EL SUEÑO DE JESÚS PARA LA HUMANIDAD El conocimiento es valioso cuando se pone en práctica. Se trata de un conmovedor y profundo relato de Hilario Silva¹, que nos lleva a reflexionar sobre lo que sabemos y hacemos en nuestro día a día. El conocimiento es un campo estéril si no lo ponemos en práctica para que dé fruto y se convierta así en un campo fértil donde sembramos las palabras y las acciones que hacen realidad el sueño de Jesús para la humanidad. El sueño de Jesús de Eurípides Barsanulfo. “Eurípides Barsanulfo, el apóstol de la mediumnidad, en Sacramento, en el estado de Minas Gerais, había comenzado a observarse fuera de su cuerpo físico, en un despliegue admirable, cuando, una vez, de noche, se vio en prodigiosa volición. Aunque inquieto, como arrastrado por la voluntad de alguien en un torbellino de amor, se elevó, se elevó... Siempre subía. Quiso detenerse y descender recuperando el vehículo carnal, pero no pudo. Brazos intangibles custodiaban su sublime excursión. Respiraba otro ambiente. Llevaba una forma ligera, respirando en
un océano de aire más ligero... Viajó, viajó, como un pájaro guiado, hasta que se reconoció en un prado verde. Se percató del hermoso paisaje, cuando no muy lejos, vio a un hombre que estaba meditando, rodeado de una dulce luz. Como magnetizado por lo desconocido, se acercó... Sin embargo, hubo un momento en que se detuvo, temblando. Algo le dijo en su corazón que no siguiera adelante... Y aturdido de alegría, se reconoció a sí mismo en la presencia de Cristo. Inclinó la cabeza, aplastada por un honor imprevisto, y guardó silencio, sintiéndose como un intruso, incapaz de retroceder o avanzar. Recordó las lecciones del Cristianismo, los templos del mundo, el homenaje rendido al Señor, en la literatura y en las artes, y Su mensaje resonando entre los hombres, a lo largo de casi veinte siglos... Eclipsado por la magnitud del momento, comenzó a llorar... Gruesas lágrimas bañaron su rostro mientras reunía coraje y miraba hacia arriba con humildad. Sin embargo, vio que Jesús también estaba llorando... Traspasado de súbito sufrimiento, por ver el llanto, deseo hacer algo que pudiese reconfortar al Amigo Sublime…Acariciarle sus manos o estirándose como un perro leal a sus pies... Pero era como una pista hacia un terreno extraño... Recordó, sin embargo, los tormentos de Cristo, perpetuados en criaturas que aún hoy, en la Tierra, le arrojan incomprensión y sarcasmo… Acariciando sus manos o estirándose como un perro leal a sus pies... Pero era como una pista hacia un terreno extraño... Recordó, sin embargo, los tormentos de Cristo, perpetuados en criaturas que aún hoy, en la Tierra, le arrojan incomprensión y sarcasmo...
En esa línea de pensamiento, no pudo contenerse. Abrió la boca y habló suplicante... – ¿Señor, por qué lloras? El interpelado no respondió. Mas deseando cerciorarse de que era oído, Eurípides reitero: – ¿Lloras por los que no creen del mundo? Embelesado, el misionero de Sacramento advirtió que ahora Cristo correspondía a su mirada. Y, después de un momento de atención, respondió con una voz muy dulce: - No, hijo mío, no sufro por los incrédulos a quienes debemos amor. Lloro por todos los que conocen el Evangelio pero no lo practican... Eurípides no pudo describir lo que sucedió entonces. Como cayendo en una sombra profunda, ante el dolor que le había traído la respuesta, descendió, descendió... Y despertó en el cuerpo de carne. Amanecía. Se levantó y no durmió más. Y desde ese día, sin comunicar a nadie la divina revelación que vibraba en su conciencia, se entregó a los necesitados y enfermos, sin descansar ni un día, sirviendo hasta la muerte”. Hilary Silva Una extensa lista de caridad y dedicación en la breve vida de Eurípides Barsanulfo. Eurípides Barsanulfo nació en Sacramento, en la región del Triángulo Minero, el 1 de mayo de 1880 y falleció en la misma ciudad, a la edad de 38 años, el 1 de noviembre de 1918, víctima de la gripe española. La mediumnidad de Eurípides se desarrolló de manera notable, espontánea y multiforme, como sólo ocurre con los espíritus especialmente preparados para ello y que tienen una misión
especial, como la suya, y se le conoce como el “Apóstol del Triángulo”. Desdoblamiento, clarividencia, psicofonía, psicografía, curas, efectos físicos, prescripciones fueron emergiendo y volviéndose habituales en su vida, atrayendo a cientos de personas de otras regiones a Sacramento. Barsanulfo atendió a todos y nadie se fue sin, como mínimo, el alivio de la fe y la esperanza renovada, desarrollando su obra de la mano de Bezerra de Menezes. Y así fue como, en su breve paso por la tierra, fundó un grupo espírita, una escuela, una farmacia homeopática que distribuía gratuitamente medicamentos recetados, atendía y consolaba a miles de personas necesitadas, personalmente o por carta, e incluso por desarrollo espiritual. La espantosa pandemia de gripe española que asoló el mundo en 1918, cobrando vidas, derramando lágrimas y aflicción, redobló la labor del gran misionero, que la previó mucho antes de invadir el continente americano, siempre hablando de la gravedad que la situación conllevaría. . Barsanulfo siguió con dedicación las máximas de Jesucristo hasta el último momento de su vida terrena. Ayudó a cientos de familias víctimas de la gripe española, brindándoles ayuda directa y siempre lo encontraron al lado de la cama de sus enfermos. Hasta que, exhausto por el esfuerzo realizado, sucumbió, víctima de la misma enfermedad, llegando al final de su misión terrena y reapareciendo en el plano espiritual para una vida más elevada y sublime. Fuente - Unión Espírita de Minas Gerais (UEM)