DOLOR Y CORAJE Por: Becerra de Meneses En la Tierra todos tenemos enemigos. Todos, sin excepción. Hasta Jesús los tuvo. Más eso no es importante. Importante es no ser enemigo de nadie, teniendo dentro del alma la lúcida presencia del incomparable Rabí, comprendiendo que nuestro sentido psicológico es el de amar indefinidamente. Estamos en el proceso de reencarnación para sublimar los sentimientos. Por necesidad de la propia vida, el dolor forma parte de la jornada que nos llevará al triunfo. Es inevitable que experimentemos lágrimas y aflicciones. Más ellas constituyen un desahogo para los momentos de desafío. ¿Hijos del alma, Hijos del corazón! El Maestro Divino necesita de nosotros en razón directa en la que necesitamos de Él. No permitamos que se nos aloje en el sentimiento la presencia notoria de la venganza o de sus áulicos:
el resentimiento, el deseo de esforzarse, las herencias macabras del egoísmo, de la presunción, del narcisismo. Todos somos frágiles. Todos atravesamos los picos de la gloria más, también los abismos del dolor. Mantengámonos vinculados a Jesús. Él dijo que Su fardo era leve, y Su yugo suave. ¿Cómo nos juzga Jesús? Nos juzga a través dela misericordia y de la compasión. …Y Su fardo es el esfuerzo que debemos emprender para encontrar la plenitud. Id de retorno a vuestros hogares y llevad en lo recónditos de vuestros corazones la palabra libertadora del amor. Nunca devolver mal por mal. A cualquier ofensa, el perdón. A cualquier desafío, la dedicación fraternal. El Maestro espera que contribuyamos en favor de un mundo mejor, con una sonrisa gentil, una palabra amiga, un apretón de mano. Hay tanto dolor en el mundo, tanta caos para esconder el dolor, tanta violencia generando el dolor, que es resultado del sufrimiento íntimo. Es que Yo os mando como ovejas mansas en medio de lobos rapaces, dijo Jesús. Mas vendrá un día, completamos nosotros, que la oveja y el lobo beberá la misma agua del arroyo, juntos, sin agresividad. En los días en que el amor florezca en el corazón de la Humanidad, entonces, no habrá abismos, ni sufrimiento, ni ignorancia, porque la paz que viene del conocimiento de la Verdad tomará cuenta de nuestras vidas y la plenitud nos establecerá el Reino de los Cielos. Que el Señor os bendiga, hijas e hijos del corazón, son los votos del servidor humilde y paternal, en nombre de los Espíritus-espíritas que aquí están participando de este encuentro de fraternidad. Traducido por: M. C. R