mas a finales del año de 1899, una enfermedad pertinaz prostra al gran médico. Él se aparta de la dirección de la F.E.B. El día 11 de abril de 1900, el desencarna, dejando en la Tierra un vacío, que aún no puede ser llenado de manera física, tal era la grandeza de este ser espiritual que la Tierra recebe periódicamente en el mundo para preparar en los corazones la entronización de la figura única de Jesús. Desencarna Bezerra, Brasil llora, más él no se aparta del alma brasileña; continua atendiendo a este pueblo a quien él amó con tanto desvelo. En el año de 1950, en aquel mismo recinto al que nos reportamos, hay una reunión especial. Aproximadamente cinco mil espíritus, entre encarnados, y desencarnados están convidados a participar de un homenaje especial a un apóstol de Jesús que trabaja en las sombras de la Tierra. La reunión es grandiosa. Aquel público inmenso que repleta el anfiteatro, que tiene la forma greco-romana del pasado, está ansioso, cuando un coral de doscientas voces infantiles comienza a entonar el "Aleluya" de Hender. Y se adentra, acompañado de una sección de venerables entidades, el Dr. Bezerra de Menezes, en espíritu. La figura impar de Dr. Bezerra, acolitado por aquellos seres espirituales iluminados, se destaca en una indumentaria modesta, que hace recordar el lino Belga usado en la Tierra. La indumentaria de tonalidad perla, la mano derecha apoyada en el cuello de su chaqueta, la cabeza que se mueve negativamente como diciendo: Pero no me lo merezco. El grupo se adentra y viene a la mesa central. El Dr. Bezerra se sienta al lado del director de los trabajos. Comienza la reunión que homenajea Bezerra por los 50 años de actividades en las tierras brasileñas como colaborador de Ismael, representante de la bondad de Jesús. Leon Denis, el apóstol del espiritismo Francés, el gran colaborador y desarrollador de la obra de Allan Kardec, es invitado a saludarlos en


nombre de los Espíritus Espíritas Internacionales. Y el verbo elocuente del extraordinario autodidacta poeta resuena en la multitud como rayos de luz cayendo suavemente en una sinfonía. Las palabras de Leon Denis traen la gratitud de los Espíritas del mundo al apóstol de Cruzeiro do Sul. Bezerra llora, dominado por una gran emoción. Terminada la exhortación de Denis, es convidado Manuel Vianna de Carvalho para hablar en nombre de la comunidad espírita brasileña. Vianna de Carvalho se agiganta en la tribuna y habla en nombre de la gratitud de la patria brasileña a este ser que tanto estaba haciendo por el pensamiento en el país. Luego después que Vianna de Carvalho cierra, se abre aquel horizonte infinito del espacio y un chorro de luz cae sobre la multitud. Aparece el ser espiritual superior joven, Celina, la mensajera de Maria, la madre de Jesús, que abre un libro inmenso de luces y lee para todos, emocionados: - Dr. Adolfo Bezerra de Menezes, la madre de Jesús manda invitarte para que salgas de las sombras del planeta terrestre. Ella te ofrece en el Sistema Solar cualquiera de los astros donde quieras reencarnar. Ella concedió del Hijo el permiso para franquearte en otra esfera, si fuera necesario del Sistema Solar, la oportunidad de crecer de manera con la misericordia de Dios, en los rumbos de lo insondable en busca de la perfección. - Tengo yo la tarea de presentarte la propuesta de la Señora, y Llevarle el resultado, después de oírte. Bezerra de Menezes levanta, la multitud está impactada, el baja la cabeza y, con la voz embargada al erguir la frente y dice: - ¡Celina, Hija mía, yo no merezco nada de eso! Si yo mereciese alguna cosa, si alguna cosa me fuese lícito pedir; si hubiese en mi cualquier atributo que justificase una solicitación, yo te pediría llevaras a la Señora mi requerimiento pidiendo misericordia para mis imperfecciones; y si me fuese lícito pedir algo más, yo pediría a Maria, la Santísima, que me facultase la honra de continuar en las sombras del país verde y amarillo del Cruzeiro del Sul, atendiendo a


