El NIÑO Y FAMILIA Del libro: TERAPEUTICA DE EMERGENCIA DIVALDO FRANCO (DIVERSOS ESPÍRITUS) Siempre que se tenga en pauta la discusión del futuro de la Humanidad, la cuestión vital, que de inmediato resalta, dice a respecto del niño. No se pueden establecer programas de acción para el porvenir, sin que se cuiden de los elementos básicos para ese menester. En cualquier emprendimiento humano que objetive la sociedad del mañana, es indispensable no nos olvidemos de la realidad de los días actuales, cuidándose de dignificar a los que transitan en la niñez, ahora privada de recursos éticos y apoyo emocional, carentes de amor y arrojados hacia los despeñaderos de las sensaciones groseras, que los debilitan y descomponen. No nos referimos aquí, solo al menor necesitado, al que sufre las duras y desafortunadas condiciones socioeconómicas y constituyendo los millones de víctimas de los procesos políticos despiadados, generadores de los cánceres morales de la codicia, de
la arbitrariedad y de la prepotencia a la que se someten los infelices fomentadores del poder desvariado. Tampoco analizamos la situación dolorosa de los pequeñines sin padres, que son arrojados, sin la mayor preocupación, a las Instituciones, donde se transforman en un número para representaciones estadísticas, o en las cuales son exhibidos para inspirar la compasión de unos, mientras se exaltan otros bajo los rótulos de la solidaridad, de la filantropía o de la caridad... Nos detenemos a examinar el problema del niño, en el contexto de la familia moderna, cuando los sentimientos del amor y del deber son sustituidos por las fórmulas simplistas y por las acciones fáciles, mercantilizadas, de asistencia moral y educacional. Convirtiéndose en víctima, insensiblemente, del proceso tecnológico avanzado, el hombre ha ido cediendo a los automatismos que lo vencen, en detrimento de los logros con los que se felicitaría, si no se permitiese exagero en la pauta de las ambiciones de las ganancias y del gozo. Diciéndose víctima de las presiones de variado orden, como resultado de las imposiciones del momento, la criatura se rinde, en trabajo arduo o aventurero, para conquistar valores amonedados, transitorios, elaborando mecanismos escapistas para el placer, con los cuales espera escapar de la neurosis, no teniendo tiempo ni paz para los gratificantes deberes de la familia, del hogar, de la descendencia. Los cónyuges, como resultado de ese aturdimiento, se saturan con rapidez, engendrando técnicas de liberación o deshaciendo los vínculos matrimoniales, que fueron establecidos deprisa, atendiendo a caprichos infantiles, posesivos, o a otros intereses, subalternos, a los cuales arrojan, sin un mejor examen, al destino y a la responsabilidad. Otras veces, cara al desgaste resultante de los excesos de cualquier porte, adoptan actitudes extravagantes, de demasiada permisividad, o de irritación y desmando, dando curso a estados inestable y emocionalmente inseguro, en el que los niños se desarrollan, entre indiferencias, disgustos, mimos inapropiados y
complejidades emocionales que generan futuros trastornos del comportamiento. Cuando afloran los problemas, en la difícil convivencia doméstica, se recurre, apresuradamente, a soluciones de psicólogos o psicoanalistas, o a educadores talvez sin vivencia de esas dificultades, honestamente interesados, es cierto, que deberán realizar en breves horas, adrede marcadas, o que se malbarató en los demorados días de la convivencia familiar. Los frutos de tal sementera son, sin duda, amargos o precipitadamente madurados, cuando no se desprenden del tallo de seguridad, en lamentable proceso de deterioración. Ocurre que la familia es el núcleo de mayor importancia en el organismo social. Cuando se desajusta, la sociedad se desorganiza; cuando se desvanece, la comunidad se desagrega; cuando falla, el grupo a que da origen sucumbe. Santuario de los padres, escuela de los hijos, oficina de experiencias el hogar es el resorte maestro que acciona a la humanidad. En ella los sentimientos se caldean, se liman las aristas de la personalidad, los ilícitos se