EFECTOS RICHARD SIMONETTI (NUEVO)

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EFECTOS …¿Acaso soy yo responsable por mi hermano? Esa es la respuesta de Caín a Jehová, cuando le preguntó sobre su hermano Abel (Génesis 4:9). Disfrazaba la propia culpa, mientras lo habi asesinado, cometiendo el primer fratricidio de la Historia. Imagino que diariamente, Dios Padre, de infinito amor y misericordia revelado por Jesús, nos hace la misma pregunta, en la intimidad de la conciencia, a respecto de todos aquellos que se cruzan en nuestro camino, en casa, en la calle, en el trabajo, en la ciudad en la que residimos, todos son hermanos en Humanidad. Ciertamente, no habremos, como Caín, cometido un fratricidio, más difícilmente alguien dejará de ser encuadrado en un fraternicidio. Es el asesinato de la fraternidad, cuando ante las carencias de nuestros hermanos en Humanidad, nuestra indiferencia reproduce la pregunta negativa de Caín. …¿Acaso soy responsable por mi hermano? Ocurre, amigo lector, que somos, si, responsables por nuestros hermanos, considerando la Ley de Solidaridad que rige la vida


universal, y será inteligente de nuestra parte asumir nuestros compromisos ante el prójimo, considerando algunos efectos.

· Efecto mariposa. Se trata de una teoría desarrollada por Eduard Norton Lorenz, científico americano, en los años setenta del siglo pasado, para explicar la dificultad de una previsión meteorológica a largo plazo, cara de la insuficiencia de los medios que pueden producir grandes efectos atmosféricos. Como ejemplo el presentó la idea simbólica de que el aletear de las alas de una mariposa en Brasil podría producir un huracán en los Estados Unidos. Aplicando el efecto mariposa a la vida social, consideremos a la criatura que nace en miserable favela, de padre desconocido, madre alcohólica. Crece sin orientación moral, sin estudios, sin asistencia espiritual. A los siete años es un niño de la calle, pidiendo limosna. A los diez se torna un naranja, término usado por los traficantes para los niños que utilizan para la entrega de drogas. A los doce aprende a usar las armas de fuego. A los quince ya mató a varias personas, en asaltos. A los dieciocho mata a un jefe de traficantes y asume su lugar. Elimina concurrentes, amplia el área de actuación, se torna famoso y peligroso enemigo público produciendo devastación en el medio social. Es la culminación del cruel efecto mariposa que comenzó en el vacío desaliento de un niño descuidado. Si la sociedad hubiese ¡Ha! Si ese pequeño hubiese recibido amparo, orientación, encaminamiento. ¡Ha! ¡Si la sociedad se hubiese movilizado para atender aquella favela, urbanizándola, sustituyendo pesebres por casas decentes, dando escuela y ayuda a los pequeños!


¡Ah! ¡Si aquel hombre supiese que el niño mirando que llamó a su puerta, pidiendo comida, era la mariposa que podría generar el huracán desbastador, para llevarse su tranquilidad su seguridad, sus bienes, y tal vez su vida o la de un familiar, ciertamente no se negaría y haría todo lo posible para moverse y movilizar a la sociedad en favor de los niños carentes de su ciudad! Hay otro lado. Si fuese concedida a aquella criatura la oportunidad de una vida decente y digna, con dirección adecuada a los recursos comunitarios, en favor de su crecimiento moral y espiritual seria bien diferente. Podría convertirse en alguien de prominencia social, en el campo religioso, profesional o político, para contribuir en favor del progreso y del bienestar de la sociedad. Depende de cómo es tratado, el efecto mariposa puede producir tierra arrasada o campos frondosos. Un ejemplo interesante dice a respectó del chaval que casi murió ahogado en la piscina de su rica residencia. Fue salvado por el hijo del jardinero. El dueño de la casa quiso compensarlo. El servicial respondió que no se preocupase. El hijo apenas había cumplido con su deber. Todavía, ante la insistencia del patrón, informo que el sueño de su hijo, desde niño, era ser médico. Inmediatamente fueron tomadas las debidas providencias, ofreciéndole las condiciones para formarse en medicina. El chaval se llamaba Alexandre Fleming (1881 – 1955). El descubridor de la penicilina. El aletear bendecido de las alas de gratitud favoreció la bendición de los antibióticos, que salvan a millones de vidas. La historia no termina ahí. Un desdoblamiento del efecto mariposa ocurrió con el propio niño salvado, que sería nada más y nada menos que Winston Churchill


(1874 -1965), el gran baluarte de la libertad, en la lucha contra Hitler (1889-1945). Inglaterra tembló cuando Churchill quedó gravemente enfermo, acometido por una pulmonía. Quien lo atendió fue el propio Fleming, que lo curo con la aplicación de la penicilina. Tras la recuperación el canciller ingles comento bien humorado: No es siempre que alguien tiene la oportunidad de agradecer al mismo hombre por haberle salvado la vida dos veces. El efecto mariposa tiene esa característica, expandiéndose siempre, tanto para el bien como para el mal, dependiendo de como se originó. Recordemos la parábola de Jesús (Mateos13:31 – 32): El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que un hombre tomo y sembró en su campo. Aunque sea la menos de todas las simientes, cuando crece es mayor que las hortalizas y se transforma en árbol, de suerte que vienen las aves del cielo y se anidan en sus ramas. Las personas simientes de buena voluntad en el empeño de servir, producen beneficios para mucha gente. Las simientes de maldad, maledicencia, de deshonestidad, de vicio, son un trastorno para la vida social. Existe el lado pintoresco. Alguien me pregunto: ¿Puede un efecto mariposa comenzar con algo bueno y terminar con algo ruin? -En principio, no. El bien genera el bien, nunca el mal. - Es que bese a una chavala, me apasione por ella, nos casamos, y ella trajo a la madre para morar con nosotros. Comenzó con un beso, termino como una suegra.


