EL ESPIRITISMO UN COMPROMISO SOCIAL CATHERINE GOUTTIÈRE “Para saber quiénes somos, el espiritismo enseña a vivir mejor; para saber de dónde venimos, el espiritismo enseña a comprender mejor la Tierra y el universo; para saber a dónde vamos, el espiritismo explica el mañana, borrando los miedos y las angustias de una muerte desconocida”. Extracto del libro de Karine Chateigner Entre cielo y tierra —espírita y médium. Ser espírita, es tener en sí la convicción y la certeza de la existencia del alma y de su supervivencia más allá de la muerte; es comunicarse con esa misma muerte; es aportar, por una parte, la ayuda de los espíritus sufrientes y por
otra, recibir el fruto de la reflexión de aquellos que, conscientes de su vida espiritual, vienen a compartirla con nosotros. Igualmente, ser espírita es actuar. En efecto, si bien el mundo de los espíritus tiene su existencia propia en otra dimensión, no por ello está tan desvinculado del mundo de los humanos. Los espíritus observan nuestro planeta y vienen en sesión para alertarnos sobre nuestro mundo y sobre nuestra condición. Vivimos en un planeta inferior en evolución moral donde reinan el orgullo, el egoísmo y la voluntad de dominar al otro para someterlo mejor. Los mensajes que se nos dan nos ayudan a comprender la razón de la vida, de las vidas sucesivas, de nuestra presencia en esta Tierra y del vínculo fraternal que existe entre todos sus habitantes, pues todos proceden del pensamiento divino. Hemos vivido ya, y porque ya hemos vivido, hemos podido vivir en otras comarcas, en otras latitudes y por consiguiente, haber tenido un color de piel diferente o un sexo diferente. Hemos podido ser hombre o mujer, vivir en África, en la India o incluso hasta en China. Nuestra psicología, nuestra forma de pensar, nuestros temores, nuestras angustias, nuestros gustos o nuestros centros de interés son el resultado de todo ese pasado, vivido y registrado en nuestra memoria espiritual. En ese caso, ser espírita nos hace tener una visión diferente sobre los hombres y mujeres que componen por la población de nuestro planeta. El miedo al extranjero, dentro de su diferencia tanto física como social o religiosa, y la idea racista que de él deriva se atenúa en pro del reconocimiento de un hermano, él también reencarnado, para avanzar por su camino evolutivo. Los seres humanos que somos deben aprender a vivir juntos dentro del respeto y la dignidad de cada uno, en el seno de una sociedad mundial donde la dominación, bien sea ésta religiosa, militar, social o financiera, sería abolida. Así, un reparto equilibrado permitiría a todos vivir y desarrollarse juntos. Ciertos espíritas se comprometen entonces, según las afinidades y atracciones de unos u otros, en organizaciones humanistas que trabajan, por ejemplo, por la supresión de la pena de muerte y dan su apoyo a los reclusos norteamericanos que esperan su ejecución en el corredor de la muerte; se incorporan a asociaciones, como la ayuda a los más desposeídos, y participan en diversas manifestaciones para tener siempre más justicia social.
Con sus cadenas de pensamiento, los espíritas luchan por la paz en el mundo y por el fin de las dictaduras y de todas las injusticias, y saben aunar así el combate de los humanistas y no espíritas que también han comprendido que sólo se crece junto con los demás. Los espíritas piensan y trabajan por una sociedad más justa, en ello el compromiso espírita es igualmente un compromiso social. Extracto de un mensaje de Jean Jaurès en 1989: “El espiritismo abraza todos los campos referentes a la naturaleza de los hombres. Por consiguiente, el espiritismo no puede ser, y nunca ha sido, apolítico. Quien afirme lo contrario no conoce bien y no ha estudiado la fórmula espírita, o hasta más grave aún, se engaña a sí mismo… ¿Estarían ustedes solos dormidos en un mundo que cambia, en un mundo que vive? ¿Serían indiferentes a las injusticias sociales? No pueden y lo saben bien. Al saberlo, ya hacen política. Hacer política no consiste simplemente en hablar y charlar. Consiste en comprometerse y en ser, tan claro como se pueda, en el sentido de su compromiso. La fórmula espírita, que es cristiana, sólo puede ser una fórmula de reparto, justicia, libertad y dignidad para todos los hombres, para todos los pueblos y todas las razas… Ustedes siempre están invitados a un mejor ser, es decir a otro mundo, y allí están invitados como agentes y participantes. Ayúdennos en la lucha social, ayúdennos en la transformación de la sociedad. No se disfracen de falsos revolucionarios. Sean verdaderos revolucionarios y no tengan miedo a la palabra. Revolucionario no quiere decir homicida o sanguinario. Revolucionario quiere decir tener el corazón, la inteligencia y el ardor, tener el coraje y la voluntad de hacer evolucionar al planeta completo. Es juntos como lo conseguiremos…” TOMADO DEL LA REVISTA ESPIRITISMO EUROPEO