fusionan, las aspiraciones se santifican, las pasiones se purifican y los personajes se forman, en una preparación eficiente para los enfrentamientos inevitables que serán trabados, cuando de las relaciones colectivas en la comunidad. Esto, sin embargo, cuando el hogar, a su vez, se estructura sobre los fundamentos ético-morales de los deberes recíprocos, cimentados por el amor y edificado con los materiales de la comprensión y del bien. Sim tal argamasa, se desmorona, fácilmente, aunque permanezca la casa donde se reúnen y se agreden las personas, en beligerancia continúa, dando inicio, por la sucesión de los conflictos trabados, de las grandes luchas que asolan a las comunidades, inspirando las guerras a que se arrojan las Naciones. El hogar es el soporte inmaterial de la familia, que se construye en la casa donde residen las criaturas, independiendo de los recursos
financieros o de los requisitos exteriores de que esta última se revista. Son el comportamiento, las actitudes, las expresiones de entendimiento fraternal y de responsabilidad que edifican el hogar, formando la familia, poco importando las condiciones físicas del lugar en que toma cuerpo. El niño, que vive en la psicoesfera de un hogar harmónico, en el seno de una familia que se comprende y se ayuda, transformándose en el elemento seguro de una futura humanidad feliz. Todo investimento de amor que ahora se dirija al niño es de emergencia. Sin embargo, de igual necesidad es la educación de los adultos antes que asuman la responsabilidad de la progenie, impidiéndolos de transferir sus inseguridades, descontroles, e inmadurez, conflictos con los que condenan el futuro a imprevisibles desastres, de los que ya se tienen muestras, arrastrando a irreversibles situaciones de dolor, que se extienden más tarde del desgaste físico, en los amplios cursos de la vida espiritual. Tarea desafiante para educadores y sociólogos, psicólogos y otros estudiosos del comportamiento y la personalidad humana, el grave problema de la disolución de la familia y el consecuente abandono al que se relega la descendencia. Adultos caprichosos y desajustados proyectarán sus emociones en los hijos, en formación de estructuras psicológicas, que les asimilaran a las agresiones y los conflictos, originándose una reacción en cadena que explosionará, voluminosa, más tarde, en el organismo social. Es lamentable y dolorosa la situación de las niños que no disponen de recursos y fueron desde ctemprano arrojadas a la carencia, a la orfandad. No menor, sin embargo, ni menos grave es el futuro incierto de los que padecen las familias desequilibradas, viviendo un presente infeliz, bajo la tutela de padres egoístas, agresivos y neuróticos que enloquecen, desgobernados e irresponsables, pensando en fruir las irrefrenables pasiones, que terminan por consumirlos en la vorágine de la misma locura.
Al Espiritismo, con su visión cristiana y estructura filosófica superior, cabe la tarea inmediata de devolver sus valiosos recursos para la familia, trabajando al hombre y concientizándolo de sus responsabilidades inalienables ante la vida, mientras informándolo sobre la finalidad superior de su existencia corporal. Demostrándole la indestructibilidad del ser, también preparándolo para las victorias sobre sí mismo, el conocimiento espírita hará que se esfuerce para actuar con acierto, recuperando se, en la convivencia de que la reencarnación ahora le faculta, de los errores del pasado, mientras le ofrece las oportunidades superiores para su futuro dichoso. Con el hombre renovado y responsable, surge el hogar equilibrado y sano, donde se formará al niño ennoblecido rumbeando para una sociedad mejor. Pensándose, por tanto, en términos de futuro, la criatura deberá ser siempre la preocupación primera, y la familia, la modeladora inevitable que la trabaja preparándola para el mañana, constituye el gran desafío que nos cumple atender con elevación y dignidad. Parafraseando Jesús, repetimos: — * Dejad que vengan a mí los pequeñitos” ... porque a la familia feliz y noble pertenecerá el reino de los Cielos. BENEDITA FERNANDES