-Bien, ciertamente la suegra es un efecto bueno en su vida ofreciéndole la oportunidad de tener paciencia y comprensión.

·Efecto bumerang. Nuestros estados de ánimo son siempre decurrentes de la naturaleza de nuestras acciones. Si son malos, su resultado es malestar. Si son buenos, su resultado es el bienestar. Siendo así, nuestra infelicidad será siempre el reflejo de la infelicidad ajena, tanto como la felicidad es el fruto bendecido del esfuerzo por aminorar el sufrimiento de nuestros hermanos. En la matemática de la felicidad, tanto más multiplicamos las buenas acciones, más felices seremos. No es por mera coincidencia que las personas más felices son aquellas que eligen el esfuerzo del Bien por objetivo de la Vida, como está en la cuestión 860, de El Libro de los Espíritus. … Además de eso, para hacer el bien que le cumple – único objetivo de la vida – es permitido al hombre impedir el mal, sobre todo aquel que pueda contribuir para la producción de un mal mayor. Es fácil entender por qué el bien es el único objetivo de la vida. Sabemos como enseñó Jesús que el Amor es la ley mayor de Dios. Cuando seamos capaces de amar en plenitud ejerciendo el amor universal, el amor por todos los hijos de Dios, estaremos plenamente integrados en la obra de la creación. Pues bien, la práctica del Bien es el amor en acción, para imprimirse en el ejercicio de la bondad. Rousseau (1712-1778) sería interesante la observación al respecto: Seamos buenos primero, después seremos felices. No pretendamos el salario antes del trabajo, ni el premio antes de la lotería.


En el servicio de atendimiento fraterno, en el Centro Espirita, el entrevistador conversaba con atribulada señora, que se decía infeliz y humillada, al reclamar que las personas, principalmente la familia, no le daban la debida atención y la despreciaban. El entrevistador le pregunto: ¿Qué secuencia usted estableció, en cuanto a la importancia: usted, el prójimo y Dios? La consultante respondió, sin dudar: En primer lugar Dios, en segundo, yo, por último el prójimo. Esta ahí el origen de sus problemas. En la dinámica de la existencia, usted está invirtiendo dos prioridades, lo que le lleva a negligencias la primera. No estoy entendiendo. Jesús recomendó que amemos a Dios por encima de todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos, lo que significa que esas dos manifestaciones amorosas solo pueden ser ejercidas en consonancia. Cuando coloca el amor a si mismo entre esos dos amores, usted rompe la magia y pierde la capacidad de amar a Dios y al prójimo, recogiendo como consecuencia la infelicidad. Entonces: si quiere ajustarse a los padres del Evangelio para vivir feliz, invierta la segunda y la tercera posición formando la secuencia ideal: Dios, el prójimo, y si sobra espacio, piense en usted misma. En líneas generales lo que el consultante pasa para la consultante es la necesidad de cambiar de persona en la conjugación del verbo de nuestras acciones: de la primera del singular, yo, para la tercera del plural, ellos, a fin de que alcancemos la comunión con Dios y nos realicemos como sus hijos. Viejo dicho explica bien esa idea: Procure mi alma y no la pude encontrar Procure a Dios y al Señor se apartó de mí. Procure al prójimo y encontré a los tres.


· Efecto lastre. En los globos de aire caliente tradicionales el lastre y el conjunto de sacos de arena que le dan estabilidad y que deben ser desechados cuando se pretenda reducir el peso para que suban. En la jornada humana hay lastres que, en principio nos garantizan relativo equilibrio – la familia, los bienes materiales, la profesión, el ocio… Más es fundamental que no los coloquemos en demasía en el globo de la vida, si deseamos transcender el inmediatismo terrestre, cultivando los valores espirituales, el conocimiento superior, las virtudes cristinas, el empeño de servir… Si el lastre es excesivo estaremos sumergidos en la insatisfacción y en la intranquilidad. Ese efecto se extiende a la vida espiritual, tras la muerte. Si a lo largo de la existencia acumulamos lastres de inmediatismo y apego a los bienes transitorios, seremos prisioneros de regiones umbralinas que circundan la Tierra, sin ligereza espiritual para elevarnos a las moradas celestes. En las reuniones mediúmnicas, nos espanta la cantidad de Espíritus atormentados y desequilibrados, vivenciando esa situación.

·Efecto Evangelio. Ese es el más importante, generado a partir de nuestro empeño por estudiar las lecciones de Jesús, a la luz de la Doctrina Espirita, buscando, con todo empeño de nuestra alma, el ponerlas en práctica. Solamente así produciremos buenos efectos mariposa bumerang y lastre, reconociendo que nuestro empeño mayor debe ser la edificación del Reino de Dios en nosotros, superando las inquietudes humanas. Dice Jesús en el Sermón de la Montaña (Mateos, 6:33). Que si lo hacemos, todo lo demás, nos será dado, por añadidura.


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