los infelices, y que, ella no me permita la gracia nunca de sonreír mientras en la tierra brasileña alguien este llorando; que yo no tenga el derecho de ser feliz mientras mis hermanos de Brasil estén angustiados. Entonces intercede tú, hija mía, junto a nuestra Madre para que ella me permita la caridad de permanecer en las tierras del cruzeiro hasta el momento en que el país salga de las sombras. Celina retorna, las voces infantiles se yerguen, las músicas se suceden y, de repente, en el cielo coruscante de estrellas, una mão empuñando una pluma antigua escribe: - Dr. Adolfo Bezerra de Menezes, tu requerimiento dirigido a la Señora fue deferido. Quedarás en las tierras verde-amarillas de Brasil, en las sombras del planeta, atendiendo al dolor hasta el año 2000, cuando estarás brindado cien años de abnegación, de renuncia, de donación total. La reunión fue cerrada, y Bezerra de Menezes volvió a las sombras del país tropical para erguir a las almas convalidas, para encaminarlas à Jesús. Para enseñar que solamente el amor dirime cualquier problema y dificultades... Este es el espíritu amoroso que reencarno en Riacho de Sangue en Ceará, que ahora es amado y conocido mundialmente, y cuando él se comunica, a través de aquellos que sintonizan en su faja de evolución, las lágrimas emanan en los ojos de los que lo oyen porque la psicoesfera ambiental se transforma. ...Adolfo Bezerra de Menezes, 168 años después que sumergido en las tierras sufrientes de Brasil, en nombre de ese encuentro programado por Jesús el día 1de enero de 1800, continúa siendo el apóstol del brasileño, el ángel bueno de nuestra vida, enseñándonos a hacer con el prójimo como le pedimos que haga con nosotros. Sugiriéndonos que amemos a los que no nos aman, como el amo a los que Les hicieron llorar. Él ha sido la luz que brilla en la gran noche, apuntando rumbo en la dirección de Jesús a través de Allan Kardec. Y hoy cuando la Tierra está abatida por el vendaval y los huracanes de la discordia, de la enemistad.


Cuando la violencia viola el látigo del desequilibrio, destruyendo cuerpos y quitando vidas físicas, es urgente que le pidamos a Bezerra de Menezes que interceda ante María, para que pida a Jesús misericordia para la Tierra; piedad por los hombres y mujeres del mundo; de modo que Él, el Maestro de Nazaret, dice al Padre: - Perdónales Padre mío, pues ellos no saben lo que hacen. En esta hora de tantos problemas, seamos nosotros aquellos que juntamos, no aquellos que esparcen. Seamos personas puentes que ligan abismos y no personas paredes que dificultan el paso. Seamos aquellos que se donan y no aquellos que toman. Amemos a las personas y usemos las cosas, pero no amemos las cosas y usemos a las personas. Consideremos a las criaturas, sin tenerlas en la condición de desechables para que no causemos daño en las almas, lesiones en las almas. Divulguemos el Espiritismo al mundo. Enseñémoslo correctamente. Quien lo aplique indebidamente es problema de su consciencia. Que tengamos la consciencia de hacer mejor, de realizar lo más correctamente el contenido, más que haya por base la recomendación del espíritu de verdad: - Espíritas, amar, este el primer mandamiento; e instruíos para que la Tierra de mañana sea en verdad la Jerusalén libertada. Para que podamos tomando las manos decir: -¡Señor, nosotros queremos bendecirte el nombre, agradecer-Te la alegría y la honra de amar-Te! - Señor, esperamos que llegue el día en que el sol de la nueva era este esplendorosa, y las rosas estén mirando a las casas, volcadas para dentro de casa. Y la naturaleza, enriquecida por la festividad, sea un poema de ternura. Y el dolor, la tristeza, la amargura, salgan de los anales de la humanidad en nombre de Tu lección de libertad. - Señor, en este momento, pues, ven a estar con nosotros y permite que tu apóstol Bezerra, tomando de nuestras manos, pueda decir:


- Venga conmigo, Jesús está llamando, y en Tus brazos, amigo, podamos reposar. ¡Mucha paz! Resumen de la cinta de video (Palestra de Divaldo Pereira Franco) Vida y Obra de Becerra de Meneses Studio Alborada Traducido por M. C. R


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