EL ORGULLO Y MEDIUMNIDAD CON JESÚS Mercedes Cruz El orgullo es mal consejero, y en la mediúmnidad una imperfección que obstaculiza su buen procedimiento. Esto nos parece muy monótono por haberlo escuchado muchas veces, pero no se nos ha de olvidar que estamos en el intento de ser humildes, virtud que muchos aún no han conseguido, y que es imprescindible para el mantenimiento del equilibrio personal, principalmente para el intercambio entre encarnados y desencarnados. Allan Kardec nos dice en el libro de los Médiums que “Todas las imperfecciones morales son otras tantas puertas abiertas que dan acceso a los Espíritus ignorantes (malos). Y de todas ellos la que explotan con mayor habilidad es el orgullo, porque es la que el hombre menos reconoce en sí mismo. El orgullo ha perdido a muchos médiums dotados de buenas facultades, que de no ser por
esa imperfección, habrían podido convertirse en personas celebres y muy útiles. No todos nacemos para ser misioneros. Si el Espíritu asumió el compromiso de ser médium, el ejercer la mediumnidad en el centro espirita como marca la codificación en el libro de los “Médiums”, atendiendo a los espíritus sufrientes y necesitados cuando regrese al otro lado de la vida, se alegrara porque verá cumplida su misión. Justo y necesario es que el médium guarde, en su corazón, el deseo, por el estudio y por el trabajo, por el amor y por la meditación, de sobreponerse al medio ambiente y escalar, con firmeza y decisión, los peldaños de la evolución consciente y definitiva convirtiéndose así, con reducción del tiempo, en un espiritualizado instrumento de las voces del Señor. Como transcurso natural de tales mediúmnidad igualmente, se sublimara.
situaciones,
la
Se elevaran las prácticas mediúmnica, porque Espíritus Sublimados sintonizaran con los medianeros, en el definitivo y maravilloso Pentecostés de Amor y Sabiduría, exaltando la Paz y la Luz. Cuando profundicemos en los problemas humanos, en su doble aspecto, material y espiritual, y se convierta en una realidad en nuestro corazón, la fenomenología mediúmnica se enriquecerá con nuevas e incomparables expresiones de nobleza. Cuando la Fraternidad que ayuda y socorre, que perdona y consuela, sustituya a la Opresión, que sofoca y constriñe,
los médiums serán, en el pasaje terrestre, legítimos transformadores de luz espiritual. Cuando los hombres se moralicen y su vida sea un apostolado de ternura y cooperación y su verbo el más encantador y armoniosa sinfonía, volviéndose realmente altruista, superando la animalidad primitiva y la ambición desmedida, se convertirán en puente luminoso, a través de los cuales el Cielo se unirá a la Tierra. El hombre que quiera sublimar su facultad mediúmnica, ha de educarse, transformando su corazón en un Altar de Fraternidad donde se abriguen todos los necesitados del camino. La Era de la Materia nos exige conquistas exteriores, ventajas fáciles, placeres y futilidades, consideraciones y honores. Y el Inmediatismo nos convoca a la pereza y a la inercia, al abismo y al sufrimiento. La Era del Espíritu nos pide la conquista de nosotros mismos, lucha incesante, trabajo y responsabilidades. y el futuro nos incita con sus manos de luz para la realización de nuestros elevados destinos. El médium que, intrínsecamente, vive los factores negativos de la Era de la Materia, es un operario negligente, cuya herramienta se oxidará, será destruida por las polillas y robada por los ladrones, conforme la advertencia del Evangelio. El médium, que vigile su propia vida, disciplinará las emociones, cultivará las virtudes cristianas y ofrecerá al Señor, multiplicados los talentos que ha recibido en préstamo, estará, en silencio de sus dolores y de sus
sacrificios, preparando su camino de elevación para el Cielo. Realmente, estará, realizando la mediúmnidad con Jesús. El Espiritismo en su mileno de existencia, ha progresado pero sus variados ángulos, aún no han sido integralmente aprendidos, incluso por los compañeros integrados a él. Muchas criaturas, almas generosas y sencillas, todavía no saben lo que deben y pueden buscar en la mediúmnidad. Otras tienen un concepto erróneo y peligroso con relación a los médiums, situándolos indebidamente, en la posición de santos e iluminados. No sabiendo todavía, en resumen, lo que la mediúmnidad le puede ofrecer. Allan Kardec fue, en el decir de Flammarión, “el buen sentido encarnado” el Espiritismo, cuya codificación en el plano físico ocupo al sabio francés, habrá de ser, también, la Doctrina del buen sentido y de la lógica, del equilibrio y de la sensatez. El permanecerá como grandioso marco de luz, durante muchos siglos, aclarando el entendimiento de cuantos lo busquen como manantial de esclarecimiento y consolación. André Luiz lo definía como “revelación divina para la renovación fundamental de los hombres”. Si deseamos que sea Jesucristo el inspirador de nuestro movimiento, el Espiritismo debe cultivar aquella misma siembra a la que el Divino Redentor, como MÉDIUM DE DIOS, consagró toda su existencia. Si le llamamos Señor y Maestro, Divino Amigo y Redentor de la Humanidad, Sol de nuestras vidas y Abogado de nuestros destinos, por un deber de conciencia debemos
adaptar nuestro corazón y dirigir nuestro esfuerzo en la devoción a la viña que Él nos confió. Examinando el trabajo de Jesús, según las narraciones del Evangelio, donde el Hijo de María aparece identificado con la alegría y la aflicción, con la ignorancia y el pecado, curando enfermos, distribuyendo pan y peces a los hambrientos y disertando instructivamente, en el servicio de liberación de las conciencias, encontraremos, en el ejemplo del Divino Maestro, la respuesta a nuestras más profundas indagaciones. No te enorgullezcas de lo que obtienes a través de tu mediumnidad, procura por el contrario, , en la medida de tus fuerzas, realizar el programa de fraternidad del Evangelio, así estarás sin duda, colaborando para la restauración de la Buena Nueva primitiva y entronizando, en el altar de tu corazón, la luminosa figura de Cristo Redivivo... Extraído del libro "Estudiando la Mediúmnidad" de Martin Peralva