COMUNIÓN CON EL MÁS ALLÁ Divaldo Pereira Franco En los días más tumultuosos de la actividad cristiana, durante las persecuciones iniciadas por Saulo y por el Sanedrín, así como aquellas desencadenadas más tarde por los emperadores romanos, la comunión con el Más Allá constituyó el estimulo y fortalecimiento de la fe, para que los apóstoles y mártires pudiesen enfrentar a los enemigos comunes, dominados por el coraje y por el arrebatamiento espiritual. Las incomparables comunicaciones de los Espíritus con los trabajadores de siembra de Jesús nos vitalizaban, ofreciéndoles el divino pábulo para que no desfalleciesen en el torbellino de los odios desenfrenados que les arrebataban todo, humillándolos, afligiéndolos y robándoles las vidas mediante la urdidura de nefastos planes. La tiranía farisaica era hábil en crear situaciones persecutorias, refinando siempre los métodos de antagonismos a través de las interminables arengas
con los que envolvían la ley Mosaica de tal forma que nadie, tornado su víctima, conseguía huir a las injunciones crueles que promovía. Desea inagotable y generosa fuente de la inmortalidad vertía el agua lustral y cristalina que quitaba la sed a las víctimas y las sustentaba antes y durante los vigorosos testimonios. Los métodos insanos de las bastonadas y chivateados, de las heridas en los labios y en la cara, luego seguidos del apedreamiento hasta la muerte, cuando no era utilizada la cruz de vergüenza y del supremo desprecio por la vida de los otros, siempre se caracterizaban por la absoluta ausencia de compasión, de misericordia, de respeto, demostrando la ferocidad mal disfrazada por los vestidos impecables y por la conducta de gestos medidos… Los romanos, por su vez, eran específicos en puniciones perversas en las que dilaceraban a las víctimas o las quemaban con aceite hirviendo, con hierros en brasa, en combates con las fieras, con los centuriones o simplemente los martirizaban en los espectáculos burlescos, disfrazados de teatro del horror, en que padecían cruelmente en la representación de irónicas piezas mitológicas de tragedia ancestral… Infelizmente, el ser humano siempre descubre métodos barbaros para afligir a las demás criaturas, atendiendo a supremos niveles de bestialidad que es despertada de manera rápida y por cualquier pequeña chispa de ira que se convierte en odio. Sorprende a cualquier estudioso de los espectáculos circenses y de las infames persecuciones contra los discípulos de Jesús, el coraje con el que enfrentaban el martirio, muchas veces cantando, sin el menor rencor por sus insensibles verdugos, lo que más los exasperaban… Esa fuerza desconocida provenía del Maestro amado y de la certeza del valor de Sus promesas, también como de la presencia de los Espíritus amigos y protectores que los asistían, infundiéndoles ánimo siempre nuevo y vitalidad desconocida. Cuanto más terribles eran las pinzas con las que intentaban silenciarlos, más altivez y dignidad revestían las víctimas de las crueles injunciones. Esos insuperables amigos desencarnados rociaban con su ternura las ardentías de los acerbos dolores, suavizando los sentimientos de los valerosos servidores transformados en réprobos, haciendo que sus existencias fuesen el testimonio impar de su creencia libertadora.
En todas las épocas de la humanidad siempre fueron oídas las voces del Más Allá del túmulo, confirmando la sobrevivencia de la vida al fenómeno des agregador de la muerte biológica. Fueron los inmortales los que comunicaron al mundo físico la sobrevivencia en inequívocos testimonios de la inmortalidad. Sus voces claras y dignificantes resonaron del túmulo convidando a los demás seres humanos a reflexionar en torno a sus enseñanzas, ahora en forma de cantos de sublime belleza, en otros momentos en informaciones complejas y verdaderas, más también mediante los graves disturbios obsesivos que aplastaban a los carnales que deambulaban. Constituyendo la población pulsante del Universo, los espíritus, en el Cristianismo, han sido la fuerza viva y actuante al lado de sus hermanos de la retaguardia material de ellos necesitados. Jesús dialogo con algunos, que se presentaron en la condición de vampi rizadores de las energías de sus víctimas, o vengadores de las ofensas sufridas y no disculpadas a lo largo del tiempo, de igual manera con el inolvidable legislador Moisés y el profeta Elias en el memorable fenómeno de la transfiguración, cuando esos Lo reverenciaron... Fueron, no en tanto, Su resurrección gloriosa y Su convivencia con los discípulos, las que señalaron de manera explícita y grandiosa el intercambio espiritual que el espiritismo adopta en la vivencia de sus postulados, enseñados por los propios mentores y guías de la sociedad. Mediante ese intercambio de bendiciones se reformulan conceptos existenciales, se abren espacios para la esperanza y la certeza de la continuidad del amor más allá de los limites orgánicos y para la felicidad impecable después del portal de cenizas y lama de la sepultura. Por eso, las células cristianas del espiritismo siempre tendrán en las comunicaciones espirituales la fuente generadora de la luz de la inmortalidad, para disminuir las sombras del camino evolutivo, para la sustentación del ánimo de sus miembros, para el esfuerzo en el trabajo, para cuando el desfallecimiento amenace o las persecuciones, que prosiguen bajo otros aspectos, atemoricen los corazones menos fortalecidos. Jamás falta la interacción con los inmortales, las claridades de su sabiduría, la presencia estimuladora, el dulce encantamiento de sus voces, sustentando las fuerzas convalidadas o no de los transeúntes terrestres.
La caridad de ellos para con sus hermanos es inmensa, estando siempre a las ordenes, testimoniándoles fidelidad y amor, a fin de que todos puedan alcanzar los altiplanos de la espiritualidad en un clima de fiesta de corazones y arrebatamiento de las emociones superiores. Por su vez, sustentados por la mágica asistencia de esos ángeles tutelares, los lidiadores del bien tendrán más encantamiento para seguir adelante, señalando su pasaje en la Tierra en sombras con las estrellas luminosas de su bondad y del afecto a todos los seres, sembrando esperanza y alegría de vivir, superando las angustias de la muerte y los desencantos de la existencia. De ese modo, mantente atento a las inspiraciones que proceden del Más Allá, dejándote conducir por los hermosos Benefactores de la humanidad que trabajan a tu lado a favor del mundo mejor y de la sociedad más feliz. Si no fuese por esa ayuda formal sería mucho más difícil el proseguimiento de los ideales superiores, cara a los enfrentamientos perversos de la cultura inmediatista y atea que vive en la Tierra. En los inolvidables días del martirologio cristiano, mientras las lagrimas y las angustias dilaceraban las esperanzas de las víctimas, confundiéndose con la psicosfera pestilente de los recintos infelices, los angélicos amigos espirituales esparcían el zafiro perfumado y aguardaban que las carnes despedazadas les liberasen los Espíritus, a fin de conducirlos a los paramos celestiales, victoriosos después de las escaramuzas impuestas por la evolución. Sea cual sea la situación en que te encuentres hoy, recuerda a Jesús siempre amoroso, ofreciéndote apoyo y voluntad, al mismo tiempo facultándote que Sus embajadores rompan la cortina de materia y entre en contacto contigo a través de los hilos invisibles de la inspiración y del apoyo. Sigue adelante sin temor, porque el curso de la vida no se cierra en el túmulo, y más allá del actúa el amor vigilante y misericordioso. Por el espíritu Joanna de Angelis. Psicografia de Divaldo Pereira franco, en la mañana del 8 de junio del 2011, en la residencia de de Josef Jackulak, Traducido por: M.C.R