EL ADOLESCENTE Y SU SEXUALIDAD La ignorancia responde por incontables males que afligen a la criatura humana y confunden la sociedad. Igualmente perversa es la información equivocada, destituida de fundamentos éticos y carentes de estructura y de lógica. En la adolescencia, el despertar de la sexualidad es como el romper de un dique, en el cual se encuentran apresadas inconmensurables fuerzas, que se lanzan, desordenadas, produciendo daños y prejuicios en relación a todo lo que encuentran al frente. En el pasado, el tema era tabú, la ignorancia y la hipocresía preferían esconder, de una forma cómoda la cual la apariencia debería ser preservada, aunque la conducta moral muchas veces se encontrase distante de lo que era presentado. Se estableciera, a escondidas, que lo inmoral era la sociedad conocimiento del hecho servil y no practicarlo a ocultas.
el tomar
A la medida que los conceptos se actualizaron, liberándose de los preconceptos perniciosos, ocurrió el desastre del libertinaje, sin que hubiese mediado un
periodo de madurez emocional entre lo prohibido y lo liberado, lo que era considerado vergonzoso y sucio y lo que es biológico y normal. Evidentemente, después de un largo periodo de prohibición, impuesta por el imperativo del progreso, surgieron la búsqueda por el desenfrenado gozo a cualquier precio y a la entrega de apetitos sexuales, como si la existencia terrena se resumiese únicamente en los juegos y en las conquistas de la sensualidad, terminando por la caída en las excentricidades, en los comportamientos patológicos y promiscuos del abuso. La sociedad contemporánea se encuentra en un grave momento de conducta en relación al sexo, particularmente en la adolescencia. Superada la ignorancia del pasado, contempla asustada, los desastres morales del presente, sufriendo terribles incertezas acerca del futuro. La orientación sexual sana es la única alternativa para el equilibrio en la adolescencia, como base de seguridad para toda la reencarnación. La cuestión, hágase justicia, ha sido muy debatida, sin embargo las soluciones aun no se hicieron satisfactorias. La visión materialista de la vida, estimulando una filosofía hedonista, responde por los problemas que se constatan, en razón del concepto reduccionista a la que se encuentra relegada la criatura humana. Sin duda el sexo forma parte de la vida física, entretanto, tiene implicaciones profundas en los rincones del alma, ya que el ser humano es más que un montón de células que constituyen su cuerpo. Por esa razón, los conflictos se establecen teniéndose en vista su realidad espiritual, con anterioridad a la forma actual, y complejas experiencias vividas antes, que no fueron felices. Tal vez, en razón de ignorar o negar el origen del ser, como Espíritu inmortal que es, innumerables psicólogos, sexólogos y educadores se limitan, con honestidad, a preparar al niño de forma que apenas conozca el cuerpo, identifique sus funciones, entre en contacto con su realidad física. La propuesta es saludable. Innegablemente; todavía, el cuerpo refleja los hábitos ascentrales, que provienen de las experiencias anteriores, vivenciados en otras existencias corporales, que imprimirán necesidades, ansias, conflictos o armonías que ahora se presentan con predominancia en el comportamiento. El conocimiento del cuerpo, a fin de asumir sus impulsos, impulsa al adolescente para la promiscuidad, la perversión, los choques que provienen de las frustraciones, en el caso no esté necesariamente orientado para entender el
complejo mecanismo de la función sexual, particularmente en sus expresiones psicológicas. Inseguridad y miedos, muy comunes en la adolescencia, proceden de las actividades mal vividas en las jornadas anteriores, que imprimieron matrices emocionales o limitaciones orgánicas, deficiencias o exaltación de la libido, preferencias perturbadoras que exigen correcta orientación, así como la terapia especializada. A los padres cabe la tarea educativa inicial. Todavía, mal equipados de conocimientos sobre la conducta sexual, castran a los hijos por el silencio constreñidor a respecto del tema, dejándolos desinformados, a fin de que aprendan con los colegas pervertidos y viciados, o los liberen, aun sin estructura psicológica, para que atiendan a los impulsos orgánicos, sin cualquier ética o lucidez a respecto de la ocurrencia y de sus consecuencias inevitables. Reuniéndose en grupos para el intercambio de opiniones y experiencias de curiosidad, los adolescentes quedan a merced de profesionales del vicio, que los reclutan mediante las imagines de la prensa perversa y enferma o de la prostitución, hoy disfrazada de intercambio inflexible, para atender a aquellos impulsos orgánicos o de biciación mental, en relacionamientos rápidos como insatisfactorios. Cuando se pretende transferir para la escuela la responsabilidad de la educación sexual, se corre el riesgo, que deberá ser calculado, de el asunto ser presentado a la ligera, irresponsabilidad y perturbación del propio educador, que vive conflictivamente el desafío, sin que lo haya solucionado en si mismo de manera correcta. Anécdota proxeneta, palabras impropias, exhibición de aberraciones, normalmente son utilizados como temas para las aulas de sexo, al servicio de la orientación saludable, más aturdiendo a los adolescentes tímidos e inseguros y tornando cínicos a aquellos más audaces. La cuestión de la sexualidad merece tratamiento especializado, conforme el exige la propia vida. El ser humano no es solamente un animal sexual, más también es racional, que despierta para el comando de los instintos bajo el amparo de la conciencia. Todos sus actos merecen consideración, cara a los efectos que os suceden.
En lo que dice respecto al sexo, este requiere el mismo tratamiento y dignificación que son dispensados a los demás órganos, con el agravante de ser el aparato reproductor, que posee una alta y expresiva carga emocional, de ese modo requiriendo mayor suma de responsabilidad, así como de higiene y respeto moral. El control moral, la disciplina moral, los hábitos saludables en el transcurso de las horas, el trabajo normal, la oración ungida de amor y de entrega a Dios, constituyen metodología correcta para la travesía de la adolescencia y el despertar de la edad de la razón con madurez y equilibrio. El sexo orientado reposa y se estimula en el aura del amor, que le debe constituir la guía segura para ecuacionar todos los problemas que surgen y lo preservan de los abusos que alucinan. Sexo sin amor es agresión brutal en la búsqueda del placer duración y de resultado desastroso, por no satisfacer ni calmar.
de efímera
Cuanto más sea usado en el mecanismo de la desesperación o fuga, menos tranquilidad proporciona. Teniendo en cuenta el cambio de hormonas y fenómenos biológicos procreativo, el sexo debe recibir orientación digna y natural, sin exagero de cualquier naturaleza o limitación absurda, igualmente desastrosa. La fuerza, no localizada, dejada en desequilibrio, daña y destruye, sea ella cual sea. La naturaleza sexual ha conducido la historia de la humanidad, y, porque, no siempre fue orientada correctamente, los desastres bélicos que sucedieron a las hecatombes morales, sociales, espirituales, han sido la cosecha de grandes conquistadores y lideres enfermos, reyes y dictadores innobles, que dominaron a los pueblos, arrastrándolos en cautiverios hediondos, porque no consiguieron dominarse, controlar esa energía en desvarió que los alucinaba. Examínese cualquier déspota, y en el se encontraran registros de disturbios en el área del comportamiento sexual. De ese modo, en la fase de la irrupción de la adolescencia y de los órganos secundarios, se impone el deber de completarse la orientación del sexo que debe ser iniciada en la infancia, de forma que el joven se dé cuenta que el mismo existe en función de la vida y no está como instrumento de él.
De Divaldo Pereira Franco del libro MATRIMONIO Y DIVORCIO